Recordando un pasaje de la novela de Felix J. Palma titulada «El mapa del cielo» (Editorial Plaza&Janés), en la que Edgar Alla Poe recibe un chivatazo de un desconocido en un pub de Charing Cross en Londres, descubriendo así, de golpe, que un alienígena estaba guardado en secreto en el sótano del Museo de Historia Natural de Londres, se nos disparó la imaginación. A partir de aquí, decidimos que nosotros también queríamos viajar en el tiempo usando la máquina de la imaginación y eligiendo Kensington Gardens, como lo hizo Palma en su novela, como escenario de nuestras propias ensoñaciones.
Los jardines de Kensington, Londres
Hubo un tiempo en el que Londres fue la ciudad «capital» del mundo occidental, donde tenían domicilio la mayor concentración posible de escritores de la historia de la literatura. Hablamos de la época victoriana en la capital inglesa, entre finales de 1830 y primer año del siglo XX. Curiosamente, muchos vivían en el área de Kensington Gardens, muy cerca del Museo de Historia Natural, zona de Hyde Park. Pues bien pudo ocurrir en uno de esos día otoñales londinenses que, mientras viajábamos en el tiempo para darnos un paseo por aquel parque, nos encontrábamos allí, en mitad de uno de los verdísimos prados de Kensington, apartados al lado de un enorme castaño, un corro de caballeros y una dama que mantenían una animada charla mientras un grupo de perros jugueteaba corriendo en círculos a su alrededor. Nos acercamos despacio al grupo para no distraer la animada conversación, dándonos cuenta con una enorme sorpresa, que se trataba de una charla entre escritores. Pero no era un corro de escritores cualquiera, ni mucho menos. Reconocimos inmediatamente a H.G. Wells, su bigotazo era inconfundible, a su lado estaba la única dama presente, la aun muy jovencita Virginia Woolf con su sempiterno moño… No puede ser, acompañaba al grupo también Dickens y sí estaba él podría estar Oscar Wilde. Pues allí se dejaba ver. Completaba el grupo además de George Eliot, Joseph Conrad, Somerset Vaughman, nuestro admirado Kipling… Al lado de este último pudimos reconocer la figura del diminuto J.M. Barrie, que era el que hablaba en ese momento. Un tanto alejado, sentado en su silla plegable, Dante Gabriel Rossetti dibujaba un esbozo de todo el animado grupo. Sin poder dar crédito de lo ya éramos testigos privilegiados, nos dejamos caer sobre la hierba para observar en la distancia al increíble grupo, intentando escuchar aquello tan divertido de lo que estaban hablando. Imposible oír la conversación, pero si pudimos percibir claramente la palabra «hada», mencionada por Barrie con el rostro muy serio. El resto del grupo se reía a carcajadas. No entendimos la relación «hada» con las risas y el semblante serio de Barrie, pero sus razones tendrían. Finalmente, Barrie se despidió del grupo muy serio mientras llamaba a gritos a «Porthos».
Aquello del «hada» nos dejó muy intrigados, sobre todo porque había sido motivo de chanza para el grupo de leyendas de la pluma. La curiosidad mató al gato, y decidimos sobre la marcha seguir a Barrie e intentar encontrar así el momento apropiado para pedirle un autógrafo y preguntarle por el asunto de las hadas (?). Su pequeña figura se alejaba de nosotros entre los árboles mientras el enorme Porthos corría intentando cazar palomas. Nuestro gozo en un pozo cuando vimos a un grupo de cinco niños – parecían haber salido de la nada – corriendo hacia él gritando: ¡Garfioooooooo!, ¡Garfiooooooo!, ¡¿A qué no nos cogeeeessss?! Por supuesto lo contamos todo ya traducido del inglés al castellano. Los niños finalmente, después de saludar a Barrie, se fueron corriendo detrás de Porthos mientras el más pequeño se quedaba con el escritor sentándose sobre la hierba.
Barrie haciendo de Garfio jugando con el pequeño Michael Llewelyn Davies convertido ya en Peter Pan
Como no nos pareció adecuado interrumpir aquel momento de alegría, comprobando que nuestro viaje debía continuar, seguimos con nuestro paseo entre los árboles aguantándonos las ganas de saber sí Barrie hablaba de Campanilla al grupo de escritores o ser refería a las hadas en general. Lástima no saber finalmente sí era que Barrie creía en las hadas o solo estaba dando rienda suelta a su imaginación como nosotros veníamos haciendo en la última hora y media. Un guía nos había dicho un día de aquellos que visitábamos el museo de Alberto y Victoria, que había quien aseguraba haber visto hadas al atardecer en el parque de Kensington y que incluso había testigos que aseguraban haber visto hadas entrando por la ventana de una casa del 31 de Kensington Gardens. No tardamos mucho en enterarnos que esa casa pertenecía a la familia Llewelyn Davies.
La flecha roja señala la ventana que Wendy tenía siempre abierta para que entraran las hadas a su antojo
Londres ha sido el escenario y la inspiración para grandísimas obras de la literatura mundial. El Londres de los museos, de Shakespeare y la etapa isabelina, de Pepys y el café Restauración, de Dickens y de la riqueza victoriana y la pobreza de Oliver Twist, de la Revolución Industrial, de Conrad y el Imperio, de Woolf y los bombardeos durante la guerra, de la inmigración Naipaul postcolonial y de la globalización contemporánea. Londres y su contribución a la historia del hombre, historia del arte y la literatura, las aventuras y el terror. La tradición de la literatura inglesa siempre ha pasado por Londres, iluminando la relación entre la imaginación literaria y la sociedad de una de las ciudades más inspiradoras y bellas del mundo.
Se puede pasear por la historia siguiendo el trazo señalado en las placas azules que adornan los edificios de Londres. Estas placas marcan los lugares donde vivieron escritores famosos – a veces, como en el caso de Dante Gabriel Rossetti y Algernon Charles Swinburne, vivían en el mismo apartamento, con George Eliot de vecino en el piso de abajo
Kensington Gardens fue lugar de paseo de:
H.G. Wells (1866-1946): 13 Hanover Terrace, Regent’s Park
Daniel Defoe (1663-1731): 95 Stoke Newington Church Street, Stock Newington
Henry Fielding (1707-1754): Milbourne House, Barnes Green
Samuel Johnson (1709-1784): 17 Gough Square, Holborn
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834): 71 Berners Street, Soho
John Keats (1795-1821): Wentworth Place, Hampstead
Elizabeth Barrett Browning (1806-1861): 50 Wimpole Street, Marylebone
Alfred, Lord Tennyson (1809-1892): 9 Upper Belgrave Street, Belgravia
William Makepeace Thackeray (1811-1863): 16 Young Street, Kensington
Charles Dickens (1812-1870): 48 Doughty Street, Holborn
George Eliot (1819-1880): 4 Cheyne Walk, Chelsea
Dante Gabriel Rossetti (1828-1882): 16 Cheyne Walk, Chelsea
Algernon Charles Swinburne (1837-1909): 16 Cheyne Walk, Chelsea
Thomas Hardy (1840-1928): The Adelphi Terrace, Charing Cross
Oscar Wilde (1854-1900): 34 Tite Street, Chelsea
Joseph Conrad (1857-1924): 17 Gillingham Street, Victoria
Rudyard Kipling (1865-1936): 43 Villiers Street, Charing Cross
W. Somerset Maugham (1874-1965): 6 Chesterfield Street, Mayfair, 1911-1919
E. M. Forster (1879-1970): Arlington park Mansions, Sutton Lane, Turnham Green
Virginia Woolf (1882-1941): 29 Fitzroy Square, Bloomsbury
D. H. Lawrence (1885-1930): 1 Byron Villas, Vale of Health, Hampstead
Ezra Pound (1885-1972): 10 Kensington Church Walk, Holland Park
T.S. Eliot (1888-1965): 3 Kensington Court Gardens, Kensington
George Orwell (1903-1950): 50 Lawford Road, Kentish Town
Evelyn Waugh (1903-1966): 145 North End Road, Golders Green
J.M. Barrie (1860-1937): Gloucester Road, South Kensington
Etc., etc…
Si pudiera pedir un deseo, ahora, pediría vivir en Londres, ese barrio, en esa época y tener de vecino a J.M.Barrie…
My gratitude….