La salud y el bienestar son una parte integral de la condición humana. Hoy haremos una reflexión sobre cómo los museos han abordado, en general, la enfermedad, la discapacidad, la muerte y la salud a través de sus programas, exposiciones y colecciones, con una perspectiva particular de la respuesta emocional del personal del museo y de los visitantes ante estas experiencias. Se ha discutido sobre el papel de los museos en la creación de conexiones emocionales, como la empatía y la compasión. Myers Jr. y sus colegas recogen en un artículo de 2004 la experiencia emocional de observar animales en un zoológico: «la emoción es multidimensional: se enfoca en los objetivos centrales de una persona; dirige su atención e interés; despierta el cuerpo para la acción; e integra grupos sociales y factores culturales. Por lo tanto, es un componente central de la creación de significados» (p. 299). Los autores defienden el poder que las conexiones emocionales pueden proporcionar, especialmente en lo que respecta a la salud.
Con la pandemia actual del COVID-19, permanentemente presente en nuestras mentes y acciones, las ideas presentadas aquí enfatizan, más que nunca, sobre la importancia que las conexiones emocionales tienen para todo el mundo de los museos – incluido el personal y los visitantes -, que pueden verse potenciadas generando empatía y un trabajo emocionalmente inteligente. Las experiencias emocionales de aprendizaje mejoran los recuerdos después de la visita y provocan un impacto mayor en la audiencia tras abandonar el museo.
Aunque existe una gran variedad de museos, exposiciones y programas y proyectos relacionados con la salud y la medicina, nuestro objetivo es explorar cómo funcionan estos conceptos cuando interaccionan. De ninguna manera se trata de una visión holística respecto al trabajo del campo museístico. Esta selección de conceptos demuestra la importancia, durante las últimas seis décadas, de todo lo relacionado con el bienestar en diversos tipos de museos, como los de ciencias, arte o historia natural.
En 1959, se publicó un artículo de Winfield G. Doyle, titulado «Can the Health Museum Flourish in America«; en él se pide a los lectores que consideren la importancia de los museos de ciencias y específicos de la salud como «un instrumento para la autoeducación del público». Doyle habla de una variedad de temas que pueden estar presentes en un museo de la salud, como la salud mental, el envejecimiento, la salud comunitaria o la adicción – con un sentimiento muy centrado en la medicina en algunos casos -. Doyle da valor al impacto que estas exposiciones provocan en los visitantes después de abandonar el museo. Escribe: «una contribución que un museo de salud puede hacer para ayudar a las personas de todas las edades a adaptarse a su entorno social es un tratamiento comprensivo de los procesos de crecimiento y maduración» (p. 81). Explica, además, que muchas generaciones pueden visitar un museo de este tipo no solo para obtener información sino también para recibir consuelo y comprensión.
En las cinco décadas transcurridas desde la publicación de «Can the Health Museum Flourish in America», los museos han aceptado más plenamente el papel impactante que pueden desempeñar en las emociones de los visitantes. El artículo de 2019 titulado «The Empathetic Museum«, aunque no está directamente relacionado con temas de salud, sirve de base para los conceptos presentados por Jennings et al.. Según este artículo, un museo empático es «imposible sin un núcleo interno de empatía institucional: la intención del museo de ser percibido como profundamente conectado dentro de su comunidad» (p. 505). El escrito también establece que los museos no podrán sobrevivir en el siglo XXI mientras permanezcan alejados de los problemas de justicia social, como la inclusión y la accesibilidad. En el artículo de Siegel de 2013, «Human +, una exposición que refleja las voces y la vida de las personas con discapacidad», se cita a John Hockenberry, quién declara: «alrededor de 150 millones de nosotros tenemos más de 80 años, mientras que 200 millones padecemos graves discapacidades cognitivas, emocionales, sensoriales o físicas ”(p. 377). Inevitablemente, todos nos veremos afectados por problemas de salud o bienestar y necesitaremos algún tipo de «retiro» en un mundo construido para personas sanas y sin discapacidades. La salud es un problema de justicia social en cuanto a que nos afecta a todos, y los museos tienen la oportunidad de facilitar y conectar a grupos de personas, particularmente a aquellos que pudieran estar marginados, privados de un acceso equitativo a la atención médica o aislados por razones de salud de manera segura y significativa.
La normalización de estos temas dentro del campo del museo también se puede observar en la exposición Human +, según el artículo de Siegel. Los desarrolladores de la exposición del New York Hall of Science involucraron a personas con discapacidades en el proceso de planificación y enfatizaron sobre sus experiencias vividas durante la exposición, que no trataba sobre tecnología, sino más bien sobre las habilidades y actividades humanas. Por esta razón, se evitó deliberadamente ofrecer narraciones de historias heroicas o de lástima como un medio para lograr su objetivo. La forma auténtica e inclusiva en la que el museo creó esta exposición también impactó en su personal. El autor señala: «mis colegas y yo hemos estado muy emocionados y hemos adquirido una comprensión más profunda de cómo las diferentes habilidades pueden afectar la vida de las personas» (p. 383). Cuando los profesionales de los museos se involucran más profundamente con temas de salud y bienestar, generando conexiones con personas que tienen una experiencia vivida diferente a la suya, se ven afectados emocionalmente.
Algunas exposiciones de museos plantean esos temas con la idea de educar y reducir los estigmas. En 1990, se creó el Consorcio Nacional de Exhibición del SIDA con objeto de reunir a los museos de ciencias que veían la importancia de recoger la epidemia del SIDA en sus galerías. Aprison aborda la formación y el propósito de este Consorcio en su artículo de 1993. Instituciones en todo Estados Unidos, como el Museo de Ciencia e Industria de Chicago, el Museo de Ciencia de Boston, El Exploratorium de San Francisco o el Museo de Ciencia del Instituto Franklin de Filadelfia, se unieron al esfuerzo, junto con la Asociación Médica Americana y el público. La agencia de salud los llamó entonces Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Todo este Consorcio se fundó con la premisa de que «aprender sobre el SIDA en un entorno no amenazante puede permitir a los visitantes del museo adoptar comportamientos que reduzcan los riesgos de transmisión del VIH y fomentar actitudes compasivas y humanas hacia las personas afectadas por la enfermedad» (p. 88). Algunos ejemplos de estos esfuerzos para apoyar conexiones emocionales y humanas incluían acciones como la incorporación de personas reales que expresaran la narrativa de la exposición, invitar a los adolescentes clasificados como «de alto riesgo» para ayudar a desarrollar programas y actividades, o crear un área separada que presentara temas potencialmente delicados para los visitantes.
La construcción de empatía se puede producir fuera de los espacios de exposición y dirigirse a algo más que a los visitantes. Dos artículos del archivo de Curator, «Curating Care: The Design and Factibility of a Partnership Between a Art Museum and a Academic Pain Center» (Koebner et al., 2018) y «Museos, creación de significado y recuerdos: la necesidad de programas de museos para las personas con demencia y sus cuidadores» (Rhoads, 2009) recogen ejemplos exitosos que abordan el impacto de los programas de museos relacionados con la salud y el bienestar en el personal y en los socios del programa. En «Curating Care», los miembros del Crocker Art Museum se asociaron con RxArt, un centro académico para el dolor, con el fin de crear recorridos curados diseñados para involucrar a quienes padecían dolor crónico. El personal del museo pudo conectarse con sus propias experiencias de atención médica, especialmente aquellos que declararon tener una empatía más profunda con las personas con enfermedades similares. Como dijo alguien del personal del museo: “tengo miembros de la familia que están enfrentados constantemente al dolor, por lo que creo que he llegado a valorar lo importante que es para las personas tener incluso una pequeña oportunidad de distraerse de lo que se convierte en una mala experiencia durante todo el día» (p. 423). Al igual que Human +, los visitantes que formaron parte del programa apreciaron la capacidad para normalizar las diferentes necesidades del público a través de su experiencia personal (por ejemplo, proporcionar taburetes móviles), ofreciendo la oportunidad de socializar, algo que no suele ocurrir – como resultado del dolor crónico -. Como dijo un participante sobre el programa, «fue muy agradable para mí salir y olvidarme de mi dolor y ser una persona normal» (p. 423).
Algunos museos fomentan la empatía y la conexión a través de programas específicos para grupos de personas cuya salud se ha visto afectada de manera similar. En su artículo de 2009, Rhoads destacó los programas dirigidos a individuos con pérdida de memoria. Los museos pueden ser conductos para la conexión e interacción, lugares capaces de generar respuestas emocionales y personales de pacientes con demencia, así como de sus cuidadores y personal del museo. El artículo señala que liderar estos programas de artes sociales alienta al personal a trabajar con diferentes audiencias y los desafía a considerar otras perspectivas a la hora de planificar. Rhoads también describe la importancia de la inclusión social y las conexiones emocionales frente al hecho de centrarse únicamente en el contenido del aprendizaje; los objetivos de estos programas son de naturaleza emocional y sobre la salud.
La construcción de empatía puede darse fuera de los programas y exposiciones que abordan directamente la salud humana. El artículo «Muerte en la exposición: Reflexiones de la taxidermia y la comprensión de los niños sobre la vida y la muerte» explora el potencial de la taxidermia animal a través de conversaciones entre adultos y niños sobre la muerte en un entorno seguro. De hecho, los artículos más destacados que aparecen relacionados con la construcción de la empatía y la compasión tienen que ver con los animales del zoológico (Young et al., 2018; Fraser, 2009), si bien hay otros muchos, que datan de la década de 1950, que cubren la salud y el bienestar. Muchos artículos que revisamos no abordan los aspectos emocionales de la salud, o lo han hecho brevemente con un enfoque principal sobre el aprendizaje de contenido (por ejemplo, Cartmill & Day, 1997; Diamond et al., 2015).
Este concepto se repite en el artículo de Dorfman de 2018, «Elefantes y marfil: coordinación de la acción del Museo de Historia Natural para abordar los delitos contra la vida salvaje». Presenta un argumento convincente para la construcción de empatía como una forma significativa a la hora de estimular a los visitantes a que entren en acción. El autor señala que la programación efectiva es relevante y personal para los participantes. Un extenso párrafo que explica con detalle la muerte de un elefante herido describe el momento en el que la manada desconsolada rodea al animal tratando de despertarlo y cubriéndolo con maleza y tierra. El artículo explica que el pasaje es sensible porque logra que nosotros, como lectores, podamos identificarnos con las emociones que rodean la muerte – el dolor y la pérdida -. Sin embargo, el autor señala una diferencia clara: «la empatía que uno puede sentir al leer este pasaje evocador está en marcado contraste con la noción del ‘otro’… en algunas representaciones de humanos» (p. 141). El artículo remarca que la construcción de empatía no es suficiente para hacer un cambio significativo, ya que debe existir acción. «La dicotomía entre el amor de la humanidad y la dependencia de la naturaleza, por un lado, y la voluntad de ignorarla completamente por el otro, es el meollo del problema …», comenta Dorfman (p. 141).
Los museos tienen el poder de fomentar la empatía para combatir el desapego, especialmente en lo que respecta a temas universales como la salud, el bienestar y la muerte. Esperamos que el trabajo preliminar establecido en el «Museo empático» de Jennings y sus colegas se siga utilizando como herramienta para ayudar a los museos a apoyar a sus comunidades, especialmente en temas de igualdad e inclusión. En última instancia, la salud y el bienestar son asuntos de justicia social que nos afectarán a todos en algún momento de nuestras vidas. Un museo inclusivo y relevante ha de ser un lugar en el que aprender, pero también dónde crear conexiones, agitar las emociones y estimular la reacción ante situaciones como la que nos está tocando vivir.
Recursos bibliográficos:
Abigail Diaz y Sunewan Paneto (2020): The Human Condition: Health, Wellness, & Emotional Connection in Museums. Curator: The Museum Journal.
Aprison, B. (1993): El Consorcio Nacional de Exhibición del SIDA. Curator: The Museum Journal, 36 (2), 88-93. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.1993.tb00781.x
Cartmill, R. S. y Day, L. L. (1997): Prevención del abuso de sustancias: ¿pueden los museos marcar la diferencia? Curator: The Museum Journal, 40 (3), 197-210. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.1997.tb01303.x
Dorfman, E. J. (2018): Elefantes y marfil: coordinación de la acción del museo de historia natural para abordar los delitos contra la vida silvestre. Curator: The Museum Journal, 61 (1), 133-145. https://doi.org/10.1111/cura.12243
Doyle, W. G. (1959): ¿Puede el Museo de la Salud prosperar en América? Curator: The Museum Journal, 2 (1), 74-83. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.1959.tb01508.x
Diamond, J., Jee, B., Matuk, C., McQuillan, J., Spiegel, A. N. y Uttal, D. (2015): Monstruos de museos y virus victoriosos: mejorando la comprensión pública de la investigación biomédica emergente. Curator: The Museum Journal, 58 (3), 299-311. https://doi.org/10.1111/cura.12115
Fraser, J. (2009): La utilidad anticipada de los zoológicos para desarrollar la preocupación moral en los niños. Curator: The Museum Journal, 52 (4), 349-361. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.2009.tb00357.x
Jennings, G., Cullen, J., Bryant, J., Bryant-Greenwell, K., Mann, S., Hove, C. y Zepeda, N. (2019): El museo empático: una nueva identidad institucional. Curator: The Museum Journal, 62 (4), 505-526. https://doi.org/10.1111/cura.12335
Koebner, I. J., Fishman, S. M., Paterniti, D., Sommer, D., Ward, D. y Joseph, J. G. (2018): Curating Care: The Design and Factibility of a Partnership Between a Art Museum and a Academic Pain Center. Curator: The Museum Journal, 61 (3), 415-429. https://doi.org/10.1111/cura.12271
Myers Jr, O. E., Saunders, C. D. y Birjulin, A. A. (2004): Dimensiones emocionales de observar animales de zoológico: un estudio de muestreo de experiencias basado en las percepciones de la psicología. Curator: The Museum Journal, 47 (3), 299-321. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.2009.tb00357.x
Rhoads, L. (2009): Museos, creación de significado y recuerdos: la necesidad de programas de museos para personas con demencia y sus cuidadores. Curator: The Museum Journal, 52 (3), 229-240. https://doi.org/10.1111/j.2151-6952.2009.tb00348.x
Sanders, D. y Hohenstein, J. (2015): «Muerte en exhibición»: Reflexiones sobre la taxidermia y la comprensión de los niños sobre la vida y la muerte. Curator: The Museum Journal, 58 (3), 251–262. https://doi.org/10.1111/cura.12112
Siegel, E. (2013): Human +, una exposición que refleja las voces y la vida de las personas con discapacidad. Curator: The Museum Journal, 56 (3), 375-384. https://doi.org/10.1111/cura.12038
Smiraglia, C. (2016): Programas de museos dirigidos a adultos mayores: una investigación y una revisión del programa. Curator: The Museum Journal, 59 (1), 39-54. https://doi.org/10.1111/cura.12144
Young, A., Khalil, K.A, y Wharton, J. (2018): Empatía por los animales: una revisión de la literatura existente. Curator: The Museum Journal, 61 (2), 327-343. https://doi.org/10.1111/cura.12257
Zakaria, N. N. (2020): Barreras a la inclusión social con los museos egipcios; Nuevo enfoque hacia la discapacidad. Curator: The Museum Journal. https://doi.org/10.1111/cura.12353
Fotografía principal: Exposición de Daisy Collingridge.
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