Emmanuel Gottlieb Leutze pintó el cuadro «Washington cruzando el Delaware», en el año 1851. Ésta es sin duda una de nuestras pinturas favoritas, colgada en el Museo Metropolitano de Nueva York – http://www.metmuseum.org/Collections/search-the-collections/11417 -. Es una de las obras de Gottlieb que representa una epopeya histórica al gusto de los artistas románticos franceses y un tesoro nacional norteamericano.
La balsa de la Medusa de Théodore Géricault (1819) Museo del Louvre – http://www.louvre.fr/oeuvre-notices/le-radeau-de-la-meduse –
El estilo de este artista alemán pero norteamericano de adopción, nos recordó siempre a Géricault y Delacroix salvando las distancia, por supuesto. Además, los tres fueron artistas con capacidad para remover y enardecer el espíritu nacional con sus pinturas. Es como si hubiera un artista en España que fuera capaz de encender el nacionalismo español, por ejemplo, solo con verlo colgado en una pared. En el caso del cuadro de Gottlieb, las multitudes se agolpaban en la puerta del Instituto Styvesant de Nueva York (ahora es el New York Historical Society – http://blog.nyhistory.org/tag/stuyvesant-institute/ -) para contemplar la espectacular pintura: George Washington, aun futuro padre de la patria norteamericana en el cuadro, en la Guerra de la Independencia estadounidense, en plena acción bélica, liderando una carga del ejército continental contra las fuerzas enemigas que se pueden apreciar a lo lejos.
Los personajes que aparecen en el cuadro son turistas y alumnos del propio Gottlieb en su estancia en Alemania
El cuadro tocaba la fibra sensible de todos los que acudían a contemplarla, a nadie dejaba indiferente. Creemos que ahora ocurre los mismo con el cuadro, es una de las pinturas que mayor espectadores convoca en la Galería 760 del museo Metropolitano. El momento que representa es el del ataque de Washington contra las baterías enemigas al otro lado del río, en Trenton el 25 de diciembre de 1776. Leutze comenzó su primera versión de este tema en 1849. Fue dañado en su estudio por el fuego en 1850 y, aunque fue restaurado y adquirido por la Bremen Kunsthalle, de nuevo fue destruido en un bombardeo en 1942. En 1850, Leutze comenzó esta versión del tema, que fue puesto en exhibición en Nueva York en octubre de 1851. En esta demostración Marshall O. Roberts compró la lona para la suma entonces-enorme de 10.000 dólares. En 1853, M. Knoedler publicó un grabado de él. Muchos estudios se han hecho de la pintura, al igual que ha servido de referencia como modelo para otros otros artistas.
Gottlieb comenzó su carrera como retratista en Filadelfia desde muy joven, cobrando 5$ por cada cuadro. En esta imagen se puede ver al pintor amigo de Gottlieb Worthington Whittredge en su estudio (1865)
En el Stuyvesant Institute el precio para ver el cuadro estaba marcado en veinticinco centavos para los adultos y la mitad para los niños. La galería abrías sus instalaciones al público a las ocho de la mañana y cerraba a las diez de la noche, unos horarios impensables en aquella época para ver un cuadro. En el The New York Times se pudo leer: «… es con toda probabilidad, la pintura histórica más importante del país». Y eso que EE.UU. ya contaba con un notable número de pinturas históricas de corte dramática que buscaban el impacto y asombro en el público norteamericano, casi todas ellas de temática bélica. La obra de Gottlieb, entre todas las demás, causó una sensación jamás vista antes. Copias y grabados de la pintura proliferaron por todas partes del país, colgaba en hogares y en sitios públicos ya que todo el pueblo norteamericano entendía que era una imagen de enorme importancia en la historia de la nación. Muchos niños aprendieron esa parte de la historia a partir de la visión del cuadro.
Cuadro titulado «Battle of Monmouth» (1854) donde también aparece George Washington en acción pero que es un cuadro menor en la trayectoria artística de Gottlieb
El cuadro de Washington cruzando el Delaware está plagada de errores técnicos, hay que decirlo -el río Delaware en realidad es el Rhin y los uniformes de los soldados y el propio Washington están impecables a la vista, cuando más parecían pordioseros en la realidad -, pero como símbolo del patriotismo era inmejorable: una escuadra de soldados asediados por el enemigo, con una derrota que parece inminente, pero que avanzan valientemente hacia la batalla sin ningún temor el mismo día que se celebraba la Navidad. Como si ya supiesen de antemano que la batalla estaba ganada sin necesidad de bajarse de las lanchas. La libertad y el inminente nacimiento de una nueva nación era lo que les daba energía y confianza en sus fuerzas para ganar la batalla definitiva y así crear los Estados Unidos de América. Curiosamente, este cuadro era el segundo «Washington cruzando el Delaware» que pintaba Gottlieb. Se trataba de una segunda versión del original que el artista había realizado por no estar en absoluto convencido con los rostros de los personajes que aparecían en el primer cuadro que pintó. La representación original de este dramático viaje, el primer cuadro, preludio de la victoria final en la guerra de la Independencia norteamericana tuvo una cita fatal con el destino. Un encuentro destructivo y fatal con los aliados en la Segunda Guerra Mundial. El cuadro original, el primero, que siempre había estado expuesto en el museo de arte de Bremen (el Kunsthalle), ciudad atacada y bombardeada con bombas de fósforo por los aliados en 1942 – casi seguro aviones británicos de la RAF – quedó destruido. Los trabajadores del museo habían guardado las obras en el sótanos antiaéreos, pero el cuadro de Gottlieb, por ser tan sumamente grande (6,5 metros de longitud por 3,5 metros de altura), se quedó colgado y fue totalmente destruido en el ataque.
Bombardeo de Bremen en 1942 por la RAF
El cuadro que ahora está en el museo Metropolitano de Nueva York es entonces una segunda versión del propio artista, el que pintó usando turistas y alumnos como modelos. Hay que recordar que cuando Gottlieb comenzó a pintar el primero, ya muy avanzado, se quemó en un incendio y tuvo que volver a empezar a pintarlo de nuevo, por lo que deberíamos considerar entonces que el que nos ha quedado es el resultado de un tercer intento. Parece como si el destino se hubiese puesto de acuerdo en la insistencia de su sino para que el cuadro no llegara a existir al día de hoy. Finalmente hemos podido disfrutar de un inspirador emblema de lo que puede ser el patriotismo sano, por una visión del artista que se empecinó en que el cuadro se convirtiera en todo un símbolo nacional para todos los norteamericanos.
Hola, como de costumbre, volveis a sorprendernos con curiosas entradas .Veo que no descansais y que seguis aportándonos noticias, historias y datos interesantísimos.Me pareció muy curiosa ,también , la alusión al personaje de «Motoro» ,me sorprendió.Me pregunto cómo sois capaces de recabar tanta información y de saber seleccionar y concretar en vuestros artículos lo verdaderamente interesante.Gracias por «tratarnos» tan bien .Feliz Año 2014,que sigáis haciéndonos tan bonito regalo.Un saludo .-Esther.
Gracias Esther, comentarios como el tuyo son el mejor regalo de Navidad para nosotros. Por eso y por mucho más, gracias a vosotros de verdad y de corazón. Intentamos que lo que publicamos tenga interés para todos y sí aportamos nuestro granito de arena al conocimiento, pues fenomenal. Cuando acabamos un museo sentimos una profunda satisfacción porque ese es el verdadero camino, creemos nosotros, para tener un mundo mejor: la cultura aderezada con unas gotitas de sensibilidad. Si aportamos una millonésima parte de esa mezcla, pues seremos muy felices. Y hablando de felicidad, te deseamos un feliz año 2014 para ti y todos los tuyos Esther, y por supuesto, lo hacemos extensivo a todos los que nos seguís. Un fuerte abrazo a todos.