Tecnologías Interactivas en las Webs de los Museos de Arte

Tecnologías Interactivas en las Webs de los Museos de Arte

 

La adopción de las tecnologías relacionadas con Internet ha hecho que aumente la importancia que otorgamos a la creación de sentido y a la comunicación. Algunos museos está intentando integrar más al público y mejorar su participación en la construcción conjunta de significados sobre el arte (El Museo inclusivo, Bautista, 2009; Chandler, 2010). En ciertos aspectos, este intento de inclusión cede el control sobre la elaboración de significado a los visitantes, y abre múltiples canales de comunicación. Sin embargo, el cambio que se produce -al pasar de la atención al objeto, a la experiencia-, conduce a la descentralización de la autoridad del museo (Hein, 2000; Weil, 2002). El peligro de estas nuevas corrientes es que, al adoptar procedimientos que crean espacios para interpretaciones alternativas, se puede eliminar dicha potestad sobre los significados establecidos de sus colecciones (Hein; Liu, 2009). Entre esas prácticas se encuentra el uso de nuevos medios de conexión con los visitantes -especialmente en forma de tecnologías interactivas-, que les brinda un mayor control sobre su propia experiencia (Marty, 2011). Como resultado de todo este proceso, los museos se plantean si la adopción de nuevas tecnologías interactivas puede llegar a aumentar la inclusión de los visitantes a costa de erosionar su autoridad.

Debemos pensar que el uso de esas tecnologías genera entornos en línea que ofrecen una nueva forma de experimentar los museos y sus colecciones. La decisión de adoptarlas, o no, apunta a la búsqueda del equilibrio entre el deseo de mantener el significado tradicional de la autoridad sobre la experiencia artística de los visitantes y el de ser más inclusivos. Esta tensión se debe, en parte, al grado en que los museos facilitan la interacción entre usuarios y colecciones, y entre los usuarios y las funciones profesionales de los museos de arte.

Para comenzar, intentaremos llegar a alguna conclusión útil estudiando la manera en que los museos de arte utilizan actualmente las tecnologías interactivas en sus sitios web. Observamos y  comprobamos que rediseñan constantemente esos sitios web, intentando incorporar nuevas tecnologías interactivas que ayuden a atraer más visitantes, y que permita que éstos participen en una mayor exploración de sus recursos, mediante una comunicación activa -no siempre- que no impida mantener su status quo como institución.

Si seguimos con nuestro análisis, detectamos que prevalece la interactividad «de persona a ordenador» frente a la  «de persona a persona» o «de persona a contenido». Los museos de arte siguen tendencias de diseño web comunes y establecidas en su creación de espacios en línea. Pero al adoptar modelos creados para sitios web corporativos, pueden fomentar esa misma actitud de comunicación comercial hacia su audiencia, considerando a los visitantes en línea simples consumidores, en lugar de co-creadores. En cuanto a las funciones tradicionales de los museos como centros culturales, educativos y sociales – así como en los foros sociales contemporáneos-, existe una desconexión clara entre los objetivos de los museos de arte y la representación de éstos en línea. Por un lado, los museos persiguen una experiencia única para los visitantes, que esperan participar en ellos, y los involucran activamente en la interpretación del arte; pero por otro, los consideran consumidores relativamente pasivos de sus recursos.

El uso de varios tipos de ejercicios interactivos evidencia cómo los museos realizan sus funciones en línea. Hasta cierto punto, los sitios web de los museos de arte reflejan la visita al museo físico y en el lugar. Los museos utilizan estos «sitios» para explorar los diferentes recorridos. Los resultados demuestran que la home (landing page) funciona como una entrada cuya tarea principal es la de dirigir al usuario. Pero puede existir otro tipo de soluciones donde dicho usuario tenga un poco más de control sobre su experiencia. La abundancia de funciones de navegación permite navegar por el contenido del sitio web y buscar información diversa, o una base de datos de recopilación digital, similar a la forma en la que los visitantes del sitio exploran las exposiciones de los museos. Las exposiciones en línea y los recorridos en 3D aumentan el sentido de presencia de los visitantes (Sundar et. al., 2012). Las posibilidades para descargar un archivo, enviar un correo electrónico o una tarjeta postal, y comprar productos de la tienda, tienen como objetivo brindar a los usuarios acceso a recursos útiles que posee el museo.

Los museos deben proporcionar a sus visitantes un cierto grado de control sobre la experiencia de su sitio web, y esto se consigue mediante la utilización de la interacción personalizada de persona a ordenador y las funciones interactivas de persona a contenido. Las opciones de personalización y la capacidad de añadir contenido al sitio web dan un cierto control al usuario (McMillan et al., 2008). No obstante, las herramientas interactivas entre humanos y contenido son extremadamente escasas en los sitios web de los museos, en comparación con las características estándar, lo que hace que la experiencia sea todavía muy limitada y restringida. Todo esto implica que, aunque existe un cambio en la práctica de los museos hacia la inclusión de un público general (frente a grupos privilegiados de conocedores), sus sitios web reflejan la imagen de una institución autoritaria que posee el control principal sobre la exploración de las artes visuales. Las páginas web muestran una mayor interactividad entre los ordenadores, el contenido, la organización y los usuarios. La capacidad de éstos para interactuar con el contenido puede considerarse uno de los medios principales para explorar el potencial de un nuevo medio de comunicación. La falta de funciones interactivas de contenido humano en los sitios web de los museos de arte evidencia que éstos están aún en proceso de aprender y adaptarse a la nueva tecnología y que son reacios a ceder el control sobre su papel como creadores de significado (Bautista, 2013; Kidd, 2011; Parry, 2007; Sundar et al., 2012)

Los museos de toda la vida estructuran la experiencia de los visitantes y establecen estándares estéticos (Duncan, 1995). Tradicionalmente, es el museo, y no el visitante, quien posee la experiencia necesaria para interpretar y otorgar un significado adjunto a las obras de arte. La exposición funciona como una herramienta que moldea las percepciones y creencias del público sobre el arte y la historia. De manera similar, los sitios web de los museos de arte deben estructurar las experiencias de los usuarios en línea, venciendo de una vez por todas esa resistencia a otorgarles el control.

Casi todas las funciones interactivas en los sitios web exponen a los usuarios a la comunicación tradicional de una vía, donde el rol de los museos es aportar conocimiento a sus audiencias. Los niveles más altos de interactividad han de ofrecer, además, herramientas que promuevan la comunicación mutua entre usuarios (Chung, 2008). Sin su existencia en el sitio web del museo de arte, es complicada una  intercomunicación con su público, considerando a los visitantes meros receptores pasivos de los mensajes de arte que traten de difundir.

Parece que los museos prefieren mantener sus sitios web como estructuras autorizadas más representativas mientras dan control a los visitantes a través de redes sociales externas pero conectadas. En los sitios web, los iconos de los medios sociales y los botones de compartir son elementos interactivos esenciales, pero muy primarios. La obviedad en la presencia de este tipo de conexiones primarias se alinea con la observación de Marty (2011) de que los museos deben utilizar plataformas de redes sociales en lugar de desarrollar algunas de las funciones interactivas en sus propios sitios web. Las dificultades a las que se enfrentan los museos a la hora de desarrollar sus propias herramientas pudiera ser una de las principales razones de esta tendencia (Marty, 2011). Las cargas económicas de diseñar y rediseñar los sitios web, así como la baja participación de los visitantes en la exploración de opciones avanzadas que los museos pueden ofrecer, reduce la tensión de la innovación. En estas circunstancias, la utilización de las redes sociales existentes parece más fácil y, a veces, más efectiva.

El hecho de que los museos deriven, por lo general, a los visitantes en línea a las redes sociales- por aquello de intercambiar opiniones con otros visitantes y comentar sobre diferentes obras de arte- es digno de ser mencionado. El sitio web en sí, sin conexión con plataformas externas, brinda a los usuarios opciones que promueven la interacción entre la organización y el individuo. Un visitante en línea es capaz de conseguir una gran cantidad de información directamente de los sitios web, lo que le permite involucrarse en el proceso de información sobre el museo y sus colecciones. Pueden, además, enviar preguntas, comentarios o comentarios a los profesionales de los museos. Pero la mayoría de las veces, las reacciones e impresiones de los artistas no se recogen en los sitios web oficiales. Esta desconexión aumenta la brecha entre los museos -como instituciones que establecen altos estándares estéticos- y sus visitantes, manteniendo las distancias entre un grupo cercano de expertos y el público en general.

Simultáneamente, las funciones interactivas promueven un intercambio entre el visitante y el museo, cumpliendo así la función social de éste, aunque solo sea on line. El hecho de que los sitios web de los museos no ofrezcan básicamente herramientas que faciliten la comunicación en tiempo real muestra la limitación que los usuarios experimentan en línea, en comparación con las visitas in situ -a menudo relacionadas con la socialización entre amigos (Falk, 2009)-. Las visitas en línea, tienen restringida esa capacidad, y lo mismo ocurre en la comunicación directa con los curadores y profesionales del museo.

Aunque la falta de herramientas para la comunicación sincrónica es preocupante, no resulta sorprendente. En primer lugar, existen dificultades tecnológicas relacionadas con el desarrollo y diseño de dichas herramientas. Una de las preguntas que surgen sobre la interactividad del sitio web tiene que ver con el nivel -¿suficientemente alto?- que se requiere para que sea interactivo. Si bien lo razonable es suponer que una mayor interactividad mejora el objetivo de los museos de atraer e involucrar al público, a veces genera problemas, como abrumar a los visitantes del sitio web (Bautista, 2009; Sundar et al., 2012). Así, por ejemplo, la combinación de recorridos en 3D y chat en vivo puede llegar a provocar un conflicto entre las herramientas de navegabilidad e interactividad en aspectos específicos de la experiencia del usuario. Mientras que los recorridos en 3D ofrecen al visitante la oportunidad de satisfacer el deseo de la proximidad física, el chat en vivo puede distraerle de la interacción continua con el entorno (Sundar et. Al., 2012). Por otro lado, las conexiones a Internet no son tan potentes en todas partes, ni tienen un coste asumible para todos.

Algunos museos ofrecen sus sitios web como complemento a la visita in situ. Los de arte, como muchas otras organizaciones sin ánimo de lucro, se enfrentan al desafío económico de tener que mantenerse a sí mismos. Para ello, organizan departamentos de marketing que les ayudan a conseguir audiencias más grandes. Puede ser un proceso natural que el museo, en su lugar, ofrezca al visitante diversas experiencias significativamente mayores en lo analógico que en su representación en línea. A pesar de las posibilidades que otorga el nuevo medio de comunicación, los sitios web se utilizan como una herramienta de marketing, más que como un medio, para involucrar al visitante en el proceso activo de co-creación de significado sobre el arte.

La tendencia hacia un museo de arte inclusivo se puede lograr a través de la interactividad de persona a contenido. Como mencionamos anteriormente, las opciones de personalización y la capacidad de contribuir al contenido del sitio web le conceden un carácter de agencia y empoderamiento. Los museos pueden incorporar más funciones que ayuden a atraer a aquellos visitantes interesados ​​en la auto-expresión -como la representación de una línea de tiempo de Twitter en sus páginas web, por ejemplo-, o generar oportunidades para comentar opiniones en publicaciones de blogs. La presencia de una herramienta interactiva de contenido humano en el sitio web del museo de arte puede, por sí misma, ayudar a reducir la brecha entre éste y su audiencia, además de transmitir una imagen de museos abiertos al público y dispuestos a dialogar.

Sundar et al. (2012) explican que los diseñadores de sitios web tienen que ser cuidadosos al incorporar características interactivas. El diseño del sitio web ha de estar orientado a objetivos, y las herramientas interactivas deben usarse de acuerdo con los propósitos que se les adjuntan, vigilando la combinación de todas sus características. La interactividad general del sitio web podría beneficiarse equilibrando las diferentes tecnologías interactivas con las funciones de los sitios web de los museos. Marty (2008) sugiere que los visitantes del sitio web son, en su mayoría, los mismos que los de los museos; sin embargo esos «sitios» ofrecen una oportunidad única para llegar a audiencias que no poseen la capacidad física para visitar el museo e involucrarlos en la exploración del arte. Si los museos reconocen y aceptan su papel en la «comunidad global», podrán contribuir a la creación de una «comunidad de visitantes comprometidos», que serán, en definitiva, los que sostengan los museos en el futuro.

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