Qué Es un Museo Constructivista

Qué Es un Museo Constructivista

La bibliografía sobre educación de hace un buen puñado de años estaba saturada de reflexiones y teorías sobre el constructivismo. Se le dio un nuevo nombre a un conjunto de ideas antiguas, pero introduciendo opiniones muy relevantes sobre cómo los museos debían abordar el aprendizaje, conceptos que se han mantenido hasta el día de hoy. Hay que decir que el constructivismo es particularmente apropiado como base para la educación museística si consideramos el amplio rango de edades de los visitantes. ¿Cómo podemos facilitar desde el museo un aprendizaje dirigido a esta audiencia diversa a través de la exposición de colecciones en visitas voluntarias y normalmente cortas?

Para comprender el constructivismo, es útil considerar la naturaleza de cualquier teoría de la educación. Como se recoge en dos artículos del Journal of Education in Museums de hace unos años, una teoría educativa consta de dos componentes principales: una teoría del conocimiento y una teoría del aprendizaje. Para considerar cómo se ha de organizar un museo para facilitar el aprendizaje, es necesario abordar tanto lo que se debe aprender como lo que se debe enseñar.

Las teorías sobre la naturaleza del conocimiento, influyen profundamente en el enfoque constructivista de la educación. Este concepto marcará la diferencia si lo que creemos es que el conocimiento existe independientemente del alumno, como un absoluto, o si defendemos que se basa, únicamente, en ideas construidas en la mente. Platón creía que el aprendizaje consistía en llegar al conocimiento a través de un proceso intelectual. Berkeley, sin embargo, afirmaba que el conocimiento existe solo en la mente del aprendiz, respondiendo negativamente a la pregunta hipotética de si realmente se produce el sonido de un árbol cayendo en el bosque cuando nadie está allí para escucharlo.

El segundo componente de la teoría educativa hace referencia a nuestras creencias sobre cómo aprenden las personas, es decir, a nuestra psicología del aprendizaje. Se supone que el aprendizaje consiste en la creciente asimilación de información, hechos y experiencias, hasta que se produce el conocimiento. Este planteamiento nos lleva a una posición conductista, y concluye dos hechos: que el aprendizaje es la suma de un grupo de asociaciones simples (respuestas a estímulos), y que el «conocimiento» resultante es simplemente el conjunto de estos pequeños pasos. Normalmente, asociamos esta visión con la creencia de que la condición original de la mente es la de un disco duro formateado y listo para su uso, y que todo lo que se va grabando en ella se hace a partir de la experiencia de cada uno. Una visión diametralmente opuesta a la anterior postula que la mente construye esquemas, y que el aprendizaje consiste en la organización y clasificación de ideas en nuestra mente a partir de las sensaciones que nos rodean. 

Dentro de la visión tradicional de la educación, el maestro-profesor tiene dos responsabilidades. Primero, debe comprender el contenido de la lección, el conocimiento a enseñar. La organización lógica de ese material didáctico está condicionada por el contenido que se debe aprender. Gran parte del trabajo intelectual del mundo occidental, desde el Renacimiento, se dedicó a elaborar conceptos sistemáticos sobre el conocimiento, con la suposición de que las conclusiones resultantes se referían a algo que existía independientemente de las mentes que iban a asimilarlo. Este trabajo mental intentó desarrollar las leyes que rigen el movimiento del sistema solar, clasificaciones de las plantas y animales, o las reglas para la organización de sociedades que existirían bajo todas las condiciones, independientemente de los humanos que las desarrollaron.

La segunda responsabilidad del maestro tradicional es dominar el conocimiento apropiadamente para que el alumno pueda aprender. Existe, por tanto, un orden lógico de enseñanza dictado por el sujeto que enseña para facilitar el aprendizaje. El concepto de un libro de texto lineal, una gran invención del siglo XIX, se basa en esta visión del aprendizaje. El autor presenta el contenido en una secuencia lógica, comenzando por los elementos más simples para, finalmente, llegar a los más complejos.

Un segundo concepto educativo es el aprendizaje que se asimila a partir del descubrimiento. Tiene elementos comunes con el anterior, pero éste adopta una visión muy diferente sobre la forma de adquirir dicho conocimiento. Los defensores de esta teoría argumentan que las personas construyen conocimiento por sí mismas, asimilando conceptos e ideas individualmente, al libre albedrío, a partir de conceptos mentales. Pero también pueden asimilar conceptos erróneos. Los defensores del aprendizaje del descubrimiento creen que, para poder aprender, los estudiantes han de vivir experiencias; necesitan hacer y observar, en vez de recibir lecciones. En lugar de organizar los contenidos en función de su estructura lógica, de la más simple a la más compleja, el maestro lo hace de modo que puedan ser experimentados. La simplicidad pedagógica adquiere un aspecto práctico, y no meramente intelectual. Pero el propósito de este enfoque práctico sigue siendo que el alumno comprenda ideas y conceptos a través de la experiencia, por lo que los conceptos erróneos pueden ser reemplazados por la ideas correctas.

El constructivismo argumenta que, tanto el conocimiento como la forma de adquirirlo, dependerán de la mente del alumno. Esta visión, respaldada por la investigación en psicología del conocimiento, sorprende a quienes desean preservar la idea del conocimiento independientemente de los alumnos, lo que se conoce como constructivismo radical. Los defensores del constructivismo afirman que los estudiantes van asimilando conocimiento a medida que aprenden; no solo agregan nuevos hechos a los que ya conocen, sino que se reorganizan constantemente y desarrollan tanto la comprensión como la capacidad de aprender mientras interactúan con el mundo. El conocimiento que se construye a través de este proceso es individual y social, pero no se produce fuera de la mente del conocedor.

Los supuestos descritos anteriormente son aplicables a los museos. Para cualquier consideración de aprendizaje en estas instituciones, podemos formular la siguiente pregunta: ¿qué teoría del conocimiento se aplica al contenido de las exposiciones? También necesitaríamos cuestionarnos cómo creemos que aprenden las personas. Estos dos componentes de la teoría educativa aplicada a nuestro museo derivan en cuatro opciones que representan a dos tipos de museo.

El «museo sistemático», se basa en la creencia de que:

  1. El contenido del museo debe exponerse de manera que refleje la «verdadera» estructura del tema.
  2. El contenido ha de ser presentado al visitante de una manera más fácilmente compresible.

Ejemplos de museos organizados alrededor de principios sistemáticos los encontramos con frecuencia. El Deutsches Museum de Munich ilustra la estructura de las ciencias como su misión principal. De manera similar, el Museo de Zoología Comparativa de Harvard fue diseñado por Louis Agassiz para refutar a Darwin, con la exposición de la «verdadera» clasificación de los animales. La National Portrait Gallery, en su mayor parte, cuelga sus cuadros por orden cronológico, suponiendo que tiene más sentido para sus visitantes. De manera similar, es común en los museos que las exposiciones presenten el material de una manera única y ordenada, a fin de que los visitantes asimilen mejor el mensaje de la exposición.

Los defensores del «museo constructivista» argumentarán que:

  1. El espectador construye un conocimiento personal de la exposición.
  2. El proceso de recibir conocimiento es, en sí mismo, un acto constructivo.

Los ejemplos de museos constructivistas son más difíciles de encontrar, pero las exposiciones que permiten a los visitantes sacar sus propias conclusiones sobre el significado de la exposición se basan en este principio. También hay un número cada vez mayor de exposiciones que presentan múltiples recorridos posibles a lo largo de la exhibición, para que el alumno (visitante) pueda así recibir la información con una gran variedad de opciones.

Dentro de esta visión educativa alternativa, la estructura lógica para cualquier tema y la forma en que se presenta al visitante no dependen de las características de la persona ni de las propiedades de los objetos en exposición, sino de las necesidades educativas del público. En un museo de este tipo, no se supone que el tema tenga un orden intrínseco independiente del visitante, ni que haya una manera única para que éste asimile mejor los contenidos. Las exposiciones constructivistas del museo no tienen puntos fijos de entrada ni de salida, permiten al visitante establecer sus propias conexiones con los contenidos y fomentan formas variadas de aprender.

¿En qué consiste un museo constructivista? La falta de secuencia predeterminada ya se ha mencionado, al igual que el uso de múltiples modalidades de aprendizaje. Howard Gardner tenía en mente el museo constructivista cuando propuso el museo como un modelo de educación. Otro componente de este tipo de museos sería la creación de oportunidades para que el visitante establezca conexiones con conceptos y objetos que le resulten familiares. Para dar sentido a nuestra experiencia, debemos ser capaces de conectarla con lo que ya sabemos. Las exposiciones constructivistas alientan las comparaciones entre lo desconocido y lo nuevo. Invitar a mujeres inmigrantes a diseñar y crear sus propias telas bordadas puede lograr el objetivo de hacer que el museo sea más accesible para la comunidad. Asimismo, proponer a cientos de jóvenes de diversos países que exhiban sus monumentos locales y los compartan en un gran festival puede ayudarles a aprender sobre las culturas de los otros.

La teoría educativa constructivista argumenta que en cualquier discusión sobre la enseñanza y el aprendizaje, el enfoque ha de estar centrado en el alumno, no en el tema que se aborde.  Para los museos, esto se traduce en la máxima de que debemos focalizarnos en el visitante, y no en el contenido de dicho museo.

Los museos son sitios notables para el aprendizaje. Su poder e influencia está confirmado por el increíble aprendizaje que va asociado a ellos. La mayoría de los visitantes nos pueden narrar las experiencias de aprendizaje que han podido experimentar en todo tipo de museos. Sin embargo, la «experiencia total» del museo, en general, es fugaz y difícil de evaluar. Al considerar tanto la base teórica en la organización de exposiciones como la base psicológica de nuestra teoría del aprendizaje, podemos desarrollar museos que respondan a las necesidades  de nuestros visitantes de adquirir conocimiento y maximizar el potencial en su aprendizaje. El museo constructivista reconoce que el conocimiento se crea en la mente del alumno utilizando métodos de aprendizaje personales e individuales., lo que nos permitirá ajustar la didáctica de dicho aprendizaje a todas las edades posibles.


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Recurso:

George E. Hein (1995): The Constructivist Museum. Artículo publicado en Journal for Education in Museums, nº.: 16, páginas: 21-23.


Fotografía principal: Exploratorium – Third Coast Percussion WAVES Workshops.

Consultas: info@evemuseos.com

 

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