La creatividad parece estar a la vanguardia de muchas iniciativas educativas y discusiones sobre las habilidades humanas esenciales requeridas para el futuro. Mientras que hay quien la considera como algo intangible y misterioso, una capacidad reservada solo a personas con aptitudes artísticas, cada vez encontramos más pruebas que apuntan a que la creatividad es la respuesta a un esfuerzo innato del ser humano, que puede asimilarse, aprenderse y potenciarse. En este mundo nuestro cada vez más complejo y lioso del siglo XXI, el pensamiento creativo aparece regularmente como un requisito previo para obtener «éxito»: ¿con qué frecuencia escuchamos la frase «pensar fuera de la caja»? Los educadores deben asumir la responsabilidad de enseñar aquello que sea relevante para los ciudadanos del siglo XXI, y la creatividad sería una de las materias principales.
Expertos en diversos campos han intentado definir la esencia de la creatividad y del pensamiento creativo. Los educadores asocian la acción creativa con la resolución de problemas y las cualidades expresivas, como sugiere la doctora Betty Edwards:
«La creatividad es la capacidad de encontrar nuevas soluciones o nuevos modos de expresión a un problema; por lo tanto, así se crea o genera la existencia de algo nuevo para el individuo y para la cultura».
La profesora y escritora de psicología Mihaly Csikszentmihalyi describe la profunda necesidad humana de generar el proceso creativo, y declara:
«La mayoría de las cosas que son interesantes y relevantes para las personas, son aquellas que han sido resultado de la creatividad».
También nos habla del intenso placer que surge en dicho proceso:
«… la creatividad es tan fascinante… cuando nos involucramos en ella, sentimos que estamos viviendo más plenamente que en cualquier otro momento de la vida. La emoción del artista en el caballete o el científico en el laboratorio se acerca al cumplimiento ideal que todos esperamos obtener de la vida, y es muy difícil que lo encontremos».
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Los nuevos modos de expresión a los que aluden estos pensadores están encarnados en el trabajo de algunos artistas. Pablo Picasso y Frida Kahlo han dominado las formas tradicionales de expresión artística para reinventarla en cada caso, y encontrar así nuevas formas de expresar el dolor. Vija Celmins hizo que lo familiar pareciera extraño con sus esculturas. Edgar Degás y Utagawa Hiroshige experimentaron con la composición en diferentes medios. Todos ellos se hallaban inmersos en su dominio del conocimiento a partir de las artes visuales y desarrollaron un lenguaje y habilidades con las cuales experimentaron para crear un nuevo universo artístico.
Ljubodrag Andric
Según Csikszentmihalyi, en todo proceso creativo se dan cinco etapas. La primera es la identificación de un problema que necesita ser resuelto y que, por lo general, proviene de la experiencia personal (cada uno de nosotros experimenta un problema o situación y se plantea la forma en la que debe abordarlos), de la necesidad de tener capacidades dentro de cada área de especialización (enfrentarnos a algo dentro de ese dominio y tener el conocimiento de cómo debe ser resuelto) o dentro del ámbito de las presiones sociales (la sociedad tiene un problema que debe ser resuelto).
Una vez identificado el problema, el siguiente paso es el período de incubación. Nuestra mente reflexiona sobre las formas de resolver el problema, de una manera consciente o inconsciente. Este período de incubación puede llevar minutos o años, como en el caso de Hiroshige, cuya mayor innovación llegó al final de su carrera, después de casi cincuenta años. La incubación conduce a la tercera fase, una visión única del problema: «¡Eureka! Momento en el que aparece una posible solución creativa al problema». El siguiente paso es la evaluación: ¿vale la pena reflexionar sobre esta idea? Y por último, la elaboración: el paso más difícil y más largo en el proceso creativo requiere transformar el pensamiento o la percepción del ser. Como dijo Edison en su día, la creatividad es 1% de inspiración y 99% de transpiración.
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A medida que se ha ido entendiendo mejor el proceso creativo, incluso la ampliamente utilizada herramienta de enseñanza y evaluación de Bloom ha tenido que ser revisada. Durante la década de 1990, un grupo de psicólogos cognitivos dirigido por Lorin Anderson (un antiguo alumno de Benjamin Bloom) actualizó esta taxonomía (ver cuadro superior), con el fin de reflejar su relevancia para el aprendizaje del siglo XXI. En esta taxonomía actualizada, los estudiantes alcanzan la cima al demostrar su capacidad de «crear» – utilizar su aprendizaje para generar algo a partir de su propio diseño personal -.
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Los maestros y profesores pueden proporcionar experiencias enriquecedoras y estimulantes para los estudiantes. La exposición a las artes, las ciencias sociales, las matemáticas, la literatura y la investigación científica permite a los alumnos desarrollar un interés en cualquiera de estas áreas, interés que debe ser estimulado y alimentado. Ante ésto, los educadores deben inculcarles activamente la crítica analítica o las habilidades técnicas necesarias para llegar a ser competentes en ese dominio. Picasso se liberó para buscar otras formas y expresar nuevas ideas, porque tenía una base sólida sobre el arte representativo, el dominio de la técnica e incluso el conocimiento sobre la historia del arte. Como hemos señalado anteriormente, la creatividad aparece una vez que la persona gana competencia dentro de su dominio. Al familiarizarse con un campo, uno puede comenzar a cuestionar, experimentar, cambiar y profundizar sobre el mismo.
Jan Von Holleben
Por otro lado, las personas se sienten inspiradas, o frustradas, por los entornos que las rodean, por lo que es importante crear un ambiente que alimente y estimule la creatividad, tanto en el sentido físico como en el emocional. Kahlo, a pesar de sus luchas personales y su permanente dolor físico, se animó a seguir pintando al lado de su marido, el artista Diego Rivera, inspirándose y nutriéndose de sus estancias en París, San Francisco y Nueva York, donde intercambió ideas y ganó aceptación entre intelectuales y artistas como Picasso. Su entorno pudo generar emoción e inspiración. Disponer de un aula visualmente estimulante, alegre y centrado en el alumno ayuda bastante. Se debe alentar a los estudiantes a que colaboren, intercambien ideas y desarrollen pensamientos divergentes, estableciendo un entorno que no les resulte amenazante. Debemos crear espacios que permitan la exploración y la experimentación. Así, por ejemplo, podemos proporcionar una mesa con diferentes materiales para crear arte, o una zona donde se tenga la oportunidad de compartir y debatir ideas. Se puede experimentar con la disposición y el orden físico del aula, o decorar la clase con obras de arte y objetos de todo el mundo, y utilizarlos en las lecciones. Dichos objetos también pueden servir de inspiración o para mostrar a los estudiantes las diferentes culturas, facilitándoles el hecho de imaginar diferentes lugares y períodos de tiempo de la historia.
Peter Alendahl
La curiosidad es otro de los rasgos más importantes de la creatividad. Degás no se contentó con representar la danza como lo hicieron otros pintores; la curiosidad lo llevó a intentar incorporar la influencia de las gráficas japonesas y la fotografía. Debemos generar inquietud sobre las diferentes disciplinas y, lo más importante, mostrar curiosidad por nuestros estudiantes. Asimismo, es recomendable alentar a los alumnos a que detecten problemas que les gustaría resolver creativamente. No podrán hacerlo a menos que sientan curiosidad y planteen las preguntas oportunas, es bueno que formulen preguntas. Fue solo cuando volvió a examinar los objetos mundanos en su estudio cuando Celmins llegó a su desorientada serie de esculturas- podríamos alentar la curiosidad de los estudiantes mientras modelan sus propias esculturas-.
Peter Alendahl
La mayoría de los inventores fracasaron repetidas veces antes de «tener éxito». Sin embargo, cada uno de esos fallos contribuyó a mejorar su conocimiento empujándoles hacia adelante. Así pues, conviene recordar que la creatividad es un proceso iterativo, y no el punto final. Picasso abordó el tema de la mujer que lloraba más de sesenta veces- cada una de forma ligeramente diferente- antes de sentirse satisfecho con el resultado final. Cuando pedimos a los alumnos que escriban, solemos incluir borradores como parte del proceso; podríamos pensar en aprender sobre cualquier tema de la misma manera. Al crear «borradores» de obras de arte, los estudiantes pueden adquirir nuevas habilidades y conocimientos. Deberíamos, pues, plantear el fracaso de una manera más positiva, como una experiencia que educa para conducir a las personas hacia la creatividad, promoviendo la motivación y la persistencia.
«Creatividad es la inteligencia divirtiéndose» – Albert Einstein
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Fotografía principal: Panasonic