Museos y sus Tendencias en Narrativa

Museos y sus Tendencias en Narrativa

La narración de historias es un elemento fundamental en la cultura y forma parte de nuestra realidad desde el origen de los tiempos. A partir del arte rupestre y hasta los modernos sistemas multimedia, sea a través del método que sea, la información que nos transmiten las historias nos aproxima a lo más noble del ser humano. El arte nos habla, en silencio, de la historia de la humanidad, al tiempo que las máquinas parlantes nos ilustran y emocionan con sus voces. Pero ¿para qué narrar historias? Nosotros creemos que aumentan el interés de las personas por saber. La narrativa incentiva la sed de conocimiento y estimula el cerebro para comprender cada tema. Es la mejor forma de transmitir sabiduría. Eso sí, debemos desarrollar la paciencia para narrarlas y para que sean escuchadas. Y no solo pensando en los niños sino en personas de todas las edades, porque en eso consisten las historias, unos narran y otros las escuchan.

El uso del método de la narración de historias en el campo de la interpretación es la última tendencia en los museos, lugares mágicos donde el hombre viaja mentalmente a diferentes tiempos, culturas y lugares. No hablamos de una mera exhibición, se trata de educación, y por eso es esencial crear interesantes interpretaciones. Los objetos del museo son parte principal del patrimonio cultural y natural, pero las historias relevantes nos desvelan culturas tangibles e intangibles.

Cada objeto encierra una historia, a veces muchas. Explicar a través de historias es esencial e innovador. Recopilando datos, analizando la autenticidad, utilizando documentación detallada (incluidas las fotografías), todo adquiere importancia para enmarcar las buenas historias. La comunicación entre la exposición y el visitante debe ser natural y espontánea para generar entre ambos una relación fluida y amable. Los museos han de estar al servicio de la sociedad de hoy y de la de mañana, para que el «ayer» sea conocido.

Asimismo, son los facilitadores de la comunicación entre el patrimonio cultural material y los visitantes. En un principio, esa comunicación no se produjo de un modo adecuado. El uso de tres idiomas diferentes en una misma cartela es un claro ejemplo, entre otros muchos, que confirma que después del invento de la cartela multi-lenguaje, especialmente en el movimiento museístico moderno, se generó un mayor distanciamiento entre el museo y el visitante. Con el tiempo, las cartelas fueron reduciendo su tamaño. Se esperaba que el público «conversara» en silencio con el objeto sin palabras, ni habladas, ni escritas. Únicamente los eruditos y los visitantes altamente educados podían disfrutar de los museos. Para la gente de a pie, tan solo representaban grandes almacenes de cosas. Pero esta tendencia fue cambiando progresivamente para bien de la cultura universal.

La comunicación se ha convertido en una de las funciones integrales más importantes del museo, que ha de estar relacionada siempre con la educación – aplicando un método de enseñanza adecuado -. A diferencia de los sistemas educativos regulados, los museos deben ofrecer métodos innovadores e interesantes para transmitir los mensajes. Narrar historias es una forma de comunicación antigua, pero nos gusta a todos. La narración en forma de historias es el «último» descubrimiento en el campo de la museología. Podríamos decir que la historia se repite.

Un gran poeta tamil declaró en cierta ocasión que «es mejor escuchar que leer». Hoy podríamos actualizarlo diciendo que «es mejor ver que escuchar». Combinar las últimas tecnologías con historias auténticas sobre los objetos, puede ser la clave del éxito de la interacción entre un visitante y su museo. Los rápidos cambios en el desarrollo tecnológico y en las nuevas formas de comunicación han alejado a las personas de los museos, sobre todo a los más jóvenes. Los museos arqueológicos, concretamente, pierden su atractivo por culpa de la exhibición monótona y la información deficiente que ofrecen al público. La colocación de cartelas mínimas y los escasos materiales de interpretación desalientan a los visitantes. Son museos que no encuentran una respuesta satisfactoria, sobre todo por las políticas curatoriales conservadoras llevadas a cabo en el campo de los museos. Como consecuencia de esa dinámica curatorial muy poco creativa (los curadores no son creativos, son eruditos), los jóvenes han perdido interés. Por ello, mientras los museos de ciencia consiguen atraer a un público de todas las edades, los museos arqueológicos siguen peleando por conseguirlo.

Para proporcionar información relevante relacionada con los objetos del museo creemos que » las historias» pueden ser el mejor entre todos los métodos. Y ésto debe aplicarse a la interpretación. La narración de historias tiene dos componentes principales. El primero, y más importante, es la recopilación y compilación de los datos relevantes sobre los objetos, documentando la colección de la mejor manera posible y transformando esa información en historias interesantes. El segundo es la selección de medios para narrar dichas historias.

El proceso de recolección de datos demanda mucho trabajo. Todos somos conscientes de que los detalles sobre los objetos no aparecen registrados así como así. Muchas de las columnas Excel aparecen incompletas y sin respuestas. Podemos decir, por experiencia, que incluso algunas de las identificaciones son incorrectas y parte de la información no coincide. Por lo tanto, es importante realizar primero una investigación seria con la ayuda de fuentes primarias y secundarias relacionadas con el objeto elegido. Los datos finales y auténticos nos permitirán desarrollar la narrativa de las historias; deben ser historias reales. Un comité de personal del museo formado por el curador, el comisario, el director y expertos en el campo deberá intervenir para autentificar la información recopilada.

El procedimiento ha de llevarse a cabo de un modo ordenado. Deberemos documentar, de la mejor manera posible, lo que es esencial sobre los objetos. Posteriormente, los datos se clasificarán en diferentes columnas con las fotografías requeridas. Y a partir de aquí, comienza el proceso de enmarcar las historias. Pueden ser historias cortas, largas, un montón de historias, historias completas, incompletas. Las cortas pueden hacer referencia a un solo incidente o asunto, mientras que las largas ofrecerán una explicación interesante relacionada con el objeto. Las historias completas las narra el museo, pero las incompletas se deben mostrar en los medios publicitarios, como periódicos, revistas, radio, canales de televisión, con una nota tipo: «para obtener la historia completa, visite el museo personalmente» (teaser). Se trata de tácticas dirigidas a aumentar el número de visitas. A veces, en los museos, algunas historias pueden quedar incompletas, en cuyo caso sería interesante pedir a los visitantes que fueran ellos los que las completaran. Esto involucra al público en las actividades del museo y, a veces, incluso, a través de ellos podemos llegar a conocer hechos desconocidos.

Para conseguir que la información sea interesante, en función del método que adoptemos y el medio que utilicemos captaremos en mayor o menor grado la atención del visitante. A continuación os ofrecemos algunas alternativas:

  • Ensayos narrativos.
  • La narrativa de la imagen.
  • Narrativa literaria (folletos: generales y en braille), folletos de mano, catálogo, libros, calendarios, etcétera.
  • Explicación de persona a persona, de persona a grupos (guías).
  • Dioramas y modelos de objetos.
  • Audio-guías.
  • Video muestra.
  • Shows de artistas de teatro.
  • Espectáculo 3-D usando realidad aumentada.
  • Método del código QR.
  • Beacons.

Se trata de métodos básicos utilizados en muchos museos. Se emplean para explicar y narrar historias sobre los objetos. Con la recopilación de los comentarios también es posible narrar la historia del objeto de forma interesante. En el Museo de Ciencia e Industria de Chicago, se expone un submarino alemán apoyado en una gran variedad de narrativas, pero hay otros muchos ejemplos que funcionan. Pueden coexistir distintas narrativas sin que resulten demasiado pesadas – si se presentan de un modo interesante -. Ésto es posible en museos que cuentan con espacio suficiente en edificios diseñados para ello. En los de menor tamaño, y que contienen objetos con historias largas, este método no es viable ni útil.

A través del arte rupestre del hombre primitivo, hemos aprendido historias observando imágenes dibujadas en la roca, sin necesidad de palabras. Del mismo modo, las historias sobre los objetos se pueden narrar utilizando imágenes. En realidad, este método ayuda mucho a los visitantes menos activos y a los niños. Hoy en día, todos los museos proporcionan literatura impresa, como folletos, octavillas, guías, etcétera, que contienen información de los objetos. A través de este sistema, las historias se popularizan, ya que permite a los visitantes poder «llevárselas» a casa.

Algunos museos cuentan con guías pagados o voluntarios que explican los objetos y artefactos y narran esas historias al público. Sin embargo, se trata de métodos que presentan ciertos inconvenientes. La voz de la guía puede molestar a un visitante que esté concentrado en algún otro objeto, o hacer que la gente se detenga en un punto obstaculizando el paso a los demás. Narrar a través de dioramas también resulta muy interesante. En el Museo de Historia de Chicago, el gran incendio de la ciudad se describe mediante el uso del diorama.

Proporcionar videos de alta resolución de las historias documentadas representadas por actores o con animación es un muy buen método para narrar historias. Asimismo, organizar programas en vivo de narración de cuentos por cuentistas entrenados y hacerlo en los teatros de los museos, o en sus galerías, contribuye a popularizar el museo y a hacer que los visitantes obtengan información en vivo.

Creemos que el objetivo fundamental de un museo es el de educar a la sociedad. Si el público no acude a los museos habrán de ser éstos los que abran sus puertas al interés social. Podríamos planificar una mayor presencia de museos móviles; el uso de la tecnología nos apoyaría mucho en ese empeño. Sabemos que ésta es fundamental ( y casi inevitable) para enseñar a las generaciones actuales, si bien siguen siendo necesarias buenas historias que atraigan su atención. Si aceptamos que el museo existe para fines educativos, hagamos de la tecnología nuestra mejor aliada para la narración de historias.

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Fotografía: The Story Museum.


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