Como ya hemos mencionado aquí en otras ocasiones, la misión principal de los museos de arte – en realidad de todos los museos – es recolectar, preservar, estudiar, interpretar y exhibir obras de arte en beneficio del público. Como profesionales dedicados y formados en la Historia del Arte, los curadores tienen la responsabilidad primordial de llevar a cabo esta misión, en estrecha colaboración con el director del museo y otros miembros del personal. Además, han de tener muy en cuenta y defender los intereses del museo en el que están empleados. Estas responsabilidades deben estar en equilibrio con la ética de sus disciplinas académicas y el desempeño profesional. Siempre que la lealtad a los estándares éticos plantee un riesgo de conflicto con los intereses del museo, los conservadores deberán buscar la dirección y el apoyo de una autoridad mediadora (su director, jefe de departamento, o consejo del museo). Asimismo, deben reconocer que tienen puestos de confianza y actuar bajo la más absoluta integridad ética.
Podemos reflexionar sobre el abanico de prácticas actuales en museos modernos. Las responsabilidades de los curadores están a la vista a partir de la consulta de las directrices profesionales de la Asociación de Directores de Museos de Arte (AAMD), la Asociación Americana de Museos (AAM) y la Asociación de Arte Universitario (CAA), entre otras, así como las de muchos museos. En cualquier caso, esta información ni es integral ni prescriptiva. Nuestro artículo de hoy describe las responsabilidades y desafíos típicos que los curadores pueden afrontar en su trabajo e identifica algunas prácticas usuales y apropiadas que se han desarrollado dentro de la profesión. Las directrices de las asociaciones animan a los curadores a familiarizarse con las pautas que deben poner en práctica en sus museos con respecto a la conducta profesional.
Aunque los comisarios tienen muchos deberes y responsabilidades, el principal valor para el museo reside en su experiencia profesional y específica, algo común no sólo para este puesto. Los curadores son historiadores del arte comprometidos en la erudición – con un énfasis especial en objetos físicos – y, en general, deberían estarlo mucho más con la didáctica y la difusión del conocimiento en un plano universal, bajándose del pedestal. Numerosos museos proporcionan los recursos necesarios – biblioteca, tiempo de investigación, concesión y oportunidades sabáticas – para que los curadores busquen y accedan a becas. Esta actividad académica mejora su comprensión de las obras a su cuidado, y redunda en el crédito del museo.
Dada su posición única como historiadores y guardianes de arte y otro tipo de colecciones, los curadores tienen un conocimiento particular, con acceso a objetos de arte que pueden generar ideas innovadoras y muy valiosas para los museos y, por ende, a la sociedad.
La responsabilidad principal del curador es el cuidado, presentación, interpretación y adquisición de obras de arte para la colección del museo y/o galería. Esto significa que una obra de arte – y cualquiera considerada para su adquisición – bajo el cuidado del curador, debe ser investigada a fondo para garantizar su autenticidad, calidad e importancia histórica. Incertidumbres sobre dicha autenticidad, orígenes, condiciones, presentación o procedencia deben ponerse inmediatamente en conocimiento de la administración del museo. El cuidado, la presentación y la interpretación adecuadas de las obras de la colección requiere de los curadores un amplio conocimiento sobre historia del arte y el saber especializado en sus campos correspondientes. Por otra parte, deben mantener y acrecentar esa experiencia para cumplir con su responsabilidad en lo referente a las colecciones a su cargo y su profesión.
Adquisiciones.
Actuando de acuerdo con la política de sus museos, los curadores hacen recomendaciones sobre la adquisición de obras de arte para la colección permanente. Estas adquisiciones – ya sea por compra, donación o legado – han de guiarse por la «misión» del museo y por la experiencia del curador. Por lo tanto, los curadores, con conocimientos especializados, deberán participar en la toma de decisión a la hora de adquirir una obra, y presentar después «el objeto» al comité de adquisición de su museo.
Decesiones.
El curador, y/o el jefe del departamento, ha de iniciar cualquier recomendación referente al almacenamiento o retiro de las obras de arte de la colección. Los procedimientos para aprobar las «decesiones» propuestas difieren de un museo a otro: en muchas instituciones, las recomendaciones de un curador son consideradas por el director y el comité correspondiente y luego sometidas a un consejo de administración que tomará la decisión final. Los curadores deben ser francos y próximos con su director en caso de tener alguna reserva sobre los objetos propuestos para la decesión.
Préstamos.
Los conservadores tienen la responsabilidad de salvaguardar los objetos a su cuidado. Cuando se trabaja con el museo para decidir si una obra de arte de su colección permanente debe prestarse a otra institución, ha de considerarse la estabilidad de la pieza, su viabilidad para el viaje y la justificación educativa del préstamo. En colaboración con el personal de conservación, los curadores hacen recomendaciones a su director en cuanto a todos los préstamos de obras de arte de la colección de la que son responsables.
Documentación / Investigación.
Los curadores contribuyen a la integridad intelectual de la colección asegurando que los registros de las obras de arte, bajo su cuidado, se mantengan debidamente.
Exposiciones.
Los curadores conciben y dirigen exposiciones para difundir nuevos conocimientos sobre determinadas obras, y ayudan a una mejor comprensión de obras de particulares, artistas, movimientos, culturas o momentos históricos de la historia del arte. Ampliar la comprensión pública del tema y mejorar la calidad de la experiencia del visitante, deben ser algunos de los principales objetivos de cualquier exposición. Los curadores trabajan con otros profesionales dentro y fuera del museo, como registradores, conservadores, educadores, diseñadores, personal de desarrollo, financieros, editores, publicistas, manipuladores de arte, archiveros y personal de seguridad. Para mantener la integridad de la exposición, el curador encargado debe participar activamente en todos los aspectos de su organización.
La adquisición y conservación de obras de arte, la investigación y la redacción de textos, están entre las actividades más importantes realizadas por los curadores de museo. Ellos aportan a su trabajo un considerable conocimiento y experiencia que, a menudo, se origina fuera de las instituciones, y cuya investigación se extiende más allá de los confines de la típica semana laboral. Los museos, bajo la forma de colecciones, bibliotecas, archivos, laboratorios, equipos, subvenciones y fondos de viaje, aportan recursos que contribuyen a la investigación realizada por su personal. Los curadores deben aceptar la responsabilidad de dirigirse a diferentes audiencias a partir de su escritura (deberían hacerlo con humildad) y hablar sobre las colecciones, ya sea a una audiencia académica de sus pares o a un público más amplio sin conocimientos especializados en su campo. Esta responsabilidad se hace extensiva a la redacción de las publicaciones del museo, así como a la presentación de las cartelas producidas para las galerías de colección o para exposiciones especiales. Al adaptar su beca para un contexto que se extiende más allá de sus pares inmediatos, los curadores pueden confiar en la experiencia de los educadores para abordar eficazmente al visitante general del museo. Creemos que esto último es su gran asignatura pendiente. Conocemos a curadores a los que les produce terror el contacto con los niños.
En la mayoría de los museos, los curadores son responsables de una colección, o áreas de la misma, que tengan relación con su carrera y experiencia. Por esta razón, asegurar el desarrollo profesional de los curadores a través de la investigación académica es esencial para enriquecer la comprensión pública y el disfrute de la colección, así como para generar credibilidad al museo. Éste, debe promover períodos sostenidos de reflexión para que los curadores emprendan tales proyectos. Muchos museos tienen programas para periodos sabáticos con tiempos pagados, o no. Esto es particularmente importante para los curadores que asumen proyectos ambiciosos, así como para los que se benefician de los viajes o períodos de residencia en otros lugares con el fin de trabajar por sus intereses académicos en nombre del museo.
Las oportunidades para visitar exposiciones y colecciones, o para asistir a coloquios, son, para la mayoría de los curadores, tan importantes como el tiempo de trabajo en bibliotecas y archivos. Muchos presupuestos de los museos incluyen fondos para la investigación en curso relacionada con la colección permanente, además de para investigar las adquisiciones potenciales. Los museos se benefician de la participación de sus curadores en conferencias, seminarios y otras actividades educativas. Muchos pagan honorarios y cuotas de membresía para organizaciones profesionales en nombre de su personal, y suscriben los costos de viaje para asistir a eventos patrocinados por estas organizaciones.
La mayoría de los museos tienen pautas sobre cómo los miembros del personal deben interactuar con los diversos grupos, como curadores, fideicomisos, comerciantes de arte, coleccionistas, periodistas y voluntarios. Mientras que los museos tienen posiciones divergentes acerca de posibles conflictos de interés en las áreas de recolección personal, negociación, regalos, consultoría o empleo externos, un consenso general sostiene que, cuando se presentan a los comisarios actividades o relaciones que podrían implicar un conflicto de interés, (potenciales o percibidos), o comportamientos que pudieran causar vergüenza al museo, sus responsabilidades profesionales deben prevalecer sobre las preocupaciones y los beneficios personales.
En todas sus actividades y declaraciones, los curadores deben revelar si están actuando o hablando en nombre de su museo, sus asociaciones profesionales afiliadas, o únicamente por ellos mismos. No deben presentar ni representar a sus museos ni a sus asociaciones sin un mandato previo para hacerlo. Algunos museos diseñan pautas para ayudar a los comisarios a evaluar mejor una situación y decidir el plan de acción correcto. Os mostramos algunas cuestiones que podrían resultar útiles para llegar a una respuesta o decisión satisfactoria: ¿la acción es consistente con las prácticas de los museos? ¿Podría la acción dar la apariencia de impropiedad? ¿La acción desacreditará al museo, a sus empleados, a sus fideicomisarios o a la administración en caso de divulgación pública? ¿La acción es defendible para el supervisor del curador, los oficiales del museo, los fideicomisarios o empleados, o el público en general? ¿Cumple la acción con el código de conducta profesional del curador?
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