Las ideas relacionadas con el concepto de un «Nuevo Museo» comenzaron a debatirse en los Estados Unidos en la década de 1950. Los historiadores de la época querían interpretar lo que era la cultura material, la vida cotidiana y los objetos ordinarios desde el punto de vista político y económico. Sin embargo, estas ideas no fueron aplicadas en los museos antes de 1970. Peter Vergo, utilizó el término «nueva museología» por primera vez, y criticó en su momento que los métodos fueran altamente dependientes del legado de los museos, por lo que éstos perecerían si no se renovaban a partir de la aplicación de cambios muy profundos.
La nueva museología destaca las características «informativas» y «educativas» de los museos. Los cambios y el proceso de transformación de los mismos se remontan a la década de 1950. Como resultado de un enfoque orientado a lo social, los museos han resurgido asumiendo un rol activo, el de ser instituciones democráticas en el dominio público, con el objetivo de integrarse con el individuo. La nueva museología adopta una postura eficiente, dinámica y participativa sobre la base de la comunicación, la educación y la enseñanza informal. Estos cambios cognitivos han transformado el museo en una institución donde el usuario interactúa con las colecciones, adaptándose a las necesidades sociales – actualmente a las locales, por necesidad (pandemia) -.
Hoy en día, la museología se implementa simultáneamente con dos enfoques diferentes. El primero, y más tradicional, identifica al museo como un centro de educación e investigación focalizado en su colección permanente. Abarca una política social cuyo objetivo es lograr que los contenidos sean asimilados por los espectadores de manera individual, mediante el sentido de la vista y, excepcionalmente, del oido. El segundo enfoque se denomina la «Nueva Museología» o «Museología del Siglo XXI», y reconoce al museo como un lugar cercano, un centro de entretenimiento, educación y cultura, además de como una «máquina comercial». En consecuencia, el museo adquiere un papel importante en la industria del entretenimiento. Los banners y carteles publicitarios colocados en las fachadas de los edificios de los museos indican lo cerca que pueden llegar a estar éstos de las ferias y los espectáculos de entretenimiento masivo. El nuevo museo se centra en las exposiciones temporales – las permanentes pueden incluso llegar a tener una importancia secundaria -. La razón principal de este cambio son las oportunidades de comunicación que han aumentado a escala mundial durante medio siglo. Los museos tradicionales han perdido su posición por el uso generalizado de la tecnología y el hecho de que Internet se ha convertido en uno de los principales medios de comunicación. El intercambio de información con los medios impresos y virtuales ha dado paso – al cuestionar la función de los museos – a un proceso de adaptación al cambio global.
Los museos del siglo XXI tratan de comunicarse con el público mediante la evaluación de la práctica curatorial tradicional, y comienzan a abandonar el enfoque del antiguo museo pasando a la práctica de la museología moderna. Según ese nuevo enfoque, al fortalecer la relación con su ciudad y la sociedad, los museos generan estrategias para avanzar en este área. El museo posmoderno se describe como la realización racional de un «nuevo museo». De está manera, los nuevos museos se transforman en lugares de estructuras contemporáneas donde sus visitantes pueden observar objetos, ruinas históricas y compartir experiencias. A diferencia del concepto clásico, ya no son espacios donde exhibir elementos culturales que representen a una comunidad en particular.
Desde la segunda mitad del siglo XX, la función y el propósito del museo han sido cuestionados en todas direcciones. Con la reducción de las exposiciones permanentes, el «visitante del museo» se identifica como «usuario del museo». Para llegar a esto, los museos han estado trabajando en algunos programas de desarrollo interno, como el de la mejora del área de especialización profesional del personal del museo, y se han concentrado, además, en la función y acción educativa, con objeto de establecer sistemas de desarrollo para los visitantes, buscando «comprender a su comunidad y crear una sociedad con ella». La nueva visión del museo tiene como finalidad un enfoque moderno que pueda proporcionar un entorno de comunicación, aprendizaje y auto reconocimiento en el que el individuo no esté socialmente excluido. En este contexto – entre otros -, los museos deben ser sostenibles, pues la sostenibilidad es el elemento previo para proporcionar una participación intensiva a los visitantes en las diversas actividades que se les pueda proponer.
La museología ha ido ganando terreno al evolucionar dentro de la industria de la cultura. El deseo de acceso a la información nos lleva a buscar lo nuevo en combinación con lo viejo, el patrimonio cultural tangible e intangible dentro de los museos. En los nuevos museos, se selecciona un público objetivo mientras se construye la colección, por lo que ésta se determina en consecuencia. Al «conducir» a ese público objetivo a interactuar con la colección – al menos parcialmente – los museos se transforman, y pasan de ser instituciones estrictas y soberbias a activas, innovadoras y vivas.
Las cuestiones más importantes expuestas en el nuevo concepto de museo pueden recogerse en tres ideas fundamentales:
- La principal fuente de los museos es la «información». El valor del conocimiento y la noción del método de mediación son cuestionables.
- Se enfatiza sobre la necesidad del desarrollo de la relación entre el museo y el usuario del mismo.
- En los museos, las funciones especificadas que se gestionan por separado deben emplearse, simultáneamente, en obras sociales.
De ese modo, cobran importancia los aspectos educativos de los museos, que deben generar nuevos métodos al reconocer y comprender al público en general y a su público objetivo en particular.
En este contexto, el nuevo museo tiende a cambiar la organización, la función y la estructura de gestión, con métodos que facilitan la transferencia de conocimiento y mejoran las relaciones con sus visitantes (ahora locales). La sostenibilidad de los museos dependerá de esto. Una estructura de museo con una participación social cada vez mayor pasará a formar parte de su comunidad y mostrará una mejora. De esta manera, una institución que muestra el pasado pasa a convertirse en un espacio de socialización de futuro.
Los edificios de los museos de hoy han dejado de ser meras áreas de exhibición al agregar nuevos espacios a sus estructuras y tomar la forma de edificios culturales multifuncionales. Se requieren espacios educativos para todo tipo de actividades cambiantes – con la participación de los usuarios del museo -, dentro del alcance que pueda tener en la gestión de los instructores. Las bibliotecas, los teatros, las aulas multimedia, el archivo digital, la librería, las áreas de exposición, así como las salas de conferencias y de reuniones – e incluso la cafetería y la tienda -, ofrecen a los visitantes la posibilidad de pasar alli el tiempo sin tener que visitar las exposiciones. Las bibliotecas son las áreas de los museos mejor orientadas a la información. Si la estructura del museo es la adecuada, los archivos pueden abrirse al público de manera controlable. En este sentido, los museos pueden ampliar su relación con el usuario más allá de las colecciones permanentes y temporales, poniendo énfasis en la educación y en las funciones sociales que les permiten ser sostenibles. El nuevo museo, definido como «museo inclusivo», ofrece más oportunidades sociales a la audiencia, con el fin de desarrollar la comunidad por y para el interés público.
El término «inclusivo» se define como «un enunciado que incluye todas las características y sutilezas, contra el círculo vicioso». Un museo inclusivo, observa a sus usuarios no como «visitantes del museo», sino como individuos eficientes, variables y abiertos a la mejora, contribuyendo a lograr la sostenibilidad del museo. Según David Fleming, quien defiende la necesidad de socializar los museos: el museo inclusivo favorece la democratización social. La inclusión asiste al proceso de cambio y regeneración social mediante la introducción de nuevas ideas, con el objetivo de contribuir al reconocimiento de las personas y al desarrollo personal de cada una de ellas.
El término clave para la inclusión es el de «correlación». Cuando los curadores organizan las piezas para las exposiciones, se sumergen en la cultura, la historia y el estilo de vida de las personas a las que se dirigen. En este contexto, dichas piezas han de estar relacionadas, de alguna manera, con los nativos de la ciudad – ahora más que nunca -. Además, se debe utilizar un lenguaje universal que permita llegar a todos aquellos que muestren un interés especial por los contenidos exhibidos. Cuando los objetos se colocan en las exposiciones de los museos fuera de contexto, probablemente pierden sus valores originales; dejan de establecer relaciones con audiencias específicas. La solución es aportar descripciones inclusivas (no tienen por qué ser de texto) que expliquen que el contexto se presenta en un lenguaje comprensible junto a los objetos. En los museos inclusivos es importante que el objeto se muestre con un enfoque orientado a las personas, sin perder la identidad del dónde / a quién pertenece. Ahora se observa mucho menos un criterio «orientado a objetos» y, por lo general, sucede en lugares impregnados de un punto de vista erudítico recalcitrante que aún permanece de los siglos pasados. Hay muchos museos que siguen siendo así, demasiados. Su responsabilidad, hoy, es consultar a la comunidad para poder facilitar la revisión de las colecciones con nuevos métodos de presentación y mediación, investigando el contexto de los objetos, en lugar de seguir un criterio estrecho, ultra académico y orientado a dichos objetos.
Existen dos tipos de museos que aplican el concepto de inclusión:
- El Museo Social.
- El Museo de la Comunidad.
Los museos sociales son «los museos que comparten el mismo objetivo de examinar la evolución de la Humanidad sobre sus componentes sociales e históricos para poder comprender la diversidad de la cultura y la sociedad» (Vaillant, 1993). Estos objetivos conducen a los museos a un campo interdisciplinario que produce exposiciones sobre temas que afectan a la comunidad mundial, como la crisis alimentaria, la inmigración, la ecología, etcétera. La gestión de los museos comunitarios puede valorarse como parte del movimiento de los museos sociales. Su continuidad depende de los grupos socioculturales, profesionales y geográficos que representan directamente. Aunque, generalmente, son administrados profesionalmente, se observa que trabajan también con el apoyo de la iniciativa local. Manejan cuestiones relacionadas con el funcionamiento y la identidad del grupo al que se refieren directamente. En este sentido, observamos que los museos sociales suelen ser interdisciplinarios y que trabajan con la comunidad. Aunque ambos tipos de museos tienen designada una actitud inclusiva hacia sus visitantes, los museos sociales se muestran como centros multinacionales, receptivos, culturales y educativos, que bien pueden ser identificados como «nuevos museos».
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