El Museo Amable

El Museo Amable

El Happy Museum Project ha publicado recientemente un manifiesto con la intención de «volver a imaginar el propósito de los museos».

«… los ideales de esta iniciativa parten de un manifiesto sobre bienestar redactado por New Economics Foundation, que explora el impacto que los museos pueden llegar a tener para la creación de una sociedad más feliz. Se alienta a los museos a que vuelvan a reflexionar sobre los aspectos clave de su papel en la sociedad, para dejar un legado basado en cambios culturales dentro de su organización y en la comunidad local. Happy Museum fomenta el aprendizaje inter pares y el pensamiento innovador a partir de la organización de reuniones, talleres, aulas y con la creación de herramientas de orientación. Sobre este objetivo, la iniciativa busca promover proyectos sobre ciencia y tecnología, patrimonio industrial, historia natural y colecciones de arte. También pretende apoyar el trabajo que genere un acercamiento de la sociedad a las habilidades artesanales; examinará la conexión entre la práctica digital y la innovación social, enfocándose también en el bienestar y la prevención, en lugar de la práctica clínica.

Happy Museum ha colaborado recientemente ​​con el economista Daniel Fujiwara con el fin de redactar un informe que demuestra que visitar museos estaba asociado con la generación de niveles más altos de felicidad y bienestar en la sociedad» (Museums Association 22/5/2013).

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El fondo de este enfoque se podría resumir planteando tres cuestiones:

  • ¿Cómo podrían los museos consolidar el vínculo entre el bienestar y la sostenibilidad ambiental?
  • ¿Cómo podrían generar más y mejores relaciones con la sociedad civil?
  • ¿Cómo podrían articular mejor las posibilidades de ayudar a las personas a ser respetuosas con el medioambiente mejorando sus vidas?

Curiosamente, el Assessorato alla Marche Cultura della Regione de Italia utilizó el mismo slogan («Happy Museum») para lanzar una campaña de marketing a favor de los museos como atracción para los visitantes. Esta estrategia estaba dirigida a dos sectores de público objetivo: alumnos de la escuela primaria y ciudadanos de la tercera edad. A pesar de las enormes diferencias naturales entre estos dos grupos, las actividades programadas utilizaban el mismo término, «Museo Feliz», para todos. La estrategia tenía un punto en común para ambos: ofrecer una imagen más atractiva de los museos contemporáneos como instituciones capaces de contribuir a generar el bienestar y conocimiento en sus usuarios.

Hacı şerif

Kenneth Hudson solía decir que un buen museo es aquel en el que al final de la visita te sientes mejor que cuando entraste. En otros términos, creía en el museo como una especie de instrumento «terapéutico» para sus visitantes. Todas estas observaciones están relacionadas con el reposicionamiento actual de los museos, que se han convertido en lugares de encuentro más que en instituciones educativas a las que acudimos para visitar exposiciones y aprender. Por supuesto que educar es, y será siempre, uno de los principales objetivos de cualquier programa de un museo, pero también es cierto que el paquete completo de servicios que los mejores museos modernos pueden ofrecer a sus visitantes otorga más valor a la experiencia que en el pasado, y que lo hace bajo los términos de que sus visitantes puedan socializar, disfrutar y relajarse.

Dynematica

Los museos se conciben como lugares seguros, donde poder desarrollar un diálogo libre con otras personas diversas y de diferentes generaciones o, alternativamente, como espacios donde vagar en una soledad casi perfecta, comer bien, con inodoros limpios e instalaciones para cuidar de nuestro bebé. Los museos deben ser lugares donde perdernos solos por un tiempo, tomar una taza de buen expreso mientras leemos un libro, o simplemente hacer una compra muy especial. Este concepto de museo se están convirtiendo tanto en un referente urbano como en un destino rural  para el ocio en una sociedad eminentemente urbana. El museo no solo debe actualizarse para acaparar nuestro escaso tiempo libre, sino que puede llegar a ser simplemente agradable y práctico para celebrar convenciones corporativas, fiestas de cumpleaños, reuniones familiares e incluso bodas. Este concepto, un tanto arriesgado, implicaría la necesidad de un mayor espacio físico para este tipo de actos y para ofrecer servicios de atención al cliente de mejor calidad, que son igual de importantes que las actividades de la exposición. Lo interesante es dar respuesta a ese ola creciente que es la nueva generación de visitantes, orientando el museo hacia una dimensión multitarea, proclive a generar una diversidad de experiencias, y con una actitud más flexible y abierta hacia el aprendizaje informal y el descubrimiento intelectual, para lo cual se necesitaría un nuevo marco en la planificación de los museos, en su diseño y en su gestión.

Dos en uno

Siguiendo esta línea de pensamiento, podríamos focalizarnos hacia un grupo social que resulta cada vez más numeroso: ¿cómo serán capaces los museos de utilizar racionalmente sus espacios para reducir el aislamiento y la soledad de algunas personas mayores, fomentando su participación y bienestar cotidiano?

«(…) Los museos nos brindan una red de espacios que resultan acogedores y positivos, ofreciendo una amplia variedad de información y actividades, cuyo alcance se extiende para cada comunidad a la que pertenecen. Esta presencia local significa que están bien posicionados para ayudar a reducir el aislamiento y la soledad, fomentando una mayor participación y bienestar en su comunidad a través de la acogida y la participación de las personas mayores en sus servicios».

Las respuestas a este tipo de reflexiones se pueden categorizar a partir de tres cuestiones principales:

  • ¿Qué tipo de museos ofrecen actividades para las personas mayores dentro de sus instalaciones?
  • ¿Cómo el uso de los museos por parte de otros beneficia a las personas mayores?
  • ¿Cómo se pueden utilizar los museos para reducir el aislamiento y aumentar la participación de las personas mayores?

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Por otro lado, la dimensión participativa que se extiende al museo de hoy, y al del futuro, se conecta con la idea anterior que hemos mencionado sobre el acogimiento, que no solo debe reflejarse en el diseño físico de los museos contemporáneos, sino también en su desarrollo tecnológico. La tecnología tiene una influencia cada vez mayor sobre la realidad de los museos, participando en las redes sociales, permitiendo a los visitantes recibir contenidos y compartir conocimientos, estimulando nuevas líneas de interpretación e investigación. La participación es una palabra clave de nuestra vida social en general y, en cierto sentido, queda simbolizada por una frase quizás usada en exceso: «danos tu opinión». Es relativamente fácil iniciar un diálogo con los visitantes de forma directa, o a través de un medio digital, pero no lo es tanto poner en práctica los beneficios de dicho diálogo que, a menudo, pueden llegar a generar expectativas que no siempre se pueden. Podría decirse que la participación es un valor en sí mismo, incluso cuando por razones prácticas tiene pocas consecuencias en el contexto del museo. A partir de esto, también podríamos subrayar una cierta contradicción existente entre la rigidez del entorno de las exposiciones y la actitud cambiante y a veces volátil del público hacia el museo como institución y como espacio físico.

«La participación es una llave muy útil para abrir los museos a la diversidad de voces sociales. En el nivel más simple, esa llave puede ser un evento o exposición organizada con un grupo comunitario en concreto, algo que ahora es una práctica común en algunos museos. El siguiente nivel, podría abarcar exposiciones diseñadas por los propios grupos comunitarios».

David Olkarny

Este nuevo desafío social para los museos demanda un conjunto de habilidades diferentes donde la conciencia global y cívica, la alfabetización ambiental y tecnológica y una fuerte inclinación hacia el pensamiento interdisciplinar, serán requisitos previos para las prácticas en museos innovadores y creativos, convirtiéndose en herramientas necesarias para poder desarrollar las capacidades que se le exigen a un museo del siglo XXI. 

Rory Mulligan en PICDIT

Y ya para terminar, volvemos sobre la idea o concepto de lo que se ha denominado «Museo Feliz», para hacer una fotografía final del propósito del museo en el presente y en el futuro, por lo menos para las dos próximas décadas. Si los museos quieren ser competitivos y tener autoridad no solo en el mercado del ocio, sino también sobre la oferta de servicios sociales, los cambios deben orientarse al visitante. Serán museos  que hayan evolucionado hacia un enfoque integral para satisfacer diversas necesidades y hayan sido capaces de adaptarse a cambios frecuentes en el comportamiento de sus usuarios. Sin sobreestimar el potencial de los museos y su papel en la sociedad, podemos al menos decir que un «Museo Feliz» nunca será factible como tal si no consigue que sus visitantes sean felices.



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Fotografía principal: Porsche

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