Las actividades de los ecomuseos deben estar dirigidas hacia la protección y mejora de los bienes patrimoniales, entre los que se encuentran las tradiciones locales, las narrativas históricas y otros aspectos del patrimonio histórico y cultural inmaterial. A tal efecto, el desarrollo de los ecomuseos se alinea con una serie de principios, objetivos y resultados, que deben estar orientados desde la gestión de la política cultural del gobierno local, provincial y nacional, en cada caso.
Los principios que mencionamos son:
- La toma de decisiones basada en la defensa de los intereses de la comunidad.
- El desarrollo sostenible.
- La comunicación.
- La correcta coordinación
- La implicación y colaboración comunitaria.
Todos ellos darán, como resultado, un ecomuseo exitoso, y constituirán lo necesario para crecer desde la base de las decisiones que se toman y la acción de los residentes locales, en respuesta a las cuestiones que se consideren importantes para la institución. También es preciso que exista una toma de conciencia sobre las principales preocupaciones de nuestra sociedad (el cambio climático, por ejemplo), los desequilibrios sistémicos y otros temas que tienen que ver con la sostenibilidad. Las partes implicadas en el proyecto deberán trabajar juntas, a partir del planteamiento inicial de dichos proyectos, hasta llevarlos a a buen fin.
Uno de los objetivos más relevantes sobre la gestión política de los ecomuseos, es el fortalecimiento de las comunidades y sus organizaciones sociales, y para ello recurren a la capacitación de la comunidad, con el fin de apoyar su actividad cultural y el desarrollo local. Los ecomuseos son proyectos que deben resultar atractivos, aumentar su visibilidad y posicionamiento, y buscar la colaboración social a partir de sus diferentes capacidades. Esto significa que, si se hace bien, la voz colectiva del proyecto saldrá fortalecida, su alcance irá mucho más allá, y será posible perseguir y compartir los intereses de toda la comunidad mucho más fácilmente.
Entre los resultados más relevantes encontramos: el conocimiento, la experiencia y las capacidades que se generarán para gestionar los recursos culturales; la posibilidad de conservar, mejorar y celebrar el carácter e identidad distintiva de la comunidad.
Pero además, los ecomuseos son parte de una tendencia reciente en la generación y aplicación del conocimiento a la sociedad. Como líder sobre sostenibilidad, Alan Atkisson explica:
… La naturaleza del conocimiento está cambiando. La cantidad de conocimiento está creciendo tan rápido que nadie puede manejarlo. Y la forma en que los gestores profesionales del conocimiento están reflexionando sobre ese conocimiento – en especial impulsado por las nuevas tecnologías – está cambiando también.
… Ya no hay que pensar [en el conocimiento] como algo que se va acumulando en nuestra mente; es más bien un río por el que hay que navegar. … Todo esto está cambiando la forma en que la sostenibilidad se debe plantear. El objetivo va variando desde los expertos individuales hasta los «grupos de trabajo de gran capacidad», para conseguir un saber único para la producción y difusión del resultado de ese trabajo en equipo, siendo un esfuerzo en el que participan todos juntos para lograr la difusión de conocimientos entre todos nosotros.
En cuanto a grupo de trabajo de alta capacidad, los ecomuseos pueden ayudar a sus comunidades a mantenerse a flote y prosperar, ofreciendo un enfoque en la sostenibilidad y aportando determinadas características que lo convierten en un lugar diferente y perfectamente identificable.
Hugues de Varine acuñó el término «ecomuseo» en 1971, y años después añadía: «son demasiadas personas las que han utilizado esa palabra aplicándola a demasiadas cosas» (citado en Davis de 2011, pag. 78). Es bastante frecuente que algunos confundan el concepto de ecomuseos con el de «economuseos», que son otra cosa – normalmente gremios creados por artesanos locales, y con el añadido medioambiental, pero no con el objeto de consolidar la integración entre cultura y naturaleza -. La «marca» ecomuseo sigue, hoy por hoy, atrayendo la atención y dando sus frutos.
Parte de ese atractivo pudiera estar relacionado con la palabra misma. El prefijo «eco» se deriva del griego antiguo «oikos», para la casa, el hogar o la familia. Las palabras con esa misma raíz, como «ecología» y «economía», están asociadas al holismo, las relaciones, interacciones, la interdependencia y el comportamiento de los sistemas complejos. Esto le da al ecomuseo una amplia base para abordar diferentes cuestiones, reuniendo a las comunidades para proteger y elevar el perfil de los activos de su patrimonio histórico local y las culturas vivas.
La palabra «museo» es también rica en significados. Los museos son vistos, generalmente, como lugares donde se exponen colecciones al público, pero la palabra en sí alude a «lugares de las musas», las antiguas diosas griegas de la inspiración y la creatividad (Mostos, 2006, pag. 167). En la mitología griega primitiva existían tres musas: una para la meditación, otra para la memoria y, la última, para el canto. La lista se amplió posteriormente para incluir la historia, el baile, la astronomía, y los diferentes tipos de poesía. Facilitar un único lugar que agrupe todas estas disciplinas puede ser mucho pedir a una sola institución, por lo que a la palabra «museo» se le aplica un poco de flexibilidad.
Finalmente, decir que la dada la popularidad y la longevidad de algunos conceptos, la palabra «ecomuseo» parece haberse convertido en una «marca potente» entre el público. Las personas denominan así a ese algo que les ofrece una comunidad determinada «de forma dinámica, en la que se conserva, interpreta y gestiona un patrimonio histórico a la vista del visitante, con el objetivo de disfrutar de un desarrollo sostenible» (Declaración Long Net Workshop, Trento (Italia), mayo de 2004).
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Recursos:
Corsane, G., P. Davis, S. Elliot, M. Maggi, D. Murtas y S. Rogers (2007): Evaluación del Ecomuseo: Experiencias en Piemonte y Liguria, Italia. Revista Internacional de Estudios del Patrimonio 13(2), 101-116.
Davis, P. (2011): Ecomuseos: un sentido de lugar, 2ª edición. Continuum, Nueva York, NY.
Maggi, M. (2002): Ecomuseos: Guía europea. Alemandí. página 238.
Massey, S. (2014) Tenemos que hablar: Patrimonio vivo, Ecomuseos y desarrollo comunitario. Herencia Saskatchewan. Página 4.
Murtas, D. y P. Davis (2009): El papel del ecomuseo dei terrazzamenti e della vite, (Cortemilia, Italia) en el desarrollo comunitario. museo y sociedad 7(3): 150-186
Nitzky, W. (2012): Mediando la Preservación del Patrimonio y el Desarrollo Rural: Desarrollo de Ecomuseos en China. Antropología Urbana 41 (2,3,4): 367-417.
Walker, BH y D. Sal. (2006): Pensamiento de Resiliencia: Sosteniendo Ecosistemas y Personas en un Mundo Cambiante.
Worts, D. (2010): Cultura en los vientos del cambio: fomentar una «cultura de sostenibilidad» y defender los indicadores culturales. Revista Internacional de Sostenibilidad Ambiental, Cultural, Económica y Social. vol. 6, núm. 5.
Y, también…
«Ecomuseums: A Sense of Place» de Michael Weir and Andy Golding.
«Ecomuseums: A new approach to cultural landscapes» de Maria Caterina La Morgia y Vittorio Loreto.
«Heritage, Museums and Galleries: An Introduction to Their History, Nature and Significance» de Gerard Corsane.
«The Ecomuseum: A Common Ground for Nature and Culture» de Laurent Martinet.
«Ecomuseology: Approaches to Sustainable Development of Local Communities and their Cultural Heritage» de L.L. Ivanova y otros.
Fotografía: Devianart
Consultas: info@evemuseos.com