La mayoría de los museos muestran colecciones de objetos ordenados y clasificados a partir de los cuáles se puede difundir conocimiento. Lo importante, en cualquier caso, es que el objeto, una vez expuesto de acuerdo a las bases de la conservación y el cuidado que requiere, aporte al visitante todo su potencial didáctico. Aunque existen museos que muestran objetos cuyo significado tiene un valor didáctico indiscutible, otros aportan un valor didáctico escaso, bien por la ausencia de interés del propio objeto o bien porque su exposición no está planteada correctamente de cara al visitante. En cualquier caso, desde el punto de vista de la generación de conocimiento, todos los objetos son susceptibles de ser utilizados como fuente de memoria histórica, siempre y cuando se encuentren correctamente contextualizados en su exposición.
El museo debe mostrar sus objetos siguiendo un patrón didáctico determinado evitando la dispersión de significados, ya sea de manera inductiva o hipotética-deductiva, provocando el conocimiento directo a partir del objeto o suscitando interés por aprender. En cualquier caso, la inducción suele ser la manera más eficaz de acercarse al verdadero potencial didáctico del objeto expuesto. No nos vamos a enrollar más. La utilidad de los museos para mostrar la historia debe focalizarse en que sean interesantes, para atraer así la atención de los visitantes. Asimismo, han de tener la capacidad de generar enigmas que resolver, como si de un juego deductivo se tratara, ayudando a desarrollar nuestra imaginación y despertando en nosotros sensaciones, algunas veces dormidas, que nos saquen del estado de coma emocional estacionario. Para conseguir esto podemos enunciar 5 premisas generales:
1. Lo primero que hay que afirmar es que todos los museos sirven para enseñar de manera didáctica una verdad. En este sentido, no hay realmente museos buenos ni malos.
2. Los museos pueden ser instrumentos de enseñanza al margen de que su museografía sea más o menos didáctica.
3. Todo objeto expuesto en el museo tiene una misión didáctica – para desencadenar un interés, contestar dudas y preguntas y satisfacer nuestra necesidad de saber la verdad de las cosas -.
4. Provocar y aprovechar nuestra capacidad de deducción a partir del objeto es la forma más potente para que el museo genere conocimiento en el visitante de una manera amena y divertida, si cabe.
5. El uso didáctico de los objetos requiere siempre cierto grado de interactividad.
En la medida en que el objeto expuesto es algo concreto, dotado de materialidad y con unas determinadas características, se puede comenzar un proceso de análisis del mismo, y sacar conclusiones y certezas que pueden ser más o menos generalizables para todos los públicos. Lo que hemos enunciado aquí, estas cinco premisas generales, se diversifican, a su vez, en otras expresiones más complejas, pero hoy toca exclusivamente enunciar las generalidades. Otro día entraremos en los detalles de cada una de las cinco. No hay nada como el poder didáctico del museo.
Consultas: gestion@evemuseos.com
Imagen principal: libros suspendidos en el lobby del Museo de Arte Moderno de Estambul
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Reblogueó esto en Museu AfroDigital- Estação Portugal.
Muchas gracias por estas pequeñas «pildoras» de conocimiento, que tienen más de grandes que de pequeñas.
Son temas de manual bien explicados. Con ellas aprendemos (y en el mejor de los casos recordamos) conceptos y recursos para trabajar en museos, que nos revitalizan en el trabajo del día a día.
Con vuestro permiso comparto la página y las entradas por facebook.
Muchas gracias por tu comentario Jaione, es siempre un placer saber que somos útiles. Este es un trabajo muy duro, al que de vez en cuando le viene bien un reconocimiento sincero como empujón para seguir adelante. Recibe un cordial saludo.