Los museos y centros de ciencia (a partir de ahora MCC) forman parte de nuestra sociedad contemporánea, y comparten toda la complejidad que una convivencia supone. Se trata de una relación que sitúa a los MCC en una posición privilegiada para involucrar al público en temas relevantes (Welsh, 2005) pero, al mismo tiempo, los hace muy vulnerables a las fuerzas de una sociedad en constante cambio (Hooper-Greenhill, 2007). Para poder resistir el envite, estas instituciones deben responder a los desafíos actuales, como la disminución de recursos financieros, las exigencias sobre accesibilidad y diversificación, y la creciente competencia que afrontan con otras experiencias de ocio. Son retos que requieren respuestas que partan del pensamiento crítico e imaginativo en todos los MCC, sin excepción.
Recordemos el tema central de la conferencia Ecsite 2013: «Dreams: The Spirit of Innovation«. Según los organizadores de la misma, la búsqueda de un mundo sostenible requiere tener espíritu de innovación. Esto nos lleva a plantear que en el desarrollo continuo de museos y centros de ciencia, la innovación se ha convertido en una responsabilidad de los empleados en todos los niveles de la organización (Ecsite, 2013). Como resultado de ese enfoque, muchos de los profesionales que participaron en aquella conferencia abordaron específicamente la forma en que sus museos y centros se enfrentaban a los desafíos del futuro, dibujando una imagen bastante clara de sus prácticas y visiones actuales en todo el mundo.
En este artículo vamos a repasar las conclusiones de aquella conferencia de 2013 para intentar explicar hacia qué direcciones se dirigen tanto los museos como los centros de ciencia de hoy, y para proponer, asimismo, razones que respalden estos enunciados. Creemos que pueden aportar alguna idea nueva sobre la investigación en la práctica de estas instituciones. Lo explicaremos a partir de la definición de las que consideramos son las funciones principales de los MCC actuales. Confiamos en que dicho marco pueda inspirar e informar a aquellos interesados en un continuo empeño por lograr que los MCC afronten los desafíos externos e internos que están por venir.
Función científica.
Los MCC deberán afrontar sus funciones científicas con un enfoque interno y organizacional (investigación de las ciencias) así como llevar a cabo un trabajo de investigación riguroso sobre la propia práctica de la institución, con un objetivo externo y pensando en el público (la divulgación de la ciencia).
Investigación en las ciencias:
Históricamente, la función científica de los museos estaba relacionada con su papel como instituciones de investigación (Dubuc, 2011). Hoy en día, dicha función ha ido desapareciendo en muchos museos y centros a medida que las disciplinas científicas se separaban de estas instituciones y se asociaban, cada vez más, con las universidades (Conn, 2010).
Investigación en la propia práctica de la institución:
Una faceta más reciente de la función científica de los MCC es el desarrollo de nuevos campos de investigación dirigidos a la propia práctica de las instituciones, es decir, orientados a la relación entre el público y la propia institución (Dubuc, 2011). En un intento por comprender mejor a sus públicos, varias instituciones han establecido en los últimos años departamentos de investigación encargados de mejorar sus trabajos de difusión pública (Hein, 1998).
La difusión de las ciencias:
Una cara externa muy importante de la función científica de los MCC es el avance del conocimiento de las ciencias entre sus públicos (Dubuc, 2011). La divulgación de la ciencia debe ser, con mucho, uno de los objetivos fundamentales.
Función cultural.
La función cultural de los MCC debería ser doble: por un lado, el museo se considera un actor cultural en cierto sentido y, por otro, un recurso cultural para la comunidad (Dubuc, 2011).
Los MCC como actores culturales:
En su papel más tradicional como actor cultural, los MCC deben poner a disposición del público objetos materiales, especímenes, artefactos y patrimonio inmaterial (ICOM, 2006). En un contexto científico, esto supone enfatizar el hecho de que la ciencia es parte de nuestro patrimonio cultural (véase Osborne y Dillon, 2008).
Los MCC como recurso cultural.
En cuanto a recurso cultural, el museo va más allá del enfoque centrado en el objeto tradicional, convirtiéndose en un medio para expresar y difundir cultura (Dubuc, 2011). Desde este papel, las actividades del museo se vuelven más participativas que las dirigidas por los curadores tradicionales, ampliando la noción de autoridad (Simon, 2011) y convirtiéndose, idealmente, en un recurso comunitario para la creación y desarrollo de identidad cultural entre sus visitantes (Carnall et al., 2013).
Función educativa
La función educativa ha sido históricamente mejor reconocida como una finalidad central del movimiento de los centros de ciencia que como un objetivo explícito de los museos de ciencia (Koster, 1999). Sin embargo, la relación entre el público y los museos de ciencia está evolucionando a gran velocidad (Hooper-Greenhill, 2007) y, como resultado, muchas de estas instituciones exploran nuevas formas de involucrar a sus visitantes para promover el aprendizaje (Welsh, 2005). Los MCC también pueden generar interés y motivación respecto al estudio científico y promover trayectorias profesionales (despertar vocacional).
Función social.
La función social de los MCC tiene que ver con el valor que pueden llegar a tener para la sociedad. Históricamente, los museos han tendido a excluir a diversos grupos sociales minoritarios a través del uso de determinados mecanismos, como el diseño y producción de exposiciones y actividades culturalmente muy específicas y eruditas (Dawson, 2014) o utilizando publicidad bastante selectiva (Sandell, 1998). Actualmente, la inclusión social se ha convertido en una prioridad para muchos MCC (McPherson 2006). De hecho, se necesita urgentemente abordar los desafíos que supone proporcionar experiencias inclusivas para todos los grupos demográficos, así como lograr éxito de participación en las actividades socialmente inclusivas que ya están implementadas.
Función de red.
La función de red supone asumir una dirección relativamente nueva para los MCC. Se trata de una función no incluida dentro de las ocho originales de Dubuc (2011), pero queremos enunciarla para referirnos a las colaboraciones intersectoriales de los MCC con otras instituciones, con el fin de lograr objetivos compartidos a través de trabajos de colaboración, recursos mancomunados y toma de decisiones (ver Guo y Acar, 2005).
Combinar recursos, compartir costos:
El clima actual de incertidumbre financiera que están viviendo los MCC en todo el mundo (Lindqvist, 2012) pudiera ser su primordial razón para crear redes de colaboración (para compartir exposiciones temporales, por ejemplo).
Compartiendo experiencia:
La reducción de los gastos no es la única justificación que tienen los gestores de los MCC para fomentar colaboraciones entre las instituciones. Tal vez, como resultado del alejamiento gradual de la investigación de los MCC, la experiencia científica ya no se encuentra tan disponible en ellos. Para los centros de ciencias, por otro lado, la investigación en ciencias nunca ha constituído una parte central de la práctica institucional. Es importante que se generen alianzas con las universidades para compartir esa experiencia científica.
Desarrollar nuevos formatos:
El lado público de la función de redes es la creación de nuevos formatos para la difusión de la ciencia en espacios públicos.
Conexiones para profesionales:
Finalmente, las colaboraciones entre instituciones pueden servir como un nexo o medio de conexión entre profesionales. Se pueden plantear colaboraciones con socios industriales, universidades y expertos en tecnología, ingeniería e infraestructura de la ciudad sede de los MCC.
Función política.
Esta posible función de los MCC se refiere a la forma en que estas instituciones pueden llegar a influir en las decisiones políticas, tanto directa como indirectamente. Una forma directa de lograrlo es hacer campaña a favor de determinadas causas. Una más indirecta sería contribuyendo a crear una fuerte identidad colectiva entre sus públicos (Dubuc, 2011), promoviendo un compromiso cívico y social responsable.
Promover el compromiso cívico:
El papel potencialmente protagonizado por algunos museos en la promoción de una ciudadanía informada, se hace cada vez menos controvertido. Cualquiera de los MCC pueden promover el compromiso cívico con respecto a cuestiones concretas, como la urbanización de la ciudad o determinadas actitudes de cara al cambio climático, enviando un mensaje muy claro sobre que las soluciones […] pueden llegar a ser comprendidas y estar al alcance de la sociedad si todos los niveles ciudadanos participan activamente para conseguirlo.
Función económica.
La función económica de los MCC tiene que ver con las estrategias para generar ingresos y conseguir financiación (Dubuc, 2011). Podemos discutir sobre la función económica de los MCC, considerando tanto los aspectos internos de recaudación de fondos, como los externos, más públicos, de su economía.
Recaudación de fondos:
Hoy en día, los museos dependen cada vez más del apoyo financiero externo, a medida que disminuyen los subsidios públicos (Davidsson y Sørensen, 2010), llegando a un gran nivel de supeditación a las contribuciones y patrocinios del sector privado, lo que ya es un hecho para la mayoría de los MCC desde su inicio (Koster, 1999). Por lo tanto, no es sorprendente que una de las preocupaciones principales de los MCC sea la recaudación de fondos.
Apoyo y ayuda para la comunidad local:
Una idea interesante sobre economía y museos podría basarse en el potencial que tienen los MCC para proporcionar impulso y capacidad de recuperación económica en sus comunidades locales.
Función conservativa.
La función conservativa hace alusión a la tarea de conservar vestigios del pasado. Si bien los objetos materiales y los artefactos han sido históricamente el centro de las colecciones de los museos, Dubuc (2011) sugiere que los esfuerzos para la conservación se amplíen para abarcar la cultura y el patrimonio inmaterial (del que hablamos en el artículo de ayer). Este patrimonio inmaterial incluye prácticas y usos culturales y científicos (Welsh, 2005) y, por lo tanto, debe adquirir una posición relevante frente a las otras funciones de los MCC.
Función simbólica.
La función simbólica se relaciona con la capacidad de la institución de crear un paréntesis en el tiempo y lugar (ocio) para sus visitantes, proporcionando un espacio donde puedan expresarse simbólicamente (Dubuc, 2011). Entendemos que esto implica que los MCC dispongan del potencial suficiente para ofrecer a su público nuevas experiencias que vayan más allá de aquellas restringidas por edificios, ubicación geográfica o propiedad (Beetlestone, Johnson, Quin y White, 1998), tales como los viajes por la historia de la humanidad o el uso de la tecnología inmersiva para explicar al público el desarrollo de la civilización (Janousek, 2000), entre otras posibles soluciones.
Hasta aquí nuestro análisis para proponer un nuevo marco de funciones para los MCC; esperamos que pueda guiar y ayudar en la valoración de innovadoras propuestas y discusiones sobre sus actividades presentes y futuras.
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Fotografía principal: Science Museum of Minnesota.
Los cambios que se implementan en el museo o centro cultural deberán estar fuertemente apoyados desde la dirección del mismo o si es posible desde la junta de consejo. Ya que innovar no es introducir un cambio o mejora solamente, innovar en su más amplia concepción, es un proceso continuo que hace referencia a todo lo susceptible de ser mejorado y optimizado. Apostar más por nuevas y diferentes soluciones a las problemáticas de siempre y menos por el miedo al fracaso. La velocidad con la que nos es exigido el cambio está acompañada con una gran variedad de herramientas a nuestra disposición para ser exploradas y experimentadas, no sin evaluar su utilidad en cada uno de nuestros museos, sus riesgos y sus beneficios.
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