Uno de los aspectos más importantes del diseño museográfico es la evaluación de su efecto sobre la experiencia de los visitantes. Algo muy común utilizado por los museos es el hecho de medir los datos de asistencia de público. Por lo general, dado que la mayoría de las entradas permiten a los visitantes acceder a cualquier exposición, dichos datos se vinculan con el museo en su totalidad. En estos casos, los picos de asistencia (es decir, aumentos repentinos de visitantes) generalmente se deben a cambios en la composición de las exposiciones. Por ejemplo, un pico que sigue a la apertura de una nueva exposición permanente se atribuye a esa exposición. Sin embargo, en algunas ocasiones, los museos cobran por separado la entrada a exposiciones temporales de gran éxito y la de las ubicadas en otra instalación, en cuyo caso, el número de asistentes pertenece a la exposición individual y no al conjunto del museo. ¿No sería mejor evaluar el éxito de una exposición, o su fracaso, utilizando otro sistema que no fueran las cifras de asistencia? Como declara un especialista en los estudios de museos, «las cifras de asistencia miden las estrategias de marketing, no las fortalezas de exposición» (Chambers, 1999).
De acuerdo con los Estándares de la Asociación Estadounidense de Museos aplicadas a las exposiciones de los museos, diríamos que una exposición es exitosa cuando resulta estimulante, intelectual y emocionalmente valiosa. Hay que decir que la investigación de visitantes es una disciplina dentro del campo de los estudios de museos que evalúa el impacto de las exposiciones y sus componentes. Este tipo de investigación explora una gran variedad de temas, como la demografía de los visitantes en tipos particulares de museos (museos de ciencias), el tiempo empleado en leer las cartelas, los objetos que captan su interés, los temas que mejor recuerdan, o el tipo de exposiciones que recorren y las que ignoran. Chambers señala que es significativo que las exposiciones en nuestros museos comenzaran a ser un tema de discusión profesional justo cuando la publicidad estadounidense se estaba convirtiendo en una ciencia. La investigación sobre el poder del diseño publicitario para atraer y mantener la atención (para vender un producto) pronto se extendió al mundo de los museos, generando nuevos criterios para las presentaciones visuales y su poder de persuasión. Los primeros estudios de visitantes de la década de 1930 se inspiraron en los análisis psicológicos sobre las técnicas de manipulación en la publicidad, algo que muchos de ellos continúan haciendo. La mayoría de estos estudios son cuantitativos, y los resultados se utilizan tanto para generar pautas de diseño como para evaluar la efectividad de los mensajes publicitarios.
Aunque en teoría se valoran, pocos museos disponen de recursos para realizar su propia investigación de visitantes. Además de las cifras de asistencia y las evaluaciones de los programas públicos, los profesionales de los museos, especialmente los museógrafos, suelen apoyarse más en la intuición aunque, en ocasiones, lo hacen en investigaciones ajenas a su institución. Los museógrafos implicados en el uso de alta tecnología aplicada al diseño son los más rigurosos, y utilizan sistemas de prueba-error de usabilidad de soluciones para evaluar la efectividad de dicho diseño. Uno de estos ensayos se lleva a cabo en el desarrollo de prototipos con pantallas interactivas que observan las interacciones con el público. En ocasiones, los miembros del personal también realizan entrevistas paralelas a los visitantes para obtener comentarios más específicos. En cualquier caso, normalmente no se obtiene un gran nivel de rigor a la hora de evaluar la efectividad de una exposición completa, en su conjunto, ya que la investigación se basa, principalmente, en los comentarios recogidos en los formularios colocados a la salida y en la información transmitida por los docentes que suelen trabajar como apoyo.
Un ejemplo muy utilizado en este tipo de técnicas de investigación – como ya hemos mencionado-, es que el personal del museo coloque un libro de comentarios a la salida de la exposición. Una vez al mes, el implementador de dicha investigación registra los comentarios y los comparte con el resto del equipo de diseño. En algunos casos, los visitantes de los museos llegan a contactar con el personal para trasmitir sus opiniones. Se considera que la exposición ha sido un éxito cuando el equipo de diseño recibe solicitudes de los visitantes para obtener y completar la información sobre la instalación, o para tener la oportunidad de escuchar algún detalle de mano de los profesionales.
Siempre que sea posible, el personal del museo deberá intentar desarrollar enfoques más rigurosos que los que hemos señalado anteriormente. El Acuario Nacional en Baltimore, encargó un estudio para evaluar el impacto a largo plazo de una exposición. Según Adelman, los profesionales encargados de la investigación buscaban saber si la exposición provocaba, o no, un efecto transformador en los visitantes. Paris, señala que la transformación es la consecuencia de una combinación de procesos y resultados que no se entienden ni se documentan bien. En general, los investigadores creen que, debido al largo período de tiempo y al alto costo de este tipo de estudios, pocos museos pueden mantener dichos programas de evaluación de manera continua.
Respecto al impacto que las exposiciones provocan en sus visitantes, mencionar que, incluso con la creación de entornos inmersivos, los diseñadores reconocen que estas son, en el mejor de los casos, ambientes artificiales. Una habitación que ha sido reconstruida dentro de una exposición de museo, ya no es parte de una casa real. Las alarmas contra incendios de la década de 1890 que se encuentran en las paredes de las exposiciones sobre historia urbana y redes, ya no funcionan. Los diseñadores de exposiciones son conscientes de que una de sus tareas principales es proporcionar a los visitantes herramientas para comprender mejor el mundo exterior, no para reemplazarlo.
En cada museo, el generador de ideas, el profesional creativo, se convierte en el nexo de dichas ideas. El creativo museógrafo es un profesional que también puede llegar a ser útil como educador informal para el resto de los componentes de los equipos de desarrollo de las exposiciones. El generador de ideas y, en algunos casos, el implementador, son profesionales que dominan el diseño de exposiciones para museos. Por esta razón, los miembros de los equipos de desarrollo deben confiar en ellos para guiar los conceptos de diseño, siendo recomendable que utilicen los términos que introduzcan.
Del mismo modo, en lugar de recurrir a estudios de museos, los diseñadores de exposiciones suelen buscar ideas en otras disciplinas de diseño. Así, por ejemplo, un diseñador del museo de alta tecnología confía en su experiencia concreta sobre innovación tecnológica para obtener y desarrollar sus ideas.
La verdadera lección que los museógrafos deben tener en cuenta, al margen de las investigaciones que se puedan llevar a cabo, es que han de asumir la responsabilidad de sus roles profesionales en varias direcciones; no solo para diseñar proyectos museográficos pensando en sus visitantes potenciales, sino también para desarrollar liderazgo intelectual y emocional dentro de sus equipos de diseño.
Recurso:
Saul Carliner (2001): Modeling Information for Three-dimensional Space: Lessons Learned from Museum Exhibit Design. Technical COMMUNICATION – Volumen 48, Nº 1.
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