La inmensa mayoría de los museos todavía cree en la importancia primordial de su función tradicional como guardadores de objetos, interpretando su papel en calidad de instituciones orientadas a la investigación, pero pocos se preocupan por la interpretación de las colecciones a través de sus exposiciones, y más específicamente de las temporales. Es frecuente encontrarnos con la excusa de que las exposiciones temporales se comen presupuesto y tiempo del personal interfiriendo en la gestión y mantenimiento de las exposiciones permanentes, la investigación y otras actividades cotidianas de un museo.
No podemos negar que algunos museos están muy centrados en la resolución de problemas de presupuestos ajustados, personal, área de almacenamiento inadecuada y falta de espacio para las exposiciones temporales. Muchos museos no quieren o no pueden afrontar gastos en instalaciones auxiliares para superar ese problema general de la falta de espacio. Saben que si programan exposiciones presentando colecciones en régimen de rotación, se encontrarán invariablemente con un entusiasmo añadido del público, pero da igual. En cuestiones de superficie para exposiciones temporales, el museo podría focalizar su esfuerzo en gestionar la colección en un espacio más pequeño de forma que el público pudiera disfrutar visitando nuevas exhibiciones. Este enfoque resulta mucho más sencillo en los museos de nueva construcción, ya que la flexibilidad espacial les ofrece grandes ventajas funcionales, y a largo plazo ahorra mucho dinero y espacio. Por otra parte, puede costar casi tanto diseñar y construir un buen equipo de exposición modular, incluídos sus cajas y paneles, como una instalación de exposición permanente, pero la diferencia radica en que las unidades flexibles pueden ser usadas una y otra vez, y se pueden mover.
Una exposición de museo, ya sea permanente o temporal, deberá tener como objetivo principal la comunicación de ideas, hechos o conceptos por medio de sistemas fundamentalmente visuales; no se trata simplemente de presentar objetos en un ambiente agradable. El éxito de una exposición dependerá principalmente de la calidad de su diseño y, sobre todo, del concepto que se narre o de la historia que se cuente. Pero la exposición en realidad no es nada sin sus visitantes, lo que realmente importa es cómo esos visitantes reaccionan ante lo que ven. Si la satisfacción de la audiencia cautiva del museo depende del propio visitante, para el público que no sea cautivo será fundamental utilizar técnicas de presentación impactantes. Es la calidad escenográfica y su valor diferenciador con el mundo cotidiano lo que hace de una exposición una experiencia memorable.
A lo largo de los años, la tendencia en el diseño de exposiciones es hacia la simplicidad y la limpieza, evitando recorridos caóticos y la colocación desorganizada de los soportes, sin una jerarquía comprensible de los contenidos. Esta misma tendencia incluye en sus composiciones elementos de dramatismo e impacto visual, ya sea con el uso de efectos especiales o con otro tipo de recursos más sencillos, como puede ser el uso de la iluminación y el sonido. En cuanto a complemento de la composición, se da mucha importancia al buen uso del diseño gráfico (algo imprescindible), las ilustraciones, las soluciones de arquitectura efímera, fotografía y, como ya mencionábamos, una buena iluminación acompañada de efectos de sonido. La combinación de formas estructurales sencillas con una muy buena aplicación del color, es uno de los recursos más importantes para exposiciones de bajo presupuesto. El color y la iluminación también se pueden utilizar para dramatizar una parte importante de la historia, con el propósito inmediato de transmitir conceptos y hechos. Las ideas se comunican mediante el uso de símbolos visuales, es decir, colores y formas utilizados como sustitutos de las palabras. No existe concepto o teoría demasiado difícil de interpretar para una mente no iniciada, de cualquier edad, si se acopla de manera fluida a la experiencia del espectador. El diseño, en su propio lugar, usado con gusto y habilidad técnica, actúa como un persuasivo sutil de interés y atención pública.
Las exposiciones monográficas son un recurso potente para los museos y la exhibición comercial de contenidos, ya que ofrecen un gran margen para la experimentación y su desarrollo. Existen enormes posibilidades dentro del campo de la comunicación visual, no tanto en el desarrollo de estructuras por cuestiones de costes, como en la aplicación controlada de las técnicas de sonido, animación, color y la iluminación. El diseño de la exposición es un proceso empírico, no hay una respuesta infalible a un problema. Algunos de los problemas de comunicación visual que se encuentra el diseñador de la exposición podrían resolverse desarrollando un dispositivo estandarizado de pruebas psicológicas para anticipar la respuesta de los visitantes y la retención de la información. Pero antes de disponer de estas ayudas habrá que realizar una experimentación a gran escala. Y, por supuesto, el diseño exitoso de la exposición nunca puede deberse simplemente a la aplicación de fórmulas preconcebidas.
Dado que realmente el personal de los museos más pequeños no cuenta con especialistas, se debe buscar consejo y ayuda, siempre que sea posible, en la universidad más cercana. El pequeño museo y la universidad pueden cooperar para su beneficio mutuo y el de la comunidad. Por otra parte, hay muy poca literatura museística disponible que se ocupe de los problemas de la comunicación visual, es decir, de la concepción, la planificación, el diseño, la construcción y la instalación final de las exposiciones. Para afrontar proyectos de exposiciones que pretenden ser innovadoras es muy importante estimular nuevos pensamientos e ideas entre los equipos de trabajo del museo, y observar lo que están haciendo otros, cuando lo están haciendo bien. Un buen diseño puede estar fundamentado en una buena reinterpretación de lo que ya existe.
Ed Paulsen
Si disponemos de un presupuesto prefijado para crear un nuevo espacio en el museo dedicado a exposiciones temporales, donde la flexibilidad y la capacidad de cambio serán los requisitos esenciales, ¿cómo podemos abordar el problema del diseño para montar una exposición modular apropiada para la primera exposición en el nuevo espacio, que se adapte también a futuras exposiciones aún no planificadas? Nuestras consideraciones principales deberán basarse en el presupuesto que tengamos, en la disponibilidad de materiales ( metal, vidrio, plástico, etcétera) y en el hecho de confiar el trabajo a fabricantes e instaladores competentes. Por supuesto, deberemos reservar dinero para el desarrollo del contenido, el diseño y la instalación de la primera exposición.
Supongamos que disponemos de una suma fija para necesidades futuras, algoya previsto antes del diseño de las unidades. Tenemos también un plan de dibujo, un esquema de la historia, un patrón de flujo y tráfico de visitantes y una idea aproximada de dónde se situarán las diferentes partes de la exposición. No hay duda de que en alguna será necesario realizar arreglos, reordenamientos y dibujos antes de llegar a una solución clara y sencilla para la disposición final de la exposición. Supongamos, además, que el nuevo espacio se encuentra en un museo que ya está en funcionamiento, con un personal pequeño y un presupuesto limitado, y que se pretende hacer una primera exposición sobre la salud. El contenido de la primera exhibición podría girar en torno a una encuesta fisiológica. Las futuras exposiciones se ocuparían de aspectos más detallados del cuerpo humano, su función respecto a la salud y la enfermedad; serían exposiciones de interés y de actualidad sobre el tema. Teniendo en cuenta el espacio disponible en la nueva zona abierta y la asistencia media estimada, incluídas las visitas guiadas, los planificadores deberán organizar el espacio de exhibición. Si la exposición tiene un mensaje principal, la única manera de asegurarse de que el visitante lo vea todo y en el orden correcto es creando una circulación controlada. Esto implica no ofrecerles una opción de rutas alrededor de la pantalla, sino dirigirlos discretamente a lo largo del camino correcto. Los deflectores y las pantallas pueden restringir el área vista en cualquier momento para que el espectador se concentre en grupos independientes de objetos relacionados lógicamente. Todo esto es más que importante.
Después de haber preparado un resumen del contenido o un boceto de exposición y de seleccionar los tipos de objetos expuestos que se van a utilizar( como por ejemplo: ejemplares, modelos, fotografías, gráficos y diagramas), la exposición se presentará en una progresión lógica de acuerdo con ese esquema previo. El espacio se asigna en un plan de dibujo pensando en las necesidades futuras, algo que a veces se prevé en la fase del diseño de las unidades, como ya mencionamos antes. Ahora ya tenemos, en un plano de dibujo, un esquema de la historia, un patrón de tráfico y flujo de visitantes y una idea aproximada de dónde se situarán en el espacio las diferentes partes de la exposición. Sin duda alguna habrá que realizar muchos arreglos, reordenamientos y dibujos antes de llegar a una solución clara y sencilla para la disposición final de la exposición, pero es lo que hay.
Con la ayuda de un diseñador especialista en arquitectura efímera, será necesario elaborar al detalle el proyecto constructivo. Si hablamos de prepuestos muy reducidos, el diseñador podrá convertir elementos flexibles de cartón en una habitación, e incluso fabricar con estas piezas los muebles modulares de la exposición y la exhibición que se hayan diseñado previamente. En cualquier exposición, sea cual sea su naturaleza o tamaño, la tercera dimensión es el elemento esencial, por lo que la forma de acercarse de manera más directa a la concepción y planificación de las exposiciones es trabajar primero con modelos a escala y experimentar después con los materiales reales, con el fin de encontrar las mejores relaciones espaciales para que una exposición termine siendo un éxito.
Foto principal y para redes sociales: EVE Museografía