Un ecomuseo es un instrumento que el poder político y la población conciben, fabrican y explotan conjuntamente. El poder, con los expertos, las instalaciones y los recursos que pone a disposición; la población, según sus aspiraciones, sus conocimientos y su idiosincrasia.
El ecomuseo es un reflejo de una realidad concreta y localizada, donde la población se contempla para reconocerse, buscando la explicación del territorio en el que está arraigada y en el que se sucedieron todos los pueblos que la precedieron, en la continuidad o discontinuidad de sus generaciones. Es un espejo que la población ofrece a sus visitantes para hacerse entender mejor, en el respeto a su trabajo, sus costumbres y tradiciones, sus formas de comportamiento y su intimidad.
El ecomuseo es la expresión del hombre y de la naturaleza. El hombre es interpretado en relación a su entorno natural, y la naturaleza está presente en su estado salvaje, pero también tal como la sociedad tradicional y la sociedad industrial la transformaron a su imagen.
El ecomuseo es expresión del tiempo, remontándose hasta el momento de la aparición del hombre y avanzando a través de los tiempos prehistóricos e históricos para llegar al tiempo del hombre actual. Tiene una apertura hacia el futuro, sin arrogarse poderes de decisión. El ecomuseo cumple una función en el campo de la información y el análisis crítico. Se trata de una interpretación del espacio: espacios privilegiados donde detenerse a observar y aprender, donde se camina y se reflexiona en paz.
El ecomuseo también puede ser un laboratorio, ya que contribuye al estudio histórico y contemporáneo de la población donde está ubicado y de su entorno, favoreciendo la formación de especialistas en la materia en colaboración con otras organizaciones de investigación.
El ecomuseo es un conservatorio, en la medida en que contribuye a la preservación del patrimonio natural y cultural de la población.
El ecomuseo es una escuela, en la medida en que asocia la población a sus actividades de estudio y de protección y la empuja a tomar mayor conciencia de los problemas que plantea su propio futuro.
«Este laboratorio, este conservatorio, esta escuela se inspiran en principios comunes. La cultura a la que pertenecen debe ser entendida en su sentido más amplio, y es por esa razón, se esfuerzan en hacer conocer su dignidad y su expresión artística, cualquiera que sea el estrato social desde el que se fundamentan esas expresiones. Su diversidad no conoce límites, a tal punto difieren sus elementos de un caso a otro. Su característica es la de no encerrarse en sí mismos: reciben y dan». – Georges Henri Rivière (1897–1985)
Nuestra entrada de hoy está dedicada a la memoria de Georges Henri Rivière, el padre fundador del movimiento de los ecomuseos, uno de los primeros museólogos del siglo XX en comprender toda la complejidad del concepto de patrimonio cultural, su posible extensión (y, por ende, los límites a definir) y sus ramificaciones en terrenos y épocas hasta entonces ignoradas. Aunque nuestro homenaje es permanente, ya que lo hacemos todos esos días en los que nos ponemos a escribir sobre museos, convirtiendo en nuestras tantas expresiones suyas, con el reconocimiento de su obra precursora en Francia y también en el mundo entero. Sus ideas aparecen por todas partes, dada su enorme contribución a la museología moderna, y por ello, hoy hemos decidido dedicar este artículo a su memoria.
La “definición evolutiva” del ecomuseo de Georges Henri Rivière, que es, en cierto modo, su concepto base, la hemos reproducido en el comienzo de este artículo . Sin duda, la entrada de hoy es un extracto brevísimo de su rica y variada producción intelectual, donde intenta aplicar su capacidad para la síntesis crítica. Hoy también queremos compartir aquí, algunos planteamientos que formulara otro importante ideólogo, Hughes de Varine-Bohan, que fue quien realmente acuñó por primera vez el término “ecomuseo” .
Muy significativamente, la idea de combinar el concepto de ecomuseos y de «nueva museología» también surgió en Francia, en el Ecomuseo de Le Creusot/Montceau-les-Mines. Mathilde Bellaigue-Scalbert, ex conservadora de este museo, fue una de las primeras profesionales de los museos en manejar el concepto fundamental de los ecomuseos utilizando la idea de la «nueva museología», noción que surgió en Francia en los años ochenta. De hecho, todos los principios de la «eco-museología» parecen haber sido bien acogidos por la «nueva museología». Aunque el movimiento de los ecomuseos no coincide plenamente con los postulados que respaldan esta renovación, hemos preferido limitarnos hoy a hablar de los ecomuseos en sí, sin extendernos en la discusión. Desde un punto de vista puramente histórico, ¿podríamos comparar estos ecomuseos con las grandes transformaciones que hubo en el siglo XX, por ejemplo, en las artes plásticas, aplicando conceptos radicalmente nuevos a los enunciados que sustentan a los museos más tradicionales, e introduciendo así nuevas propuestas? La transformación cualitativa de esta institución que conocemos como «museo tradicional» ha sido el foco de complejas y ambiciosas especulaciones sobre la aplicación de esos nuevos métodos, evolución y responsabilidades profesionales, convirtiéndose en un debate que se ha extendido mucho más allá del ámbito cultural de Francia; actualmente, es una discusión a nivel global.
Durante años, en EVE hemos recopilado muchas ideas procedentes de Francia y Canadá acerca de la naturaleza y el potencial de los ecomuseos, lo que nos ha llevado a reflexionar y profundizar en los estudios de casos originados en otras regiones. Recientemente, hemos estado realizando una modesta revisión de museos en países del tercer mundo, especialmente en África, donde los cambios en la visión del museo y su función en la sociedad parecen ser infinitamente más significativos para las necesidades actuales de un gran número de personas, y por lo tanto, más prometedores a la hora de movilizar el interés y el apoyo de los gobiernos.
Para concluir el artículo de hoy, recordemos la idea principal que fue el lema utilizado en la Declaración de Oaxtepec por el seminario internacional, organizado en 1984 en dicha ciudad mexicana, con el título «Patrimonio territorial-Ecomuseos comunitarios: el hombre y su entorno«: «El ecomuseo: Un acto didáctico para el eco desarrollo». Y, como afirmaba Alpha Konaré: «El ecomuseo, como forma de participación y gestión, podría constituir un avance decisivo en el campo de la cultura y, al mismo tiempo, de la vida en general».
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