Museología Científica y Centros de Ciencia

Museología Científica y Centros de Ciencia

 

Los centros de ciencia se crearon con el fin de proporcionar un terreno fértil para el desarrollo y la difusión de la cultura científica. En este sentido, representan un espacio social de interacción entre las personas. Su misión es poner a disposición del público las herramientas necesarias, no solo para permitir que interactúe, sino también para hacer que su experiencia sea placentera, atractiva y variada. Se fomenta así una participación cada vez más consciente y deliberada, incluso en términos de determinar las opciones culturales y sociopolíticas de una comunidad. Para lograr estos fines, la museología científica está en constante evolución y centrada, cada vez más, en las formas expresivas – en particular, en las artes visuales y escénicas -.

El arte, en todas sus posibles aplicaciones, es uno de los elementos innovadores que se utilizan al diseñar nuevos centros de ciencia – también para renovar los existentes -, en el contexto de proyectos temporales para exposiciones y al servicio de la educación científica informal promovida dentro de estas estructuras.

Parece oportuno, por tanto, analizar qué forma está tomando este hecho a la hora de sistematizar los métodos, tipologías y funciones que las intervenciones artísticas asumen en algunos de los centros científicos más representativos del panorama internacional. Esta breve consideración, que naturalmente solo tiene como objetivo iniciar y compartir una idea general sobre el tema, se centra en un intento de explorar áreas de sinergia y sinestesia entre las formas estéticas contemporáneas y la museología científica. Es precisamente en la identificación de estas características compartidas donde puede surgir una primera interpretación de este fenómeno.

Pero antes de abordar la cuestión de los centros de ciencia, es necesario repasar algunas de las etapas fundamentales de la investigación artística contemporánea, para exponer qué elementos forman la base más firme de la yuxtaposición actual entre arte y ciencia. Para ello, podemos examinar diferentes temas: el concepto de interactividad y, al mismo tiempo, el retorno al «objeto»; los desarrollos resultantes de la introducción de nuevas tecnologías; y aquellas áreas de interés científico que están, cada vez más, en el centro de la investigación artística.

Sobre la participación del público; el concepto de red; el arte como proceso, forma de vida y expresión gestual performativa; la idea de dejar de separar al artista del espectador para establecer agregaciones sociales espontáneas y redes de relaciones; el evento artístico destinado a producir sentimientos, estados de ánimo, angustias y no sólo la exposición pasiva de objetos… todos estos son productos teóricos que subyacen en la investigación artística contemporánea, pero que derivan claramente de la historia de las vanguardias. Sus raíces, por tanto, se remontan al mismo período en el que, en el campo de la museología científica, se estaban creando las condiciones que finalmente propiciaron el surgimiento de los centros de ciencia en la década de 1960. Un ejemplo significativo es el Deutsches Museum de Munich, que introdujo las primeras formas de interactividad con el público. Se pasó del tradicional «mirar pero no tocar» al «pulsa el botón»; es decir, se invitaba al público a activar mecanismos presionando un botón para que viera lo que sucedía. Esta forma temprana de interactividad, entendida como «reactividad» (es decir, la respuesta de un dispositivo eléctrico o mecánico a la entrada humana),  una vez más, y paralelamente a lo que ocurría en el arte, asumió posteriormente formas y significados más complejos – como la interacción entre dos o más personas -, mediados, alentados o provocados por el dispositivo.

En la investigación artística, fue precisamente a partir de las vanguardias cuando la creación dejó de limitarse a la individualidad de un artista o diseñador, y adquirió la cualidad de ser también compartida con aquellos a quienes se dirigía el proceso creativo. Hoy sigue siendo fundamental el aporte teórico de Walter Benjamin, quien consideró la importancia de la tecnología y el momento de su recepción como elementos constitutivos de la existencia misma de una obra de arte. «La manera en que se organiza la percepción sensorial humana, el medio en el que se logra, está determinado no solo por la naturaleza sino también por la historia y sus circunstancias»

La noción de interactividad como un acto físico y no sólo mental por parte del público ya se podía encontrar en algunas obras de Marcel Duchamp. El arte cinético requería la participación del usuario, a quien se invitaba a deconstruir la obra, mientras que el arte óptico precisaba su colaboración óptico-psicológica para observar los efectos visuales y las ilusiones perceptivas generadas por las piezas.

Sin embargo, a partir de las vanguardias históricas, «(la interactividad) siempre se había tratado de un proceso directo que, si bien en algunos casos asistido por herramientas y mecanismos complejos, nunca estuvo dirigido por sistemas con el tipo de capacidades de procesamiento» que ofrecen las nuevas tecnologías contemporáneas. En efecto, un dispositivo tecnológico, «además de amplificar y magnificar diversas necesidades sociales, asume la forma de un sistema capaz de comunicar una amplia gama de elementos. Además, ha demostrado su poder para revelar y ordenar todos los datos generados por cualquier proceso interactivo dado». En este contexto, la investigación artística juega un papel esencial para revelar los elementos de una estética de las relaciones y, por supuesto, participa en la definición de la ética de dichas relaciones. «El artista también cambia y toca otro punto delicado, convirtiéndose en un planificador no solo de eventos sino también de comportamientos».

Pero aún podríamos introducir otra consideración: la cuestión de cómo las nuevas tecnologías, los ordenadores y la multimedialidad han sido herramientas importantes en el desarrollo de la primera generación de centros de ciencia y de otras muchas posteriores, como en el caso del Tech Museum of Innovation en San José (2000),o del Wellcome Wing en el Science Museum de Londres (2000).

Hemos mencionado brevemente el concepto de interactividad en sus diversas formas: en la investigación artística de las vanguardias y también como base de los centros de filosofía de la ciencia. Asimismo, hemos introducido los primeros elementos a tener en cuenta con relación a algunas de las transformaciones provocadas por las nuevas tecnologías. Sigamos ahora revisando, más de cerca, los escenarios contemporáneos por los que los artistas muestran un interés creciente y necesitan abordar, convirtiéndose así en intérpretes de la complejidad de dichos escenarios. De hecho, como mencionamos anteriormente, esto representa otro vínculo importante con los centros de ciencia, ya que será fácil establecer cómo los temas centrales de la experimentación artística se superponen con los de la investigación científica y las aplicaciones tecnológicas.

Solo necesitamos considerar algunos de los temas frecuentemente explorados por los artistas – inteligencia artificial y vida, telepresencia y telerrobótica, realidad virtual, Internet, visualización de datos, activismo en red, entornos de juego y narración – para percibir el poderoso impulso de transformar el espacio electrónico, pasando de ser una herramienta de representación a otra de acción e interacción. Sin embargo, la investigación artística revela de manera sorprendente el paradójico «crecimiento de la incomunicabilidad en la sociedad moderna de las comunicaciones y del olvido en la era de los recuerdos extensos», instándonos con fuerza a encontrar formas alternativas que vayan «más allá de la velocidad».

Los dos ámbitos de la investigación artística y la comunicación científica, con especial atención al sistema de centros de ciencia, han desarrollado expectativas compartidas, como cabría esperar, ya que ambos campos son ejemplos de interpretación de la realidad y, sobre todo, de la complejidad de nuestro sistema. Tal como se puede apreciar en la museología científica, la experimentación artística ha asumido un nuevo rol: el de participar e informar al público sobre lo que sucede actualmente a su alrededor. Por lo tanto, el desafío ha sido, no repetir simplemente lo que algunas personas ya pueden dar por sentado, sino buscar las instancias, herramientas y temas donde exista una mayor superposición de estas dos áreas, creando una convergencia de lugares y formas de la comunicación entre el arte y la ciencia.

Concluímos con un resumen de los lugares, temas, métodos y objetivos compartidos por estos campos del saber.

Los lugares son los centros de ciencia, cuyo papel como emplazamiento social de interacción entre las personas se consolida cada vez más, hecho que se produce gracias a un contexto general más favorable y sensible a estos valores. Aunque con características diferentes a las que se dan en los centros de ciencia, estamos asistiendo a la proliferación de iniciativas que aúnan arte y ciencia en los centros de arte contemporáneo y a través de eventos temporales como exposiciones y festivales.

Los temas abarcan desde la ciencia moderna hasta los desarrollos científicos actuales. Además de la física clásica, las áreas exploradas incluyen vida e inteligencia artificial, cyborg, biotecnologías, genética, nuevas tecnologías, sostenibilidad ambiental, medio ambiente, ecología y otros.

Los métodos para explorar la complejidad de estos fenómenos son la interactividad (especialmente en el sentido más actual y maduro del término como activación de procesos relacionales entre personas a través de espacios de creación), las exposiciones y las actividades experienciales. Pero además, se ha producido una vuelta al objeto «bajo una nueva forma», que incide en el «tiempo de fruición», proporcionando un tiempo – crítico y consciente – para que cristalicen las consideraciones.

Finalmente, el elemento que más está propiciando el acercamiento entre el arte y la ciencia es el hecho de que comparten el mismo objetivo, a saber, construir y fomentar el diálogo con la sociedad civil.

Por lo tanto, parece posible interpretar esta tendencia a introducir instalaciones, eventos, talleres artísticos y performances como el resultado de una nueva conciencia del profundo cambio antropológico que está ocurriendo al cambiar los modos de producción y consumo, y transformando las relaciones entre individuos, trabajo y sociedad. Existe cierta práctica de desafiar a los visitantes a participar en un debate político, ético y cultural fabricando señales derivadas de los códigos del arte (en particular, del arte contemporáneo) en el tejido de las demostraciones científicas.

El arte, posee la capacidad de involucrar emocionalmente a las personas de manera inmediata y de activar la participación y diálogo. Asimismo, debido a su atención a los procesos en curso más que a los sistemas consolidados, parece ofrecer la mejor forma de transmitir inquietudes, incluso al segmento del público que visita los centros de ciencias – casi siempre en edad de aprender -.

La idea subyacente parece ser que combinar la «capacidad de hacer» manual y técnica, la «capacidad de aprender» abstracta, la «capacidad de observar/oír/percibir» la esencia, la belleza y el significado de las creaciones naturales y humanas, y sobre todo toda la «capacidad de discutir, participar y construir ideas democráticamente», es el único camino posible para llegar a un análisis que esté a la altura de los desafíos que plantean los medios contemporáneos de producción y difusión del conocimiento.

Recursos bibliográficos:

Drioli, A. (2006): Contemporary aesthetic forms and scientific museology. SISSA – International School for Advanced Studies Journal of Science Communication. JCOM nº: 5 (1), marzo.

Vergine, L. (1983): Arte programmata e cinetica 1953:63, Mazzotta, Milán.

Mussa, I. (1976): Il Gruppo Enne, Bulzoni, Roma.

Argan, G.C. (1963): La ricerca gestaltica» y «Forma e formazione». Il Messaggero, Roma, 24 de agosto.

Arnheim, R. (1962): Arte e percezione visiva, Feltrinelli, Milán.

Eco, U. (1978): Arte Programmata”, in La definizione dell’arte, Garzanti.

Eco, U. Opera aperta. Forma e indeterminazione nelle poetiche contemporanee, cit.

Wagensberg, J. (2000): The Total Museum. A Tool for social change.

Wagensberg, J. (2000): Basic principles of modern scientific museology. Food for thought and discussion, ECSITE newsletter, nº: 3.

Kepes, G. (1971): Il linguaggio della visione, Dedalo, Bari, Italia.

Menna, F. (1967): Arte cinetica e visuale. L’Arte Moderna, Fabbri, Milán, vol. XIII.

Serra Zanetti, P. (1979): Ricerche ottico-visive e arte cinetico-programmata. En: R. Barilli et al. (editores): L’arte in Italia nel secondo dopoguerra, Il Mulino, Bolonia.

Fotografía: First Classe. How Singapore’s ArtScience Museum brings its virtual exhibitions to you.


Si quieres recibir nuestro newsletter y artículos por correo electrónico, completa el campo correspondiente en el formulario de inscripción que encontrarás en la cabecera de esta página. Tu dirección de correo electrónico será utilizada exclusivamente para enviarte nuestros newsletters, pudiendo darte de baja en el momento que quieras.

Tus comentarios son muy importantes para nosotros

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.