Ser capaz de generar o acceder a los beneficios económicos y no monetarios de la economía creativa debe considerarse una de las libertades fundamentales integrales en el desarrollo centrado en las personas (John Howkins, «The Creative Economy: How People Make Money from Ideas»).
Hace algunos años, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos propusieron la inclusión de la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible en su “Agenda 21 para la Cultura”. Sin embargo, en este texto de hoy, queremos llegar un poco más lejos. Siguiendo la perspectiva del economista caribeño Keith Nurse, pensamos que la cultura no debería ser solo el cuarto pilar, sino el pilar central del desarrollo sostenible. A partir de esta propuesta, los otros tres pilares serían: económico, social y medioambiental, deberían girar en torno a la cultura.
Además, consideramos que la unidad social fundamental en la que ocurre un cambio transformador es una comunidad que se define culturalmente.
El desarrollo de este tipo de comunidad está arraigado en sus instituciones y en los valores específicos de su cultura, es decir, en sus propias fuerzas y recursos. Es en este contexto que las expresiones culturales desempeñan un papel esencial en el proceso de desarrollo. Cada una de las manifestaciones culturales influye en los sistemas de significado y comunicación de las personas, así como en sus perspectivas del mundo y marcos de pensamiento que moldean la forma en que abordan los desafíos sociales, políticos y medioambientales.
Es importante destacar que estas manifestaciones culturales también desempeñan un papel crucial en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en la Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Numerosas afirmaciones sostienen que las industrias culturales y creativas pueden desempeñar un papel fundamental en procesos tales como la erradicación de la pobreza, la promoción de la sostenibilidad ambiental y la búsqueda de un crecimiento equitativo, que incluye la igualdad de género. Sin embargo, es importante abordar estas afirmaciones con cuidado. Cuando este tipo de afirmaciones resultan demasiado amplias y ambiciosas, pueden ser fácilmente refutadas, lo que debilita nuestra capacidad para respaldar una visión cultural más amplia.
No obstante, también debemos ser conscientes de las limitaciones propias de este tipo de argumentos, ya que rara vez pueden respaldarse con el tipo de medida cuantitativa disponible en la mayoría de otros sectores. Es importante tener en cuenta que, aunque los servicios y productos culturales están desempeñando un papel cada vez más importante en la generación de ingresos y empleo, existen otros sectores que pueden lograr resultados igualmente sólidos, si no mejores, en este aspecto.
La verdadera riqueza de la cultura radica en los beneficios no materiales que aporta. Estos beneficios no pueden medirse únicamente en términos económicos, ya que responden a lo que debemos reconocer y promover como activos clave para el desarrollo.
Por otro lado, ya en el Informe sobre la Economía Creativa del 2010, se examinó la adopción de prácticas, políticas y enfoques relacionados con la economía creativa en varios países en desarrollo, destacándose tendencias de mercado, exportaciones y eventos significativos. Sin embargo, la falta de datos y estudios nacionales sistemáticamente recopilados hizo que no fuera posible realizar un análisis en profundidad. La información disponible generalmente no era comparable y la evidencia a lo largo del tiempo era prácticamente inexistente. Esta situación persiste en la actualidad.
La lógica sugiere que lo que es cierto para los países también lo es a nivel local, por lo que la escasez de datos se refleja a ese nivel también. Además, las definiciones locales de «economía creativa» varían ampliamente, abarcando una serie de fenómenos culturales diversos. Dadas estas limitaciones en el conocimiento actual, parace ser que no es posible realizar un estudio comparativo global en este momento.
Cabe señalar que los temas prioritarios varían en cada región, aunque algunos puedan surgir en menor medida en otros lugares. El material que se puede descargar es selectivo y no cubre exhaustivamente cada región. Se basa en documentos encargados por la UNESCO y elaborados por expertos cuyos nombres se mencionan en los agradecimientos en cada documento. Estos documentos proporcionan diferentes tipos de evidencia, como estudios de caso, y respaldan los argumentos presentados aquí. Dado que faltan datos recopilados sistemáticamente, la evidencia también se basa en investigaciones académicas existentes, así como en actividades de gestión de proyectos y asistencia técnica. Además, incluye interacciones directas con actores locales en proyectos y estrategias relacionadas con la economía creativa.
Es importante destacar que, aunque se mencionan cuestiones de comercio internacional en varios estudios de caso, no se analizan en profundidad. El enfoque principal se centra en el desarrollo de capacidades, contenido y consumo para audiencias locales y regionales, así como en su participación activa en las industrias culturales y creativas.
Un enfoque a nivel local podría permitir un estudio comparativo de la economía creativa en diferentes tipos de asentamientos humanos. Esto podría implicar la agrupación de procesos y proyectos en función del tamaño de la ciudad en la que se desarrollan. Por ejemplo, podríamos considerar ciudades «de categoría mundial» o «globales», como Lagos, Ciudad de México o Bombay; ciudades de segundo nivel; ciudades medianas o pequeñas; y, por último, diversas áreas rurales. Sin embargo, realizar esta clasificación resultaría difícil, ya que los marcos analíticos existentes no están diseñados para manejar datos de esta manera. Los datos locales globales son escasos, y cuando se recopilan, generalmente se realiza a nivel nacional. Además, los fenómenos locales siempre están contextualizados en marcos y contextos a nivel nacional.
De manera similar, los fenómenos suelen agruparse según las regiones geoculturales en las que existen elementos comunes en términos de historia, prácticas contemporáneas y aspiraciones compartidas. Esto lleva a que los indicios y estudios de caso incluyan información relevante a nivel nacional y se organicen siguiendo la clasificación regional mundial de la UNESCO.
A este nivel nacional, los países generalmente se encuentran en una de las siguientes cinco categorías:
- Aquellos que han comenzado a establecer políticas coherentes de economía creativa en línea con el pensamiento de desarrollo humano.
- Aquellos que han adoptado una agenda de industria creativa esencialmente económica y orientada hacia el consumo.
- Aquellos que han identificado la economía creativa como una opción de desarrollo factible, pero cuyos marcos políticos están limitados y/o sectoriales.
- Países conscientes del paradigma de las industrias creativas, pero que han optado por no adoptarlo debido a la naturaleza de sus sectores culturales.
- Países en los que la economía creativa aún no ha sido reconocida como tal.
Los desarrollos a nivel local reflejan estas posturas nacionales de diversas maneras, como se ilustra en los estudios de caso. Es crucial destacar que los países y ciudades han interpretado la noción de «economía creativa» de diferentes maneras. A nivel mundial, se están implementando diversos enfoques para el desarrollo de la economía creativa, pero no todos están alineados con la visión de la cultura como el núcleo central del desarrollo.
Cómo apuntábamos anteriormente, estas ideas nos llevan a reflexionar sobre la importancia de la cultura y la economía creativa en el desarrollo sostenible y humano. La cultura no debería considerarse simplemente como un cuarto pilar del desarrollo, sino como el eje central alrededor del cual se construyen los demás aspectos económicos, sociales y medioambientales.
En resumen, si bien existen argumentos que afirman que las industrias culturales y creativas pueden contribuir a la erradicación de la pobreza, la sostenibilidad ambiental y la igualdad, es importante ser cautelosos con estas afirmaciones excesivamente ambiciosas. La verdadera riqueza de la cultura radica en sus beneficios no materiales, que a menudo son difíciles de cuantificar pero influyen profundamente en la vida de las personas y las comunidades.
A nivel global, la falta de datos comparables y la diversidad de interpretaciones sobre la economía creativa presentan desafíos en la formulación de políticas y estrategias coherentes. Sin embargo, a nivel local, se pueden observar diferentes enfoques y resultados según el contexto y las prioridades nacionales.
En última instancia, estos textos subrayan la necesidad de reconocer la cultura como un elemento fundamental en el desarrollo humano, adoptando enfoques equilibrados que aprovechen tanto los beneficios económicos como los aspectos intangibles y significativos de la creatividad y la cultura en nuestras sociedades. Este enfoque integral es esencial para abordar los desafíos globales y construir un mundo más rico en diversidad cultural y creatividad.
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ISSN | 3020-1179 |
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