El Objeto en los Museos de Arte

El Objeto en los Museos de Arte

 

 

En este grupo se engloban los museos que albergan obras de arte de diversa factura y naturaleza: pintura, escultura, grabado, montajes especiales y artes decorativas. Todas estas colecciones pueden exponerse de forma individual o conjuntamente. En algunos museos, la escultura y las artes decorativas se presentan como un complemento a las exposiciones de pintura, que siempre han sido las más populares, las que mayor aceptación tienen por parte del gran público. En determinadas exposiciones, todas las técnicas artísticas alcanzan un mismo tratamiento ya que se busca como un único objetivo la creación y/o recreación de un ambiente determinado. El contenido de estos museos puede extenderse indefinidamente en el tiempo o bien hacerse temporal, centrase en un único artista o exponer todas las expresiones artísticas.

Los criterios en los que se fundamentan generalmente estas exposiciones son el cronológico y, dentro de éste, por escuelas y movimientos artísticos, el temático, el técnico o una combinación de todos ellos. En las exposiciones de arte, entendemos, el esfuerzo e interés de la curaduría se centran en resaltar la obra, pues en la mayoría de los casos no existe información alguna complementaria, a excepción del cartelito de siempre colocado al lado de la obra con el nombre, técnica, fecha, título… Nosotros defendemos, en estos casos, el uso de las nuevas tecnologías para complementar esa información, atendiendo a las posibilidades de los smartphones, por ejemplo, y al uso de DECs beacons. Estas tecnologías abren un enorme espectro de posibilidades que pretende ahondar en la información didáctica sobre los autores y sus obras.

De las diversas técnicas expositivas, conviene resaltar la ubicación de la obra en el espacio, su jerarquización o «individualización». Existen muchos ejemplos de obras de arte que se exponen en una sola sala exclusivamente, sin que haya nada más que pueda distraer la atención del visitante. Uno de los cambios que hemos podido ver a lo largo de los últimos años es que las obras van abandonando el «horror vacui» de las antiguas galerías de arte para exponerse con «aire» entre obra y obra. Esto permite una contemplación mucho más relajada, sin aglomeraciones de personas en un mismo lugar (a excepción de la sala de la Gioconda del Louvre, entre otras), y donde lo importante es la correcta visualización por parte del visitante, en las mejores condiciones de luminosidad y clima interior (la acumulación de personas en torno a una misma obra resulta dañino y hay que evitarlo).

La forma y tamaño de las salas, el color de las paredes y, sobre todo, la iluminación, son, como decíamos, aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de elaborar un proyecto museográfico. A partir de los años sesenta, los museos de arte contemporáneo presentan la exposición de las obras de una manera diferente a la que se hacía tradicionalmente. Se trata de la primera nueva forma de exponer y de concebir la socialización del arte al entender de todos los públicos. Además, aparecen las nuevas instalaciones, el video-arte, las presentaciones multimedia y las «performances» que ofrecen aspectos específicos, como la participación del propio público.

Las obras de arte expuestas en el museo pueden definirse ya como el «contemplador activo que circula entre las obras, los objetos» (Krausz, 1992), de forma que la instalación de una obra requiere de un espacio específico que la acoja: el museo de arte. A su vez, el artista lo utiliza y lo modifica para que el visitante pueda interpretarlo de la mejor manera posible. Es frecuente que en este tipo de instalaciones, además de la obra, se utilicen diversos medios como los vídeos y la tecnología (y la que viene como son las gafas de realidad aumentada y virtual) que ya funciona y muy bien, pudiendo estar al alcance de todos nosotros muy pronto.

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