La «nueva museología» es un discurso en torno a los roles sociales y políticos de los museos, que fomenta nuevas comunicaciones y estilos de expresión, en contraste con los modelos de museo clásicos centrados en colecciones (Mairesse y Desvallées, 2010). Se ha convertido en un movimiento teórico y filosófico vinculado a un cambio de enfoque e intención dentro del mundo de los museos, alejándose de la idea funcional de los mismos. Las áreas que se sugirieron reconsiderar en la «nueva museología» incluyen la posición de los museos sobre la conservación, el estado epistemológico de las colecciones y la naturaleza y el propósito de la erudición aplicada a los museos (Smith 1989, 20-21). La «nueva museología» se ha dividido en cambios de «valor, significado, control, interpretación, autoridad y autenticidad» dentro de los museos. Esto también incluye la redistribución del poder dentro de los museos y la «redistribución curatorial» (Stam, 1993).
La «nueva museología» implica una redefinición de la relación que los museos mantienen con las personas y sus comunidades. Este cambio incluye un impulso para el acceso y representación más amplios de diversos grupos de la sociedad (Stam, 1993), así como un papel más activo para el público, como visitantes y árbitros de la función curatorial (Black, 2005; Kreps, 2009). Los museos pueden ser, y se ha visto que asumen, un papel activo en la lucha contra la discriminación y la desigualdad en la sociedad (Sandell, 2007). También se percibe un cambio en la identidad de los profesionales de los museos de «legislador» a «mediador» e «intérprete» y hacia un espíritu más orientado al visitante (Ross, 2004).
Se puede argumentar que estos desarrollos son parte de un cambio de enfoque de los objetos a las ideas dentro de la «nueva museología» (Weil, 1990), y actualmente se mantiene, además, que el lenguaje y la educación tienen una posición central en los museos (Hooper-Greenhill, 2000; Message, 2006). También se han introducido múltiples discursos que vinculan a los museos con terminologías como «empoderamiento cultural», «redefinición social», «diálogo» y «emoción» (Harrison, 1993). Esta progresión ha venido con una conciencia de responsabilidad social (así como moral) en el museo (Heijnen, 2010).
La «nueva museología» – y una extensa literatura museológica – asume que, como resultado de este replanteamiento de los propósitos de los museos, se ha producido un cambio real tanto en la comprensión de sus funciones como en las actividades que llevan a cabo. La «nueva museología» sigue proporcionando un conjunto de principios que, según se argumenta, deberían estar consagrados al funcionamiento de estas instituciones (Simon, 2010). Sin embargo, existe un análisis relativamente escaso sobre la práctica real de los museos para evaluar hasta qué punto los cambios han estado a la altura de los supuestos de la «nueva museología» en todo el sector de los museos en su conjunto, excepto en estudios de caso de ejemplos particulares y concretos de innovaciones. El análisis de Duncan (1995) de algunos de los museos europeos más grandes destaca que, efectivamente, se había producido un cambio en el consumo público dentro del Louvre y la Galería Nacional de Londres. Sin embargo, estos cambios eran más representativos de la «imposición de las ideologías de los poderosos a las masas» (Vikki McCall y Clive Gray, 2013), lo que indicaría algunas limitaciones sobre lo que realmente ha logrado la «nueva museología».
Si bien la «nueva museología» como enfoque tiene que ver con un mayor acceso y representación, algunos trabajos recientes cuestionan efectivamente la medida en que ésta se han puesto en práctica en muchos museos (Janes, 2009). Es así particularmente en cuanto a que la gestión del patrimonio debe ser «más abierta, inclusiva, representativa y creativa» (Harrison, 2013, 225), lo que implica que el cambio no se ha logrado universalmente. Stam (1993), por ejemplo, analiza las implicaciones de la «nueva museología» en la práctica de los museos e identifica una serie de cambios en la estructura organizativa, la dotación de personal y las prácticas comerciales y de gestión. Sin embargo, muchas respuestas a la «nueva museología» han sido «sospechosamente ad hoc» y, a menudo, contrarias a los propósitos educativos. Además, se observa que la «nueva museología» es menos útil para la práctica: se ha dejado que los museos interpreten libremente las ideas en torno a la «nueva museología».
De acuerdo con las ideas de la «nueva museología», ha habido una ampliación de las expectativas sobre lo que los museos pueden y deben ofrecer desde la década de 1960, a pesar de los considerables cambios políticos, sociales y económicos que se están produciendo dentro de la sociedad que, en ocasiones, han funcionado en contra de estas expectativas.
En conclusión, la «nueva museología» ha tenido menos efectos prácticos de lo que la literatura museológica podría anticipar. Esto es el resultado de múltiples factores causales, que se extienden mucho más allá de las formas de control profesional del sector de los museos y de la política de éstos en la que se basa la literatura de la «nueva museología». A pesar de ello, la «nueva museología» y los discursos asociados a ella, han sido una herramienta útil para los trabajadores de los museos pero, ¿lo sigue siendo actualmente? Se ha demostrado que los trabajadores de los museos son agentes clave en la utilización de la retórica relacionada con la «nueva museología» en la búsqueda de múltiples funciones del museo y en la gestión de sus propias prácticas. La forma en que esto se relaciona con cuestiones más amplias de la práctica de los museos es más debatible, ya que sus trabajadores utilizan los discursos con relación a sus propios valores , necesidades profesionales y actividades, más que como algo relacionado con un guión de trabajo. Ha habido algunos avances con respecto a las actividades en torno a la «nueva museología», pero, actualmente, no existe un servicio de museo que haya logrado una transición completa hacia esa ideología.
La evidencia razonable ha demostrado claramente que se producen tensiones diferentes y en competencia dentro de las dinámicas de los museos. Existen pruebas claras de polarización en sus servicios, basadas en la función de la propia entidad y los roles de los trabajadores, especialmente entre los gestores y los roles curatoriales tradicionales. Esta polarización suele estar impulsada por mecanismos de control de la gestión que llevan a los profesionales de los museos a adoptar estrategias defensivas. Las tensiones están relacionadas con las opiniones de los profesionales y el papel, cada vez más importante, de los trabajadores de los museos que se implican en la innovación y en el necesario cambio de era. Las diferencias entre gestores y «profesionales en el terreno» podrían limitar la medida en que la «nueva museología» se puede implementar en la práctica, especialmente si entra en conflicto con tendencias y expectativas de gestión más amplias y con visión de futuro (por lo menos a 5 años, atención a la tecnología).
Recalcamos que la imagen real en los museos no está clara. Hay investigaciones que nos muestran que estas polarizaciones existen, pero no son particularmente fijas. El discurso relacionado con la vieja y la «nueva museología» es dinámico. Las percepciones sobre el papel y la función de los museos pueden ir hacia atrás y hacia adelante entre estos continuos. La imagen en la mayoría de los museos incluye a profesionales que comprenden ambos lados de esta imagen, pero a menudo los desafíos estructurales (como la «degradación» de las colecciones fruto de las enormes estrecheces económicas) obligan a las personas a adoptar un lado determinado para sobrevivir. Estas acotaciones estructurales y mecanismos defensivos pueden limitar la medida en que las intenciones y expectativas de la «nueva museología» son capaces de implementarse en la práctica en los museos. Creemos que ninguno de éstos, ni sus servicios, pueden considerarse sin ambigüedades como una orientación hacia la «nueva museológica». Es más bien una cuestión de grado que depende de cómo diversos factores influyen en los casos individuales. Se requieren más investigaciones para establecer hasta qué punto los museos y los servicios individuales han avanzado en una nueva dirección museológica.
Una posible investigación adicional para certificar determinadas afirmaciones podría demostrar tanto las limitaciones como las posibilidades que existen dentro de los museos y galerías para la creación de nuevos enfoques y prácticas en el sector, en su conjunto, y, cómo estas oportunidades y limitaciones funcionan cuando se implementan. Es obvio que esas limitaciones del cambio existen en el contexto particular de los museos, pero sería importante considerar qué pasará a partir de ahora sobre la gestión de la innovación aplicada a los museos en un cambio de era, para corroborar, o no, la vigencia y practicidad de la «nueva museología».
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Recursos:
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