¿En qué consiste el aprendizaje familiar en los museos? Creemos que de trata de algo muy difícil de planificar. El control de los progenitores llega simplemente hasta la planificación de la visita al museo, pero a partir de ahí ni se puede controlar el nivel del aprendizaje que va a tener lugar ni cómo va a desarrollarse si no atendemos a las actividades didácticas del mismo. Todo visitante en familia sabe que si accede a un museo acabará aprendiendo algo, pero seguramente le resultará muy difícil explicarnos cómo ni por qué se ha producido ese aprendizaje.
Es imposible encontrar una definición consensuada sobre el aprendizaje familiar en los museos. «El aprendizaje es un fenómeno complejo y multifacético, y este hecho dificulta que los investigadores se pongan de acuerdo sobre una definición común» (Hooper-Greenhill y Moussouri, 2001). En el contexto del museo, el término aprendizaje familiar se utiliza generalmente para cubrir la oferta para que niños y adultos aprendan juntos, desde sesiones programadas dirigidas por el personal del museo hasta recursos para desarrollar actividades autodirigidas, como las guías multimedia. La literatura tiende a definirlo por sus características y enfoque (Borun, 2008; Borun et al, 1998; Dierking, 2016; Meade, 2009). En el futuro, se espera que surja una comprensión compartida que traslade el debate más allá de las definiciones convencionales, para poder comprender los matices y sutilezas del aprendizaje familiar (Ellenbogen, Luke y Dierking, 2007). Este tipo de aprendizaje es distinto en el contexto del museo, en el sentido de que involucra a un grupo intergeneracional de otra clase, como pueden ser las personas de la tercera edad. Como grupo, el aprendizaje familiar en los museos se construye social y culturalmente a través del comportamiento de la familia como una comunidad específica de práctica (Ellenbogen, Luke y Dierking, 2007; Falk y Dierking, 2000; Wenger, 1998).
Por otro lado, el término «aprendizaje familiar» no solo se utiliza en el sector de los museos como un grupo de aprendizaje predefinido. En el Reino Unido, por ejemplo, en un ámbito educativo más amplio, está vinculado a programas familiares en los que niños y adultos aprenden juntos, principalmente en lo que involucra a las habilidades de lectura/escritura y aritmética (Cara y Brookes, 2012). Al abordar los resultados de aprendizajes concretos, estos programas – cuyo objetivo es potenciar las habilidades de alfabetización y aritmética de los padres – tratan de aumentar la capacidad para ayudar a los hijos a desarrollar sus habilidades. A partir de esta iniciativa se descubrió que el aprendizaje familiar que aborda la lectura/escritura y la aritmética proporciona más beneficios que si se lleva a cabo de forma curricular e individual. Entre esos beneficios, los más reseñables son:
- Tener el deseo de seguir aprendiendo.
- Mayor confianza en uno mismo.
- Mejores relaciones familiares.
- Mejora de la comunicación y las habilidades interpersonales.
- Diversión y disfrute. – (Cara y Brookes, 2012).
No se recopilaron datos sobre los beneficios más amplios para los niños, pero los padres citan «una mayor capacidad para controlar el comportamiento de sus hijos, comunicarse con ellos y apoyar su aprendizaje en casa de manera eficaz» (Cara y Brookes, 2012: 10). Al proporcionar programas de aprendizaje familiar que abordan las habilidades básicas, se reconocen resultados más amplios entre los diferentes miembros de la familia involucrados, tanto adultos como niños.
El aprendizaje en el museo incluye «la adquisición de habilidades, el desarrollo del juicio y la formación de actitudes y valores» (Hooper-Greenhill, 2007: 34). También se considera que el aprendizaje tiene que ver con el cambio, «una transformación acumulativa de las estructuras mentales; una transformación en la que el individuo da sentido al mundo de forma activa sobre la base del conocimiento y la comprensión previos» (Falk y Dierking, 2000: 27). De acuerdo con todo esto, ¿entendemos ahora cómo el museo facilita el aprendizaje para las familias?
En la programación de museos, las diferencias entre el aprendizaje formal e informal parecen relativamente sencillas. En términos generales, el aprendizaje formal se planifica para las escuelas durante el período lectivo, mientras que el informal se organiza para las familias los fines de semana y durante las vacaciones. Además, el aprendizaje en los museos no es un proceso sencillo de asimilación de conocimientos por parte del visitante, sino uno de creación activa de significados, como en la teoría constructivista del aprendizaje (Hein, 1998). El constructivismo no se refiere a una pedagogía específica; es una perspectiva filosófica sobre la naturaleza del conocimiento, con un enfoque particular en «dar sentido». Desde un punto de vista social (Vygotsky, 1834: 1986), el concepto de constructivismo considera que los significados se construyen a través de la interacción. Los individuos crean significado interactuando entre ellos y con el medio ambiente (Wikipedia, a). Esta posición sobre la epistemología sustenta toda una metodología de investigación acerca del aprendizaje de los museos. Dado que tanto el museo (el medio ambiente) como el visitante desempeñan un papel en la construcción del significado, observamos cómo los «aprendices familiares» construyen los significados durante visitas no mediadas. Sin embargo, sabemos que toda experiencia está, de alguna manera, mediada, ya sea a través de la interpretación del museo o de la propia familia visitante.
Por otro lado, los museos tienen diferentes ideas sobre lo que constituye una familia. Prueba de ello es la variedad y tipo de ofertas disponibles para ellas en algunos museos: talleres, cuentacuentos, recorridos especiales y sesiones de interpretación. La oferta familiar a menudo tiene su propio menú en las webs de los museos, pero ¿cómo definen a la familia? A pesar de no hacerlo explícitamente, gran parte de lo que desarrollan los museos y lo que tienen para ofrecer, envía mensajes claros sobre lo que ellos entienden por familia, que a menudo se traduce en su idea de generar una entrada familiar y definir la edad a la que los niños deben pagar el precio de adulto – por lo general, a los dieciséis años -. Un análisis rápido a muchas actividades familiares de los museos nos muestra que gran parte de ellas están dirigidas a niños de grupos de edad específicos (el Museo Victoria y Alberto (V&A) ofrece paquetes para niños de 5 a 12 años, y el Science Museum de Londres, divide a las familias en tres grupos de edad; menores de 5 años, 6-11 y 12-16 años).
Falk y Dierking (2000) proporcionan una definición ampliamente aceptada de lo que constituye una familia: «un grupo intergeneracional de adultos y niños que se autodefinen como una familia (en otras palabras, no todos los miembros están necesariamente relacionados biológicamente)» (2000: 110). Esta idea de familias autodefinidas continúa siendo utilizada e, incluso, ya ha sido adoptada por otros (Moran, 2009). En general, se reconoce, ya sea explícitamente – en la literatura de aprendizaje de museos (Borun, 2008; Meade, 2009; Sterry y Beaumont -, 2005; Wolf y Wood, 2012), como implícitamente – por la oferta de aprendizaje de la familia del museo -, que los grupos familiares están integrados por niños y adultos, es decir, son intergeneracionales. En el Museo de Arte Crocker, en Sacramento, California, EE. UU., el aprendizaje familiar se considera para toda la vida e involucra a todas las edades. «El aprendizaje familiar ocurre durante toda la vida» (Crocker Art Museum, 2014: 5). Los grupos intergeneracionales de mayor edad pueden beneficiarse de una comprensión más amplia del aprendizaje familiar, ya que «al servir bien a las familias, los museos también sirven a otras audiencias» (Crocker Art Museum, 2014: 6).
Los anuncios de los museos cuando se dirigen a familias a menudo implican a los niños. Esta idea está enunciada por Karen Raney, editora de The International Journal of Visual Art and Gallery Education: «es un hecho curioso que la educación en museos y galerías tiende a atender por separado a adultos y niños» (2010: 2). Las experiencias de aprendizaje familiar suelen ignorar las necesidades del grupo intergeneracional, y solo atienden a los niños/niñas. Muchas instituciones culturales cuentan con buenas estrategias para involucrar a los más pequeños. Al hacerlo, satisfacen sus inquietudes y los entretienen, logrando a una audiencia familiar. Pero ¿proporcionan así aprendizaje a este grupo intergeneracional? Hace unos años, unos diez, muy pocos museos y galerías brindaban una experiencia que animara activa e intencionalmente a los adultos a participar en una misma actividad. Sabemos que, de vez en cuando, es posible unir las actividades de los niños a las de los adultos, pero muchas veces éstos no participan en absoluto, normalmente observan desde la barrera.
Pringle (2010) analiza las dificultades para proporcionar un aprendizaje familiar eficaz cuando, en situaciones de enseñanza, los maestros presentan problemas para satisfacer de manera efectiva las necesidades tanto de los niños como de los padres. «Existe el peligro de que los visitantes adultos no se consideren usuarios de las instalaciones educativas del museo como lo son los niños y, en consecuencia, se ignoren sus requisitos y se descuiden sus necesidades. Del mismo modo, las programaciones de los museos tienden a ofrecer actividades para niños y nada para los adultos» (Pringle, 2010: 9). En algunos casos, tanto el museo como las familias tienden a repensar la idea del aprendizaje intergeneracional para incluir a todos en el grupo.
Ya sea mediante actividades programadas o senderos autoguiados, los museos pueden diseñar ofertas familiares que solo atiendan a los niños en un grupo familiar. Lo contrario también puede darse; los adultos a veces evitan deliberadamente participar en actividades familiares, entendiéndolas como algo exclusivo de los niños. Esto podría tener que ver con la confianza y la experiencia, dejando a los padres indecisos a la hora de involucrarse (Wolf y Wood, 2012). En la escuela, los niños están acostumbrados a vivir diferentes situaciones de aprendizaje, bien trabajando en grupo, bien aplicando sus conocimientos a una tarea de forma individual. La sesión «Discovery For All» en Horniman Museum and Gardens (Horniman) muestra la manipulación de objetos para todos los visitantes, y está dirigida, principalmente, a las familias. Al dar la charla introductoria para explicar la actividad, se formulan preguntas sobre los objetos, y generalmente son los niños quienes responden; los adultos no suelen hacerlo. La mayoría de estos niños, generalmente en edad de asistir a la escuela primaria, levantan la mano para contestar como lo harían en el aula. Este comportamiento de tipo escolar no es realmente lo que los museos deben buscar.
Es posible que muchos visitantes familiares se sientan identificados con algunas de las experiencias a las que nos hemos referido. Todas esta reflexiones nos obligan a entender que ni percibimos las mismas cosas ni mucho menos aprendemos lo mismo, aún estando viviendo una misma situación. Como participantes activos en el proceso de aprendizaje, y como profesionales de los museos que somos, pensamos que se trata de un tema ciertamente complejo; el aprendizaje familiar en los museos no es algo sencillo de planificar.
Consultas: gestion@evemuseos.com
Recurso:
Katharine Conway Alston (2017): Family Learning and Museum Interpretation. https://discovery.ucl.ac.uk
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