Chejov Vs. Era Putin

BULL-CHECKHOV1-articleLarge En un país tan grande y desmantelado como es la Rusia de hoy, siempre es una sorpresa descubrir una modesta joya de la cultura, que por otro lado, muchos rusos, desde su silencio, sabemos que valoran de corazón. También sabemos que es un país no demasiado empático para ser visitado con los tiempos que corren, – que nos perdone el Hermitage y el resto de San Petesburgo -. – http://www.hermitagemuseum.org/html_En/index.html

Chekhov Antón Pávlovich Chéjov en las escaleras de su casa de Mélijovo, al sur de Moscú, lugar que aun conserva la tranquilidad rural que encantaba al escritor y su familia en el siglo XIX

Muchos de los enseres que actualmente tiene la casa museo de Chéjov, llegaron allí desde Yalta – si, el lugar de la famosa conferencia -, facilitando a los visitantes una visión muy clara de lo que era una casa de una modesta familia rusa en el siglo XIX.
El museo, finca de descanso de Anton Chéjov, se encuentra cerca de un pueblucho ruso que es una mezcla típicamente destartalada de apartamentos soviéticos y estridencia post-soviética, fundado en 1954. Sin embargo, una vez cruzadas las vías del ferrocarril que una vez trajeron aquí a Chéjov desde Moscú, a unos 50 kilómetros hacia el norte, se encuentra el encantador camino rural de Mélijovo que parece sacado de un cuadro impresionista francés.

Mélijovo No hay mucho que ver en Mélijovo, salvo el museo-casa de Chéjov que, eso si, esta muy bien señalizado

El museo – que no tiene página web oficial – representa el esfuerzo de unos pocos individuos que luchan contra la negligencia del poder soviético con la cultura en la era Putin. Hoy en día no es sólo un santuario dedicado a uno de los grandes escritores de la literatura mundial de todos los tiempos, sino también un testimonio de más de un siglo de historia de Rusia. Chéjov compró la finca en 1892, cuando tenía 32 años y ya era un escritor de éxito, – después de verla a la venta en un anuncio de un periódico -, un idílico refugio rural que el escritor buscaba para escribir tranquilo. Chéjov y su extensa familia – su mujer, sus padres, hermana y tres hermanos – enseguida le cogieron el pulso al lugar. Todo esto lo sabemos gracias a Kseniya A. Tchaikovskaya, «jefa» de la colección de los bienes de Chéjov que actualmente se muestran en la casa-museo. Nada deja de tener importancia en aquel lugar, hasta los quevedos del escritor están sobre la mesa tal y como él los dejó allí. También se pueden ver los cuellos de las camisas en su armario, los objetos guardados en arcas de madera y cajas de metal, incluso en la oficina repleta de cachibaches de Chéjov y que ahora ocupa la Sra. Tchaikovskaya, habitación que era el dormitorio de la madre de Chéjov.

ChejovGorkiYalta Chéjov con Máximo Gorki, (fotografía del hermano del primero)

Siete años vivió Chéjov en Mélijovo, antes de que su mala salud le obligara a trasladarse a la localidad de Yalta en Crimea (Chéjov murió de tuberculosis en 1904 en Alemania, con sólo 44 años de edad). En la casa de Mélijovo, Chejov escribió 42 obras, entre ellas «Tio Vanya», «La Gaviota» (que le dió más de un disgusto) y muchos cuentos maravillosos. Era un fantástico cuentista. Chéjov, además de escribir mucho allí, también trabajó como médico, además de prerparar sus propias medicinas. Siempre estaba listo para tratar a los pacientes más pobres. Tal vez el escritor se sentía obligado a ejercer después de haber completado sus estudios de medicina, en recuerdo a su propio padre, Pavel, que tuvo una vida de siervo esclavo, ganando su libertad a los 16 años. Aquel altruismo de Chéjov está muy lejos del materialismo sin cuartel que hoy existe en la Rusia de Putin y los oligarcas horteras del gas, la construcción y el petróleo; en un país en el que hay millones de personas sin recursos pero que aman la cultura. La Rusia del siglo XXI es otra de las contradicciones planetarias como lo es también China, grandes abanderados de eso que en las altas esferas llaman «el poder del pueblo» y que nadie entiende.

Yalta Una imagen de Yalta (Crimea)

Volviendo a lo que nos ocupa – que se nos va la mente -, los Chéjov vivieron allí entreteniéndose con las labores de jardinería, pintando y tocando música (los rusos son entusiastas de la música y el ballet como sabemos) – eran los pasatiempos de los rusos en las dachas cuando no tenían que trabajar, ya que Chéjov los mantenía a todos con sus ingresos -. Aleksandre, hermano del dramaturgo, era un entusiasta de la fotografía, y fue él quien hizo posible que al día de hoy existan tantos testimonios gráficos de la familia que cuelgan de las paredes de la casa de madera, junto a obras pictóricas de reconocidos artistas rusos como los pintores Isaak Levitan I. y D. Vassily Polenov. Hoy en día, gracias en parte a una escuela de teatro y su festival internacional, eventos festivos especiales y actuaciones sobre la obra de Chéjov, el museo puede seguir funcionando. Tiene un promedio de unos 100.000 visitantes al año, siendo patrimonio del estado cobran entrada porque están obligados a hacer caja, en línea con el cambio de la época soviética. De no hacer caja, el museo se cerraría de inmediato, así funcionan por aquellos lares, «muy en consonancia» con sus predicamentos. No hay lugar para la cultura en Rusia que hasta con el ballet (algo sagrado para los rusos) andan a cachetadas.

BarcoHortera Imagen de lo que va a ser «el bote» de un oligarca ruso que, como todos esos, es una gran manifestación de estupidez y mal gusto

Un comentario en «Chejov Vs. Era Putin»

  1. Gracias por «desempolvar» a grandes escritores, al menos en lo que a mi se refeire. Con vustro blog hacéis pensar, y eso, en este momento de crisis cultural y educativa, gracias a los gobernantes, ya es todo un logro. Enhorabuena.

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