A medida que los museos comienzan a centrarse en la importancia de los aspectos emocionales en la experiencia de sus visitantes, surge un número creciente de estudios sobre cómo el entorno del museo puede afectar a la felicidad de las personas. Sin embargo, son muy limitadas las investigaciones que se han realizado hasta el momento. Es importante explorar cómo y de qué manera los visitantes experimentan momentos de felicidad, aunque sean momentáneos. Por ello, este tipo de estudios deben estructurarse a partir de la realización de encuestas descriptivas y con el uso de métodos mixtos, a fin de poder comprender lo que significa la felicidad para los visitantes, en qué circunstancias la experimentan momentáneamente y cómo son capaces de expresarla (fugaz o prolongada) en el entorno del museo. En algunos de los pocos análisis realizados sobre este tema tan complejo se encontró que la mayoría de los visitantes experimentaban algún nivel de felicidad momentánea durante su visita al museo. Evidentemente, depende mucho de la capacidad para experimentar la felicidad de cada uno, de la naturaleza del museo, de la exposición o de la actividad específica en la que participen. Lo curioso del caso es que los visitantes que formaron parte de estos estudios mostraban, frecuentemente, un mayor estado de felicidad momentánea a partir de la interacción física o verbal con su entorno. Queda demostrada, con cierta evidencia, la existencia de la felicidad momentánea en los museos, lo que puede ayudar a diseñar sus futuros programas, con contenidos que mejoren la felicidad de nuestros visitantes e implementen diferentes facetas de su satisfacción.
Los estudios también nos muestran que los niveles de referencia de los visitantes como rasgo de felicidad, determinados mediante la Escala de Felicidad Subjetiva (Lyubomirsky, 2008), están relacionados con los diversos perfiles de población. Los visitantes encuestados generalmente describen la felicidad como una expresión de afecto positivo, experimentada a través de manifestaciones físicas y referida directamente a experiencias sociales. Por esta razón, se presume que cuando un grupo visita el museo, experimenta con mayor facilidad una felicidad momentánea en grupo. La mayoría de los visitantes de las encuestas también manifiestan que los museos, en general, son lugares donde resulta más fácil ser feliz, ya que brindan oportunidades para aprender, generan un afecto positivo y son de naturaleza reflexiva y conectiva. Estos hallazgos amplían el marco de vivencias satisfactorias (Pekarik et al., 1999) al demostrar que muchas de las experiencias museísticas previamente identificadas como satisfactorias explican y confirman por qué los museos son lugares donde sentirnos más felices ( aunque se trate de una felicidad momentánea).
Los visitantes encuestados manifestaron haber experimentado algún nivel de felicidad momentánea durante su visita al museo, y poco más de la mitad lo hicieron en 90 o más de 100. Estos resultados se relacionan con investigaciones previamente conocidas sobre el potencial de las actividades culturales para inspirar felicidad momentánea en los visitantes (Ateca-Amestoy et al., 2016; Fujiwara, 2013). Comprender cómo los visitantes se conectan con los museos e identifican la felicidad en general, es fundamental para establecer si una felicidad momentánea experimentada durante la visita se debe a la propia visita o una disposición y estado personal de felicidad. En base a estos hallazgos, podemos suponer que la muestra de visitantes es representativa de los niveles de felicidad de la población, y comprobar que los museos son finalmente lugares felices en los que la mayoría del público experimenta una felicidad momentánea.
Las puntuaciones de PANAS de los visitantes (Watson, Clark y Tellegen, 1988; Seligman, 2002) recogen que la circunstancia general de la visita al museo supone una experiencia positiva para la mayoría. Los resultados se relacionan con la definición de felicidad momentánea («es la que vivimos en el momento preciso en que disfrutamos de algo»), y muestran que los visitantes experimentan muchas más emociones positivas que negativas. Las circunstancias en las que identificaron experimentar emociones felices, o estar disfrutando participando en su actividad favorita, se produjeron durante toda la duración de la misma, y tenía que ver con una mayor conexión personal y especial con los contenidos. Otros también reconocieron haber vivido experiencias frustrantes que incluían aspectos generales sobre su comodidad, y que venía provocada por la pérdida de oportunidades en la comprensión de los contenidos, por la forma en que se presentaba la información (fatiga intelectual) y por el excesivo número de personas en el sitio. Toda esta información proporciona nuevos datos sobre las experiencias en las que los visitantes identifican su sentimiento de felicidad momentánea durante la visita, y pueden compararse con las que previamente se han identificado como satisfactorias (Pekarik et al., 1999). Si bien se utiliza una metodología diferente en Pekarik et al., es interesante remarcar que en el momento de la visita es más probable que los visitantes hablen sobre sus experiencias en general o se refieran a una exposición, actividad o a un momento específico. Esto contrasta con los momentos en los que reflexionan sobre los museos como lugares felices, y ofrece respuestas que se alinean más estrechamente con el marco de las experiencias satisfactorias.
El público del museo expresa con mayor frecuencia (siempre en el contexto de una encuesta) sus comportamientos de participación, seguido de comportamientos verbales. Se sabe que estos comportamientos son manifestaciones de felicidad (Brown y Ryan, 2003; Chatterjee y Noble, 2013; Fredrickson, 2001; Kim-Prieto et al., 2005; Seligman, 2002), lo que sugiere que manifiestan felicidad momentánea a través de medios físicos y del compromiso verbal con su entorno. También sabemos que el contacto físico de los visitantes con el entorno, incluido su compromiso con las exposiciones y las actividades interactivas, está relacionado con su satisfacción y experiencias positivas (Afonso y Gilbert, 2007; Asquith, 2012; Fredrickson, 2001). El contacto verbal implica interacciones sociales con otros, lo que afecta positivamente a la experiencia del visitante (Chatterjee y Camic, 2015; Chatterjee y Noble, 2013; Fenton, 2013). Los hallazgos de estos estudios también se basan en los conocimientos previos de cada persona, y demuestran que los visitantes que visitan los museos con mayor frecuencia expresan emociones de felicidad momentánea física y verbalmente. Además, la utilización de observaciones para determinar comportamientos asociados con la felicidad momentánea proporciona un mecanismo útil para medir las emociones positivas sin introducir el sesgo del investigador (Diener, 2000).
A partir de estos estudios, se puede observar que los museos atraen a una gran variedad de visitantes que presentan diferentes niveles de felicidad sobre rasgos básicos, y que todos experimentan algún nivel de felicidad momentánea durante su visita al museo. La circunstancia general de la visita es una experiencia positiva para el público, quien declara, en la mayoría de los casos, haber experimentado emociones felices durante la misma. En resumen, aunque la felicidad momentánea se experimenta durante toda la visita al museo, algunos visitantes la experimentan en mayor grado debido a su reacción sobre una exposición o actividad específicas. Por otro lado, menos de la mitad de los visitantes identifican haber vivido una experiencia frustrante y expresan frecuentemente emociones asociadas con la felicidad momentánea a través del contacto físico y verbal y con el entorno. Así pues, los visitantes experimentan una felicidad momentánea durante su visita al museo, de diferentes formas, dependiendo de la naturaleza del museo y de las circunstancias personales de cada uno.
Recurso bibliográfico:
Nicole Christine LaRue Reed (2018): Understanding visitor happiness in museums. Dosier. Universidad del Estado de Washington.
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