La definición que propone ICOFOM en «Key Concepts of Museology«, nos sugiere que la museología hace referencia a un campo abierto que integra todos los conceptos y teorías críticas relacionadas con el campo museal. Esta definición no busca enunciar una guía para la investigación, como uno podría percibir en los escritos de Stránský o en la tesis doctoral de van Mensch (la mejor síntesis desarrollada a partir de las ideas de la museología oriental), sino servir como base para ampliar el debate sobre el campo de los museos, o para analizar su estructura, algo que la serie de estudios ICOFOM ha intentado promover durante estos últimos treinta años.
La definición clásica de museología propuesta por Rivière – y aún hoy ampliamente citada en muchos libros de texto – , es la más específica, y está basada en el rol social de los museos, además de relacionarse con aspectos de gestión como la economía. A partir de aquí, nos parece que hay poco espacio para un enfoque práctico de la museología, como el que se deriva del «estudio de una relación específica entre el hombre y la realidad», entre otros. ¿Está, pues, el futuro de la museología restringido al exclusivo desarrollo teórico de difusión general? ¿Se hablará de otras fórmulas de expansión de los museos, o será un espacio que abarcará otras disciplinas, como la economía o el urbanismo? El trabajo del sociólogo Bruno Latour, que se centra en el análisis del desarrollo de los campos científicos, puede ser de gran ayuda para recolocar el espacio de la museología en el sistema del conocimiento moderno de lo que nos rodea.
Cité de l’architecture et du patrimoine
La visión tradicional deRivière – seguida por Stránský – considera la formación de la ciencia museológica desde su estructura interna (un objeto de conocimiento distinto, un vocabulario concreto, algunas formas específicas de investigación, etcétera). Según este enfoque, en todo el trabajo que se ha llevado a cabo durante los últimos cincuenta años, se debería permitir a la museología emerger progresivamente como una disciplina real y distinta, capaz de guiar y redefinir el trabajo de los museos. Sabemos, sin embargo, que este concepto resulta demasiado simple. Para Latour (que nunca escribió sobre museología), se trata de intentos que solo ofrecen un posible «archivo» vinculado a cuestiones más importantes y que requieren ciertos apoyos adicionales. El primero, aquel que Latour denomina «movilización del mundo», abarcaría todos los instrumentos, ensayos, estudios, investigaciones o encuestas que se han hecho para acumular algún conocimiento sobre museología. Si pensamos desde una perspectiva estrictamente museológica (y no desde el punto de vista de las colecciones de los museos que atraen el interés de otras disciplinas), el resultado es de alguna manera decepcionante: no hay tantas bibliotecas, ni laboratorios museológicos (aproximadamente menos de una docena en todo el mundo, comparando, por ejemplo, con los cientos de instituciones especializadas en sociología o el propio cine, entre otras artes), o bases de datos importantes, ni «museos de museos», etcétera. Latour nos habla sobre el «empoderamiento de la investigación», una combinación de profesionalización del sector con organizaciones internacionales de congresos y similares; un sector que necesita reunir suficientes colegas para formar una verdadera asamblea en la que puedan trabajar juntos (en redes), leer artículos y criticarlos (y ejecutar la innovación). Incluso en el ICOM, grupos internacionales específicos como el ICOFOM o el ICTOP no forman parte de una plataforma real sobre la cual entablar un intercambio amplio y crítico de puntos de vista.
Por otro lado, podemos tener acceso a publicaciones periódicas «científicas» reales sobre museología, pero se pueden contar con los dedos de una mano. Una disciplina no puede desarrollarse por sí sola, necesita aliados. Latour subraya el principal papel de las industrias, los políticos (?)…. Este punto de vista puede recordarnos que algunos de los «amigos» de los museos, que tanto han hecho en los últimos años por el desarrollo de estas instituciones, tienen vínculos más estrechos con los actores de la escena política que con los curadores o los museólogos: gerentes, urbanistas o políticos contienen en sus agendas otros temas, y no tanto el de los museos que «adquirieron» o ayudaron a desarrollar, mostrándose alejados de aquellos que se preocupan de las colecciones como portadores de conocimiento. Finalmente, Latour valora las relaciones públicas y el «showmanship», un recurso valioso para esta disciplina que parece ser aceptado (y finalmente pagado) por el público (con impuestos o donaciones); no deja de ser una opinión. De alguna manera, este último contexto no resulta del todo negativo para los museólogos, ya que algunos museos dan la impresión de haberse vuelto cada vez mas accesibles, si bien esta cercanía no es suficiente para fomentar el desarrollo de la museología.
Museo Alberto & Victoria – Childhood Museum
El enfoque de Latour puede parecer un tanto cínico, pero da una visión general del esfuerzo que se requiere para que la museología se convierta en una disciplina reconocida internacionalmente. ¿Pero a quién le interesa en realidad? ¿Es verdaderamente relevante que la museología sea reconocida como una disciplina independiente? Bueno, para aquellos que pudieran participar en la capacitación y en la lluvia de ideas sobre los que están a cargo de los museos, podría ser importante. Sigue siendo un hecho que la escuela anglosajona de estudios de museos, aunque no se basa en una metodología específica, resulta mucho más difusa y es manejada pragmáticamente (nada que ver con la «manera latina»), gozando de una gran audiencia dentro del mundo de los museos, más que cualquier otra escuela de pensamiento creada para concebirlos. Debido a su origen británico, y aunque no sea «museológico», el campo de estudios museísticos parece estar mucho más conectado al mundo académico que la museología.
Sin embargo, como Stránský lo entendía implícitamente, si los estudios de museología-museo solo se vincularan al fenómeno del museo, podrían no desarrollarse igual que si estuvieran basados en un tema más amplio (la relación específica del hombre con la realidad). Se trata de una idea valiosa, pero tan desconectada del mundo «real» que no ha conseguido inspirar ni a aquellos que trabajan en los museos, ni a muchos especialistas. Dicho de otra manera, Stránský insistió en el museo como institución de investigación (y no fue el único), tal como lo había sido, en parte, durante la década de 1970, algo que ya no ocurre en la mayoría de los museos (con algunas excepciones notables).
Nos gustaría sugerir aquí otra dirección posible para la investigación museológica, muy en línea con las ideas de Stránský, aunque tal vez un poco más vinculada al trabajo práctico del museo y especialmente a sus otras dos funciones: la preservación y la difusión.
Museum of Architecture and Art Print Advert
Bernard Deloche describe la especificidad del campo del museo basándose en dos características fundamentales: la pantalla sensorial (que distingue a los museos del mero texto) y la marginalización de la realidad. La primera está directamente relacionada con la función expositiva de la institución, es decir, la exhibición de objetos en el espacio para poder revelar su contenido o forma particular (conocimiento o estética). La segunda tiene que ver con la acción de la musealización, enfatizando el principio intemporal del museo: cuando se musealiza, un objeto se elimina de su contexto primario (y de una realidad espacio-temporal bien definida) para colocarse en otro (el museo, diferente de otros espacios profanos) simbólicamente reconocido por la sociología como atemporal. La distancia «figurada» del objeto que el museo ofrece al separarlo de la realidad (el contexto primario), nos permite clasificarlo, analizarlo e imaginarlo de otra manera.
La experiencia del público en el museo parece estar directamente relacionada con esta doble característica. Los visitantes aprenden, espacialmente, una cierta realidad que se les presenta fuera del tiempo y del espacio «profano»: varios objetos de miles de años de antigüedad están a la vista tanto como los más contemporáneos. Cabe señalar que esta suspensión de tiempo sigue siendo un señuelo: museos y objetos movibles continúan deteriorándose a pesar de las sofisticadas políticas de conservación. Algunos de ellos fueron preservados hace un siglo pero ya ni se muestran ni están disponibles. La estructura de visualización espacial del museo, en este sentido, es la más utilizada para comunicarse con los visitantes y, en general, para categorizar la realidad. La organización temporal del museo se suele basar en las políticas de mantenimiento del mismo: lo que el establecimiento decide adquirir y conservar, o lo que alguna vez tuvo y ya no posee. La característica específica de los museos radica en su forma de presentar la realidad siguiendo este modelo espacio-temporal particular, así como en el modo de organizar el conocimiento a partir de esta lógica espacial (comunicación) y temporal (transmisión). Si definimos la museología como el estudio de la organización espacio-temporal del conocimiento (o el soporte del conocimiento), estaremos refiriéndonos a ella no solo desde el punto de vista de la organización del museo (con sus funciones tradicionales: preservación, investigación, comunicación), sino también desde otras nuevas perspectivas referidas a la estructura del conocimiento.
Este principio reconduce hoy en día al museo hacia otros campos de estudio particularmente desafiantes, como los de exposición, la expología o los estudios de visualización que crecen ampliamente en la historia del arte. Como hemos mencionado anteriormente, parece ser que la evolución de los museos, tal como se refleja en muchos libros, tiende a estar menos orientada hacia la recolección y más hacia las instituciones públicas: ¿qué ocurre con la organización espacio-temporal de los museos si ya no albergan colecciones permanentes? Bien, la relación entre el público, los objetos y el museo permanece y continúa para constituir el corazón de los museos del mañana. La organización espacial seguirá siendo la clave de su éxito o fracaso. Cabe señalar, además, que si la investigación tiene como objetivo comprender mejor el fenómeno del museo, sus aplicaciones prácticas son igualmente importantes, ya que permiten una mejor retroalimentación sobre la visualización práctica y las medidas de conservación actuales.
Museo del Holocausto de Buenos Aires
Por otro lado, el estudio del espacio-tiempo, en su organización de encuentros basados en el conocimiento, es una preocupación ampliamente compartida por otros organismos relacionados con el patrimonio y el saber, según lo propuesto en términos de heritología (Tomislav Šola). Unos enlaces cada vez más fuertes podrían conectar estas instituciones, como señalan Peter y Leontine van Mensch. El principio de la organización del conocimiento tiene que ver con las denominadas ciencias de la información y la comunicación, que generalmente incluyen archivos, la biblioteconomía y la museología (además de ciencias de la comunicación y de la información en general). Si bien la dimensión espacial se considera ampliamente en muchos de estos enfoques (clasificación de bibliotecas o archivos, informes. etcétera), el binomio espacio-tiempo, que combina la comunicación y la preservación- algo, por otro lado, propio del museo- parece mucho menos tenido en cuenta.
Para finalizar, el futuro de la museología podría apoyarse en otros campos, como el de Internet, dando lugar a los llamados cibermuseos o museos virtuales. De manera más general, los miles de millones de sitios web y blogs en Internet, como el nuestro, constituyen un mundo de creciente importancia, si bien su exploración resulta más compleja. Al igual que los museos de hoy se presentan como modelos de una realidad que nos rodea, los del mañana podrían ser necesarios para procesar y presentar lo que ahora se conoce como «big data», miles de millones de datos sobre nuestra realidad que conforman lo que se puede encontrar en las webs.
Fotografía principal: Museo Cocteau / Cité de l’architecture el di patrimoine
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