Los museos deben ser reconocidos como expertos contextuales del mundo real en el sector educativo. Es hora de hacer más explícito lo implícito.
Varias tendencias, pronósticos, eventos e innovaciones exitosas compartidas por profesionales educadores subrayan el hecho de que los principales cambios transformadores están ocurriendo rápidamente en la arena del aprendizaje. En algunos países occidentales, la educación primaria y secundaria se ha enfrentado a duras críticas en las últimas décadas, especialmente si se compara con la de países como Finlandia, Singapur, Australia, China y Corea del Sur. Sin embargo, si observamos este hecho desde una perspectiva de vaso medio lleno, el entorno y los recursos para la adopción y adaptación de cambios transformadores en la educación nunca han sido más propicios que ahora. Realmente creemos que es el momento de que se desate una tormenta perfecta, una oportunidad fantástica para los museos y otras instituciones educativas no tradicionales, así como para actores catalizadores, en cuanto a ganar velocidad creando colaboraciones más fuertes y estrechas con la finalidad de generar un tsunami de mejora transformadora en la educación y de focalizarla más en el aprendizaje.
Preguntas críticas para reflexionar sobre educación y museos, hoy:
- ¿Cómo pueden los museos sobrellevar esta tormenta perfecta de rápida transformación e innovación en la educación y el aprendizaje protagonizando un papel diferente?
- ¿De qué modo podrian pasar los museos de ser considerados únicamente un recurso opcional en educación a jugar un papel más central para influir en el modo de aprender y contribuir de los estudiantes en el siglo XXI?
Si la educación está en la cúspide de la transformación, también lo están los museos. Creemos que éstos pueden lograr mucha más tracción y visibilidad si se centran en tres estrategias principales:
Ser proactivos.
Los líderes catalíticos son proactivos. Si los museos quieren jugar un papel significativo en la transformación del aprendizaje, deben demostrar su valor de liderazgo.
Una gran oportunidad para ello radica en dirigir el poder del alumno. Imaginemos un mundo de la educación donde los maestros enseñaran menos pero los estudiantes aprendieran más. Esa es la definición de la enseñanza y el aprendizaje del siglo XXI. Necesitamos reconocer el poder innato y las inclinaciones de esta generación, la «iGeneracion!», y cambiar la forma de enseñarles. El problema principal es que los niños no participan. El artículo de Tamar Lewin del 8 de agosto de 2009 en el New York Times recogía: «En un futuro digital, los libros de texto son historia». Cita a Sheryl R. Abshire: «Los niños están conectados de manera diferente en estos días. Son digitalmente ágiles. Realizan múltiples tareas, trasponen y extrapolan, y piensan en el conocimiento como infinito. No se involucran en libros de texto que son finitos, lineales y rutinarios. Los profesores necesitan recursos digitales para encontrar esos documentos, esos blogs, esos wikis que los llevan más allá del plan de estudios básico de los libros de texto». No podemos preparar a los estudiantes para que triunfen en el mundo actual si no transformamos nuestros entornos de aprendizaje, nuestras metodologías de enseñanza, nuestros ejemplos yuxtaponentes, nuestras herramientas de participación y, por último, nuestra forma de pensar.
Si queremos cambiar la educación y el aprendizaje, debemos reconocer y respetar a los jóvenes de hoy como «creadores de conocimiento» versus «receptores de conocimiento», y redefinir el papel de los docentes en cuanto a facilitadores del aprendizaje que son. También hemos de centrarnos más en el aprendizaje que en la educación, que se percibe como experiencias en las escuelas primarias y secundarias, y reconocer que dicho aprendizaje puede producirse en cualquier momento, forma, lugar y a cualquier ritmo. Por lo tanto, un paradigma que debe cambiar para lograr esa transformación deseada es que el aprendizaje no se puede «fragmentar» en bloques por la mañana y por la tarde fuera de la escuela.
Ser relevante.
Hoy más que nunca, en la educación formal se aboga y se da la bienvenida al aprendizaje interdisciplinario contextual. El rigor ya no se relaciona únicamente con el dominio del contenido. Ahora tiene que ver con la adaptación y aplicación de ese contenido en escenarios del mundo real. Esto también se halla en el eje de los cambios propugnados por el movimiento de estándares con los nuevos Estándares Estatales Básicos Comunes y los Estándares de Ciencias de la Próxima Generación.
El cambio a la relevancia ofrece una gran oportunidad para que los museos contribuyan con contenido único y metodologías multidimensionales de resolución de problemas. Además, tienen una clara ventaja para ofrecer el modelo de las «Cuatro A» para diseñar experiencias de aprendizaje relevantes: adquisición, asociación, aplicación y asimilación de conocimientos. Pueden lograrlo a través de sus colecciones, utilizando historias basadas en «artefactos». Los museos de ciencia para niños, los centros de naturaleza y los acuarios recurren para ello a métodos únicos de exploración, participación y juego.
Con la idea de alcanzar una educación relevante, cada vez son más las escuelas con visión de futuro que optan por usar los modelos de aula «combinados» e «invertidos» en los que se anima a los estudiantes a utilizar los recursos fuera del aula y a aprender de manera autodirigida. Pero el contenido ha de ser auténtico y de alta calidad. Los museos deben aprovechar esta oportunidad, digitalizar sus colecciones y lanzar asociaciones innovadoras con escuelas de la zona en las que sean aceptados y dirijan a los «socios de contenido digital» para activar los nuevos modelos de aula – en lugar de proporcionar estos activos como recursos opcionales -. Se trata de obtener algo más que un enfoque de resultados solamente. Los museos también pueden desempeñar un papel transformador en la preparación y el desarrollo profesional de los docentes.
Ser «lo más importante» en educación.
El sector de la educación y los proveedores extracurriculares siempre han considerado a los museos y bibliotecas como socios comunitarios entusiastas. Los museos gastan un porcentaje significativo de sus presupuestos en desarrollo, ofreciendo recursos complementarios. Pero si han sido socios tan deseados en la educación durante décadas, ¿por qué son relativamente tan pocas sus voces en los diálogos actuales sobre la reforma educativa? ¿Nos hemos planteado por qué los profesores, que están tan presionados para aumentar la participación y el rendimiento de los estudiantes, no hablan con los responsables políticos y otras partes interesadas sobre el enorme valor que aportan estas instituciones? Los museos pueden trabajar para convertirse en socios integrales en la educación.
El aprendizaje es un continuo sin interrupciones, y los museos deben ser aceptados como «activadores del aprendizaje» únicos en ese continuo.
Hay muchos profesionales que ya han comenzado su trabajo revolucionario. Quizás los museos puedan unirse a ellos y liderar con una visión compartida:
convertirse en «lo más importante» en educación,
Es necesario que se produzca un cambio radical de paradigma en el panorama del aprendizaje, en el que podamos cuestionar y cambiar la arquitectura aceptada de la educación formal: preescolares, escuelas primarias y secundarias e instituciones postsecundarias como son las universidades. Los museos tienen el potencial de convertirse en el cuarto elemento de esa arquitectura en el siglo XXI, o en el denominador común, siendo centros de aprendizaje permanente.
Inhibidores de la reforma educativa a tener en cuenta.
Para tener éxito con cualquier cambio sistémico, deberemos ser conscientes de los factores críticos que pueden comprometer el esfuerzo, el proceso y los resultados. Muchos de esos factores restringen el ritmo de la reforma educativa y las ideas innovadoras. Si los museos quieren convertirse en un catalizador para la educación, es importante que se muestren empáticos con temas delicados como:
- Estándares en constante evolución en educación: en un intento de esforzarse para encontrar estándares nacionales y pruebas de rendimiento estudiantil, han aparecido y desaparecido nuevos estándares, pero los resultados deseados no se han materializado. Muchos planes de estudios son extensos, mucho, pero con poco o ningún espacio para la creatividad y la innovación.
- Síndrome del «esto también pasará»: con la rápida afluencia de terceros «solucionadores de problemas» en la educación, muchos de los cuales son de naturaleza transitoria o dependen de la financiación a corto plazo. Los profesionales de primera línea (educadores) han desarrollado apatía por soluciones que se les imponen. Esto se ha traducido en un «síndrome de esto también pasará» que, desafortunadamente, hace que las valiosas soluciones, modelos y asociaciones no se aprovechen o se infrautilicen.
- Síndrome de empujar por empujar: la mayoría de las iniciativas de reforma tienen como mandato métodos de «empujar» de arriba hacia abajo, que dejan a los educadores sin un sentimiento de propiedad para activar el cambio. El resultado común es «retroceder». El método «empujar» empodera a los educadores y actúa como un tiro en el pie que les convierte en campeones del cambio y hace que permanezcan los catalizadores.
Es irónico que, a pesar de que todo el mundo está hablando de que la innovación es la habilidad más deseable del siglo XXI, los educadores y los estudiantes todavía se hallen cautivos en los entornos de enseñanza y aprendizaje menos innovadores. La mayoría de los museos están ansiosos por alinear su oferta educativa con los estándares en constante evolución, en lugar de abogar por un cambio en el plan de estudios en sí. Cabría preguntarse: ¿Más es realmente más, o se debería dejar espacio en el plan de estudios existente para la creatividad y la innovación? De producirse este cambio, los museos encajarían perfectamente en la ecuación de educación y aprendizaje.
Los museos deben traspasar los límites y convertirse en partes activas en lugar de solo socios. Es hora de que los museos se conviertan en motores del cambio educativo.
Comunidades de práctica innovadora y voces de la educación.
Entonces, ¿todas estas estrategias son cosa del futuro o se trata de algo más aspiracional? Algunas organizaciones y sus profesionales han tomado la decisión de traspasar los límites tradicionales y definir un papel de liderazgo diferente para ellos mismos, logrando ya un gran impacto en la educación.
Es hora de aprovechar el poder de la totalidad.
Cientos de museos, bibliotecas y espacios de aprendizaje no tradicionales están desarrollando modelos innovadores y asociaciones ejemplares para impactar en el aprendizaje. Ellos son bien conocidos y respetados en sus comunidades. Pero en el mapa general, estos esfuerzos todavía parecen fragmentados, aunque tienen elementos poderosos que pueden beneficiar a todos. La falta de un sistema de distribución de información equivale a que los museos reinventen la rueda una y otra vez hasta el momento «eureka» en el que alguien conecta con los que desarrollan un trabajo similar.
Los museos deben convertirse en una fuerza a tener en cuenta para que nuestra sabiduría colectiva pueda dirigir el barco del aprendizaje. La buena noticia es que, aunque parezca una tarea imposible, hay formas para lograr optimizar nuestros esfuerzos. Pero no podemos hacerlo solos. Te dejamos con la siguiente cita, muy apropiada para el trabajo que nos viene:
«Reunirse es el comienzo, trabajar juntos es un progreso, permanecer juntos es el éxito. – Henry Ford.
Consultas: gestion@evemuseos.com
Recursos:
Paula Gangopadhyay (2019): Time for a Perfect Storm! Chief Learning Officer, The Henry Ford Foundation.
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