El Museo Total

El Museo Total

 

El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino creer ilusoriamente que se posee conocimiento. – Stephen Hawking.

Los primeros museos de ciencias mostraban objetos y especímenes relacionados con la historia natural, así como artefactos, maquinaria y una variedad de instrumentos en vitrinas de cristal. Su objetivo principal era construir y preservar colecciones para uso de científicos e investigadores. En museos de ciencias modernos, se presentan experimentos de fenómenos reales para que los visitantes puedan participar e interactuar. Sin embargo, a veces se exagera en el uso de elementos audiovisuales y recursos tecnológicos en lugar de objetos físicos.

Independientemente de su enfoque, un museo de ciencias representa una «realidad concentrada», ya sea en forma de objetos o experiencias. Esta es la característica más distintiva de la museología en la comunicación científica. Mientras que los maestros y libros utilizan palabras y lenguaje escrito respectivamente, los museos emplean imágenes, simulaciones y tecnología para estimular el conocimiento del público.

Un museo de ciencias no tiene restricciones en el uso de simulaciones, modelos y tecnologías, pero siempre se basa en la realidad simulada en lugar de mostrar la realidad directamente. Su objetivo es proporcionar estímulos para el conocimiento del visitante siguiendo métodos y criterios científicos, accesibles para todo tipo de público. Esto resume la idea del «Museo Total».

Este concepto es una tendencia presente en algunos museos, pero los museos actuales no están totalmente en línea con él. Para avanzar en esta dirección y consolidar estas tendencias, podría ser necesario desarrollar una nueva forma de presentación museográfica. Aunque los museos de ciencias suelen enfocarse en experimentos interactivos, la ciencia busca comprender la realidad, que está compuesta por objetos y fenómenos. La tendencia actual de los museos es reemplazar la realidad con simulaciones.

Creemos que la realidad, los objetos y sus fenómenos son esenciales en el museo, elementos fundamentales para compartir conocimiento. La realidad es un concepto central en la museología. Un museo es una concentración de realidad, lo que lo diferencia de otras formas de comunicación científica. Aunque los profesores utilizan la palabra hablada y escrita, así como imágenes y tecnología, en un museo se usan simulaciones y modelos para enseñar la realidad, no reemplazarla.

En un museo de ciencias, no hay restricciones para educar, informar, instruir o entretener. Sin embargo, ninguna de estas formas es prioritaria por sí sola. Un buen profesor y la interacción personal pueden superar a un museo en enseñanza, mientras que Internet puede ser más informativo. La vida misma es instructiva, y cada persona tiene sus propias formas de entretenimiento. Entonces, ¿cuál es el papel real del museo como educador? Creemos que es estimular el cambio, fomentar preguntas y transformación. El museo inicia un proceso de cambio individual que lleva a la mejora personal y, por ende, a un cambio social positivo. La realidad es fundamental en este proceso, ya que estimula de manera única.

Uno de los mayores logros humanos es el conocimiento, que nos permite anticiparnos a la incertidumbre y mejorar la vida. Aunque la humanidad ha conquistado el mundo con conocimiento científico, este conocimiento no siempre está arraigado en la sociedad. Existe una desconexión entre la ciencia y las decisiones diarias que afectan nuestra calidad de vida y entorno. Los museos de ciencias tienen un papel importante en abordar esta brecha.

¿Cómo hacerlo? Necesitamos una nueva museografía con objetos reales que permitan una interacción cuádruple: física, mental, cultural y sensorial. Estos objetos deben contar historias y cambiar con el tiempo. No se trata solo de exhibir objetos, sino de contextualizarlos en la difusión del conocimiento universal.

La verdadera medida del éxito de una exposición no es solo el número de visitantes, sino el cambio que genera en la audiencia. Debe estimular a la gente a leer, a hacer preguntas, a cambiar sus comportamientos y a entablar conversaciones significativas. El museo debe fomentar diálogos en la visita y en la vida cotidiana, promoviendo el pensamiento, la reflexión, la conexión con la naturaleza y el respeto hacia ella.

El conocimiento científico es solo una parte del objetivo final; también está el método. Un museo de ciencias destacado no solo exhibe los resultados más llamativos para el público, sino que también revela cómo se obtuvieron, comentando su fiabilidad y validez. La crítica en la ciencia es tan crucial como el conocimiento mismo. Frases como «esto está científicamente demostrado» transmiten una imagen equivocada de la ciencia. Su grandeza radica en admitir su ignorancia ocasional y aceptar el concepto de error como algo normal. Es estimulante enfrentar aspectos desconocidos de la realidad y la ciencia ayuda a descubrir un nuevo y fascinante mundo.

Un museo moderno debería contrarrestar la dictadura social en la que «las personas más inteligentes pensarán por ti» o «las decisiones se dictan por tradiciones sagradas». Un museo de ciencias debe fomentar un pensamiento individual sobre cualquier tema, promoviendo la libertad mental. La enseñanza del método científico puede ser didáctica y amena a través de objetos expuestos, incluyendo un toque de autocrítica y humor.

Un tercer aspecto es el museo como lugar de encuentro para cultivar la opinión pública sobre la ciencia, no solo a través de exposiciones, sino también con actividades como charlas, conferencias, debates, teatro y música. Un museo debe ofrecer instalaciones para estas actividades, ya que el prestigio de las exposiciones aporta credibilidad. La ciencia tiene cuatro áreas sociales: la comunidad científica, la producción, la sociedad y la administración. Un buen museo de la ciencia debería abarcar todas estas áreas, proporcionando un espacio donde puedan debatirse simultáneamente. Por ejemplo, la presentación de un libro científico puede tener un impacto diferente en el propio editor que en un museo de ciencias. Además, la ciencia puede discutirse de manera distinta en una universidad, en una organización como Greenpeace o en un museo. El museo de ciencias puede ser el centro donde estas áreas se encuentren y colaboren.

En otras palabras, las exposiciones generan una atmósfera de neutralidad y objetividad para todos los involucrados. En Europa, los museos de ciencias reciben cincuenta millones de visitantes al año, muchos de ellos con espacios limitados para eventos. Sin embargo, esta situación puede cambiar. Estamos viendo un interesante desarrollo en la opinión científica, ya que los museos están formando una red interconectada. Lo que falta es convencer a todos de que las actividades se planifiquen y realicen de manera colaborativa y para beneficio de todos.

Imaginemos un debate en París transmitido en vivo desde cualquier lugar, permitiendo intervenciones en tiempo real en varios idiomas. ¿Por qué no diseñar un programa de actividades a nivel europeo o mundial? Después de todo, la ciencia ya está globalizada, o es la forma más global de conocimiento. El museo de ciencias es una herramienta para generar conocimiento y promover el método científico, basado en una idea democrática. Esto podría ser una contribución valiosa a la sociedad.

Esta es nuestra propuesta: un museo de ciencias que combine belleza e inteligencia, convirtiéndose en un espacio de gran interés social. Su público sería universal, no limitado a aquellos con intereses científicos. Esto se basa en la idea inicial de que las emociones, sensaciones, objetos y eventos son «palabras» sin límites de edad, espacio físico, clase social ni nivel cultural. Esperamos que esta reflexión presente un concepto de museo que podría llamarse «el Museo Total». En el futuro, exploraremos con mayor detalle las propiedades y conceptos que definen esta visión.

 


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Consultas: info@evemuseos.com

Fotografía: ArchDaily


ISSN 3020-1179

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