El patrimonio industrial es enormemente vulnerable, y se pone en riesgo con demasiada frecuencia, pudiendo llegar a desaparecer definitivamente por falta de conocimiento, documentación, reconocimiento o protección, pero también debido a unas tendencias económicas cambiantes, percepciones negativas, complicados problemas ambientales o como resultado de su tamaño y complejidad abrumadoras. La gestión, la conservación, la interpretación y el disfrute de los lugares del patrimonio industrial, así como su apreciación cultural son, por lo tanto, los objetivos principales para mantenerlo vivo, lo que implica diferentes niveles de protección que van desde la gestión local – generando áreas de conservación -, hasta la creación de localizaciones individuales reconocidas por ley en diversos grados, siendo el máximo reconocimiento el de Patrimonio de la Humanidad. Cada país tiene sus propios códigos de designación que varían enormemente de una nación a otra. Algunas, como Alemania y el Reino Unido, han desarrollado y ajustado sus mecanismos y estructuras legales durante más de un siglo, dando cobertura de protección muy generalizada a decenas de miles de sitios del patrimonio industrial. Los países de Europa central y oriental, como Croacia, y Bosnia y Herzegovina, se encuentran en una etapa todavía embrionaria.
La Red de Patrimonio Europeo del Consejo de Europa (HEREIN), nos muestra normativas sobre estas políticas aplicadas al patrimonio nacional. La protección legal suele ser el resultado final de una evaluación exhaustiva y, por lo tanto, es la veracidad y profesionalidad aplicada a los procesos de identificación y evaluación lo que resulta crucial en la efectividad de la protección, previniendo los posibles grandes cambios y transformaciones que, con el tiempo, se dan en estos lugares, especialmente en los sitios industriales. Por lo tanto, un sitio que pudo haber sido irrelevante hace algunas décadas- desde el punto de vista del su valor cultural-, podría hoy haber adquirido un gran significado como «raro superviviente». De todo esto se deduce que cualquier evaluación debe revisarse y actualizarse periódicamente siempre que sea necesario. Asimismo, esta evaluación de la importancia de un sitio puede estar influenciada por factores de ubicación-si es urbano o rural-, por el tamaño relativo del sitio, o por si domina una pequeña ciudad o más bien ha sido absorbido por el tejido urbano de una metrópolis.
En muchos países, un hilo común a lo largo de este tipo de proceso ha sido la alianza entre el conocimiento de expertos voluntarios y el uso oficial de éste, que ha evolucionado constantemente durante un período de cincuenta años. Hoy en día, la experiencia y el conocimiento residen en organismos oficiales, que hacen un gran uso de consultores externos pagados, si bien algunos de los mejores trabajos aún se logran gracias a la participación de expertos voluntarios.
Las lecciones que se pueden extraer de la experiencia en países con una designación altamente desarrollada hacen referencia a:
- El valor de la experiencia de los voluntarios: para cada tema es probable que haya entusiastas de una sola mentalidad, y su conocimiento y pasión deben aprovecharse con buenos resultados. El English Heritage, por ejemplo, trabaja en estrecha colaboración con la Asociación de Arqueología Industrial y el Consejo para la Arqueología Británica (CBA), tratando de mantener una visión de la administración del patrimonio industrial. Asimismo, en Francia, la CILAC tiene una relación estrecha con el Ministerio de Cultura.
- El uso de paneles asesores, compuestos por expertos y representantes de agencias oficiales, otorga un grado de transparencia a la consideración de los sitios para la protección.
- Las evaluaciones de importancia deben mantenerse actualizadas, ya que pueden cambiar mucho con el tiempo.
- Unos óptimos marcos contextuales permiten la priorización en la gestión y en el uso de recursos escasos.
- Todos los sitios de interés deben ingresarse en las bases de datos oficiales de planificación o en su equivalente, tanto por personas privadas como por agencias oficiales. Esto permite un diálogo constructivo entre promotores inmobiliarios y conservacionistas.
- La recopilación de descripciones exhaustivas de los recursos históricos facilita la selección de sitios destacados, ya sea para su protección en los niveles más altos o para la nominación desde el estado de Patrimonio Mundial.
- La opinión pública es muy importante, especialmente en cuestiones de protección y preservación, y ha de ser cuidadosamente cultivada. En los países de Europa occidental, donde existe una larga tradición de exposición pública al patrimonio industrial, esto puede parecer bastante obvio, pero se hace extraño en otros muchos países, donde se requieren programas sostenidos de educación y atención de los medios para aumentar la conciencia ciudadana sobre la contribución que la industria ha hecho a la cultura europea y, por lo tanto, a su propia cultura.
- La vigilancia pública, generada por la apreciación, es una primera línea de defensa necesaria contra el vandalismo y otras amenazas a los edificios industriales históricos que están vacíos y en desuso, pero es igualmente importante persuadir a los propietarios para que reduzcan tales riesgos.
El recurso de patrimonio industrial europeo se puede observar como si fuera una montaña formada por cientos de miles de sitios industriales aún no evaluados y, por lo tanto, sin proteger, que se elevan a través de decenas de miles de sitios identificados y designados, y con unos pocos miles de sitios preservados como lugares del Patrimonio Mundial en su cima. Aunque la UNESCO reconoce que el patrimonio industrial, en general, está subrepresentado en la Lista del Patrimonio Mundial de manera apropiada, Europa, a la vista de su papel más que relevante en la industrialización global, domina la lista actual en términos de sitios industriales. Así, de los 46 que se registraron hace seis años (2012), 36 se localizan en Europa. El Reino Unido tiene ocho, los Países Bajos y Bélgica cuatro, Alemania, Francia, Suecia e Italia tres, Suiza dos y Austria, Finlandia, Noruega, Polonia, Portugal y Eslovenia, uno cada uno. Además, existen 18 sitios industriales más, incluidos en las listas provisionales de otros países europeos. El análisis de todos estos sitios nos muestra que se hallan dominados por las industrias del transporte, la minería y la producción primaria, siendo las industrias manufactureras las menos representadas.
Meegan Keegan
Los sitios del Patrimonio Mundial deben adquirir un valor universal excepcional, y para alcanzar el galardón supremo las inscripciones deben estar limitadas. Por lo tanto, ha de existir un reconocimiento especial para recibir un estándar ligeramente más bajo para los sitios de patrimonio industrial que tienen un significado claramente europeo y no tanto a nivel mundial. Ya existen algunos sitios industriales que piden conseguir ese tipo de reconocimiento especial, como la Etiqueta Europea: la ciudad industrial de Tomas Bat’a en Zlin, las minas de carbón de Hlubina y los altos hornos de acero en Vitkovice en Ostrava, en la República Checa, Kremnica Mint en la República Eslovaca y los astilleros de Gdansk en Polonia. Sin embargo, estos sitios, por definición, deberían tener una relevancia específica relacionada con la identidad política europea, una condición que puede ser bastante restrictiva para la mayoría de ellos, teniendo que buscar un modelo en otra parte. Los japoneses, por ejemplo, reconocen las Constelaciones del Patrimonio de la Modernización Industrial, que son grupos temáticos de sitios históricos de especial importancia, lo que constituye una idea que podría traducirse a un contexto europeo. De esta manera, los sitios de lignito en Sajonia, las fábricas textiles en el área de Sedán, las minas de carbón en Limburgo, las estaciones de generación hidroeléctrica en Noruega, la colonia textil de Cataluña en España, los fábricas de metales en el Rhur y en Sheffield, los altos hornos en Suecia, los Urales y Cumbria, talleres de joyería y muebles en Birmingham y París, y los ferrocarriles mineros en el noreste de Inglaterra, podrían ser el tipo de sitios que se beneficiarían de ese reconocimiento paneuropeo.
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El reconocimiento y la protección no son los únicos elementos para la preservación sostenible del patrimonio industrial: el sentimiento de la comunidad, el valor de sus habilidades y la participación son factores cruciales para preservar el pasado y dar impulso a futuros proyectos de regeneración. Los sitios industriales son más que ladrillos y cemento; encarnan toda clase de testimonios e identidades locales, formando parte de un paisaje social y de un patrimonio intangible. En cualquier regeneración debemos preservar este sentido de lugar (genius loci), respetar los recuerdos de los antepasados que lo construyeron, estimular la imaginación de los niños que lo visitan y fortalecer el sentido de pertenencia de las personas que lo habitan, todas ellas cualidades para una verdadera sostenibilidad que podrían dar excelentes resultados.
El patrimonio industrial, por su escala y su impacto en los paisajes circundantes, puede desempeñar un papel fundamental para la regeneración territorial. La rehabilitación de dicho patrimonio dependerá de muchos factores: su valor patrimonial, su escala y ubicación en el entorno (entorno urbano, suburbano o rural), su potencial de conversión a nuevos usos identificados a través de estrategias de desarrollo local, o su potencial turístico integrado en un clúster de actividad industrial relacionada con el patrimonio histórico industrial. El éxito de dichos proyectos también tendrá que ver con la interacción con otros recursos culturales y con el patrimonio cultural disponible, no solo a nivel local sino también regional e internacional (a través de paseos culturales, rutas y redes culturales, eventos del día del patrimonio, actividades temáticas, gastronomía, etcétera).
Si perseguimos que el patrimonio industrial sea el catalizador para la regeneración territorial, tendremos que capturar los testimonios que lo crearon. Un punto de partida en un proyecto de regeneración exitoso serán las reuniones preliminares con las comunidades locales para conocer sus opiniones y deseos, con el fin de acomodarlos a dicho proyecto. Así, por ejemplo, en Roubaix, la ciudad de las mil chimeneas, los grupos comunitarios lideraron el camino en la conversión de la Fábrica Motte-Bossut. La Princes Foundation Regeneration Trust, en el Reino Unido, ha tenido un gran éxito colaborando con las asociaciones comunitarias en diversas propuestas de proyectos, con la finalidad de convertir sitios industriales históricos gracias a un amplio conjunto de herramientas, necesarias tanto para su desarrollo sostenible como para su implantación.
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