Nace un nuevo año, como una planta emergerá de la nada para ir creciendo y haciéndose grande; esperemos que no se trate de una ortiga, que sea una flor muy bella, con un maravilloso perfume que os envuelva a todos.
Hace algunos años, bastantes la verdad, comenzamos a oír hablar del biodiseño como una nueva corriente creativa aplicada fundamentalmente al diseño industrial que arraigaba muy fuerte sobre todo en Japón. En realidad tenía muy poco de nueva corriente creativa en sus conceptos básicos, aunque si es cierto que sus aplicaciones en el diseño industrial no se habían visto con anterioridad. Los japoneses fueron los primeros que nos marcaron el camino para observar a la naturaleza como una fuente inagotable de inspiración, que guarda infinidad de soluciones de diseño. Hay que decir también que los japoneses no fueron los únicos en hacer suya esta forma de interpretar la realidad del entorno natural aplicada a la creación de objetos y herramientas. Los coreanos, por ejemplo, también fueron fieles a esa línea de trabajo creativo: Ya sean muebles, envases, electrodomésticos, cualquier objeto útil, incluso la arquitectura puede estar inspirada en la madre naturaleza: vegetales, animales, formas pétreas, cascadas, etc. Aquí en Europa, hemos utilizado la inspiración de la naturaleza en el campo del automóvil fundamentalmente, fijándonos sobre todo en como algunos peces y mamíferos acuáticos cortan el agua con sus formas aerodinámicas, o mejor dicho, acuadinámicas. ¿No es cierto Mr. Adrian Newey? Pero hoy queremos centrarnos principalmente en la arquitectura, mejor dicho en la bioarquitectura – porque es algo que nos afecta a todos sin excepción -, de la mano del último premio Pritzker 2013: Toyo Ito (Seul 1941). – http://www.toyo-ito.co.jp/WWW/index/index_en.html –
Los diseños de Ito siempre van de la mano de una conceptualización basada en las formas de la naturaleza y su integración en la misma sin estridencias
Ito es un hombre muy modesto, algo que caracteriza el tono oriental de valoración sobre uno mismo. De él dice: “He proyectado arquitectura teniendo en cuenta que ésta será mejor si nos libramos, aunque sea un poco, de cualquier limitación. Sin embargo, cuando termino un edificio, me doy cuenta con dolor de mi propia incapacidad. Esa incapacidad se convierte en energía para abordar el siguiente proyecto. Ese es mi proceso creativo y, seguramente por eso, mi arquitectura nunca tendrá un estilo fijo ni yo quedaré satisfecho con ninguno de mis trabajos”. Suena un poco a tópico, pero es la realidad en la que trabaja. Hay que decir que el reconocimiento público le llegó mucho antes. El mismo año en que a los arquitectos también surcoreanos Sejima y Nishizawa recibían este galardón, su país le concedió el Praemium Imperiale. El RIBA londinense lo había condecorado en 2006 y la Bienal de Venecia madrugó para reconocer con un León de Oro toda su trayectoria en 2002. El pasado verano Toyo Ito regresó a esa ciudad italiana. Su propuesta Home-for-All, en el pabellón japonés, no hablaba de experimentación tecnológica ni de innovación material, ni siquiera de formas orgánicas para mejorar la huella dejada por el Movimiento Moderno. Hablaba de la gente que se había quedado sin casa en Fukushima. También allí debía llegar la mejor arquitectura.
Maqueta del proyecto Home-for-All de Ito como viviendas para la reconstrucción de la zona zero de Fukushima. Proyecto mostrado en el pabellón de Japón en la 13ª International Architecture Exhibition de la Bienal de Venecia
Uno de los elementos comunes en todos los creativos que toman como referencia la naturaleza como fuente se inspiración, es la capacidad de observación que son capaces de desarrollar y el enorme trabajo que realizan en la interpretación de sus aplicaciones prácticas. En otras palabras, exportar las ideas al papel transformando conceptos creativos en posibilidades realistas; hablamos de que se pueda construir o fabricar en serie, ya que deben ser proyectos que mejoren la calidad de vida de las personas, porque esa debe ser siempre la orientación obligada del diseño industrial hacia el mundo. Esto último debe ser común a todo el proceso creativo que vayamos a afrontar en el plano real. Hoy por hoy, tenemos una enorme responsabilidad con el medio ambiente. No podemos dañar, debemos preservar al máximo nuestros recursos. Incluimos en esta responsabilidad ser responsables con la integración de los elementos fabricados en el entorno, sobre todo los edificios.
Envase de la gelatina japonesa Mizu-Yokan
Dentro del triste curriculum, el arquitecto enviudó en 2010. Lo emocional también trasciende al resultado de nuestros proyectos creativos, no hay duda. Tal vez por eso, en 2011, Ito decidió ceder buena parte de su legado a un museo que lleva su nombre en la isla de Omishima y bajar el ritmo de trabajo. Diseño un nuevo edificio formado por sólidos poliedros amontonados, quizá fruto de su tristeza, pero junto a él se levanta la reconstrucción de la vivienda de aluminio que construyó para sí mismo en 1984 y donde vivió con su esposa. Web en japonés: – http://museum.city.imabari.ehime.jp/tokoro/ –
Toyo Ito ha creado para Sancal, Konoha, un banco que, como su nombre indica “hojas de árbol”, rinde tributo al paisaje vegetal. El arquitecto surcoreano (que no japonés como muchos creen), se ha inspirado en el algoritmo de la doble espiral, del que surge una forma única, para diseñar una pieza de mobiliario que facilita el encuentro y la comunicación entre las personas, al mismo tiempo que permite usar los espacios libremente.
Bocetos de la mano de Ito que muestran su peculiar forma de orientar sus proyectos desde la base natural. En este caso el proyecto es el diseño de una cama para perro
Otro de los diseñadores «multifunción» que siempre nos ha llamado la atención, es Luigi Colani (tiene su museo propio muy interesante y curioso: http://www.colani.org/luigi_colani_Product_design_museum/Home.html ), un alemán un tanto tocado pero que siempre ha defendido y difundido el biodiseño como solución. Se caracteriza principalmente por sus proyectos llenos de curvas, de formas orgánicas que él llama «Biodinámica» y afirma que es ergonómicamente superior al diseño tradicional. Su «Cocina Satélite» de 1969 es quizá su ejemplo más prominente de esta escuela de pensamiento. Muchos de sus diseños para pequeñas aplicaciones son producidos en masa y vendidos, pero sus diseños más grandes no han sido construidos. Su diseño no convencional lo ha hecho famoso, no solamente en los círculos del diseño, sino también en el público general. Es un diseñador que se ha fijado mucho en las formas de los insectos y como éstas pueden ser trasladadas a proyectos. Es un idealista que, en ocasiones, se deja llevar por el entusiasmo y no tanto por el sentido práctico. Colani se ha gastado dinerales en maquetas irrealizables, imposibles para ser fabricadas en serie. Pero todo esfuerzo en esa línea es de agradecer.
Cocina «grano de polen» de Luigi Colani, no muy práctica si se quiere instalar en una casa de las nuestras
Cabeza tractora de camión de Colani
No sabemos si las tendencias del diseño industrial seguirán esa trayectoria de acercarse al mundo natural. Sería muy interesante que se aplicara al urbanismo y a la construcción sobre todo. Algunas universidades como Stanford por ejemplo – http://www.stanford.edu/group/biodesign/cgi-bin/ebiodesign/ – ya están trabajando en el área del biodiseño aplicado a la medicina, en el campo ortopédico concretamente. Existen ferias y congresos muy importantes a nivel mundial en este área como es el «International Workshop on Bio-Design» – http://www.iwbdaconf.org/ -. Son muchas las aplicaciones, incluidas piscinas – http://www.biodesignpools.com/es – por poner otro de los cientos de ejemplos. El año que viene estamos ya preparados para biofabricar un árbol de Navidad biodiseñado.
Hay quien no ha entendido muy bien de que va lo del biodiseño
¡¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS, QUE OS TRAIGA FELICIDAD E ILUSIÓN!!