Los museos son custodios esenciales de nuestro patrimonio cultural, preservando y dando forma a invaluables legados. Tradicionalmente descritos en la literatura como «templos sagrados», que consagran las «obras de Dios a través de todas las edades» y «las artes del hombre a través de la Historia». Sin embargo, en tiempos recientes, los museos han empezado a ser vistos cada vez más como centros de ocio, con un enfoque creciente en mejorar la calidad de las experiencias de los usuarios, priorizando la evasión y el compromiso activo.
El sector museístico ha intensificado sus esfuerzos para captar la atención de su audiencia, empleando técnicas de investigación, marketing y elaboración de perfiles de visitantes (clientes). Un enfoque conocido como «el visitante primero» ha empezado a influir en cómo se estructuran los museos, situando al visitante en el centro de la planificación y la conceptualización de nuevas estrategias. En algunos casos extremos, esto ha implicado que la colección, la disposición espacial y todos los demás aspectos de la práctica museística se vean dominados por el análisis del público objetivo y las tendencias anticipadas por los departamentos de marketing, alterando así el foco tradicional de las actividades del museo.
Los museólogos/as, en este contexto cambiante, se encuentran cada vez más orientados a conceptualizar hacia el compromiso y la accesibilidad, relegando la importancia previa de las colecciones a un segundo plano. Este cambio va de la mano con una rápida adopción de la tecnología, vista como un medio para potenciar la diversión y el entretenimiento. Soluciones digitales, como pantallas interactivas, interfaces táctiles, juegos, y realidades virtual y aumentada, han proliferado dentro de la industria del patrimonio cultural, marcando una nueva era en la experiencia museística.
Un segundo factor, algo distinto, también ha contribuido a este cambio de paradigma en los museos. A finales de los años 80 y principios de los 90, los cambios políticos y sociales fomentaron una visión crítica hacia las prácticas del patrimonio cultural. Numerosas colecciones de museos son agregados de artículos provenientes de diferentes partes del mundo, adquiridos a través de donaciones privadas, compras, y en algunos casos, saqueos o robos de guerra. Incluso los sistemas de clasificación han sido objeto de críticas por ser inadecuados o, en algunos casos, acusados de racismo, debido a su enfoque en una narrativa histórica dominada por la visión occidental y blanca. Con la emergencia de estas perspectivas poscoloniales, muchos museos han comenzado a cuestionar su propia identidad y propósito.
Para reconciliar el trasfondo histórico de los museos con su papel en un mundo multicultural, se ha buscado reenfocar la atención en los contextos y comunidades locales, que en las ciudades tienden a ser étnica y políticamente diversas. La reflexión se ha dirigido hacia las contribuciones significativas que los museos pueden ofrecer a una sociedad moderna y pluralista. Una vez más, los visitantes y sus diversas perspectivas, necesidades y motivaciones para visitar el museo han pasado a ser el centro de atención, marcando un movimiento hacia una mayor inclusividad y relevancia cultural en el mundo de los museos.
Una de las nociones que emergió de este proceso crítico fue el ideal de que las visitas a los museos deberían ser transformadoras. Se aspira a que el visitante emerja de su experiencia cambiado, habiendo emprendido un viaje personal de creación de significado. Tanto Bell como Soren enfatizan que una motivación predominante entre los profesionales de los museos es que los visitantes no solo aprendan, sino que también vivan una experiencia significativa y profunda que repercuta más allá de la visita, transformando al individuo de alguna manera. Sin embargo, diseñar experiencias transformadoras es una tarea compleja.
El significado que los visitantes construyen en el museo depende de todo lo que traen consigo: su historia personal, su cuerpo, su identidad y sus experiencias previas. Además, la visita es mucho más que la interacción con artefactos y contenido digital. El entorno físico del museo, las sensaciones corpóreas, las emociones prerreflexivas experimentadas y las interacciones con otras personas dentro del espacio también influencian profundamente en este proceso de creación de significado, que comienza mucho antes y termina mucho después de la visita física al museo. Por lo tanto, los procesos mediante los cuales el público crea significado en los museos están solo parcialmente bajo el control del museo, presentando un desafío constante para lograr experiencias verdaderamente transformadoras.
Hoy en día, los museos se han convertido en espacios híbridos multifacéticos. Los visitantes realizan una amplia variedad de actividades: observan exposiciones, aprenden, disfrutan del tiempo en familia, toman fotografías, se relajan en la cafetería, interactúan con exhibiciones interactivas, adquieren recuerdos en la tienda, comparten en redes sociales y se comunican con amigos ausentes, entre otras. Algunas de estas prácticas están confinadas al espacio físico y temporal de la visita, como discutir sobre un artefacto con otros visitantes, mientras que otras trascienden la experiencia presencial, tal como compartir una selfie en redes sociales.
Es importante destacar que, incluso dejando de lado las prácticas dependientes de la tecnología digital, el espacio museístico ya cumple con una multitud de funciones y propósitos para una diversidad de visitantes y profesionales. Por lo tanto, puede considerarse un híbrido social e institucional en su propio derecho, incluso sin considerar el factor adicional que representa la tecnología. Esto refleja la naturaleza compleja y polifacética de los museos contemporáneos, que acogen y fomentan una amplia gama de experiencias y conexiones.
En resumen, los museos de hoy se erigen como epicentros de la cultura y la tecnología, navegando entre el legado del pasado y las promesas del futuro. A medida que evolucionan hacia espacios híbridos, los museos enfrentan el desafío de equilibrar su misión tradicional de conservación con la creación de experiencias transformadoras y participativas. En este camino, deben considerar tanto las complejidades sociales como las oportunidades que las tecnologías digitales aportan, siempre buscando enriquecer la experiencia del visitante. Al abrazar esta dualidad, los museos no solo preservan y cuentan nuestras historias colectivas, sino que también se convierten en plataformas vivas para la creación de significado, el diálogo y la conexión humana, redefiniendo su papel en una sociedad en constante cambio.
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Encuentro entre Tradición y Tecnología en Museos.
| ISSN | 3020-1179 |
BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA – INTERNATIONAL STANDARD SERIAL NUMBER – EVE MUSEOS E INNOVACIÓN – SPAIN.
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Imagen: Behance
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