Museos e Inteligencia Artificial (IA)

Museos e Inteligencia Artificial (IA)

Los ordenadores están comenzando a hacer cosas que parecían pertenecer en exclusiva al ámbito del cerebro humano: lidiar con la incertidumbre, aprender de la experiencia, hacer predicciones, interpretar el lenguaje de una manera compleja y contextual… Algunos sistemas informáticos llamados «redes neuronales» están incluso diseñados siguiendo el patrón del cerebro humano. Estas formas emergentes de inteligencia artificial (IA) pueden operar a una escala que supera, con mucho, la capacidad humana, liberando y aprovechando el potencial de las enormes cantidades de datos que se generan constantemente. Al igual que con cualquier revolución tecnológica, la próxima era de la IA parece prometedora, pero también muy delicada de gestionar. Los nuevos algoritmos de inteligencia artificial están impulsando avances que mejoran sustancialmente la condición humana, pero debido a que la IA puede «pensar» más rápido, de una forma más barata y, en muchos casos, mejor que los humanos, se prevé que desplace a una buena cantidad de tareas profesionales. Además, la inteligencia artificial ofrece a los museos las herramientas prácticas que necesitan para gestionar sus propios conjuntos de datos de las colecciones, así como nuevas vías para la creatividad.

«A algunas personas les preocupa que la inteligencia artificial nos haga sentir inferiores, pero, en realidad, cualquier persona en su sano juicio debería sentir complejo de inferioridad cada vez que mira una flor». Alan Kay, científico de la computación.

Behance

En 1950, Alan Turing publicó un trabajo titulado «Computación e Inteligencia», en el que se analiza si una máquina puede pensar. Turing, que es más conocido entre el público por descifrar el código alemán «Enigma» durante la Segunda Guerra Mundial, propuso algo que denominó «Juego de Imitación» (también conocido como Test de Turing) en el que un interrogador, haciendo preguntas a encuestados ocultos, trata de adivinar si son hombre o máquina en función de sus respuestas. En 2016, un profesor de ciencias de la computación en Georgia Tech, reveló a sus alumnos que uno de los asistentes en el curso on line  de ese semestre había sido un programa de ordenador llamado «Chatbot». Algunos estudiantes ya lo habían sospechado, pues el programa, apodado «Jill Watson», respondía demasiado rápido y de manera tan eficiente a sus preguntas que no parecía humano. Aún así, no hace falta mencionar que Mrs. Watson aprobó el test de Turing.

ROM

Tanto Chatbots como Jill Watson usan la inteligencia artificial para simular una conversación humana, empleando una serie de programas e interfaces que se han creado en función del trabajo de Turing. Las interfaces de lenguaje natural permiten a las computadoras aceptar el habla humana normal como entrada, en lugar de requerir un lenguaje especializado, sintaxis o una terminología determinada. El «aprendizaje automático» ofrece a los programas la capacidad de mejorar a partir de la experiencia, ajustando su desempeño a medida que comparan las predicciones algorítmicas con los resultados del mundo real. Estos y otros avances recientes en hardware y software han dado lugar a lo que se llama «computación cognitiva», una programación tan sofisticada y adaptable que imita la función del cerebro humano.

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Los programas de inteligencia artificial pueden hacer mucho más que parlotear. IBM ha invertido más de 1.000 millones de dólares en los últimos dos años en su Watson Group, una división dedicada a aplicar el poder de la computación cognitiva y Big Data a la atención médica, comercio minorista, banca y seguros. El programa de inteligencia artificial de IBM, denominado IBM Watson, llegó a los titulares cuando se convirtió en el campeón del Jeopardy 2011 (una especia de Pasapalabra, con permiso de mi buen amigo y alumno Christian Gálvez), superando a dos de los mejores jugadores humanos, y mostrando una faceta cálida y familiar al público mientras inventa nuevas recetas, crea moda y edita trailers de películas. En un contexto menos lúdico, Watson es un experto en seguridad cibernética y como analista de inversiones. Actualmente(dando un giro completo), IBM está utilizando Watson para saltar al mercado del Chatbot, asociándose con la popular aplicación de mensajes de trabajo Slack para crear un sistema superior que puede inferir emoción en el habla.

Mindsparkle Mag

IBM es solo un jugador más dentro de un grupo de empresas privadas que están apostando muy fuerte por la inteligencia artificial: Apple (Siri), Microsoft, Facebook, General Electric, Google y Amazon también están en el juego. Estas empresas, que trabajan en algunos sectores diferentes – hardware, software, electrodomésticos, redes sociales y tiendas minoristas -, utilizan la inteligencia artificial para trasladarse a un nuevo nivel. Los resultados de sus avances ya está empezando a traspasar próximas fronteras. Estamos a punto de ver ordenadores que mejorarán enormemente la velocidad de los cálculos y la densidad del almacenamiento de datos, empleando sistemas de almacenamiento y procesamiento a escala cuántica, como átomos, fotones y el spin nuclear para registrar y gestionar información. Estos ordenadores cuánticos podrían alimentar el desarrollo de redes neuronales y profundas formas de aprendizaje de inteligencia artificial, que son particularmente eficientes para el reconocimiento de patrones. Y estas herramientas, a su vez, nos permitirían diseñar una inteligencia general artificial (IAG) capaz de operar en una amplia gama de tareas cognitivas.

Pruned

Debemos pensar que todas las revoluciones tecnológicas dan como resultado un cambio social y económico masivo. Históricamente, los impactos más relevantes y profundos en el desarrollo humano han girado en torno al trabajo, y «AI» no es una excepción, prometiendo remodelar la tarea cognitiva tan radicalmente como los robots transformaron la fabricación en el siglo XX. Investigadores de la Universidad de Oxford declaran que la inteligencia artificial contribuirá a la pérdida de hasta casi el 50% de los empleos en Estados Unidos en los próximos 20 años, muchos de ellos trabajos profesionales que tradicionalmente requieren títulos avanzados. Algunas firmas de abogados ya han comenzado a utilizar «abogados artificialmente inteligentes» para investigar asuntos legales, y un informe predice que para el año 2030 la estructura tradicional de la profesión legal colapsará, ya que los bots legales se harán cargo de la mayoría del «trabajo de bajo nivel salarial». «Por otro lado, incluso cuando la inteligencia artificial devalúa el valor del trabajo cognitivo, podría aumentar el valor del juicio humano. En este escenario, los profesionales humanos se aliarán con la IA para mejorar sus habilidades. Una de esas asociaciones ya ha demostrado su éxito: la IA y los médicos que trabajan para diagnosticar el cáncer de mama con un 99.5% de precisión, mucho mejor que los humanos que trabajan solos.

YongL

El surgimiento de la IA desafía aún más el qué y cómo enseñamos. El desarrollo de las reglas de cálculo, y más tarde las calculadoras, hicieron posible que los niños pasaran menos tiempo aprendiendo matemáticas como proceso y más utilizándolo como una herramienta para razonar mejor. Al utilizar los escolares la IA de forma tan natural como cualquier otra herramienta tecnológica, ¿ podrán centrarse los profesores en enfatizar las funciones de mayor nivel humano en sus alumnos, como el buen juicio y la creatividad, o como las habilidades emocionales tipo empatía y compasión?

Yes ma’am, yes sir

Si nos centramos en el ámbito de nuestra profesión, a medida que la IA se vuelva más efectiva y asequible, se convertirá en parte del conjunto de herramientas estándar de los museos que buscan mejorar sus prácticas en muchas de sus áreas de influencia. En lugar de desplazar al personal, la inteligencia artificial podrá proporcionar a los museos más pequeños, los que no pueden permitirse el acceso de especialistas profesionales, servicios de IA potenciados, como el marketing, las comunicaciones y los análisis de datos. Incluso explotar el potencial de la IA no necesariamente requerirá experiencia específica sobre la IA a medida que desarrollemos aplicaciones que complementen el uso de esta tecnología.

Paul Hollingworth

El Museo de Brooklyn ya utiliza algoritmos de procesamiento de lenguaje natural para ayudar en el trabajo del personal detrás del escenario (backstage) a responder a las preguntas de los visitantes a través de su premiada aplicación ASK. Imagina un futuro en el que cualquier visitante de un museo pueda hacer preguntas a un experto en IA que exprima tanto los datos de las colecciones del museo como la cantidad de información disponible en la Web sobre el tema que te interesa.

Branded Objects in white

La inteligencia artificial será una herramienta esencial para los museos que gestionan una escala masiva de datos en el siglo XXI. Los algoritmos de reconocimiento visual pueden desbloquear el potencial de las colecciones de imágenes digitales etiquetando, clasificando y dibujando conexiones dentro y entre las bases de datos del museo y del mundo. El campo museístico lucha para administrar la creciente masa de material de archivo «nacido digitalmente» a través del correo electrónico y las redes sociales. Como ha señalado Rich Cherry, subdirector de The Broad, la magnitud del problema es asombrosa: frente a la Biblioteca Presidencial Clinton,que contiene una cantidad manejable de correos electrónicos, la Biblioteca Presidencial Obama posee más de mil millones. La inteligencia artificial podría ser la única forma factible para gestionar unos archivos tan enormes.

Nicholas Blechman

La inteligencia artificial también es una herramienta poderosa para hacer que los museos y sus colecciones sean más accesibles y más útiles para el público en general. Las interfaces de lenguaje natural pueden facilitar a los visitantes la extracción de bases de datos de colecciones sin conocer un vocabulario especializado. Los programas con tecnología IA ayudan a los curiosos a navegar por los datos del museo de una forma divertida. Por otro lado, los visitantes podrían utilizar programas de traducción cada vez más precisos alimentados por algoritmos de aprendizaje automático capaces de leer las cartelas de las vitrinas estableciendo una especie de conversación con los visitantes.

Ippinka

Del mismo modo que el sistema Watson de IBM puede realizar diagnósticos médicos, o desarrollar una investigación legal de forma más rápida y efectiva que los humanos, también puede resultar muy útil para algunos trabajos relacionados con los museos. La autenticación de arte es un campo cada vez más relevante, con fundaciones específicas de artistas, coleccionistas y expertos enredados en la discusión de quién tiene la última palabra sobre la atribución de cada obra. Algunas fundaciones, como es la Pollock-Krasner y la Warhol, han dejado de hacer trabajos de autentificación por temor a demandas u otras preocupaciones. La IA está siendo reconocida como una poderosa herramienta para detectar falsificaciones y copias; quizás pueda abordar la autentificación también muy pronto. Cuando se trata de reconocer lo que hemos descrito previamente como «estilo» – la cualidad inequívoca que solo puede ser reconocida por instinto y entrenamiento -, los museos podrán confiar en la IA y en el «ojo curatorial», sorprendiéndonos al comprobar la enorme cantidad de falsificaciones que están expuestas en los museos de arte de todo el mundo.


https://evemuseografia.com/eve-masterclass2918/


RECURSO:

Merrit, E. (2017): Artificial Intelligence: The Rise Of The Intelligent Machine. Center for the Future of Museums Blog.

Fotografía principal: Jesse Ellingson


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