Estamos convencidos de que un buen proyecto museográfico debe partir de un exhaustivo conocimiento del ser humano. Un museógrafo no es solo un creativo; su trabajo implica una serie de saberes y conocimientos que son fruto de la investigación y de una profunda observación del comportamiento de las personas. El «saber» museográfico es racional, cuasi científico y sí, a partir de ese saber comienza el proceso creativo, nunca antes; nada surge de la nada para convertirse en una espacio didáctico. Por lo tanto, diremos que en museografía lo primero es el saber, el conocimiento de las materias, y después viene la transformación de ese conocimiento en un mundo visitable. El conocimiento previo que el museógrafo recibe, lo obtiene del trabajo de apoyo de la investigación museólogica en la mayoría de los casos, aunque hay excepciones. Todo esto lo explicamos por qué, en ocasiones, se genera confusión sobre donde empieza y acaba el trabajo del museólogo, y donde comienzan y terminan las competencias del museógrafo. Intentaremos aprovechar el espacio de hoy para explicarlo entonces si os parece.
El proceso de realización de un proyecto museográfico parte del conocimiento exhaustivo de la materia para que después sea transformado en un espacio visitable
En este proceso de trabajo de creación del museo, en la primera fase, llamémosle: fase del conocimiento, de la documentación, del saber que vamos a desarrollar, es muy importante, como mencionábamos antes, la colaboración del museólogo o equipo de museología. Ellos son los que generan lo que conocemos como el discurso expositivo general del museo, y más. Podríamos simplificarlo diciendo que el museólogo genera «aquello que le vamos a contar al visitante en relación a lo que el visitante va a observar», y que el museógrafo genera el «como contárselo al visitante». Ambas partes deben trabajar hombro con hombro, para que el resultado sea óptimo, el mejor que pueda llegar a ser, siempre en la búsqueda de la excelencia. El único punto de desencuentro entre ambas partes se suele dar en la complicada combinación entre academicismo y creatividad moderna. Lo cartesiano a veces no mezcla bien con lo imaginario, pero puede dejar de ser un problema si una parte respeta el terreno que ocupa la otra parte implicada, teniendo muy claras las fronteras de esos espacios que no se deben invadir.
Aunque hay quien lo puede pensar, la museografía no es escenografía, no es solo arquitectura, no es solo una experiencia estética, es mucho más
La museografía agrupa una serie de conocimientos complementarios unos con otros. La didáctica es uno de ellos, quizá uno de los más importantes. Pero en el cerebro de un museógrafo deben convivir pensamientos relacionados con la sociología, el márketing, la seguridad, la iluminación, la redacción, la cinematografía, la nueva tecnología, la modelación, ergonomía, domótica, técnicas infógráficas, liderar grupos de trabajo, construcción, etc. Os aseguramos que el proceso de diseño y puesta en marcha de un museo es un trabajo maravilloso, pero agotador. Eso sí, cuántos más conocimientos tenga el museógrafo sobre los objetos de estudio a musealizar, tanto mayor será la efectividad y las posibilidades de éxito del museo que proyecta. Existe una relación directa entre el objeto a exponer y la museografía, nada se abstrae, uno es indivisible al otro. Nuestro objetivo es dar a conocer, comunicar y hacer comprensibles al público las materias y los diferentes objetos de estudio musealizados: históricos, geográficos, artísticos, patrimoniales, tecnocientíficos, , biológicos, etc.). Si el museógrafo también interviene en el entorno del museo como parte de espacio musealizable, también debe estar familiarizado con el paisajismo, monumentos exteriores, efectos del agua, etc.).
Uno de los avances técnicos que más agradecemos es la posibilidad de generar espacios infográficos con efectos de iluminación, mucho más rápido y barato que hacer pruebas en el plano real y que como resultado mejora el resultado final
Se dan situaciones, normalmente relacionadas con proyectos pequeños de bajo presupuesto. Muchos son museos locales que no se pueden permitir la participación en el proyecto de un equipo de museólogos, que construyan el conocimiento global que el museo busca ofrecer a sus visitantes. En estos casos, el museógrafo se convierte también en museólogo. Para ello, casi siempre, es fundamental que el museógrafo trabaje en colaboracion con las universidades. Las universidades nos han sacado de muchos apuros. Siempre han entendido perfectamente las limitaciones que genera una pequeña institución que quiere, necesita, crear un museo y que tiene poco dinero para hacerlo. Son múltiples los ejemplos; muchos son los que no se pueden permitir un equipo de museología y, entonces, a nosotros solo nos queda la posibilidad de llamar a las puertas de la universidad que responderá siempre de forma desinteresada. No nos cansaremos de reconocer el ingente trabajo que los departamentos de Historia, Ciencias, Tecnología, Medicina, Literatura, etc. de las universidades llegan a hacer para que el museo sea haga realidad. Nosotros estaremos siempre profundamente agradecidos a las mujeres y hombres de las universidades que nos han ayudado y que han sido muchas a lo largo de estos años. Gracias a todo ellos por enseñarnos tantas cosas.
Los visitantes normalmente no son conscientes del ingente trabajo que supone poner en marcha un museo local por ejemplo, un enorme esfuerzo de personas que han hecho posible que ese «pequeño» museo exista, aun hoy
Me gusto mucho el articulo, muy cierto todo lo dicho, trabajo como museógrafo en un museo de historia y que ademas tiene muchas exposiciones de arte, espero leer muchos de sus artículos….
Gracias Gabriel y bienvenido a nuestro pequeño espacio de difusión del amor que sentimos por los museos. Un cordial saludo.