Cuidado y Conservación de Libros

Cuidado y Conservación de Libros

 

Nuestras bibliotecas (públicas o privadas) disponen de colecciones que incluyen libros de bolsillo modernos, de tapa dura, encuadernados en tela o en cuero, o cubiertos con pergamino. Los libros se presentan en todas las formas y tamaños y pueden ser raros o efímeros. Los hay de uso diario y, a veces, difíciles de encontrar. Algunos pueden tener un valor personal o material considerable para ti como propietario, coleccionista o curador.

Los libros se elaboran con una gran variedad de materiales, la mayoría productos naturales. El papel, las tapas y el hilo de un libro están compuestos, básicamente, de celulosa, un material vegetal. Las cubiertas pueden ser de piel – cuero o pergamino -, de productos textiles diversos o de plástico. Algunos de estos materiales son de calidad buena y duradera, pero otros tienden a degradarse, especialmente si las condiciones de almacenamiento o visualización son deficientes o han recibido un uso intensivo. El daño está relacionado siempre con cuatro factores principales: de qué está hecho el libro, cómo y dónde se ha guardado, su manufactura y el grado de utilización.

Los conservadores especializados en libros tienen un conocimiento muy profundo sobre su caligrafiado, impresión y manufactura – en todos los períodos históricos – así como sobre sus respectivos materiales. Además de realizar tratamientos en libros individuales, pueden ayudar a identificar cuáles están en riesgo y aconsejar sobre las mejores formas de proteger una colección y conservarla para el futuro.

Estos son los tipos de problemas que se pueden llegar a detectar:

  • Si el papel es de mala calidad, puede volverse frágil y amarillear. Generalmente se debe a las impurezas en la celulosa, pero puede empeorar con el tiempo como consecuencia de unas malas condiciones de almacenamiento o de la exposición intensa a la luz.
  • Los libros grandes, como algunos tipos de biblias, pueden estar mal fabricados; a menudo la cubierta se afloja o se desprende debido al peso del bloque de páginas.
  • Las fijaciones de cuero se vuelven pegajosas y atraen la suciedad si los aceites y los apósitos de cuero se han aplicado en exceso.
  • El cuero puede degradarse y volverse seco y polvoriento. Los libros afectados por esta condición, deben aislarse o ser envueltos en papel libre de ácido, para evitar que se marquen los volúmenes que se encuentran a su lado.
  • La acumulación de polvo en los bordes superiores de los libros puede provocar decoloración y fomentar el crecimiento de moho.
  • El papel y otros materiales orgánicos (como el cuero) reaccionan a los cambios de humedad del aire circundante. Los bordes de las páginas pueden arrugarse si el ambiente donde se guardan es demasiado húmedo y, a la inversa, se vuelven rígidos y quebradizos si resulta demasiado seco. Un entorno fluctuante puede causar estrés en la estructura del libro y provocar daños, como desgarros y divisiones en las zonas donde las cubiertas del libro se unen a su columna vertebral.
  • La humedad y el moho proporcionan un ambiente favorable para los insectos que se alimentan de celulosa: algunos hasta pueden llegar a perforar los libros.
  • Donde las páginas se aflojan, podrían arrugarse fácilmente, rasgarse y orejarse.

Un buen manejo y almacenamiento son las mejores formas de evitar daños. Los libros son objetos mecánicos complicados y la forma en que se abren y cierran, así como la manipulación durante el uso, influye en su duración.

Manejo y manipulación de los libros.

Abre siempre los libros con cuidado, sin forzarlos, ya que los materiales de los que están hechos pueden haberse debilitado con el tiempo. Ciertos libros antiguos no permiten abrirse mucho más allá de los 90°. Colocar los libros boca abajo sobre una superficie plana romperá la encuadernación.

El papel puede estar débil o dañado, así que pasa las páginas con cuidado para evitar que se rasguen. Ten en cuenta que la suciedad y el aceite de la piel podrían estropear y manchar el papel. En algunos casos, se recomienda utilizar guantes para manejar los atascamientos, en particular con los textiles o con aquellos que presentan cierres metálicos. Sin embargo, los guantes pueden reducir la sensibilidad a los papeles delicados, por lo que es recomendable tener las manos limpias y secas al pasar las páginas.

Se cuidadoso al retirar y reemplazar los libros de los estantes. Evita tirar de la parte superior de la columna al extraer el libro de la estantería, ya que esta zona es particularmente propensa a sufrir daños.

Almacenamiento.

Un ambiente fresco, seco y estable es el ideal. Se recomiendan temperaturas entre 16° C a 19° C y una humedad relativa de un 45% al 60%. Si es difícil conseguirlo dentro de tu casa, intenta crear un ambiente estable con una humedad relativa de menos del 60%; por encima de esta cifra, el moho y los insectos pueden hacer fiestas. Lo más recomendable es mantener los libros alejados de fuentes directas de calor – como radiadores – y de humedad – paredes externas húmedas -. Evita el almacenamiento en áticos, trasteros, garajes o sótanos donde la temperatura y la humedad fluctúan, y en aquellos lugares donde las plagas pueden suponer un problema, o donde las fugas de agua e inundaciones son relativamente comunes.

Trata de proteger los libros de la luz directa, especialmente de la luz del día, que puede ser particularmente dañina. El daño de la luz es irreversible.

Almacena los libros ordenadamente, en posición vertical sobre las estanterías, y no permitas que se inclinen hacia los lados y se distorsionen. Si es posible, evita que entren en contacto con la madera sin sellar, ya que pueda liberar vapores de ácidos orgánicos. Para ello, usa una línea de estantes con tablero de archivo (sin ácido).

Asegúrate de que haya una buena circulación de aire donde los guardes; procura no colocar los libros en la parte posterior de una estantería. Esto reducirá el riesgo de condensación y desarrollo de moho.

Intenta almacenar libros de tamaño similar uno al lado del otro, para que los volúmenes se «relacionen» correctamente. Si fuera necesario, usa los extremos de los libros como apoyo. Los más grandes se almacenan mejor horizontalmente.

Evita la tentación de cerrar los estantes herméticamente, pues esto hará que los libros sean vulnerables a daños cuando los retires y los reemplaces de los estantes al entrar en contacto con el aire.

Si lo deseas, un conservador cualificado puede asesorarte sobre las condiciones ambientales adecuadas para tu colección, proporcionándote información sobre los materiales de almacenamiento con calidad de archivo profesional.

Embalando libros.

Si necesitas guardar los libros, asegúrate de que estén limpios y secos, y evita envolverlos en los plásticos comunes de la casa, como bolsas de plástico, celofán de cocina o películas adhesivas. Que sepas que estos materiales emiten gases nocivos a medida que se degradan.

Puedes empacar libros en cajas de cartón resistentes, pero siempre teniendo en cuenta que los papeles y el cartón de baja calidad suelen tener un alto contenido de ácido que, si entra en contacto cercano con los libros, resulta perjudicial, haciendo que el papel se oscurezca y se vuelva quebradizo. Los libros valiosos deben almacenarse en cajas de archivo hechas de materiales libres de ácido.

Los libros pequeños y medianos se pueden empacar de pie o en posición horizontal, pero nunca con el borde frontal (borde delantero) hacia abajo, ya que se dañar la estructura del libro y aflojar la encuadernación. Si necesitas ver fácilmente lo que contiene una caja, escribe una lista del contenido de la misma y pégala en su exterior. Los libros grandes deben ser empacados de forma plana.

No empaques las cajas demasiado llenas, ni las apiles, puedan aplastar las que están debajo.

Recuerda revisar periódicamente el contenido de las cajas (al menos una vez al año) para detectar signos de deterioro.

Intenta elevar las cajas del piso sobre listones, por ejemplo, ya que esto las protegerá del agua, la humedad y de los daños en caso de fugas.

Limpieza.

Para eliminar el polvo del borde superior de un libro, mantén el volumen firmemente cerrado y cepilla suavemente desde la espina dorsal hasta el borde delantero con un cepillo suave; uno plano japonés, de fibra natural, servirá. El tamaño puede variar, pero 25 mm de ancho suele ser adecuado.

Los apósitos de cuero no se recomiendan generalmente, ya que pueden hacer que un libro se vuelva pegajoso, atraiga la suciedad y se manche. La mejor manera de evitar que la piel se seque es controlar el entorno en el que se guarda.

Reparación de libros.

Si se rompe la encuadernación de un libro, o si se caen sus páginas, trata de mantenerlas juntas atándolas con cinta de lino. No repares los rasgones con cintas adhesivas comunes o con papel engomado, ya que serán imposibles de quitar sin causar daños, mancharán el papel y lo volverán quebradizo. Desafortunadamente, las reparaciones de aficionados con buenas intenciones suelen causar más daños que beneficios. De manera similar, y como es obvio, una mala solución puede reducir sustancialmente el valor de un libro, tanto a nivel histórico-por la pérdida de información bibliográfica importante-, como económico.

Si el libro se moja, colócalo sobre un papel limpio, blanco y absorbente, con las páginas desplegadas para que se sequen. Si son varios los libros que se han mojado, comunícate con un conservador de inmediato, ya que la opción de congelación podría ser una opción.

Consultar a un conservador.

Hay muchas cosas que los propietarios y custodios individuales pueden hacer para proteger sus libros y evitar así que se produzcan daños, aunque cuando ya se han producido es mejor consultar a un conservador acreditado. Los conservadores pueden ayudar de varias maneras:

  • Realización de exámenes de condición de los libros individuales o de una colección, incluyendo la priorización y la recomendación de tratamiento y su atención preventiva.
  • Tratamiento de las tapas, reemplazo de páginas sueltas, cosido y reabastecimiento de estructuras dañadas.
  • Diseñar y fabricar soportes y bases especiales para los libros frágiles que deseas mostrar o consultar regularmente.
  • Fabricación de cajas de almacenaje a medida para libros especiales.

Esta ha sido solo una breve guía con las indicaciones indispensables. Si quieres profundizar sobre el tema, te recomendamos que te pongas en contacto con un conservador de libros profesional.


Recursos bibliográficos:

Álvarez, S. (2003). Conservación preventiva de los documentos de archivo y biblioteca. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

González, M. (2010). Conservación de libros y documentos en papel. Universitat de València.

Hernández, E., & Muiño, R. (2009). Manual de conservación preventiva en archivos y bibliotecas. Signo.

Jané, J. M. (2008). Conservación preventiva en la biblioteca. Editorial UOC.

Nieto, M., & Joffre, V. (2014). El cuidado de los libros: Manual práctico de conservación y preservación de libros antiguos y modernos. Ediciones T.

Pérez, J. (2004). Conservación y restauración de libros y documentos: Técnicas y procedimientos. Ediciones T.

Quijano, J. (2008). La conservación preventiva de documentos y libros: el papel, tinta, pergaminos, vitela, cuero, madera y textiles. Ediciones T.

Silva, M. (2013). Conservación y restauración de libros y documentos. Ediciones Universidad de Salamanca.

Tétreault, J. (2003). El papel: Conservación y restauración. Ediciones T.

Toro, M., & Sanz, S. (2012). Conservación y restauración de libros: Guía básica para principiantes. Ediciones T.


Si te quieres suscribir a nuestro newsletter, rellena el formulario, por favor.

3 comentarios en «Cuidado y Conservación de Libros»

  1. Muchas gracias por estos consejos para preservar libros, soy asiduo a los libros y la lectura. Recientemente adquirí unos libros antiguos (algunos conmas de 50 años), ya con cierto deterioro y quiero preservarlos lo mejor posible.

Tus comentarios son muy importantes para nosotros

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde EVE Museos + Innovación

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo