Olfato y Gusto en el Arte

Olfato y Gusto en el Arte

 

En el arte, existen dos enfoques principales para explorar el olfato y el gusto: la representación mediada y la presentación directa. Históricamente, se han establecido ciertos símbolos y patrones para visualizar estas sensaciones. Por ejemplo, en las representaciones de la resurrección de Lázaro, es común ver a los testigos cubriéndose la nariz en señal de que el cuerpo despedía mal olor, un detalle mencionado en el relato bíblico. Este gesto se ha replicado en arte a lo largo de los siglos, desde frescos antiguos hasta obras de Giotto y otros artistas, demostrando cómo el arte captura reacciones universales a los olores y sabores en distintos contextos históricos.

Las alegorías y representaciones de los cinco sentidos han sido un tema recurrente en la historia del arte, frecuentemente plasmadas en escenas cotidianas o de género. Por ejemplo, en «El nacimiento de Venus» de Botticelli (1482), los pétalos de rosa que rodean al dios Céfiro perfuman el aire, simbolizando el sentido del olfato. Similarmente, en «La Venus de Urbino» de Tiziano (1538), Venus yace sobre un lecho de rosas, sugiriendo sensualidad a través del tacto y el olfato. «Los cinco sentidos» de Louis Finson (1600), por otro lado, personifica los sentidos en una escena de banquete, asociando el placer sensorial con la moralidad. Estas obras a menudo reflejan cómo los sentidos están interconectados con percepciones culturales y filosóficas.

Los bodegones en el arte, a menudo omiten referencias directas, enriqueciendo la escena con evocaciones y asociaciones. Un ejemplo notable es la obra de Jan Brueghel el Viejo, cuyas pinturas realistas de flores impresionaban tanto que el cardenal Borromeo las elogiaba por su capacidad de competir con la naturaleza misma. Él destacaba cómo estas imágenes lograban capturar la esencia de las flores de manera tan vívida que incluso en invierno, cuando todo está cubierto de hielo, se podía disfrutar de su color y aroma imaginado. Esta forma de arte nos invita a reflexionar sobre cómo percibimos con nuestros sentidos y cómo interactúan entre sí.

Tanto la pintura como la escultura se enfocan principalmente en el sentido de la vista, aunque a menudo sugieren sutilmente los sentidos del gusto y el olfato. Este enfoque se intensificó con el descubrimiento de la perspectiva durante el Renacimiento, que si bien racionalizó la representación visual favoreciendo a la vista, también transformó la imagen en un medio más envolvente. Las imágenes ahora resonaban con el espacio del observador, provocando una experiencia más auténtica y sinestésica, donde ver una imagen también puede evocar otros sentidos, enriqueciendo así la experiencia de la percepción. Según expertos como Hans Belting y Mieke Bal, ver imágenes es intrínsecamente una experiencia sinestésica, donde la visión siempre coexiste con otros sentidos.

Los ejemplos anteriores han tratado sobre cómo el olfato y el gusto pueden evocar memorias o activar los sentidos. Sin embargo, su uso directo en el arte necesitaba de condiciones específicas para ser efectivo. Durante el movimiento simbolista y con Les Nabis, los olores se usaron en el teatro para complementar la acción escénica, marcando un cambio significativo en el arte y la literatura del siglo XIX. Este concepto alcanzó una expresión intensa en las óperas de Wagner, quien fusionó diversas artes para crear experiencias sinestésicas, como su concepto de la obra de arte total (Gesamtkunstwerk). Inspirado por Wagner, Baudelaire desarrolló su idea de sinestesia en «correspondencias», donde colores, sonidos y perfumes se interconectan.

Durante el siglo XX, los límites del arte se expandieron y las categorías tradicionales se disolvieron, llevando a un entrelazamiento de medios que Adorno criticó como una pérdida de cohesión. Los desarrollos recientes muestran un uso innovador de materiales y una fusión del arte con lo cotidiano, pasando de enfocarse en la «imagen» a la «experiencia». La idea de una obra artística autónoma y permanente da paso a un arte que es evento y actuación, que busca involucrar al espectador como co-creador y transformar tanto el objeto como a la persona en el proceso. Según P. Weibel, el arte ha evolucionado de ser un objeto estático a una serie de eventos y procesos interactivos, donde la distinción entre lo estético y lo cotidiano se vuelve fluida.

Desde los inicios del simbolismo, el olfato y el gusto han jugado un papel en el arte, aunque eran raros hasta avanzado el siglo XX. Los futuristas experimentaron con cenas poco convencionales y Duchamp creó un perfume, mientras que los surrealistas enriquecían sus exposiciones con aromas. No fue hasta los años 60 que el olfato se empezó a usar más frecuentemente como medio artístico, integrándose en obras efímeras y artes escénicas.

El olfato y el gusto son efímeros y su percepción depende de la proximidad y la interacción directa. Estos sentidos, considerados secundarios, no están tan desarrollados como la vista o el oído, y su percepción suele estar ligada a experiencias personales y recuerdos intensos.

El proceso de percepción de olores y sabores se vincula estrechamente con el espacio y el tiempo, y no ocurre de forma aislada sino en conjunto con otros sentidos. Las impresiones visuales, acústicas o táctiles suelen acompañar y enriquecer las experiencias olfativas y gustativas, creando una rica red de asociaciones sensoriales. Estas experiencias solo se pueden reflexionar y evaluar una vez experimentadas. Los artistas utilizan intencionalmente aromas y sabores para evocar emociones específicas, recuerdos y reacciones que están cultural o socialmente codificados. Estos elementos pueden también intensificar la atmósfera de una obra, ampliando la experiencia estética más allá de lo visual o auditivo.

Este análisis sobre las interacciones sensoriales en el arte nos muestra cómo los elementos olfativos y gustativos, en conjunto con otros estímulos sensoriales, conforman experiencias estéticas ricas y complejas. Los aromas y sabores no solo complementan la percepción visual y auditiva, sino que también enriquecen la interpretación y apreciación del arte, ilustrando la profunda conexión entre los sentidos y nuestra experiencia cultural y emocional.

 


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ISSN 3020-1179

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