Además del énfasis en el aprendizaje como un papel importante del museo, los educadores de los museos consideran que el aprendizaje en estos entornos es igualmente significativo. – (Hein, 1998, p.14).
El cambio en la consideración del papel educativo de los museos ha transformado el prestigio de la profesión dentro de estas instituciones. El educador del museo desempeña en la actualidad un papel fundamental como facilitador de la experiencia del visitante. El personal del museo trabaja para ajustar las exposiciones y sus programas a los objetivos educativos de los planes de estudios de los colegios (Hein, 1998). Sin embargo, debemos señalar que existe una diferencia en el contexto educativo entre escuelas y museos (Tran y King, 2007).
Hoy en día, el campo de la educación museística ha avanzado positivamente en muchas direcciones. Aún así, existe la necesidad de generar un mayor progreso en este área, algo demandado tanto por profesores como por los propios educadores (Griffin, 2011). Éstos, en entornos no formales, son valorados como participantes significativos en el avance del conocimiento durante las visitas escolares, sin embargo, su desarrollo profesional no es lo suficientemente compatible. Allen y Crowley, (2015) sugieren que no existe un programa de capacitación para los educadores de museos que usualmente dirigen una visita basada en experiencias de aprendizaje previas y a nivel individual. Por lo tanto, uno de los aspectos más importantes para mejorar profesionalmente es el conocimiento base común para la preparación y práctica profesional, y un marco teórico y metodológico compartido (Tran y King, 2007). La diversidad de perfiles hace que el establecimiento de esa base teórica común resulte más complicada.
El rol de los educadores de museo incluye múltiples tareas y varias responsabilidades. Hablamos de profesionales que diseñan y planifican visitas escolares y públicas, trabajan con una amplia gama de edades y se relacionan con diferentes aspectos educativos (Tran y King, 2007). Sus diversas funciones marcan, pues, el rol complejo que se les otorga y los diferentes desafíos con que ejercen la enseñanza en el contexto del museo, lo que implica un conocimiento de contenido específico y múltiples habilidades.
Cox-Peterson et al. (2003) realizaron una investigación sobre las visitas guiadas en un museo de historia natural con grupos de escolares. Observaron que las prácticas de los educadores de museos estaban muy valoradas y que existía una actitud positiva hacia la visita expresada tanto por estudiantes como por maestros. Zhai y Dillon (2014), también llevaron a cabo un estudio sobre esas cualidades pedagógicas durante las visitas escolares, centrándose en el discurso como una estrategia que apoya el aprendizaje. Los informes al respecto señalan que la actitud comunicativa de los educadores fomenta las interacciones controladas. Además, Tali y Morag (2007) analizaron las actividades pedagógicas de una visita guiada en un museo de ciencias. Los estudiantes se involucraron y expresaron una actitud positiva respecto a aquellas actividades que contaban con el apoyo de la participación activa, como los juegos y el trabajo en equipo. Estos estudios se centran en una investigación sobre el impacto de las prácticas de los educadores de los museos y sobre la naturaleza del aprendizaje. Sin embargo, el análisis respecto a las perspectivas de los educadores para dicho aprendizaje dentro de los museos es limitado.
Tran y King (2007) observaron que los estudios sobre las prácticas de los educadores de museos durante una visita, así como el marco teórico que aplican, resultaba insuficiente. Allen y Crowley (2013) afirman que investigaciones previas sobre dichas prácticas han demostrado que los educadores apoyan las experiencias de una manera más didáctica, dando poco margen a la discusión entre ellos y los niños/niñas. Por otro lado, en ese mismo estudio se observa que utilizan estrategias limitadas para el compromiso educativo con los peques, asemejándose bastante a la de los maestros de aula (2015). Son hallazgos que reflejan la naturaleza desafiante de la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia en los entornos de los museos.
Estudios previos en centros científicos (Tran, 2002; King, 2006) informan sobre las complejidades de la educación museística dentro de la profesión, lo que implica que los educadores deben dominar las estrategias que tienen que llevar a cabo para apoyar el aprendizaje en los museos. Sin embargo, estas prácticas no son específicas y varían de una institución a otra. El desarrollo profesional de los educadores de museos ha de centrarse en el establecimiento de un lenguaje profesional común y en una pedagogía museística con un enfoque centrado en el alumno. Así mismo, se debe diseñar un conjunto claro de objetivos que faciliten la comprensión del aprendizaje esperado (Allen y Crowley, 2015). Al marcar los objetivos de la visita, los educadores han de considerar posibles conexiones con el plan de estudios, ayudando a los maestros a entender el objetivo de la misma. Si, además, el contenido de ésta conecta con el material escolar al uso, podría resultar muy beneficioso para el aprendizaje del alumno. Allen y Crowley (2015) sugieren que cuando los educadores reflexionan sobre sus propias experiencias y discuten con sus colegas los desafíos a los que se enfrentan durante una visita escolar, se generan enfoques más valiosos en cuanto a nuevas ideas y estrategias para su desarrollo profesional.
La preparación profesional y la práctica de los educadores de museos deben incluir una base de conocimientos y habilidades relacionadas directamente con el aprendizaje en los museos, algo obvio por otro lado. Tran y King (2007) afirman que es necesario establecer una formación profesional muy definida para estos educadores y aplicarla dentro del marco de la pedagogía (conocimientos y habilidades diferentes), de esta forma su profesión dispondrá de una base teórica aceptada que podría desarrollarse más ampliamente. Un conjunto común de habilidades y un conocimiento compartido entre colegas apoya al buen desempeño profesional, definiendo los objetivos de aprendizaje y valorando la importancia del rol de los educadores (Tran y King, 2007; Allen y Crowley, 2013).
La capacitación es una forma de ofrecer apoyo a los educadores no formales en términos de desarrollo profesional. Por lo tanto, la reflexión sobre las actividades pedagógicas durante una visita al museo, donde las ideas y pedagogías nuevas se discuten y consideran, es un enfoque que puede conducir a una práctica de base común para los educadores. Respecto a ésto, Tran y King (2007) argumentan que «las investigaciones sobre las acciones pedagógicas de los educadores en los museos de ciencia sugieren que estos profesionales no comparten un entendimiento común de las mejores prácticas, lo que puede deberse a la falta de preparación profesional basada en una base de conocimiento reconocido». Pero para que estas implementaciones mejoren, surge la necesidad de hacer una reflexión y de que los educadores se comuniquen entre ellos. Además, Grenier (2005) declaró en su día que «sin una capacitación que refleje programas interesantes que fomenten cuestionamientos, la interacción y la experimentación, los docentes continuarán guiando las visitas de una manera que refleje sus propias experiencias de aprendizaje en las escuelas y con sus maestros y profesores». Tran (2002) también señala el problema emergente del establecimiento de la práctica profesional y de la pedagogía para la comunidad de educadores de museos dentro del propio campo de los museos. Como resultado, esta comunidad puede asentar una práctica común de enseñanza y aprendizaje unida al ejercicio de «diferenciar las prácticas y estrategias para involucrar a diferentes tipos de audiencias, y apoyar el desarrollo profesional continuo a través de la comunicación y la práctica reflexiva» (Allen y Crowley, 2015, p .101).
Los educadores de museos son la «herramienta humana» disponible para generar conocimiento en el público sobre los objetos (contenidos) de las exposiciones permanentes y temporales. La educación museística debe establecerse y desarrollarse como una profesión a través de una teoría específica y una investigación aún mayor en su campo, de esta forma los educadores pueden llegar a conseguir que se reconozca su verdadero valor profesional. Otro proceso para la profesionalización en la educación museística es el diálogo abierto entre los miembros de la profesión, como ya apuntábamos anteriormente (Allen y Crowley, 2013, 2015; Tran y King, 2007), además de los programas educativos, siguiendo una línea de capacitación e impartiendo cursos para profesionales educadores.
La profesión del educador museístico lleva considerándose durante décadas, pero «si los museos desean ofrecer una contribución significativa a la educación en la sociedad […] necesitan garantizar la calidad de su oferta educativa […] formación profesional y cualificación adecuada de sus trabajadores» (Tran y King, 2007, p.145). Para avanzar en las experiencias de aprendizaje en entornos no formales, es importante apoyar su estructura antes (planificación) y durante, con el fin de publicar posteriormente dicha experiencia. De esta forma, el aprendizaje fuera del aula se complementa con el que tiene lugar dentro de ella (Hohenstein y King, 2011). DeWitt y Hohenstein (2010) sostienen que el diseño y planificación profesional de la visita al museo es un factor clave que puede influir de manera definitiva en las actitudes de aprendizaje informal.
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Buenas tardes, el tema que se aborda en el presente artículo me parece muy importante, dado que en algunos contextos, las áreas educativas de los museos no son tan valoradas como otros áreas (museografía, curaduría, comunicación, etc.), y esto significa ya un problema. Las áreas educativas son de igual importancia como las demás áreas que conforman la estructura de un museo. Además estoy de acuerdo en que se debe definir un programa en el que se profesionalice a los educadores de museos y éste puede ser creado a partir del diálogo, la reflexión y el análisis con un grupo de educadores de museos, ya que es importante la experiencia que se obtiene de cada una de las visitas y de la manera en que se planifican las actividades. Por otro lado, algo que contribuye a la formación de educadores de museos son los voluntariados que se realizan en varios museos. En Colombia existen varios casos, como el Museo Nacional, Museo del Vidrio, Museo Colonial y Museo Santa Clara, donde a partir de varios encuentros se da una formación teórico-práctica del que hacer de un educador de museo. Muchas gracias.
Buenas tardes he leído con mucho interés sobre los educadores de museos, ellos son los Guías Oficiales de Turismo? Muchos museos cuentan con ese tipo de profesionales.
me parece muy interesante, pues soy guía de turistas cultural y me interesa saber como motivar la visita a los museos y cómo prepararme para hacer las visitas mas atractivas
Los educadores de Museos son profesionales en alguna especialidad?
Como profesionales de los museos pueden responder a múltiples perfiles de desempeño, desde historiadores/as pasando por maestros/as. No existe un perfil profesional único. Gracias por dejarnos tu comentario. Saludos.