¿La Tecnología Acabará con la Estrella de los Museos?

¿La Tecnología Acabará con la Estrella de los Museos?

 

Internet constituye hoy lo que la electricidad en el siglo pasado: un gran acelerador de la innovación. Cada día en el mundo se envían aproximadamente 300 mil millones de correos electrónicos, se escriben 5 millones de publicaciones, se publican más de 500 millones de tweets y se navega por 20 mil millones de páginas web. Más de la mitad de la población mundial accede regularmente a Internet y utiliza un teléfono inteligente, y más de un tercio tiene una cuenta activa en las redes sociales (algo que va en aumento). Aproximadamente una de cada cinco personas en el mundo ha comprado, al menos, un artículo en línea en los últimos 30 días, y crece sustancialmente el número de viviendas conectadas a la red. A nivel mundial, el número de usuarios de Internet pasó de solo 413 millones en 2000 a más de 4.600 millones en 2021; el 59,5 por ciento de la población mundial – de este total, el 92,6 por ciento (4,32 mil millones) accedió a Internet a través de dispositivos móviles – (Fuente: Statista).

Estas impresionantes cifras son el reflejo de una sociedad cambiante, donde las nuevas tecnologías impregnan todos los aspectos de la vida, a menudo modificando los patrones de consumo y de los productos. En la industria de la música, la llegada de la tecnología digital ha revolucionado la relación entre artistas, compañías discográficas, tiendas minoristas de música y consumidores; y nacen así nuevos modelos de negocio. La música todavía está hecha de notas, pero en los 70 su medio era el vinilo, en los 80 los casetes, en los 90 los CD: luego vinieron los mp3, la descarga, el streaming, los nuevos dispositivos (PC, iPod, teléfonos móviles) y las plataformas de venta (iTunes, Google Play, Amazon, Spotify). El papel de las principales empresas, que alguna vez lideraron la dinámica del mercado y establecieron el equilibrio en la industria de la música, se ha reducido y redefinido: entre los años 2001 y 2013, los ingresos de la industria global pasaron de 27,6 a 15 mil millones de dólares. Los dispositivos antiguos (como el vinilo) no han desaparecido, pero ahora habitan un ecosistema completamente renovado.

La música es solo un ejemplo de cómo la tecnología digital puede cambiar el juego. Los textos, que antes se recogían en libros comprados en librerías o en periódicos adquiridos en quioscos, ahora se leen en Internet o se descargan en lectores electrónicos como el Kindle, tabletas o teléfonos móviles. Las librerías no han desaparecido, pero gigantes como Borders, la segunda cadena más grande de Estados Unidos, han cerrado definitivamente. Plataformas como Booking revolucionan la forma de organizar los viajes y las vacaciones, en beneficio de los consumidores y en detrimento de las agencias de viajes tradicionales. Kodak, una de las pocas empresas que, junto con General Electric, estuvo a la cabeza del ranking de capitalización financiera durante la mayor parte del siglo pasado, ha desaparecido en tan solo unos años, no porque la gente ya no tome fotografías, sino porque la tecnología nos ofrece nuevas herramientas: cámaras digitales compactas y teléfonos móviles.

¿Qué pasará con los museos cuando la tecnología digital muestre todo su potencial? ¿Qué características tendrá el museo del futuro? ¿Cómo aprovecharán los museos las oportunidades que ofrece la innovación digital? ¿Qué competencias necesita esta industria para mantener la relevancia que tuvieron los museos desde el siglo XX? Para comprender qué papel juega hoy el impulsor digital en la modernización de la industria, es necesario acudir a las investigaciones y, en la medida de nuestras capacidades, mirar hacia el futuro con rigor y seriedad.

La disolución de jerarquías y funciones sociales provoca una apertura en los museos; ya no son sistemas tan cerrados como solían en el siglo XX, sino partes de amplios sistemas de relaciones científicas, culturales y territoriales. Los usuarios no son meros consumidores de productos culturales, sino que se están convirtiendo en sujetos activos de producción y transmisión de contenidos. El museo del futuro será una obra colectiva o no existirá. Estará desarrollado y co-creado por sus comunidades, comenzando por las locales, que lo apoyarán y compartirán decisiones al respecto. En esta transición, la innovación digital proporciona la infraestructura que multiplica las necesarias oportunidades de intercambio, accesibilidad y participación.

Los museos han iniciado un largo proceso a través del cual se están ajustando a estas nuevas dinámicas, en favor de sistemas más horizontales y nuevos lenguajes de comunicación. Hubo un tiempo en que estas instituciones culturales solían exhibir únicamente objetos. Hoy conectan la multiplicidad de ideas y los conocimientos que diferentes pueblos han desarrollado a partir de esos mismos objetos. La tarea que ahora se espera que los museos lleven a cabo, presencialmente y en línea, es compartir, dentro y fuera, colecciones y diversos contenidos generados por éstas.

La cultura digital moderniza el vocabulario de los museos; compartir es definitivamente una de las palabras clave del futuro. Compartiendo colecciones y espacios, creando conexiones con nuevos públicos – incluso con aquellos aparentemente distantes -. Compartir significa generar la oportunidad de crecimiento, y representa una herramienta de marketing indirecto muy útil para ampliar la audiencia.

Dado que la centralidad del público es cada vez más importante, el tipo de experiencia que los museos pueden proponer a sus visitantes, tanto presenciales como en línea, se convierte en el núcleo de su oferta cultural. Un amplio conocimiento del público es el elemento esencial para satisfacer mejor la demanda de contenidos culturales que se puede disfrutar a través de la experiencia, donde el factor cognitivo se combina con el emocional. La audiencia, por su parte, será atraída por la capacidad de los museos para narrar historias con las que puedan empatizar, presentados con un punto de vista íntimo y auténtico, con capacidad de afectar a las personas no solo a través del pensamiento, sino también de las emociones. Aquí viene la segunda palabra: narrativa, el medio por el cual se facilitará la participación del público. El museo del futuro deberá optar por una mezcla bien medida de storytelling directo (el museo se narra a sí mismo) e indirecto (los visitantes narran el museo), y a favor de una narración participativa, pensando sobre todo en las comunidades locales. Se anima a las personas, tanto al público como a su personal, a crear sus propias historias y conexiones con el museo en sí y la historia que representa.

Al mismo tiempo, para ayudar a los ciudadanos a orientarse en la inmensa información científica y pseudocientífica en la que están inmersos a diario, se espera que los museos de hoy satisfagan las necesidades reales de la sociedad: tender puentes entre diversas disciplinas y tipos de conocimiento (accesibilidad al mismo). Por un lado, los ciudadanos son receptores de información; por el otro, serán protagonistas en los procesos de producción de contenidos culturales, gracias a nuevas formas de interacción, servicios y metodologías de aprendizaje. El museo del futuro es, por lo tanto, aquí llegamos a la tercera palabra clave, co-creado (participado) por las personas, tratándose, cada vez más, de un trabajo comunitario.

El modelo de la web 2.0, fue fomentado y promovido por la ciudadanía local y científica. Es así como el valor social de los museos genera participación en las comunidades. Y es también así como los museos se convierten en lugares para visitar desde temprana edad, integrados en nuestra vida cotidiana – como lo están los cines, parques y supermercados -. El museo del futuro no será un templo dedicado al pasado, sino una institución viva que mire hacia adelante, capaz de estimular la participación y la creatividad de su público, a todos los niveles. El objetivo del museo deberá ir enfocado a generar su relevancia de cara a la sociedad, ser un lugar inspirador, donde se estimule la producción de nuevos significados. La ventaja será total: para cada individuo y para toda la comunidad.

En resumen, el museo del futuro deberá ser más emotivo, deberá mostrar su alma. Las personas podrán conectarse con él de diferentes formas, y las dimensiones física y digital estarán cada vez más interconectadas, siendo dos caras de una misma moneda, tanto para los visitantes como para el propio personal de los museos.

Consultas: gestion@evemuseos.com

Recursos:

Axiell (2016): Digital transformation in the Museum Industry.

LEM Museum Report nº 3 (2013): Measuring Museum Impacts, NEMO European Network report.

Freeman, A., Adams Becker, S., Cummins, M., McKelroy, E., Giesinger y C., Yuhnke, B. (2016): NMC Horizon Report: 2016 Museum Edition. Austin, Texas, EE.UU.: The New Media Consortium.

Mu.SA (2019): Museum of the Future. Insights and reflections from 10 international museums. Mu.SA: Museum Sector Alliance.

Rogers N. y Seidl-Fox S. (2011): Libraries and museums in an era of participatory culture, The Salzburg Global Seminar and The Institute of Museum and Library Services.



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