Las teorías del aprendizaje activo y el conocimiento humano propuestas por Dewey, Montessori, Piaget, Vygotsky, Bruner y Gardner han tenido una influencia considerable en la educación de los museos, en general, y en el diseño de exposiciones dirigidas a los niños y niñas, en particular. Todavía hoy se utilizan para proporcionar un marco teórico en la investigación del aprendizaje en los museos y en los proyectos de entornos museísticos educativos informales.
El propio Bruner enfatizó sobre la importancia de desarrollar una actitud de reflexión hacia el aprendizaje y un sentido de entusiasmo por el descubrimiento, a fin de dominar las ideas fundamentales (Entwistle, 1987: 45-6). Piaget señala que se debe alentar a los niños a hacer descubrimientos por sí mismos a través de una interacción espontánea con su entorno. En un ámbito novedoso, los más pequeños muestran un comportamiento característico, ya que necesitan explorar ese entorno diferente para asimilar nueva información, beneficiándose además de las oportunidades que les ofrece el museo para el descubrimiento y el aprendizaje por iniciativa propia.
Según el punto de vista del desarrollo, el niño debe manipular activamente el material que se va a aprender a fin de construir un significado sobre él (Sykes, 1994: 5). Los museos tienen que ver con los objetos-contenidos y, por lo tanto, pueden brindar oportunidades especiales para que, mediante el uso de un enfoque práctico, los más pequeños accedan a una variedad de experiencias concretas y tangibles que no siempre están disponibles en los entornos educativos formales.
Los museos también pueden fomentar enfoques de aprendizaje intergeneracionales o transgeneracionales en sus exposiciones, brindando a los niños oportunidades para las interacciones sociales que son tan importantes para su desarrollo (Vygotsky, 1978).
Bruner enfatiza sobre la relevancia de relacionar el conocimiento con la experiencia cotidiana y de que el educador comience desde aquello que resulte más familiar para el alumno, adaptando el conocimiento a sus intereses y capacidades. Esta visión ha sido muy poderosa en la práctica reciente de los museos, donde se ha instado a los museógrafos/as de exposiciones a familiarizar al público con temas difíciles y desconocidos, conectándolos con su vida cotidiana. El uso de ejemplos se considera esencial para hacer que los visitantes sientan empatía con la forma en la que se trasmiten los contenidos del museo, y el uso de enlaces y conexiones puede hacer que el encuentro con las exposiciones resulte más significativo.
Piaget señala la importancia del apoyo familiar para despertar la atención y la concentración de los niños, condiciones previas importantes para el aprendizaje. Los pequeños muestran más concentración al realizar tareas en entornos familiares, donde pueden sentirse cómodos y relajados, a la vez que aumenta su atención. Los educadores de los museos han destacado la relevancia de las sesiones de orientación y las visitas repetidas para ayudar a los niños a familiarizarse con el entorno (Hein, 1991).
Una de las condiciones básicas para el aprendizaje, según Entwistle, depende de la creación de un clima no amenazante en el que el alumno se sienta valorado y confiado (Entwistle, 1987: 25). Las nociones de juego físico, juego intelectual y juego socio-emocional pueden ofrecer un marco para la planificación de exposiciones dirigidas a niños, pudiendo así proporcionar diferentes situaciones de juego. Como señala el educador de la primera infancia Moyles, los niños deben tener oportunidades para «crear, observar, experimentar, moverse, cooperar, sentir y pensar […] Necesitan comunicarse, cuestionar, interactuar con los demás y ser parte de una experiencia social más amplia en la que la flexibilidad, la tolerancia y la autodisciplina son vitales» (Moyles, 1989: 23). Las exposiciones especialmente diseñadas para niños pueden ofrecer a los jóvenes visitantes y a sus familias un entorno capaz de satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje.
Según Bagchi y Cole, algunas aplicaciones de la «teoría piagetiana» en el diseño de exhibiciones pueden incluir las siguientes experiencias: «permitir que los niños vean clara e inmediatamente el efecto de sus acciones; fomentar la resolución de problemas planteando un desafío o problema, que se resuelve haciendo que algo suceda, y animar a los niños a crear relaciones entre eventos y objetos» (Bagchi y Cole, 1992: 99).
La teoría de la inteligencia múltiple de Gardner ha ampliado nuestra comprensión sobre las capacidades humanas, permitiendo a los museos explorar nuevos enfoques en sus exposiciones mediante la introducción de la idea de que deben abordar temas desde diferentes perspectivas y adaptarse a diversos modos de aprendizaje.
La teoría del «aprendizaje situado» recibe cada vez más apoyo entre los profesionales de los museos que creen en la naturaleza contextual del aprendizaje (Falk y Dierking, 1995: 12). Ese enfoque de aprendizaje situado puede aplicarse particularmente en proyectos comunitarios, como los museos para niños y centros de descubrimiento, que tienen una tradición de desarrollar programas y exposiciones en consulta con la comunidad (Maher, 1997). Los museos que desarrollan programas internos y de extensión con la comunidad también pueden recibir información mediante un enfoque similar del aprendizaje.
El aprendizaje es un proceso dinámico y constructivo que permite recordar, percibir y pensar. Implica conocimiento, comprensión, percepción, abstracción y síntesis. También posee componentes personales y afectivos que se ocupan de la implicación emocional, como el desarrollo del interés y la curiosidad, el entusiasmo, el deseo de aprender y la «apertura» general a la nueva información. Por lo tanto, la principal tarea educativa de los museos parece ser inspirar y motivar al visitante, ofreciéndole una variedad de oportunidades de aprendizaje y actuando como «mediador». Schauble y Bartlett, que trabajaron en la planificación de una innovadora galería de ciencia en el Museo de los Niños de Indianápolis, destacan el importante papel de la «mediación» en la educación de los museos:
La mediación es el corazón y el alma de los museos […] La implicación es que para tomar el aprendizaje en serio como objetivo, los museos deben volverse mucho más conscientes y sistemáticos sobre el desarrollo y el estudio de la variedad y formas de mediación que proporcionan. – (Schauble y Bartlett, 1997: 790).
Las ideas presentadas en este artículo de hoy vienen a demostrar que, si bien se pone énfasis sobre diferentes aspectos, las teorías constructivistas de la cognición y el aprendizaje tienen en común la idea de que éste es un proceso activo que se desarrolla entre el individuo y su entorno, y que es especialmente relevante en cuanto al papel de la experiencia y los intercambios sociales.
Recursos:
Denise Coelho Studart (2000): The perceptions and behaviour of children and their families in child-orientated museum exhibitions. Tesis.
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