Cómo Reconocer una Falsificación en el Arte

Cómo Reconocer una Falsificación en el Arte

 

Elizabeth von Habsburg, directora gerente de la firma Winston Art Group de tasación y asesoría de arte, se ha topado con toda clase de falsificaciones durante sus 30 años en el negocio. Recuerda una colección de 100 piezas Fabergé de las cuales solo dos resultaron ser auténticas. En otra ocasión, descubrió un Cézanne falso y todo un almacén lleno de obras falsificadas en Las Vegas – No necesitó examinar mucho esas piezas para saber que eran falsas -. Las alarmas rojas se hallaban todas en el papeleo.

Cuando las falsificaciones de arte aparecen en los titulares, las historias que hay detrás de su desenmascaramiento normalmente hacen referencia a un examen meticuloso de detalles previamente ignorados y materiales de prueba realizados en laboratorios forenses. Y aunque estas técnicas ciertamente ayudan a identificar las falsificaciones, no siempre son necesarias. De hecho, según los tasadores, abogados y otros expertos, hay una serie de estrategias mucho más simples (y más baratas) que los compradores pueden usar y que ayudan a identificar una posible falsificación evitando que sea demasiado tarde.

Conoce bien a tu marchante.

Antes de llegar a la obra de arte, lo primero que debes considerar es el vendedor. En el caso de los falsos Fabergés, von Habsburg descubrió que no solo faltaban documentos importantes de la mayoría de las piezas, sino que la misma persona que las vendió al incauto coleccionista habia llevado a cabo, durante varios años, las evaluaciones anuales para dicho coleccionista. Cuando adquieras cualquier obra por una gran cantidad de dinero, no tomes una decisión únicamente en función de la palabra del vendedor. «Siempre debes recibir los consejos de profesionales independientes», dice von Habsburg.

«Comprar arte es una decisión emocional», declara Jennifer Mass, química de materiales y presidenta de la institución Scientific Analysis of Fine Art, «el mundo del arte es un escenario fascinante y antiguo con acuerdos de apretón de manos y sin la debida diligencia». Los coleccionistas pueden sentirse un tanto groseros cuando hacen demasiadas preguntas a un marchante, especialmente a los que dicen  haberle llamado primero para ofrecerle la oportunidad de poseer una obra única recién adquirida. Es esta mezcla de emoción, miedo a perder la obra y confianza equivocada lo que puede llevar a los coleccionistas a comprar una falsificación sin darse cuenta.

Haz un poco de investigación.

La mejor manera de evitar ser engañado es no comprar por impulso e investigar un poco, tanto sobre el marchante como acerca de la obra. Simplemente la acción de buscar nombres en Internet es un buen comienzo, asegurándonos de que el marchante tenga una buena reputación. Cualquier prensa negativa es ciertamente una señal de advertencia, como sospechoso es el vacío de información; también puedes buscar personas en How’s My Dealing, un sitio web de reseñas de marchantes de artistas (el modo en que un marchante trata a sus artistas puede ser indicativo de cómo se comportará con sus clientes).

Una vez que el marchante pase la prueba, comienza a hacerle preguntas sobre la obra: ¿A quién pertenecia? ¿De dónde ha surgido? ¿Se ha conservado? Simplemente puedes pedir ver la documentación de la obra. Si el marchante duda o es evasivo al responder a tus preguntas, es una mala señal, algo obvio. No te comprarías una casa sin saber cómo se construyó o en qué  año; ¿por qué ser menos escrupuloso con una obra de arte?

El siguiente paso es examinar la documentación más importante, que incluye el historial de propiedad de la obra (la «procedencia del objeto», traducido literalmente del francés), las autentificaciones firmadas y los registros de exposición y conservación. Cada obra de arte que no es nueva viene acompañada de un documento de procedencia. De no ser así, es señal inequívoca de que algo va mal. Para las obras de arte realizadas en la actualidad, siempre puedes contactar con el artista – o su estudio – para informarte sobre su trabajo.

Conviértete en un profesional de los orígenes.

Un buen falsificador conoce la importancia de la procedencia, por lo que la veracidad de los documentos en sí también debe verificarse con el catálogo del artista, que recoge el registro oficial y completo de todas sus obras – a menudo compiladas por su patrimonio -. En cuanto a los documentos de autentificación, también se pueden falsificar (según nuestro buen amigo experto en falsificaciones de arte, José Manuel Lluent, esto acarrea más trabajo que la propia autentificación de las obras); eso fue lo que ocurrió en el caso del  «tesoro» del almacén de Las Vegas examinado por von Habsburg, que recoge nombres de expertos reales en diversos documentos y que ellos mismos manifestaron no haber firmado nunca.

Al examinar la documentación de una obra, hay algunas investigaciones que puedes hacer por tu cuenta. El Instituto Wildenstein Plattner, por ejemplo, es un gran recurso para los catálogos digitales raisonnés. Pero recurrir a un investigador o evaluador experimentado también podría serte muy útil. Un tasador, en cambio, no podrá autentificar una obra; solo un experto en la obra en cuestión, alguien muy relacionado con el artista, como un curador, o un marchante que conozca profundamente al autor y a su obra durante un período prolongado, son personas a las que puedes consultar.

Si bien los expertos pueden ayudarte a rastrear la procedencia, y observar muy de cerca la obra en busca de «signos» del artista, es posible que no estén dispuestos a declarar nada definitivo sobre la obra por temor a una demanda si resultan estar equivocados. Estas preocupaciones fueron la razón por la cual la Junta de la Asociación de Autenticación de Warhol se disolvió en 2012: estaban gastando demasiado dinero en demandas por cuestiones de autenticidad. No obstante, un tasador sabrá qué vacíos buscar, como la falta de una certificación reciente, el historial de exposiciones, citas bibliográficas, un valor muy inflado o una discrepancia con el título de la obra. (No olvides examinar también a su tasador; la certificación o la afiliación a una asociación profesional siempre es una buena señal). Aún así, ten en cuenta que la documentación de trabajos genuinos a menudo suelen tener lagunas; la clave está en descubrir cuáles son plausibles y cuáles no.

Como señaló el tasador Louky Keijsers Koning, hay casos en los que el razonamiento del catálogo es incorrecto, o el artista cambió el título de la obra en algún momento. Con los años, de suelen perder muchos papeles. En las falsificaciones más obvias, hay múltiples documentos sospechosos o ausentes. «Encontrar una obra perdida es algo muy raro», dice Keijsers Koning, «por eso la procedencia es muy, muy importante».

Un buen falsificador no solo es un buen artista, sino también un astuto investigador y un hombre de negocios inteligente. Buscan lagunas razonables para sumergirse en ellas, copiando obras de artistas que carecen o tienen catálogos incompletos raisonnés (como Jean-Michel Basquiat, Willem de Kooning o Amedeo Modigniani), o que no poseen un organismo de autenticación (como ahora con Andy Warhol).

Obligaciones contractuales.

Una vez que hayas realizado toda la investigación (incluido el análisis de la firma, el estilo de la obra y las etiquetas de la galería en la parte posterior) y te sientas seguro de tu compra, es importante mantener el rastro de papeleo creando un buen contrato con tu marchante. Keijsers Koning explica que a menudo recuerda a los recaudadores que guarden sus facturas e informes de evaluación, pero muchas personas ni siquiera tienen facturas. El abogado John R. Cahill, quien co-representó a un demandante en el infame caso de falsificación de la Galería Knoedler, declaró que un contrato es clave para proteger al comprador si se descubre una falsificación.

«En la mayoría de los países, depende del juez o del jurado decidir si la autenticidad era parte del acuerdo», declaraba Cahill, y se sabe que los vendedores utilizan estrategias, aludiendo a algunos trabajos como «auténticos a mi leal saber y entender», tratando así de evitar la responsabilidad. (Sin embargo, el estado de Nueva York tiene una ley que protege al comprador con una especie de garantía de cuatro años, con derecho a un reembolso si se determina que el trabajo es falso en ese momento).

«Un buen contrato mostrará que el trabajo es auténtico y que todo lo que sabe ha sido revelado», señalaba Cahill, y añadía que la Galería Knoedler fue demandada por fraude al no revelar el hecho de que la Fundación Internacional para la Investigación Artística no había identificado claramente una de las pinturas de «Jackson Pollock» como genuinas, lo que supuso una clara señal para el comprador de que algo andaba mal.

Sin embargo, los vendedores no siempre tienen la culpa: a menudo se ven engañados por las falsificaciones. Incluso las principales casas de subastas, como Christie’s y Sotheby’s han vendido inadvertidamente obras falsificadas. En el caso de las falsificaciones maestras – las que hacen titulares nacionales -, los análisis forenses son realmente necesarios para sacarlos a la luz. Los museos de arte de todo el mundo tienen expuestas multitud de falsificaciones (más de la mitad de la colección del Museo de Arte Terrus in Elne en Francia son falsificaciones) .

La buena ciencia descubre las malas artes.

«Los falsificadores buenos son lo suficientemente cuidadosos como para que los materiales coincidan con los que utilizó el verdadero artista», dice Cahill, y afirma que las personas que copian cerámica china antigua a menudo toman fragmentos de la de la época real y la muelen para las falsificaciones, en un esfuerzo por engañar a los científicos. Uno de los falsificadores más notoriamente exitosos, Wolfgang Beltracchi, compraba lienzos antiguos y creaba pinturas de época para sus obras.

«Beltracchi realizó falsificaciones sofisticadas, e hizo un buen trabajo a prueba de la ciencia», declara Mass, el químico de materiales. Pero fue atrapado cuando se descubrió que una pintura de Heinrich Campendonk, realizada supuestamente en 1914, contenía trazas de blanco de titanio, un pigmento que no existía en aquel tiempo.

El laboratorio de Mass en Scientific Analysis of Fine Art está especializado en análisis de materiales de obras de arte, desde estudios moleculares hasta espectroscopía. Según manifestó ella, ninguno de los procesos que usa son invasivos – o lo son mínimamente -; es capaz de obtener toda la información que necesita de una muestra del tamaño de un punto como el siguiente».» En 2014, Mass formó parte de un equipo que trabajó con la Colección Phillips en Washington, D.C., para identificar una composición que se encontraba debajo de The Blue Room (1901) de Picasso, utilizando luz infrarroja multiespectral. Una revelación fascinante en sí misma; si alguna vez existió alguna duda sobre la autenticidad de la pintura, esto lo aclaró de una vez por todas.

«Con las imágenes infrarrojas, si no hay nada debajo, ningún cambio en la composición o el boceto, eso es una alarma roja», explicaba Mass. Gracias en parte a este método, se han identificado varias pinturas holandesas del siglo XVII, que en realidad eran copias del siglo XIX. Si dos pinturas son iguales, la que tiene bocetos en movimiento y composición cambiada es siempre la original, y señala dónde el artista cambió de opinión o hizo reajustes. Al analizar la pintura (tanto el pigmento como el relleno), a menudo se descubren intentos de disfrazar la condición y naturaleza del trabajo; en cierta ocasión, se descubrió que el 80% de una pintura aparecía pintada en exceso, algo que se había ocultado al cliente que compró la obra.

Pero incluso desde el punto de vista forense, a menudo es más revelador analizar el lienzo, e incluso los documentos que lo acompañan, que la pintura en si misma. Mass afirma que ha observado muchas etiquetas falsas en las pinturas, identificadas como tales porque el papel en el que están impresas tiene abrillantadores ópticos que solo han estado disponibles desde mediados de la década de 1940. Estos mismos problemas surgen con documentos falsos, una de las razones por las que Mass cuenta con un conservador de papel en su equipo.

En cuanto al lienzo, la datación por radiocarbono ha demostrado ser el mejor método para determinar la antigüedad. Irka Hajdas, investigadora del Laboratorio de Física de Iones de Rayos de la Universidad ETH Zürich en Suiza, está especializada en la datación por radiocarbono de objetos del patrimonio cultural, incluidas pinturas, esculturas de marfil, textiles y manuscritos. Es un proceso muy complejo, ya que los niveles de radiocarbono en la atmósfera han aumentado y disminuido con el tiempo, influenciados por factores como los cambios en el campo magnético de la Tierra, la actividad solar y, más drásticamente, las pruebas de armas nucleares de la década de 1950. Según ella es imposible engañar con la Mona Lisa de Leonardo da Vinci (1503-19), por ejemplo, porque los niveles de radiocarbono se mantuvieron inalterables durante casi dos siglos (de 1450 a 1650), coincidiendo en gran medida con el Renacimiento. En el otro lado del espectro, es más fácil fechar el lienzo utilizado para pinturas después de la década de 1950, cuando las pruebas de armas nucleares causaron un aumento masivo de los niveles de radiocarbono en el aire.

Gracias a la gran cantidad de métodos disponibles (incluidos los nuevos desarrollos en inteligencia artificial), se descubren nuevas falsificaciones todos los días. «Los falsificadores nunca pueden predecir qué tipo de métodos analíticos se inventan para abordar su posible falsedad. No pueden ajustar sus falsificaciones a futuras aplicaciones. En cierto momento, no se sustentan» declaraba Milko den Leeuw, especialista en restauración y fundador de Authentication in Art, una organización sin ánimo de lucro, con sede en los Países Bajos, que investiga y promueve las mejores prácticas en este campo. «Nuestro trabajo es acelerar la innovación, verificar y valorar sus posibilidades y limitaciones para que podamos integrarlos en nuestra caja de herramientas».

Si bien la IA, la datación por radiocarbono y el análisis molecular son herramientas importantes para identificar falsificaciones, no siempre son necesarias. El factor más importante es la investigación meticulosa, y en la era de Internet es más fácil que nunca hacerlo nosotros mismos. Como lo expresa von Habsburg, «a medida que se obtiene más información en línea, surgen más falsificaciones de la carpintería».

Recuerda, nunca debes permitir que un marchante te presione para comprar. «Hay muchas más falsificaciones de las que cabría esperar», dice Keijsers Koning. «Si tienes alguna duda, no debes comprar la obra».

Recurso bibliográfico:

Elena Goukassian (2020): How to Make Sure You’re Not Buying a Forgery. Art Market. Artsy: https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-buying-forgery


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