Qué es un Museo Cívico

Qué es un Museo Cívico

 

Realmente, no existe una categoría o definición formal sobre museo cívico. Todos los museos acreditados están obligados a asumir que lo son, a todos los efectos, es decir, que contraen una responsabilidad cívica local. Pero ser un museo cívico seguramente implica algo más que «realizar actividades cívicas». Los museos nacionales, por ejemplo, tienen una responsabilidad cívica muy importante, pero, para la mayoría, no es tan prioritario como su contribución a una vida más plena dentro de la economía intelectual, cultural y de visitantes del país. En cualquier caso, intentaremos analizar lo que significa ser un museo cívico.

Pongamos el ejemplo del Reino Unido, donde existen hasta 3.000 entidades que pueden denominarse museos, de los que 1.722 están formalmente reconocidas por el Consejo de las Artes como museos acreditados. A su vez, existen 14 museos nacionales en Inglaterra, de propiedad y operados por el estado, 5 museos nacionales en Escocia, 7 museos dentro del Museo Nacional de Gales y 4 museos nacionales en Irlanda del Norte. Hay 800 museos independientes, 517 museos locales, 153 museos del National Trust, 79 museos universitarios y 64 museos militares.

En Inglaterra, hace dos años, se estableció la red de museos cívicos ingleses. Se trata de un grupo informal de organizaciones que pertenecen principalmente a autoridades locales, o que son propiedad de ex autoridades locales, y que engloba a 52 miembros. Entre todos ellos supervisan unos 200 museos que están dentro del contexto más grande del espectro de los museos, excluyendo los que no son nacionales.

En el Reino Unido, a principios del siglo XIX, se buscaron nuevas formas de educar e iluminar a la clase trabajadora. Los Acuerdos de Fábrica del período redujeron las horas de trabajo industriales, otorgando a los trabajadores un mayor tiempo libre – la preocupación gubernamental de entonces era que ese tiempo debía ser bien empleado, y no en «ir de pubs o caer en el vicio» precisamente -. Con el apoyo de la Ley de Museos de 1845, a mediados del siglo XIX se estableció un grupo de museos en las principales zonas urbanas del país. Una buena proporción de las organizaciones que hoy podríamos denominar museos cívicos se originaron de esa manera.

Actualmente vivimos tiempos turbulentos. La población europea, no solo la inglesa, se enfrenta a una amplia gama de desafíos políticos, socioeconómicos y filosóficos profundamente arraigados en nuestra sociedad. La necesidad de reforma y de educación es tan evidente hoy como lo fue en el siglo XIX. Un museo cívico tipo actual, posee una colección grande y ecléctica, que suele abarcar la historia natural, geología, arte, historia social y arqueología, y que se halla bajo un cuidado esmerado, tanto de la colección como de los venerables edificios en los que se suelen encontrar.

Conservar puede parecer la tarea central de estas instituciones, algo que concuerda con la definición estándar de que un museo es «un edificio en el que se almacenan y exhiben objetos de interés histórico, científico, artístico o cultural. Pero este modo de museo más amplio se halla bajo amenaza. Las audiencias de hoy tienen fácil acceso a la información sobre casi cualquier tema, los hogares están inundados de posesiones materiales, y las personas esperan ser estimuladas por la mejora continua en los productos/experiencias que se ponen a su alcance. Un museo estático, pasivo, no puede competir en esta carrera. Las personas experimentan una sensación especial al contacto con el objeto genuino. Pero ese contacto debe ser significativo e involucrado, no mediado por mecanismos de interpretación tradicionales y con fecha de caducidad.

No siempre sabemos por qué hacemos las cosas. Una razón consciente a menudo enmascara un impulso subconsciente mucho más fuerte. Hay personas que acuden a a la Iglesia para acompañar a su comunidad de creyentes practicantes, no solo para la oración. Otras, asisten a los partidos de fútbol para conectarse con sus amigos, no solo por el amor al juego. La gente cocina los asados ​​del domingo para estar con su familia, no solo por el hecho de comer. Es posible que no hagan estas cosas ni obtengan estos beneficios si no creen en Dios, o en su equipo, o porque deseen comer un domingo cualquiera.

En general, nos gusta hacer lo que es bueno para nosotros o lo que nos hace felices a largo plazo. Dos tercios de las personas que pagan la membresía del gimnasio no van nunca. La iglesia (o mezquita, templo, capilla) existe para Dios y la comunidad, pero solo funciona como una experiencia comunitaria que brinda la oportunidad para la adoración colectiva. El partido implica fútbol y amistad, pero solo nos ayuda a conectarnos mientras vemos el partido. El almuerzo del domingo vincula la comida y la familia, pero no funcionaría si no hubiera comida.

Los museos son lugares donde pueden pasar cosas interesantes. Aquellos que han sabido reaccionar al cambio han ido más allá de un enfoque centrado en las colecciones. Decir que las colecciones son el único punto de referencia de los museos modernos es como decir que un motor de combustión interna es un coche. Hablamos de una perspectiva que puede quedar obsoleta pasado mañana, si no lo está ya.

Por otro lado los consumidores culturales se ven empujados cada vez más por esa necesidad de autenticidad que mencionábamos de querer vivir una experiencia inmersiva, o de entrar en contacto con el conocimiento. Los buenos museos tienen un papel crucial que desempeñar respecto al visitante y la economía cultural.

La inversión interna, ya sea extranjera o nacional, está impulsada por la calidad de las comunicaciones físicas y las infraestructuras humanas. Por infraestructura humana se entiende, principalmente, la disponibilidad de mano de obra cualificada. Pero, en igualdad de condiciones, la decisión de un inversor se verá influida por la calidad de las instituciones educativas y culturales que se ofrecen a los gerentes entrantes y a sus familias. Todos estos factores de infraestructura humana (habilidades, escuelas y artes) son impulsados por la fuerza de las relaciones dentro y entre las comunidades locales, así como por el sentido general de identidad y pertenencia. Por lo tanto, los museos son directamente relevantes para la inversión interna, como parte de la oferta de la industria cultural, e indirectamente , como partidarios de la comunidad y la identidad.

Podemos pensar en un museo cívico poniendo énfasis en la pertenencia – conectado a un lugar, a su gente y al mundo – y en su pasado, presente y futuro. Ser miembro de la familia del museo cívico consiste en tener este enfoque. Los museos cívicos no son un grupo homogéneo. Sin embargo, muchos de los que hallan dentro de esta categoría informal, comparten desafíos comunes. He aquí algunos de ellos

  • Tienen una infraestructura cara.
  • Están alojados en edificios impresionantes que ya no son totalmente aptos para el propósito y resultan costosos de mantener y adaptar.
  • Exponen colecciones diversas, una amplia gama, que ofrece una cobertura ecléctica pero irregular de temas de relevancia local.
  • Tienen y responden a un consejo de gobierno. Los procesos de toma de decisiones determinados por la propiedad del museo recaen en ese consejo, o en las regulaciones gubernamentales del consejo, que inhiben el experimento, la innovación y la capacidad de respuesta del visitante moderno.
  • Están controlados bajo especificaciones de trabajo, procesos de empleo y salarios, determinados – ahora o en el pasado – por las condiciones estándar de la autoridad local.
  • Tienen una total dependencia con la financiación pública.
  • No son en absoluto sostenibles.

Todas estas reflexiones e ideas nos conducen hacia algunas consideraciones claras sobre el posicionamiento de la cultura en la sociedad. Los museos cívicos ocupan un espacio distintivo en la vida del país. Por lo general, están profundamente arraigados a un lugar, al tiempo que brindan una perspectiva global de la manera de contar su historia. Al revelar el pasado, pueden ayudar a dar sentido al presente y forma al futuro. Son parte de la infraestructura cívica, entendiendo «cívico» como la relación con una ciudad, especialmente con su administración; pero también son específicamente de naturaleza civil, es decir, sostienen una relación con los ciudadanos de a pie y sus preocupaciones. Tienen, por tanto, la capacidad, o al menos el potencial, de cerrar la brecha entre el estado y la comunidad, entre el gobierno y los gobernados.

RECURSO PARA LA REDACCIÓN DE ESTE ARTÍCULO:

Peter Latchford (2018): The Future of Civic Museums: A Think Piece. The English Civic Museums Network (ECMN). Black Radley Ltd Editores.


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