El desarrollo y evolución de la tecnología en los museos siempre ha estado orientada a lograr un alto grado de interactividad con los visitantes. Cuando hablamos de interactividad queremos decir algo así como un «tu para mi, yo para ti», crear un vínculo incluso afectivo. Si lo simplificamos podríamos decir que intentamos sacarle el mayor partido posible a la fibra óptica en el museo.Ya no se trata de apretar botones o pulsar mecanismos, es mucho más, hablamos de generar experiencias sensoriales nunca vistas, incluso no conocidas en los parques temáticos. ¿Ésta evolución tecnológica aplicada desvirtúa el concepto tradicional de lo que es un museo? Pues como todo en la vida, sí y no.
Lavadora, concepto de Arman Emami
El exceso suele empachar, hay que medir muy bien las aplicaciones tecnológicas que justifican su uso en el museo. No se trata de usar la tecnología por que sí. Opinamos que todo aquello que refuerce y consolide la didáctica, comprensión y contextualización del contenido del museo, está plenamente justificado, si nos lo podemos permitir (dinero) claro. También está justificado el uso de la tecnología para lograr que las visitas al museo aumenten y la fidelización del visitante, normalmente en todo lo relacionado con Internet. El acceso a las redes sociales, por poner un ejemplo, es una fuente inagotable de recursos a favor del museo si se saben utilizar bien. Además, el márketing electrónico es muy barato en relación con el retorno que tiene.
Archivo EVE
Otro de los recursos que estamos aprovechando en la tecnología aplicada a los museos es todo aquello que tiene que ver con los smartphones. No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para comprobar que, incluidos nosotros mismos, ya no somos capaces de vivir sin móvil o celular. Se han convertido en una extensión robótica de nuestra mano. Si a nuestros jóvenes, incluso a los muy niños, les quitamos sus smartphones, generaremos un drama. Por lo tanto, todo esfuerzo en el desarrollo tecnológico relacionado con los museos y los smartphones, ya sean aplicaciones o tecnoguías, son vitales para la comprensión del museo en la era de la tecnología.
Para nosotros un campo tecnológico infrautilizado actualmente y que entendemos como fundamental en los museos, es todo lo que está relacionado con la realidad aumentada (RA). Como su propio nombre indica, hablamos de potenciar la difusión y didáctica de los contenidos del museo aumentando la capacidad del visitante para «ver y comprender» lo que ocurre a su alrededor con el uso del smartphone fundamentalmente. El hecho de que ya sea posible que apuntando a una pintura en el museo con nuestro smartphone, podamos inmediatamente visualizar en pantalla un vídeo o fotografías la descripción e historia de su creación, y que incluso pueda ser interactiva, no tiene precio. Además, estas aplicaciones de realidad aumentada son baratas y pueden hacerse en el mismo museo sin tener que contratar a proveedores tecnológicos. Basta con que alguno de los trabajadores del museo sea un poco «manitas» y disponga de tiempo.
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Otro de los desarrollos tecnológicos para el museo que se mencionan últimamente, – como lo hizo ayer nuestra lectora Miriam -, es aquello relacionado con las impresoras 3D y otros periféricos similares. Nosotros aun no vemos su utilidad, eso es lo cierto porque son soluciones muy caras para lo que ofrecen. Nos parece que es una tecnología que le queda mucho camino por andar. El otro día veíamos un bolígrafo que genera dibujos en 3D, pues es lo mismo, muy divertido pero con poca aplicación en el mundo real. Nos parece muy simpática la posibilidad de tener una reproducción de los girasoles de van Gogh con la textura, pinceladas y golpes de espátula materiales, tal y como se puede ver en el cuadro real. Las impresoras de reproducciones de cuadros con texturas reales si nos parecen útiles. Lo que estamos deseando es que algún cerebro – no necesariamente del MIT – desarrolle el algoritmo que nos permita observar como Leonardo pintó la Gioconda, o cualquier otra obra maestra de la pintura, desde el lienzo en blanco hasta su remate final, desde la pincelada número 1 hasta la finalización del cuadro con posibilidad de «pause» y «fast forward».
Fotografía principal y para redes sociales: Go Outside
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