El diseño de una exposición deberá desarrollarse siempre dentro de un entorno de comunicación visual, de acuerdo con Lorenc, Skolnick y Berger (2007). Por esta razón, dándole la razón a los teóricos, el campo de acción creativo se convierte en un medio ideal para el diseño gráfico de hoy en día, que se ha aplicado a los proyectos de las exposiciones de los museos como una rama muy especializada dentro de todas las categorías de esta disciplina. Con el tiempo, la actividad del diseño gráfico ha ido generando diferentes medios de expresión visual, en constante evolución con unos límites que se desvanecen gradualmente. El trabajo de diseño gráfico institucional se puede aplicar también a muchos equipamientos y soportes arquitectónicos, desde centros públicos, centros de visitantes, centros institucionales, bibliotecas, parques y centros patrimoniales al aire libre, ferias comerciales, eventos, galerías de arte, salas de exposiciones, exposiciones permanentes e itinerantes de museos, etcétera.
Pero, en las diferentes disciplinas y aplicaciones institucionales que puede abarcar el diseño gráfico en el campo museístico, debemos tener en cuenta que existe una gran diferencia entre cualquier tipo de soporte visual de perfil comercial y el que se produce para los museos. Las exposiciones de los museos mantienen su misión de conservación, difusión y educación, y son, en su mayoría, permanentes, algo que hay que tener en cuenta a la hora de encarar un proyecto de diseño gráfico para un museo. Dean (1994) aclara esta diferenciación: «las exposiciones comerciales tienen como objetivo un beneficio financiero, mientras que las exposiciones de los museos se centran en la educación, la reflexión, el aprendizaje y el servicio público». Por otro lado, Rosenblatt (2001), desde el punto de vista del diseño, categoriza los museos como: de arte, historia, niños, ciencia e historia natural, y museos especializados. En cualquier caso, sea de la naturaleza que sea el museo, la imagen institucional convencional está cambiando a pasos agigantados, o debería hacerlo. Pero el factor diferenciador más importante, que marca la trayectoria de un proyecto de diseño, según Dernie (2006), es que «los museos de ahora tienen que trabajar muy duro para captar la atención y el ocio de las personas, asumiendo la obligación de generar unas exposiciones que deberán estar cada vez más basadas en una narrativa cautivadora, moviéndose en un cada vez es más difícil campo de acción para diseñar las exposiciones, compitiendo unos con otros para llegar al nivel de lo espectacular».
La comprensión del lenguaje del diseño aplicado a una exposición dependerá de la atmósfera que seamos capaces de crear con la aplicación del diseño visual. En el diseño de exposiciones, el entorno visual debe conectar con el público y transmitir la información. Una de las funciones principales de un museo es organizar y mostrar los contenidos seleccionados para narrar una historia significativa (Neal, 1987). Por lo tanto, el papel fundamental que debe desempeñar el diseñador de la exposición es apoyar visualmente la narrativa de ésta. El enfoque secundario, pero también importante, será el de utilizar el espacio correctamente para comunicar visualmente y aplicar la tecnología, las vitrinas, los materiales y la armonía de los elementos de diseño, generando una unidad armónica. Erkmen (2004) señala los puntos más importantes del diseño que, si están bien aplicados, serán capaces de crear esa atmósfera intensa, guiar a los espectadores y finalmente impresionarlos con suficientes propuestas gráficas que les resulten relevantes, pero que, en realidad, no serán elementos predominantes sobre el resto, para evitar convertirse en los protagonistas de la exposición. Lo más importante del diseño y producción de la exposición seguirá siendo la narrativa y la creación de una experiencia óptima para el visitante.
Como objetivo ineludible, se tiene que encontrar un lenguaje y un concepto visual que puedan aplicarse satisfactoriamente a todo el diseño de la exposición del museo. Como afirma Erkmen (2004), en un análisis sobre el concepto del proceso de diseño, el diseño gráfico aplicado al museo debe tener un lenguaje propio, que identifique con claridad la diferencia entre el museo y la exposición; debe dar pistas que indiquen si es temporal o permanente, y debe tener una relación con los materiales y la iluminación, manteniendo y respetando el concepto institucional del diseño aplicado al museo en su conjunto.
El diseñador gráfico, que al mismo tiempo es el diseñador conceptual, normalmente comienza a trabajar desarrollando los dibujos a mano alzada. En una primera fase del proyecto, los diseños son bocetos que debe ser revisados por la jerarquía del equipo encargado de la exposición. En cualquier caso, el objetivo fundamental del proyecto de diseño gráfico aplicado a una exposición es el de crear una atmósfera capaz de mantener a los visitantes enfocados en el contexto visual de la misma. Los detalles visuales (gama cromática, imágenes, tipografías, etcétera) aplicados al diseño, conducirán a la audiencia a percibir el aura del concepto de la exposición. El diseñador gráfico, en esta primera fase, creará una paleta cromática simple, que normalmente contendrá los colores principales de la exposición. Según Neal (1987), los colores aplicados a una pared de la galería implican la creación definitiva de un entorno ambiental.
El público objetivo de un museo son sus visitantes, todo el espectro posible de público. La finalidad de una exposición de un museo es comunicar y llegar a su audiencia universal. El diseño gráfico aplicado a la creación de una exposición es la herramienta inicial para la producción de esa comunicación accesible. En pocas palabras, el diseño de la exposición tratará de construir un puente comprensible y accesible entre cualquier perfil de visitante y la propia exposición. Debemos tener en cuenta que unos visitantes satisfechos y contentos son la referencia más importante para el diseño aplicado a un museo. Cuando el prestigio de éste y la confianza del público aumentan, se potencia la posibilidad de crear entornos especiales, y es entonces cuando podemos arriesgar un poco más en las propuestas visuales.
Desgraciadamente, se dan pocas oportunidades para que un diseñador profesional viva la gran experiencia de implicarse en un proyecto de diseño gráfico, un trabajo aplicado a la exposición de un museo durante su carrera. Diseñar una exposición es una gran experiencia profesional, ya que además brinda la oportunidad de colaborar con otras disciplinas museísticas y aprender de ellas. Se puede entender que el diseño es una acción de comunicación multidisciplinar. Cada exposición es un proyecto único, no solo por convocar a numerosos profesionales, cada uno especialista en su área, sino también por ofrecer la oportunidad de crear un vínculo con la sociedad.
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Fotografía principal: Design Toko