La práctica curatorial participativa en línea se puede utilizar como herramienta para comprender e investigar las prácticas artísticas contemporáneas. Actualmente, con el crecimiento de grupos en redes sociales, el medio digital se hace cada vez más relevante en las vidas de los estudiantes y artistas. Ahora tenemos la posibilidad de generar conexiones con el arte utilizando la tecnología en línea. Cualquier usuario de las redes puede asumir un rol activo en la generación de conocimiento, con lo cual el proceso se convierte en una colaboración entre todos los involucrados, y no únicamente a partir de la visión del curador, en el caso de discusiones sobre arte. Esta forma accesible de ver y exhibir las obras ayuda a yuxtaponer una amplia gama de prácticas artísticas diferentes, promoviendo nuevas formas de entender el arte. «The Pillow Exchange: un experimento en arte y sueño«, co-curado por Jasia Stuart y Stacey Cann es un ejemplo de acción curatorial participativa en línea, así como «The Fountain Project: Duchamp como Musa«, comisariada por Stacey Cann.
Tanto en el museo como en la actividad en línea, el papel del curador no está muy claramente definido, y esta indefinición dificulta el establecimiento de criterios para una buena práctica curatorial, obstaculizando el poder determinar con rigor quién es curador y quién no (Charlesworth, 2006, O ‘Neill, 2005). Este cambio en los roles del curador ha permitido que se lleven a cabo prácticas divergentes. Las prácticas curatoriales contemporáneas, incluidas las prácticas en línea, han cambiado radicalmente las formas de exhibir el arte. Christophe Kilm (2010) sugiere en «Que font les commissaries?», que el puesto de curador no puede existir sin estar adscrito a una institución, manteniendo su jerarquía entre los administradores, comisarios y artistas. Sin embargo, el aumento de curadores independientes, aquellos que trabajan en espacios comunitarios y los que lo hacen en línea, está desafiando la jerarquía del museo eludiendo su autoridad.
Por otra parte, y siguiendo con el concepto «en línea», los artistas aprenden unos de otros, tanto en entornos formales como informales. Reunir artistas para crear trabajos que aborden temas diversos no solo expone al público a sus pensamientos sobre las materias, sino que también consigue que los artistas conozcan cómo sus colegas valoran estos temas. Tener la obra artística accesible en línea les permite debatir y considerar el modo en que los demás ven su trabajo, además de evaluar el de los otros. Contar con una «exposición abierta» donde poder mostrar todo el arte es una estrategia pedagógica para los espectadores.
La función del espectador es importante cuando se consideran también las prácticas en línea. ¿Cómo funciona la relación entre el «conocimiento del curador y el del espectador» (Rogoff, 2010, p.38)? El curador en línea «abarca» más que en el espacio físico de una galería; se trata, en cierto modo, de alguien que «busca convocar público a través de la exposición» (Sheikh, 2010, p.70), en lugar de brindar proyectos curatoriales a un público ya existente. El curador on line pretende crear una comunidad basada en intereses compartidos más que en la proximidad física (grupos de interés en redes sociales). El foro en línea permite a los usuarios provenientes de diferentes ubicaciones, físicas y sociales, ver el mismo trabajo artístico, recibiendo comprensión y conocimiento, algo que va más allá de la información convencional. La cuestión es determinar si la falta de un espacio físico logra generar una interacción entre los espectadores y la obra, creando un diálogo similar al que tiene lugar físicamente en una galería de arte.
El arte en red y por correo electrónico (Kusina, 2005), ha jugado un papel importante en la transformación de la práctica curatorial. Y no son cambios generados por la ausencia de materialidad, forma o, incluso, método de intercambio, sino porque fomenta la comunicación sobre las preocupaciones estéticas entre muchas personas (Kusina, 2005). Es accesible para casi todos, ya que se crea una correspondencia entre el creador y el espectador y viceversa, y ése es un intercambio legítimo que puede beneficiar, y mucho, al trabajo curatorial. La comunicación abierta sobre la estética abre nuevas posibilidades para pensar acerca de la educación en las artes. Permite un aprendizaje que va más allá de los elementos formales del estudio de una imagen y que se basa en el modo de comunicarse con el espectador.
A pesar de que los proyectos curatoriales en línea rechazan, de alguna manera, la noción del museo, la investigación curatorial, por lo general, se basa en gran medida en el trabajo dentro de la práctica y educación museística, particularmente la que ha tenido lugar durante la era posmoderna. La posmodernidad también ha desafiado el papel del visitante del museo con relación a las nociones de interpretación e interactividad (Mayer, 2005), entendiendo ésta como el hecho de que el visitante pueda manipular la colección a partir del uso de la tecnología. Sin embargo, la interactividad en sí misma no promueve el diálogo, es un acto en solitario.
Las actitudes de los educadores de museos han cambiado durante el período posmoderno, lo que nos puede proporcionar una idea de por qué los curadores son capaces de desenvolverse en un espacio de exposición en línea. En la era posmoderna, el papel de la interpretación de las obras de arte se transformó, desde los significados del trabajo del autor explicados por el curador, hasta la búsqueda de significados con relación a cómo el espectador comprende la realidad (Mayer, 2005). Esto produjo un cambio importante en cuanto a la forma en que el aprendizaje tenía lugar en la galería, convirtiéndose en un método transformador de pedagogía sobre el arte. La participación de los visitantes se convirtió en un componente clave de este modelo pedagógico y se creó un «intercambio activo» (Mayer, 2005, p.358) entre la obra de arte y el espectador. Cómo consecuencia, los curadores ya no controlen el entorno en el que se presenta el arte. Muchos de ellos usan hoy este tipo de modelo pedagógico, el del intercambio, frente a la adquisición pasiva de conocimiento – en particular aquellos que curan obras que se ocupan de la estética relacional -. A medida que los teóricos posmodernos comenzaron a cuestionar la idea de una visión positivista del conocimiento, se volvieron más aperturistas, permitiendo un mayor espacio capaz de inducir experiencias de los espectadores en la interpretación de obras de arte (Mayer, 2005).
Las prácticas curatoriales en línea cuestionan el papel del museo presentando el arte de una manera más sencilla. El espectador puede acceder a la obra artística en el momento que desee y dentro de cualquier ubicación física; solo se requiere acceso a internet. Es posible hacer comentarios de forma anónima y directa en el sitio, donde otros espectadores, los artistas y curadores pueden leer dichos comentarios. En el pasado, el marco conceptual y la investigación académica del curador han sido privilegiados; se han diseñado exposiciones en torno a sus deseos. Eran tiempos en los que el público resultaba ignorado, en gran parte, por el departamento curatorial de los museos (McLean, 1999). Dado que la audiencia en línea demanda información y no existe en un lugar físico, no es posible obviar a los usuarios fácilmente. La audiencia puede llegar a crear significado planteando preguntas abiertas y permitiéndole controlar en gran medida la forma en que ve el trabajo artístico.
En el museo tradicional, las exposiciones educativas resultan poco interesantees para una gran parte del público; y ésto sucede, en gran medida, porque se trata de exhibiciones percibidas como aburridos lugares de aprendizaje donde se utilizan unos métodos didácticos demasiado tradicionales, inapropiados para audiencias cambiantes con diversos antecedentes culturales y características sociales (Hooper-Greenhill, 2000), algo especialmente cierto en la práctica curatorial en línea, ya que se puede acceder desde una enorme variedad de ubicaciones geográficas. Debemos recordar que la esencia de una exposición estriba en que el espectador genera significado en ella, principalmente a partir de los objetos expuestos y la narrativa formada por la yuxtaposición de los mismod dentro del espacio expositivo real (Hooper-Greenhill, 2000). «Los objetos están sujetos a múltiples interpretaciones, algunas de las cuales pueden ser contradictorias» (Hooper-Greenhill, 2000, p.3). Cuando el trabajo se presenta sin una interpretación correcta, se consigue que el espectador genere las suyas propias y establezca una conexión más fuerte con la obra de arte. Esto sucede constantemente en las exposiciones virtuales. Por ello, el trabajo curatorial en línea resulta cada vez más importante y necesario.
Por otra parte, los proyectos curatoriales en línea permiten la expansión de trabajos participativos. El conservador puede reunir fácilmente a artistas y audiencias de diferentes ámbitos geográficos y sociales. Esto hace que el comisario consiga crear comunidades o grupos basados en intereses compartidos sin gastos de envío ni viajes. También permite a los espectadores comunicarse con los curadores, artistas y otros miembros de la audiencia, pudiendo así compartir conexiones personales con el trabajo artístico. La implicación que tenga el curador con dicha audiencia será determinante para establecer una adecuada comprensión del arte contemporáneo, entre otras cosas.
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Recurso:
Cann, Stacey (2012): Participatory Curatorial Practices: An Online Approach. International Journal of Humanities and Social Science, Vol. 2, Nº.14 [Edición especial – Julio 2012].
Fotografía principal: I-Pinimg