Podemos crear pequeños recursos audiovisuales: hay docenas de programas de edición de video freeware en sitios de internet.
Los museos y las escuelas tradicionales se han fundamentado, desde su origen, la enseñanza a partir de textos e ilustraciones o gráficos; en el caso de los museos a partir de la exposición de objetos. Textos, gráficas y objetos han sido para ambas instituciones fundamentales en su función didáctica. La lectura ha exigido siempre concentración mental, las palabras vienen asociadas a ideas y en multitud de casos hay muchas, muchísimas palabras que nuestra mente debe procesar. Todas las palabras tienen poder de abstracción, es decir, que podemos «visualizar» mentalmente su significado de una manera u otra, variando de una mente a otra dependiendo de la naturaleza del sujeto que las lea, y en qué contexto de significado se lean. Todo este proceso requiere dedicación de tiempo y atención, sobre todo para niños y niñas.
Por el contrario, el mundo audiovisual se basa en imágenes concretas, no en abstracciones, que no exigen un proceso de atención tan riguroso; en una corta secuencia audiovisual se pueden transmitir múltiples ideas a la vez y su visionado no tiene por qué obedecer a un orden estricto; tampoco es preciso atender a un formato y localización de visionado fijo e inamovible, ya que actualmente los smartphones permiten la reproducción audiovisual en cualquier lugar. No necesita gran cosa, sus reproducciones audiovisuales no desarrollan en general el pensamiento abstracto, ni requieren un orden muy preciso; es un medio versátil y cómodo como medio didáctico.
Por otro lado, en lo referente a la producción audiovisual, los nuevos programas de software de edición de vídeo, muchos de ellos gratuitos, y el abaratamiento de las cámaras – la gran mayoría de los smartphones llevan cámara de vídeo incorporada -, nos acercan al medio sin grandes costes ni aspavientos. El acceso al medio audiovisual puede ser inmediato, aunque, en ocasiones, esa inmediatez y facilidad de uso pasan factura a la calidad de la producción. No se puede tener todo. Pero sin entrar en juicios de valor, lo que sí es cierto es que los museos locales deben incorporarse a este medio, ya que la sociedad reclama imágenes en movimiento y visionado en pantalla. Contentar a esta sociedad actual ya no es tan fácil ni mucho menos como en la época de los paneles, atendiendo sobre todo a los hábitos de nuestras nuevas generaciones que apenas leen. Hoy, mientras muchos museos muestran mapas localizando yacimientos, edificios, hallazgos, etcétera, y se explican utilizando larguísimos ladrillos de texto en la sala, sus visitantes pueden hacer una videoconferencia con alguien en el otro extremo del mundo. Es toda una paradoja.
A trip to the Moon, Holy God Damnl
IDEAS QUE CUESTAN POCO DINERO:
Enlazando con la temática audiovisual de la propuesta de hoy, se nos ocurre que los museos y el cine casan muy bien. Se trata de convocar un concurso de guiones de cortometraje, o incluso la realización de un cortometraje «casero», con la condición de que el museo local debe ser protagonista en la acción y en la trama. Podemos convocar el concurso públicamente con la ayuda de los medios de comunicación locales, una vez más – entrada a entrada, comprobamos que la convivencia del museo local con los medios de comunicación es realmente imprescindible -, para que los potenciales participantes se informen de la convocatoria, colegios incluidos. El premio puede ser que, una vez convertido el cortometraje al formato digital adecuado, se proyecte en un cine de la localidad – si aun queda uno -, con público de puertas abiertas. En aquellas localidades que acogen festivales cinematográficos puede ser mucho más fácil proponer y realizar este tipo de ideas, coincidiendo con las fechas del evento.
Fotografía principal y para redes sociales: fotograma de la película «12 monkeys» de Terry Gilliam
