La revolución digital que vivimos actualmente nos está proporcionando una gama increíble de herramientas, posibilitando oportunidades para que las instituciones de enseñanza de todo el mundo se vuelvan cada vez más visibles y accesibles. Esta revolución trae consigo los medios para compartir información vital, permitiéndonos aprender más, tener opiniones basadas en la información y tomar decisiones en nuestra vida cotidiana; todo el mundo puede tener acceso a una información antes sólo disponible para los expertos. Ahora podemos participar en algunos procesos creativos de museos que los proponen. Sin embargo, este cambio sin precedentes y continuo ha provocado que algunos museos luchen por adaptarse, obligándolos a repensar cómo mantener sus cualidades únicas y agregar valor. Hoy en día, todos ellos, sin excepción, son sensibles a los avances y cambios causados por la innovación tecnológica.
Desde los museos, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos prepararnos para llegar a la generación de nativos digitales que ahora viven por y para el mundo digital? ¿Estamos capitalizando las posibilidades ilimitadas de la tecnología digital para aplicarla de manera innovadora a los museos? También hemos de considerar un reto aún mayor: ¿utilizamos nuestro contenido y las nuevas tecnologías para unir lo que el columnista del New York Times, David Brooks, denomina la «brecha de oportunidades», una creciente diferencia entre las oportunidades educativas disponibles para los niños de los grupos de ingresos altos y de los más bajos?
En realidad, para los museos, la tecnología ha creado una edad de oro de las oportunidades. El acceso en línea a las colecciones, imágenes y archivos digitalizados está democratizando el conocimiento, mejorando las visitas de aquellos que acuden presencialmente y extendiendo su alcance a los millones que no pueden hacerlo. Unido a los poderes de las conexiones en las redes sociales, la tecnología digital aumenta exponencialmente la capacidad de las personas para interactuar con las colecciones y compartir sus propias experiencias en el museo. También se está cerrando la brecha entre la educación formal y la informal, permitiendo que los museos intervengan y ayuden al K-12 a desarrollar el sistema educativo, aportando recursos intelectuales y físicos. Por otro lado, al facilitar las posibles asociaciones y colaboraciones entre instituciones, la tecnología digital ofrece al público una forma simplificada de acceso a la información.
Si la educación es esencial para la sociedad, resulta lógico que también lo sean los museos como parte activa. Estas instituciones son los principales proveedores de educación informal y sirven como recursos académicos y/o didácticos para todas las edades. Ciertamente, los retos de la transformación digital son formidables, pero si los museos son capaces de crear formas de ser y estar diferentes, podrán asumir un papel fundamental en la sociedad. Si se combinan las fortalezas de sus colecciones físicas con el potencial que ofrece la tecnología digital, los museos estarán capacitados para ofrecer lo mejor de ambos mundos.
Incluso antes del advenimiento de la tecnología actual, los expertos en museos ya reconocían la necesidad de conectarse con los visitantes, de manera que se priorizara el aprendizaje público avanzando hacia todas las formas de alfabetización. Sin embargo, fue en el mundo académico donde la tecnología digital comenzó a tener un impacto transformador. Se crearon universidades que utilizaban, exclusivamente, la enseñanza virtual cuestionando los viejos modelos del aula convencional. Hoy, esto se evidencia en innovaciones como las aulas on line, que permiten a la facultad disponer de más tiempo para interactuar con los estudiantes; o los MOOCs, o cursos masivos abiertos en línea, donde las matrículas son accesibles para más de cien mil participantes al mismo tiempo. En el nivel secundario, las tecnologías disruptivas como, por ejemplo, las elegantes lecciones de matemáticas de la pizarra electrónica de la Academia Khan, ofrecen a los estudiantes acceso libre en todas partes y refuerzan el conocimiento de la construcción, en lugar de avanzar a través de las clases pasivas, donde no se considera que los fundamentos puedan ser aplicados en un mundo activo.
Los museos siempre se han enfrentado a caminos complicados debido a su, por lo general, bajo nivel de infraestructura técnica – por la complejidad de sus colecciones -y a una cultura que se construye más alrededor de las exposiciones curadas que al acceso abierto en línea. Sin embargo, ha habido éxitos. El MET Heilbrunn generó lo que denominó «la línea del tiempo de la historia del arte» (MET Heilbrunn Timeline of Art History), un modelo digital temprano para sus colecciones de arte, convirtiéndose actualmente en un recurso académico respetado, además de ser un vehículo de aprendizaje digital que atrae a millones de personas. Mantenido a partir de la aportación de fondos de patrocinadores, el Timeline Heilbrunn facilita que 5.000 años de arte sean accesibles al público. Otros impresionantes esfuerzos, también en Estados Unidos, permiten que el Museo de Arte de Indianápolis, con su ArtBabble, sea un canal que proporcione videos documentales sobre arte e incluya componentes interactivos. Cada vez aparecen con más frecuencia colecciones digitales de alta calidad disponibles en línea; algunos museos, entre otros la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, y el Rijksmuseum de Amsterdam, no imponen restricción alguna en el uso público de sus imágenes digitales de alta definición.
Los museos también construyen tecnología en espacios físicos para acelerar el aprendizaje. Algunos museos de ciencia están mejorando las experiencias de realidad virtual añadiendo componentes interactivos que permiten a los profesores hablar con los estudiantes en tiempo real. Estos museos emplean métodos de visualización de datos y herramientas interactivas que facilitan a los visitantes explorar escenarios tipo»qué pasa si…». La «tecnología de la nube» ofrece el siguiente salto cuántico, ayudando a los museos a poder cargar sus colecciones y registros, permitiendo, además, a los visitantes conectarse a una infinita variedad de fuentes.
La lección que se extrae es que existe un lugar para lo físico y lo digital, áreas para complementar y áreas para ser utilizadas. El museo físico ofrece a los visitantes la oportunidad de experimentar las colecciones reales y compartir sus impresiones con familiares y amigos. Al mismo tiempo, permite el acceso al contenido y a la experiencia de las colecciones sin limitaciones físicas, entrando en los museos digitales. El acceso digital puede ofrecer oportunidades ilimitadas para la participación y el aprendizaje permanente.
Después de años de evolución acelerada, la tecnología digital está transformando la sociedad tal como la conocemos. O los museos lo aceptan o corren el riesgo de quedar marginados. Dicho esto, tenemos que reconocer los desafíos, a menudo formidables, de la implementación, como el alto coste de dinero y la mano de obra. La cuestión es cómo hacer progresos cuando la tecnología cambia constantemente con una relativa falta de estándares y estrategias que todos puedan aplicar.
Para tener éxito, es necesario centrarnos en algunos principios, que comienzan por hacer uso de la tecnología digital para mejorar la experiencia del visitante en persona, involucrar al público y extender los beneficios del acceso a las colecciones a las audiencias que no entran en los museos físicos. Las estructuras organizativas de los museos deben enfatizar la adaptabilidad para acelerar su acoplamiento a las nuevas tecnologías y, además, han de compartir sus mejores prácticas, fomentar el uso de tecnología común y normalizar los métodos entre todas ellas. Debemos promover la implementación l de voluntarios digitales que puedan ayudar en la tarea a gran escala de convertir registros manuscritos y documentos históricos a un formato digital para todo tipo de museos.
Es también muy importante que los museos adopten una actitud de «uno para todos y todos por uno», reconociendo que las alianzas y colaboraciones podrán servir a un público lo más amplio posible. La tecnología basada en la nube es fundamental para estas asociaciones, lo que nos permite vincular los activos digitales, ofreciendo soluciones poderosas para los usuarios – cuando buscan información a través de las instituciones – y creando exposiciones conjuntas.
Uno de los mayores beneficios de la tecnología digital es el de poder apoyar la educación K-12 como nunca antes se había hecho. Los museos, en particular, pueden salvar la brecha entre el aprendizaje formal e informal con planes didácticos, eventos en línea, conexiones en tiempo real con expertos y una mejor certificación del aprendizaje digital informal. Las instituciones culturales y los museos están aquí para quedarse, y nos seguirán inspirando al ofrecernos la oportunidad de compartir el aprendizaje y la experiencia de lo real. A pesar de los desafíos que se presentan con su adaptación, la tecnología digital nos permite hacer lo que nunca hemos hecho antes: llegar a los millones de personas que no pueden, o no se plantean, visitar los museos presencialmente. Con el acceso al conocimiento se ayuda a toda la sociedad, no sólo a unos pocos, a comprender y respetar su cultura, la de los demás, la diversidad y la vida, en cualquiera de sus posibles dimensiones.
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Recurso:
Clough, W. (2015): Best of Both Worlds: Museums, Libraries, and Archives in a Digital Age. Secretary of the Smithsonian Institution, Washington DC (EEUU).
Fotografía principal: Ecsite.