Experiencia de la Motivación en Museos

Experiencia de la Motivación en Museos

 

En los últimos años se está prestando mucha atención a los beneficios que los museos y otros espacios culturales pueden aportar al aprendizaje público a lo largo de nuestras vidas. Anderson (1997a; 1997b), observando el rápido crecimiento de las necesidades de aprendizaje de la sociedad, predijo que la educación se convertiría en una importante industria para los países desarrollados en el siglo XXI, y que el sector de la educación formal por sí solo no sería suficiente para satisfacer estas necesidades. A medida que las sociedades se transforman pasando de economías basadas en la industria a hacerlo en el conocimiento, el aprendizaje permanente y de libre elección se vuelve fundamental (Falk y Dierking, 2000). Por ello, el sector del aprendizaje informal asume un papel cada vez más importante en su desempeño en la sociedad. Los espacios de ocio cultural proporcionan una herramienta importante a través de la cual las personas pueden adquirir información, desarrollar ideas y construir nuevas visiones para ellos mismos y su entorno. Entre estos espacios se pueden incluir museos de arte, historia e historia natural, jardines botánicos, espacios naturales, parques nacionales, centros científicos, zoológicos, acuarios, casas históricas, reconstrucciones históricas, sitios patrimoniales y arqueológicos, así como instalaciones turísticas comerciales.

A pesar del importante papel educativo de cualquiera de ellos, no se puede suponer que todos los visitantes a estos lugares acudan realmente para aprender algo. Incluso en el contexto de los museos, que durante mucho tiempo se han considerado «instituciones educativas» (Anderson, 1997a), se sugiere que «un gran porcentaje de visitantes están allí para ‘matar el tiempo’, para entretenerse, para satisfacer la curiosidad o para ‘mirar'» (Corán y Corán, 1986, 12). En el otro extremo, las instalaciones turísticas comerciales, incluidos los parques temáticos como Walt Disney World, atienden deliberadamente los motivos de entretenimiento de sus visitantes, mientras intentan mantener el elemento educativo como un «extra adicional» (Epcot Center) (Hedge, 1995).

Los museos son, probablemente, los espacios de ocio educativo más conocidos y más investigados. El Consejo Internacional de Museos (ICOM) en su nueva definición enuncia al museo como «una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. Abiertos al público, accesibles e inclusivos, los museos fomentan la diversidad y la sostenibilidad. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos» (Anderson, 1997a, xii). El término «museo» a veces se ha utilizado de forma genérica para abarcar una variedad de entornos educativos de ocio (Falk, 2000; Falk y Dierking, 1995; Hooper-Greenhill, 1999) que se considera tienen mucho en común (Falk, Dierking y Holland, 1995a). Los de ocio, por ejemplo, suelen tener la mayoría, si no todas, de las siguientes características:

  • El entorno proporciona una experiencia directa con objetos, personas o lugares reales (Falk, Dierking y Holland, 1995b; Hooper-Greenhill, 1995).
  • El aprendizaje es voluntario (Falk et al., 1995b).
  • El aprendizaje es estimulado por las necesidades e intereses del alumno (Hooper-Greenhill, 1995).
  • El aprendizaje suele estar mediado socialmente (Falk et al., 1995b).
  • Los visitantes vienen solos, en grupos pequeños o familiares; de sexos mixtos, edades y experiencia en la materia con estilos de aprendizaje muy diversos y experiencias de aprendizaje previas (Anderson, 1995).

Como resultado de estas características, las oportunidades de aprendizaje que se ofrecen en entornos de ocio son diversas y complementan el proporcionado por el sector de la educación formal (Anderson, 1997a). Los contextos educativos de ocio tienen el potencial de aportar una experiencia más centrada en el alumno, lo que implica explorar y examinar, tomar decisiones, hacer conexiones personales, desarrollar una forma propia de comprensión y controlar el propio entorno de aprendizaje (Meadows, 1997; Paris, 1997; Schauble et al., 1996). Sin embargo, debido a que la participación es una cuestión de libre elección, la influencia de los factores motivacionales en el aprendizaje de los visitantes es de suma importancia (Falk y Dierking, 1992). Falk, Moussouri y Coulson (1998) han aportado algunas pruebas de que los objetivos personales o las agendas previas a la visita influyen en el comportamiento y el aprendizaje de los visitantes en los museos, y que impactan en la experiencia de aprendizaje de los visitantes en entornos educativos de ocio.

Los factores motivacionales incluyen tanto las características personales que el público trae consigo a la visita, como sus metas personales y creencias de capacidad, las características situacionales que encuentran en el entorno mismo, y las oportunidades de aprendizaje y aspectos que despiertan interés. De acuerdo con las teorías de la motivación (Ford, 1992; Maehr, 1984), se supone que estos factores impactan en la dirección selectiva del comportamiento (la elección de una acción sobre otras), la «energización» de éste (la cantidad de energía o esfuerzo dedicado) y su persistencia (su mantenimiento en el tiempo). Estos patrones de comportamiento, a su vez, conducen a varios resultados deseados para cada uno de nosotros, como puede ser el logro, el crecimiento personal o la satisfacción con la vida. En los estudios sobre estos temas, los indicadores de motivación se suelen centrar en la dirección selectiva, la energización y la persistencia de los comportamientos de aprendizaje, lo que nos permite tener conocimiento sobre la experiencia de aprendizaje autoinformada por los visitantes y la satisfacción con su visita.

Por lo general, los estudios destacan el papel importante y único de los museos entre los contextos educativos de ocio. Atraen visitantes que están motivados por aprender y perciben éstos sitios como lugares donde se presenta información relevante de una manera interesante; están dispuestos a dedicar esfuerzos a las actividades de aprendizaje y normalmente encuentran dichos esfuerzos satisfactorios. Por lo tanto, existe un gran potencial para que los museos continúen expandiéndose y desarrollando su papel como proveedores de educación informal. Es importante mencionar que los visitantes a los museos de arte suelen tener una mayor necesidad de cognición que los visitantes de los otros sitios, con la idea de que pueden ser receptivos y sensibles a un mayor desarrollo en los aspectos de reflexión el el pensamiento y aprendizaje de su visita.

Los estudios también presentan el desafío que existe para los educadores de museos, ya que plantean la cuestión de qué tienen que hacer para atraer al museo a los visitantes que están menos motivados para aprender. Según Hood (1983), los visitantes de los museos difieren significativamente de los no visitantes en términos del valor, cuando estos atributos están presentes o no en los museos. Sin embargo, por otro lado, es menos probable que las personas valoran el entorno de aprendizaje como entretenido, divertido o emocionalmente atractivo. Estas percepciones tienen implicaciones en la forma en que se deben entregar las experiencias en nuestros museos.

Para finalizar, diremos que la necesidad de una mayor atención tanto al aprendizaje en museos (que abarca el aprendizaje en museos de ciencias, museos de historia y museos de arte) como a la interpretación (que abarca el aprendizaje en entornos recreativos como parques nacionales, sitios patrimoniales y atracciones turísticas comerciales) ha sido señalada por académicos en ambas áreas (Ballantyne y Uzzell, 1999; Kelly, 2002; Schauble, Leinhardt y Martin, 1997; Uzzell, 1998). Las similitudes y diferencias entre las diversas entidades culturales, identificadas aquí, nos sugieren que el estudio de los factores motivacionales puede contribuir de manera importante a crear una base teórica para la interpretación, que sea relevante tanto para los contextos de los museos como del turismo comercial. El desarrollo de una base teórica común es una respuesta importante al llamado de Falk (2000, 6): «consolidar la creciente unidad de todas las instituciones similares a museos». La comprensión de los factores motivacionales involucrados en el ocio o el aprendizaje de libre elección en la diversidad de entornos culturales también ayudará a enfrentarnos al desafío que existe en el contexto educativo del ocio cultural: la necesidad de estimular la motivación de los visitantes para que aprendan.

Recursos:

Anderson, D. (1995): Gradgrind driving Queen Mab’s chariot: What museums have (and have not) learnt from adult education. En: A. Chadwick y A. Stannett (Eds.), Museums and the education of adults (págs. 11-33). Leicester, Reino Unido: National Institute of Adult Continuing Education.

Anderson, D. (1997a): A common wealth: Museums and learning in the United Kingdom. Londres: Department of National Heritage.

Anderson, D. (1997b): Museums must recognise the needs of all users. Adults Learning 8(7): págs. 178-179.

Ballantyne, R. y Uzzell, D. (1999): International trends in heritage and environmental interpretation: Future directions for Australian research and practice. Journal of Interpretation Research 4(1): págs. 59-75.

Beard, J. y Mounir, R. (1983): Measuring leisure motivation. Journal of Leisure Research 15(3): págs. 219-228.

Cacioppo, J. y Petty, R. (1982): The need for cognition. Journal of Personality and Social Psychology 42(1): págs. 116-131.

Cacioppo, J. T., R. E. Petty, J. A. Feinstein y W. B. G. Jarvis (1996): Dispositional differences in cognitive motivation: The life and times of individuals varying in need for cognition. Psychological Bulletin 119(2): págs. 197-253.

Crandall, R. (1980): Motivations for leisure. Journal of Leisure Research 12(1): págs. 45-54.

Crompton, J. (1979): Motivations for pleasure vacation. Annals of Tourism Research 6: págs. 408-424.

Falk, J. (2000): Assessing the impact of museums: A note from the guest editor. Curator 43 (1): págs. 5-7.

Falk, J. y Dierking, L. (1992): The Museum Experience. Washington, DC: Whalesback Books.

Falk, J. y Dierking, L. (1995): Introduction: A case for conducting long- term learning research in museums. En: J. H. Falk y L. D. Dierking (editores), Public Institutions for personal learning: Establishing a research agenda (págs. 9-14). Washington DC: American Association of Museums, Technical Information Service.

Falk, J. y Dierking, L. (2000): Learning from museums: Visitor experiences and the making of meaning. Walnut Creek, CA, E.UU.: Alta Mira Press.

Falk, J. Dierking, L. y Holland, D. (1995a): Establishing a long-term learning research agenda for museums. En: J. H. Falk and L. D. Dierking (Eds.), Public Institutions for personal learning: Establishing a research agenda (pp. 31-34). Washington DC: American Association of Museums, Technical Information Service.

Falk, John, Lynn Dierking and Dana Holland, 1995b. What do we think people learn in museums? In J. H. Falk y L. D. Dierking (editores), Public Institutions for personal learning: Establishing a research agenda (págs. 17- 22). Washington DC: American Association of Museums, Technical Information Service.

Falk, J. Moussouri, T. y Coulson, D. (1998): The effect of visitors’ agendas on museum learning. Curator, 41 (2): págs. 107-120.

Ford, M. (1992): Motivating humans: Goals, emotions and personal agency beliefs. Newbury Park, CA, EE.UU.: Sage.

Martin, F. y Nichols, C.W. (1987): A taxonomy of human goals and some possible applications. En: M. E. Ford y D. H. Ford (Eds.), Humans as self-constructing living systems: Putting the framework to work (págs. 289- 311). Hillsdale NJ: Lawrence Erlbaum Associates.

Hedge, A. (1995): Human-factor considerations in the design of museums to optimize their impact on learning. En: J. H. Falk y L. D. Dierking (editores), Public Institutions for personal learning: Establishing a research agenda (págs. 105-117). Washington DC: American Association of Museums, Technical Information Service.

Hood, M. (1983): Staying away – Why people choose not to visit museums. Museum News 61(4): págs. 50-57.

Hooper-Greenhill, E. (1995): A museum educator’s perspective. En A. Chadwick y A. Stannett (editores), Museums and the educatin of adults (págs. 49-64). Leicester, Reino Unido: National Institute of Adult Continuing Education.

Hooper-Greenhill, E. (1999): Education, communication and interpretation: Towards a critical pedagogy in museums. In E. Hooper-Greenhill (Ed.), The educational role of the museum (segunda edición, págs. 3-27). Londres: Routledge.

Kelly, L. (2002): Researching learning … and learning about research. Unpublished manuscript, University of Technology, Sídney.

Koran, J. y Koran, M.L. (1986): A proposed framework for exploring museum education research. Journal of Museum Education 11(1): págs. 12-16.

Maehr, M. (1984): Meaning and motivation: toward a theory of personal investment. En: R. Ames y C. Ames (editores), Research on motivation in education, Volume 1: Student motivation (págs. 115-144). Orlando: Academic Press.

Meadows, E. (1997): AAM Learning in museums Seminar 1. Journal of Museum Education 23(1): págs. 21-22.

Packer, J. y Ballantyne, R. (2002): Motivational factors and the visitor experience: A comparison of three sites. Curator, 45 (3), págs. 183-198.

Packer, J. (2002): Motivational factors and the experience of learning in educational leisure settings. Thesis in preparation. Brisbane: Queensland University of Technology.

Paris, S. (1997): Situated motivation and informal learning. Journal of Museum Education 22(2): págs. 22-27.

Schauble, L., Beane, D. B. y Coates, G.D., Martin, L.M.W. y Sterling, P.V. (1996): Outside the classroom walls: Learning in informal environments. En: L. Schauble y R. Glaser (editores), Innovations in learning: New environments for education (págs. 5-24). Mahwah, NJ, EE.UU.: Lawrence Erlbaum Associates.

Schauble, L., Leinhardt, G. y Martin, L. (1997): A framework for organizing a cumulative research agenda in informal learning contexts. Journal of Museum Education 22(2/3): págs. 3-7.

Uzzell, D. (1998): Interpreting our heritage: a theoretical interpretation. En: D. Uzzell y R. Ballantyne (editores), Contemporary issues in heritage and environmental interpretation (págs. 11-25). Londres: The Stationery Office.

Fotografía: Art Net: A New Book Collects the Best Recreated Artworks From the #GettyChallenge—and Reflects On Why the Project Resonated So Much.


Las exposiciones de los museos son proyectos complejos, e incluso las más modestas requieren tiempo, energía, dedicación, implicación y el conocimiento de muchos profesionales. Los museos actuales gestionan un plan bien organizado, administrando recursos, trabajando en la investigación e interpretación, cuidando de sus colecciones, desarrollando planes de marketing, merchandising, incluso diseñando y fabricando innovación, planteando programas educativos, editando libros, recabando fondos, realizando todo este esfuerzo para llegar a cumplir con su misión de manera efectiva. 

Tus comentarios son muy importantes para nosotros

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.