Millones de personas al año visitan nuestros museos para observar, experimentar, admirar y disfrutar de sus exposiciones. Existen miles de instituciones de este tipo en todo el mundo, con una amplia variedad de colecciones, y un enorme espectro de especializaciones y conceptos de presentación, que van desde exposiciones prácticas – para una experiencia interactiva – hasta casas históricas con rincones retirados y silenciosos que invitan a la contemplación relajada. Sin embargo, entre tanta diversidad, hay algo que todos los museos tienen en común quieren inspirar a sus visitantes.
Tanto si el enfoque es artístico, como científico, tecnológico o histórico, la presentación de los contenidos ha de ser atractiva, interesante y variada. Y en todo ésto, la iluminación juega un papel muy importante: la luz crea experiencias visuales en cualquier tipo de exposición, ayuda a modular y acentuar el paisaje visual, y mejora el impacto de los contenidos en exhibición. El ambiente visual no debe causar fatiga, ni confundir; por el contrario, debería estimular y agitar el interés de los visitantes. En los edificios grandes de algunos museos, el diseño de salas diferenciadas suele ser un requisito, y esto puede conseguirse a partir del uso exclusivo de la luz.
Espacios de luz.
La iluminación es vital para la organización espacial y el disfrute de los contenidos de los museos. Jugar con colores y dispersiones de haces de luz, o con diferentes diseños y combinaciones de luminarias y lámparas, permite crear una diversidad de escenarios de iluminación diseñados para satisfacer las necesidades relevantes de cada exposición. Pero en todo momento deberemos prestar especial atención a los requisitos de conservación. Considerar la protección de las colecciones de la luz ha de ser algo prioritario en todas y cada una de las salas de un museo, incluidas las reservas técnicas.
Y hablando de reservas técnicas, un museo es mucho más que lo que muestra; también es un lugar de investigación, donde las colecciones se almacenan, conservan y gestionan. Y para que el personal pueda trabajar de manera efectiva, se requiere una adecuada iluminación. Aunque el museógrafo/a disponga de una gran libertad en la toma de decisiones sobre las salas de exposición, siempre deberá tener en cuenta esa otra «iluminación funcional», capaz de evitar el peligro de tropiezos, reducir el riesgo de accidentes, potenciar la accesibilidad, o proteger de la luz los objetos expuestos.
El diseño y la configuración de la iluminación en cada sala de exposiciones depende de muchos parámetros de planificación museográfica. Uno de ellos, fundamental, y que tiene que ver con la arquitectura, es la armonización de la luz con el edificio. Pero también lo son las proporciones de las salas, el diseño de interiores, la museografía, la combinación de colores, la luz natural disponible y, por último, pero no menos importante, la naturaleza de los contenidos de la exposición. La forma de generar un ambiente determinado a partir de la luz, en combinación con las sombras, es determinante para cualquier museo.
Protección de la luz.
La luz del día y la artificial contienen rayos que pueden hacer que los objetos en exposición se desvanezcan, se sequen, se decoloren o se deformen, dependiendo de los materiales que los conformen. Las medidas de conservación permiten evitar cualquiera de esas amenazas, siempre y cuando se apliquen, se observen y monitoreen adecuadamente.
Iluminación del recorrido.
En la mayoría de las salas, los visitantes pueden moverse libremente, en cualquier dirección. Sin embargo, hay algunas en las que, debido a la naturaleza de la exposición, o por razones de organización, accesibilidad y seguridad, deben ser «dirigidos». Las luminarias que resaltan linealmente los dos lados de los recorridos dentro del museo, sin interferir con las áreas de visualización a ambos lados, son, en estos casos, una solución bastante práctica sin considerar tanto su impacto visual. También resulta funcional y elegante, instalar iluminación de orientación a nivel del piso (adicional), o colocar tiras de iluminación LED en el suelo.
Iluminación de la sala.
La iluminación de las salas de exposición en los museos puede estar compuesta por la combinación de luz difusa y direccional. La potencia de luz resultante determina la dureza de las sombras proyectadas por los marcos de las imágenes y el impacto tridimensional de las esculturas y los objetos espaciales. La mezcla de luz difusa y direccional también define la impresión general causada en la habitación. Debemos tener cuidado con las sombras, sobre todo en el caso de que el museo exhiba esculturas.
Por otro lado, es importante distinguir entre la iluminación de la sala y la de la exposición. La iluminación de la sala requiere, en general, un tipo difuso de luz, que determina la distribución del brillo en los cristales de la vitrinas y establece los niveles máximos en el plano horizontal ambiental. Por sí sola, este tipo de iluminación rara vez es suficiente para satisfacer todas las necesidades de una exposición.
Iluminación de la exposición.
La iluminación de las exposiciones precisa luz direccional de bordes duros, para potenciar así el protagonismo de los objetos individuales que están dentro de las vitrinas. Como regla general, la luz direccional debe complementarse con la iluminación más suave de las salas. Una iluminación basada únicamente en puntos direccionales – sin iluminación ambiental – solo es aconsejable cuando se pretende un efecto particularmente dramático. Por otro lado, cuando la luz direccional se utiliza para iluminar las exposiciones en su conjunto, no proporciona un efecto suficientemente potente, salvo en algunos interiores muy oscuros y en su mayoría pequeños – cuidado aquí con la accesibilidad -. Una buena mezcla de iluminación difusa (ambiente) y direccional (exposición) nos permitirá generar una experiencia espacial muy estimulante para los visitantes.
Iluminación difusa.
La iluminación difusa ilumina zonas generales de la sala, o un grupo de objetos, desde una superficie – foco de emisión – que irradia luz en todas las direcciones. En ese punto de emisión lumínica, es decir, en una zona de la sala o sobre el objeto iluminado, el foco del que proviene no puede definirse claramente: la luz que fluye hacia la sala y sobre los objetos ya no es direccional, sino ambiental. En este caso, cuando y donde la superficie radiante es grande, la iluminación produce poca o ninguna sombra – recomendable cuando hay obra escultórica en exhibición -.
Iluminación direccional.
La iluminación direccional está generada a partir de fuentes de luz focales y unidireccionales, es decir, lámparas de pequeño tamaño y cercanas con relación a la distancia (objeto) de iluminación, o puntos de remarcación museográfica – llamadas de atención a los visitantes -. La luz cae directamente sobre el objeto iluminado – o sobre alguna parte de él -, «golpeándolo», en un ángulo predeterminado por la geometría respecto a la disposición de la iluminación. Cuando la superficie del objeto es desigual, se producen sombras claramente definidas que aumentan el impacto visual de las superficies tridimensionales. Pero si estas sombras son demasiado dominantes o grandes, podrían convertirse en una fuente de interferencia visual.
Iluminación difusa / direccional.
En muchas aplicaciones, la luz no se define claramente como «totalmente difusa» o «totalmente direccional». Este es el caso en que la superficie que irradia la luz no es ni grande ni puntual, o cuando se utiliza un disco difusor. Dependiendo del diámetro del disco y de la distancia de iluminación, las sombras proyectadas pueden ser más o menos anchas o duras. La iluminación difusa / direccional también se genera cuando una superficie se ilumina o retroilumina para producir una iluminación difusa, mientras otra cantidad de luz se irradia hacia otra parte.
La dirección de la que proviene la luz se puede detectar a partir de los objetos iluminados. En un sistema parcialmente direccional, el sombreado que se produce en las exposiciones está menos definido que cuando la luz es completamente direccional. El modelado se vuelve más sutil por el efecto de brillo del componente de la iluminación difusa.
La iluminación difusa / direccional también se puede producir, por ejemplo, mediante la combinación de lámparas en lineales, y a través del uso de luminarias diseñadas adecuadamente. Con este sistema, el sombreado depende de la posición de la luminaria con relación al objetivo de iluminación: los bañadores de pared con lámparas fluorescentes tubulares montadas horizontalmente, o paralelas al borde superior de la pared, producen sombras de bordes duros debajo de los marcos horizontales, mientras que las sombras proyectadas por la parte vertical del marco apenas son perceptibles.
Evitar proyectar sombras.
La luz direccional produce sombras de diferentes formas, a veces también proyectadas hacia objetos contiguos. Los contornos duros y el origen oscuro de dichas sombras resultan inquietantes para los visitantes que no sean góticos. Para evitar este tipo de proyecciones es preciso garantizar una combinación adecuada de luz difusa, pero controlando la dirección de la luz, situando correctamente la fuente, generando luz direccional o colocando de manera adecuada los objetos iluminados entre sí.
Seguiremos hablando del tema específico de la iluminación en los museos en próximos artículos.
Recurso:
Si quieres recibir nuestro newsletter y nuestros artículos por correo electrónico, rellena y envía el boletín adjunto, por favor, completando el campo correspondiente en el formulario de inscripción que encontrarás a continuación. Tu dirección de correo electrónico (asegúrate por favor de escribirla correctamente), será utilizada exclusivamente para enviarte nuestros newsletters y artículos, pudiendo darte de baja en el momento que quieras.