El Museo Distribuido

El Museo Distribuido

 

Los museos han adoptado exitosamente tecnologías digitales y han aprovechado la web como una plataforma para presentar sus colecciones tanto a quienes visitan físicamente el museo como a aquellos que lo exploran en línea. Los expertos también han utilizado términos como «museo distribuido» o «red distribuida» para describir este cambio hacia lo digital (Bautista y Balsamo, 2013; Proctor, 2017; Rodley, 2019).

Este concepto de «museo distribuido» implica que el museo ya no se limita al espacio físico tradicional, sino que se convierte en un «museo móvil». Bajo este enfoque, el museo se transforma en un centro interconectado que incluye versiones digitales de sus espacios y experiencias. Este cambio en la forma en que los museos se organizan ha llevado a modificaciones en la forma en que operan, en términos de cómo utilizan el espacio, su accesibilidad y su capacidad de ser llevados a diferentes lugares (Bautista y Balsamo, 2013).

A medida que las tecnologías digitales como Internet, smartphones, realidad virtual y aumentada se han vuelto más accesibles para el público y las instituciones, los museos tienen la oportunidad de combinar diferentes tipos de medios para enriquecer la experiencia de los visitantes. Esto se ha vuelto aún más evidente en momentos de crisis global, como en la pandemia de COVID-19 en 2020, cuando estas tecnologías digitales jugaron un papel crucial para mantener a los museos conectados con el público (Ciecko, 2020).

Estos cambios también han abierto nuevas formas para que los museos lleguen a audiencias más diversas, adaptando sus enfoques para atraer a personas que antes podrían no haber considerado visitar un museo.

El concepto de museo distribuido va más allá de simplemente añadir una presencia digital para mejorar la experiencia del museo. En realidad, implica una transformación completa en la manera en que los museos realizan sus actividades. Los museos están activamente trabajando para establecer una red en la que ellos ocupen el centro y todos sus diversos servicios estén interconectados en torno a este núcleo central.

La idea es que los visitantes lleven consigo la experiencia del museo a sus hogares, interactuando con él a través de acciones como dar «me gusta» y compartir en redes sociales, creando y distribuyendo contenido multimedia con amigos, descargando aplicaciones y materiales para llevar el museo en sus dispositivos móviles. Además, pueden crear perfiles personalizados donde diseñen recorridos de audio a medida y colecciones de objetos artísticos (Bautista y Balsamo, 2013; Gorgels, 2013; Proctor, 2017).

Las posibilidades que ofrece esta red distribuida de acciones son casi ilimitadas, dependiendo de cómo los museos y sus visitantes las aprovechen. Dentro del museo, se fomenta la interacción de los visitantes con tecnologías digitales presentes en el lugar, como códigos QR, que proporcionan información adicional sobre objetos y artefactos específicos (Haworth y Williams, 2012b; Rabe, 2012), así como aplicaciones de realidad virtual y aumentada que ofrecen experiencias únicas e inigualables al usuario (Fischer, 2017; Kennedy, 2015; Parry y Hopwood, 2004).

Hablar de museos distribuidos implica considerar las creaciones transmedia que se generan al distribuir la experiencia del museo a través de diferentes plataformas. El término «transmedia» se refiere a la práctica de presentar información relacionada con un artefacto en varios medios diferentes para construir una historia en evolución (Jenkins, 2006; Kidd, 2016; Wolf, 2002). Jenny Kidd, una experta en museos y patrimonio digital, sostiene que los museos siempre han empleado esta narración transmedia en su funcionamiento (Kidd, 2016).

Las diversas formas de narrar historias sobre objetos y artefactos en diferentes plataformas de medios han dado lugar a una «red de compromiso» que conecta las exposiciones, los artefactos, los sitios web y otros medios que los museos emplean. Como se mencionó anteriormente, los museos también han adoptado nuevas tecnologías digitales para enriquecer la narrativa. Los códigos QR, por ejemplo, guían al visitante hacia contenido en línea que expande la historia detrás de un artefacto específico. Por su parte, las experiencias de realidad virtual y aumentada complementan y extienden estas historias, llevando la inmersión mucho más allá de la información estática que normalmente proporcionan los códigos QR.

Este enfoque transmedia en la narración es la base para las diversas formas de comunicación que se establecen entre los museos y sus visitantes. James Bradburne, un especialista en museos, ve en esta oportunidad transmedia, facilitada por las tecnologías digitales, una herramienta esencial para los visitantes que desean personalizar y reconfigurar su experiencia en las instituciones culturales (Bradburne, 2008, p. x).

La búsqueda de información en múltiples fuentes de medios, en lugar de limitarse a un simple texto junto a una pintura, por ejemplo, busca enriquecer la experiencia general. Los visitantes pueden elegir cómo desean experimentar una obra de arte, ampliando así las formas en que pueden conectarse con ella. En última instancia, el objetivo de distribuir el conocimiento de un museo de manera más amplia es llevar la experiencia educativa del museo físico a diversos espacios digitales conectados, ya sean propiedad del museo o de sus colaboradores.

Después de experimentar algo en el museo, los visitantes tienen la posibilidad de construir su propia narrativa personal sobre su vivencia, compartiéndola posteriormente con el público en general. Esto resalta aún más las oportunidades que surgen al tener un conocimiento del museo conectado y distribuido a través de redes digitales.

Mientras las instituciones museísticas avanzan hacia una nueva década repleta de oportunidades digitales, es crucial reflexionar sobre los inicios de todas las experiencias digitales. Estas experiencias comenzaron como recorridos de audio personales y, en la actualidad, los museos están integrando estas vivencias en todos los aspectos de su funcionamiento. Una perspectiva interesante es considerar al visitante como parte activa del proceso general de creación y compartición de objetos dentro del museo, convirtiendo a cada visitante en un colaborador en la construcción de la narrativa. Este enfoque, a menudo denominado «sabiduría de la multitud», tal como lo expone Nancy Proctor, sugiere cómo los museos pueden evolucionar hacia redes de información distribuidas (Proctor, 2017).

No obstante, convertirse en un museo distribuido requiere un esfuerzo significativo por parte de la institución para transformar su estructura central. Redefinir y abrir el proceso organizativo implica comprometerse con la audiencia en una dinámica distinta a la que existía anteriormente, que era más unidireccional. El museo, antes encargado de transmitir conocimiento e información de manera unidireccional, ahora está participando en una conversación más horizontal con su público.

En esta red de museos distribuidos, la información fluye de manera bidireccional entre el museo y el público. La comunicación ha evolucionado de ser un monólogo hacia un diálogo e incluso una conversación «multidireccional», donde las interacciones se llevan a cabo a través de diversas plataformas digitales (Dewdney et al., 2013; Proctor, 2010, 2017). Es aquí donde los profesionales de la museología, expertos y académicos concuerdan en la necesidad de un marco de comunicación «rediseñado» que tome en consideración los cambios que implica el enfoque de museo distribuido en la producción y el compromiso de la organización (Bautista y Balsamo, 2011; Dewdney et al., 2013; Proctor, 2017; Rodley, 2019).

Con la continua evolución de las tecnologías, es crucial destacar que los cambios en la organización de los museos son dinámicos y en constante desarrollo. ¿Cómo enfrentan los museos los desafíos que surgen en el ámbito digital? Un ejemplo notable es el proyecto «Arts & Culture» de Google, que constituye una amplia colección de museos de todo el mundo disponible de manera gratuita en línea (Proctor, 2011). Museos de renombre global, como el Museo Británico y el Rijksmuseum, han aprovechado herramientas similares, no solo compartiendo partes importantes de sus colecciones, sino también organizando exposiciones específicas en sus plataformas en línea (Sood, 2016). Los museos parecen estar fortaleciendo su presencia en línea al distribuir su contenido a través de medios que son relevantes para su audiencia.

En el contexto de la revolución digital que están experimentando las instituciones museísticas, interactuar con la audiencia puede ser tanto más sencillo como también desafiante, dependiendo de lo que los museos deseen comunicar. La gama actual de plataformas de comunicación es mucho más amplia de lo que solía ser. Sin embargo, es esencial que los museos mantengan tanto las formas tradicionales de comunicación como las nuevas digitales. Deben destinar tiempo y recursos a ambas modalidades. Los visitantes dan por sentado que los museos contarán con un sitio web donde puedan explorar lo que la institución tiene para ofrecer, incluso pudiendo experimentar el museo de forma virtual a través de dicho sitio. Asimismo, los museos han ganado una fuerte presencia en las redes sociales, donde no es infrecuente que mantengan una amplia comunidad de usuarios y seguidores.

Recientemente, el Nordiska Museet lanzó su proyecto «Recuerdos del Coronavirus», en la cual el público puede compartir cómo la pandemia de COVID-19 ha afectado su vida cotidiana (Löwenfeldt, 2020). A los participantes se les hacen cuatro preguntas abiertas sobre la pandemia y su propia experiencia. También se les brinda la oportunidad de indicar la ciudad en la que residen y de adjuntar fotos a sus recuerdos. La respuesta fue abrumadora y hasta finales del 2020, el museo ya había recopilado más de 2.700 relatos del público, todos los cuales están disponibles en línea en el sitio web del museo.

Una revisión de estos informes revela una diversidad de grupos sociales y ocupacionales de los participantes. Un hilo común en estas historias es que las personas se sienten atraídas por esta campaña de recopilación y están dispuestas a compartir sus memorias relacionadas con la pandemia, brindando al museo información tanto valiosa como trivial. Durante su presentación en DigiCult (Digikult) 2019, Kajsa Hartig, la directora de interacción digital de Nordiska Museet, planteó la pregunta que podría cruzar la mente del público cuando los museos buscan contribuciones, como en el caso de la campaña sobre la pandemia: «¿Qué hay en ello para mí?» (Hartig y Boogh, 2019). Esta es una pregunta relevante, ya que si los museos desean motivar a la audiencia a compartir sus historias, debe haber un incentivo.

En el ejemplo mencionado, el incentivo parece ser que las historias pueden ser publicadas en línea en la plataforma y también archivadas en la colección del museo para usos futuros. De esta manera, la contribución adquiere un propósito y significado duraderos.

 


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Recursos bibliográficos:

Museos Digitales y Transformación Digital en Museos:

  • Bautista, A. y Balsamo, A. (2013): New media and the museum: What’s new?. En A. Balsamo y A. Bautista (editores.), Routledge Companion to Digital Ethnography (páginas 239-252). Routledge.
  • Proctor, N. (2017): Museums in a Digital Age. Routledge.

Narrativa Transmedia y Museos Distribuidos:

  • Jenkins, H. (2006): Convergence Culture: Where Old and New Media Collide. NYU Press.
  • Kidd, J. (2016): Museums in the New Mediascape: Transmedia, Participation, Ethics. Routledge.

Participación del Público y Museos en Línea:

  • Löwenfeldt, A. (2020): Nordiska Museet Blog – Collecting the Covid-19 Experience. Enlace.
  • Sood, A. (2016): Engagement as Resistance: Digital Museums and Indigenous Cultural Heritage. Media International Australia, 161(1), páginas 98-108.

Comunicación en Museos Distribuidos:

  • Dewdney, A., Drahos, P., Hall, C. y Watson, A. (2013): Communication and Commerce: The Museum as Distribution Centre. En: A. Dewdney, D. Drahos, C. Hall y A. Watson (editores), The New Knowledge Economy in Europe: A Strategy for International Competitiveness and Social Cohesion (páginas 225-235). Edward Elgar Publishing.
  • Rodley, E. (2019): Digital Citizenship in Museums. En: R. Parry (editor), Museums in a Digital Culture: How Art and Heritage Became Meaningful (páginas 47-61). Routledge.

Participación del Público en Tiempos de Pandemia:

  • Ciecko, A. (2020): The Importance of Online Engagement for Museums During COVID-19. Hyperallergic. Enlace.
    • Bautista, A. y Balsamo, A. (2013): Nuevos medios y museo: ¿qué hay de nuevo?. En: A. Balsamo y A. Bautista (editores), Routledge Companion – Etnografía Digital (páginas 239-252). Routledge.
    • Proctor, N. (2019): Los Museos en la Era Digital. Ediciones T. Gijón.
    • .Jenkins, H. (2010): Cultura de la Convergencia. Editorial Paidós.
    • Kidd, J. (2017): Museos en el Nuevo Mediapaisaje: Transmedia, Participación, Ética. Editorial Universitat de València.
    • Dewdney, A., Drahos, P., Hall, C. y Watson, A. (2013): Comunicación y Comercio: El Museo como Centro de Distribución. En: A. Dewdney, D. Drahos, C. Hall y A. Watson (editores), La Nueva Economía del Conocimiento en Europa: Una Estrategia para la Competitividad Internacional y la Cohesión Social (páginas 225-235). Edward Elgar Publishing.
    • Ciecko, A. (2020): La Importancia del Compromiso en Línea para los Museos durante el COVID-19. Hyperallergic. Enlace.
    • Hassan Taher (2020): Digitalisation at Museums. Media Technology: Strategic Media Development. Tesis. Universidad de Malmo, Suecia.

 


Consultas: info@evemuseos.com

Fotografía: IPiming


ISSN 3020-1179

BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA – INTERNATIONAL STANDARD SERIAL NUMBER EVE MUSEOS E INNOVACIÓN – SPAIN

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