Las exposiciones son el principal atractivo para el público de los museos. Muchos estudiosos de museos están de acuerdo en que constituyen el soporte de su función principal, como medios de comunicación pública que ofrecen una experiencia transformadora, ampliando y alterando la conciencia, el interés y la valoración de los visitantes, por muchos aspectos de sí mismos y de su mundo. Por otro lado, los museos, por definición, recolectan, documentan y preservan los objetos, artefactos o especímenes como activos para la sociedad, realizando actividades tales como investigar, exhibir e interpretar, comunicando significados a través de la realización de exposiciones con el propósito de aprender (Dawson, 2006).
Maryrand (2001), afirmaba categóricamente que las exposiciones han de conectar a los visitantes con lo más profundo de su mente y sentimientos. La clave es desarrollar una vista que haga posible esa conexión (interfaz). Según Maryrand, los museos deberían ofrecer al visitante dos cosas:
- Sus colecciones (objetos o archivos.
- Su conocimiento (hechos o historias).
Estos dos elementos crearán, juntos, un «significado». De no ser así, la riqueza de las colecciones y el conocimiento dejarán de aumentar y ser apreciados. Según Hooper-Greenhill (2000), la definición de «significado» aplicado al museo se construye con relación a las colecciones que posee. Los objetos como colecciones se ensamblan para realizar declaraciones visuales, que se combinan para producir narrativas. De ahí que las ideas que se muestran se construyan con el el objetivo de comunicar los contenidos de la exposición, ofreciendo una interpretación adecuada y diseñada que se ajuste a los distintos soportes de la propia comunicación museológica (técnicas de exposición – museografía).
La exposición es el instrumento de comunicación exclusivo del museo. Necesitamos comprender el gran crecimiento mundial hacia la preservación de nuestro patrimonio natural y cultural, pero desde el uso óptimo y accesible de la museografía. Por lo general, las exposiciones exhiben las colecciones incluyendo imágenes audiovisuales y experiencias interactivas. Obviamente, existe una diferencia importante: el museo no intenta vender al por menor un producto o servicio como se hace en una feria comercial, sino una experiencia que ofrece de manera única. Las exposiciones de nuestros museos también se contemplan principalmente como un método de educación, valor muy útil a considerar en cuanto a criterio importante para determinar su éxito.
A medida que los museos se han ido popularizando, hemos podido comprobar el uso de una gran variedad de soluciones museográficas, como los espectáculos audiovisuales, los programas multimedia, los dioramas, la simulación y otras experiencias, entendiendo las exposiciones como un modo de entretenimiento. Una experiencia activa en un museo puede motivar el interés de los visitantes en su entorno o despertar la conciencia de los factores que afectan a su entusiasmo. En cada caso, estas experiencias transformadoras basadas en la confianza y en la autenticidad de las exposiciones producen un aprendizaje efectivo, pero solo podrá darse si los visitantes del museo realmente se divierten en él.
Lord (2001) explicaba que el propósito de las exposiciones de nuestros museos es transformar algún aspecto de los intereses, actitudes o valores de los visitantes de manera efectiva. Cuando se genera algún nivel de comunicación, donde un descubrimiento es estimulado y sostenido por la confianza del público en la percepción, afirma la autenticidad y el valor de las colecciones.
Dawson (2006) enfatizaba en que una de las grandes tendencias es entender que las exposiciones de los museos son esencialmente un medio de comunicación. Esta idea ha ido creciendo en importancia a la hora de promover la experiencia del visitante, y así, partiendo de una base contemplativa se pasa a la creación de sofisticadas exposiciones interactivas combinadas con otros nuevos medios de comunicación museográfica.
Por otro lado, el hecho de focalizarnos en el propósito de la exposición del museo, tiene como objetivo transformar algún aspecto de los intereses, actitudes o valores de los visitantes de manera efectiva, a partir del descubrimiento del público o de algún nivel de significado en los objetos expuestos. El propósito es lograr una experiencia motivadora, construida a partir de la confianza que se aporta al visitante en la percepción de la autenticidad del objeto. Esto hace que el interés del público hacia las exposiciones se convierta en la razón fundamental para lograr su éxito.
El interés del visitante que observamos, por ejemplo, en los museos de arte, parte de la promesa de vivir una experiencia estética, aunque, por supuesto, también puede aplicarse a un museo de historia o ciencia. Ese interés se estimula mediante la exposición al Arte: imágenes, artefactos o especímenes individuales, destinados a ser apreciados y percibidos individualmente, además de «todo» lo que hay a su alrededor. Tradicionalmente, las cartelas descriptivas de los museos solían proporcionarnos pequeñas dosis informativas, a saber: título, artista, fechas, medio, donante, con el fin de apoyar la contemplación del objeto en sí mismo. Hoy en día, encontramos una información complementaria capaz de estimular la contemplación más reflexiva de las obras de arte. Los recorridos de audio también ayudan a algunos visitantes a percibir diversos aspectos de las obras en exhibición. Actualmente, varias galerías y museos han adoptado este enfoque tecnológico de apoyo. Es probable que el contraste o la comparación de la obra expuesta implique cierta idea de recreación, pero incluso en esos casos se pretende que cada trabajo individual sea apreciado por sí mismo, como base para la comparación. En el modo de contemplación, el visitante permanece relativamente inactivo físicamente, aunque su intelecto y sus emociones puedan estar participando muy activamente. La experiencia transformadora consiste en generar una mayor apreciación del significado, potenciando las cualidades y comprensión de cada contenido individual en sí mismo.
Es más probable que los museos de historia y ciencias naturales presenten elementos contextuales o temáticos en la exposición de objetos, artefactos, especímenes y otros contenidos expuestos, que pudieran no estar destinados a ser estudiados como objetos individuales, pero asociados entre sí. En algún momento es posible que se exhiban en el contexto de un ambiente o de un diorama, o que simplemente se agrupen siguiendo relaciones temáticas o contextuales dentro de una vitrina. La gráfica puede tener varias capas, combinando palabras e imágenes que ayuden a su comprensión. Aunque deban entenderse las propiedades de cada objeto individual, y no del grupo, el objetivo será animar a los visitantes a descubrir sus significados relacionando un objeto con otro, o cada uno con el contexto o tema general. El público puede así participar más activamente en el proceso estableciendo relaciones, estudiando los contenidos, o relacionando y comparando los objetos entre sí. La experiencia transformadora tiene que ver con el descubrimiento del impacto de la calidad del significado de los objetos en su contexto o con relación al tema de la exposición.
Obviamente, los medios estáticos o inmóviles resultan menos estimulantes para la interacción del visitante con la exposición del museo. El público debe tener la oportunidad de explorar la variedad de especímenes o artefactos, apreciando ejemplos individuales o percibiendo las relaciones entre ellos. Tradicionalmente, el modelo pasivo ha sido utilizado en muchos museos de historia natural con colecciones de especímenes sistemáticos, pero son cada vez los museos que están adaptando medios en los que el objeto se clasifica como almacenado pero se contextualiza con la creación de ambientaciones. El descubrimiento del significado de los objetos, artefactos o especímenes puede mejorarse aún más mediante el suministro de información digital.
Para captar el interés del visitante de un modo más «kinestésicamente envolvente» en los centros de ciencia y museos para niños, el personal, los voluntarios, los sistemas de exposición o el uso de copias de una colección educativa práctica logran una respuesta activa del visitante, desencadenando una experiencia transformadora. Los descubrimientos de significados afectan a los valores, actitudes e intereses de la audiencia. Las encuestas muestran que el modelo más poderoso de exposiciones interactivas son aquellas en las que los visitantes responden a una persona que actúa como guía, un intérprete – la respuesta del público es mucho mejor cuando está caracterizado -. Esta interacción de persona a persona puede ser una de las experiencias más efectivas que ofrecen los museos, especialmente cuando el personal o los voluntarios están capacitados para provocar cuestionamientos y conseguir involucrar activamente a los visitantes en sus presentaciones.
Las exposiciones interactivas más convencionales y cada vez más obsoletas (inútiles ahora durante la pandemia) son los dispositivos mecánicos o electrónicos, como levantar la cubierta de un panel para leer y responder preguntas planteadas por gráficos, o presionar un botón para iluminar el modelo o mapa tridimensional. Actualmente, el desarrollo de programas multimedia, fundamentalmente con la aplicación, en las últimas dos décadas, de programas digitales a dispositivos móviles, ha hecho que las exposiciones interactivas resulten mucho más relevantes e imaginativas, especialmente en la presentación de las ciencias naturales y físicas, aunque también en los museos de historia y arte. Desde hace años, las exposiciones interactivas incluyen atracciones, simulaciones y experiencias que utiliza la realidad virtual. También hay una gama ampliada, gracias a la realidad aumentada, que ayuda a los visitantes a visualizar una realidad histórica que originalmente se encontraba en un sitio arqueológico que puede ser invisible a simple vista.
Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, los museos se enfrentan al desafío de introducir los «medios digitales» en la experiencia de la visita y en las intenciones de comportamiento de los visitantes. La comunicación del museo con el uso de «dispositivos móviles» (audioguías, terminales interactivos, teléfonos inteligentes, tabletas con pantalla táctil, realidad aumentada, etc.), permitirá mapear las intenciones de comportamiento del público, incluida su intención de regresar al museo. En este sentido, podremos determinar específicamente los impactos que se reflejan en el resultado del aprendizaje de los visitantes para promover futuras investigaciones. La transformación digital ya está conectada irremediablemente a la evolución positiva de nuestros museos.
Recursos bibliográficos:
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