Exposiciones: Inmersión y Responsabilidad Social

Exposiciones: Inmersión y Responsabilidad Social

 

 

El papel de los museos ha evolucionado a medida que la sociedad ha ido cambiando. Inicialmente, su misión se basaba en la recolección y conservación de objetos y artefactos. Más tarde, se produjo una transición para centrarse en las audiencias y asegurar que sus colecciones fueran accesibles al público en general, enfocándose en la educación popular como una forma de conectar mejor con las colecciones. Actualmente, se está produciendo un nuevo cambio para abordar cuestiones sociales en estas instituciones.

Anderson (2012), en su libro «Reinventing the Museum», recoge que el compromiso cívico y la responsabilidad social deben ser los valores institucionales de todo museo. Además, explica que éste debe servir como «lugar de encuentro para construir comunidad y diálogo sobre temas contemporáneos». Las discusiones sobre cómo los museos deberían abordar temas sociales se multiplican, ya sea de manera activa o pasiva. Muchos de ellos creen que su propósito principal debe seguir siendo la recolección, conservación e interpretación de sus colecciones (Cuno, 2004; Lowry, 2004; de Montebello, 2004; Rose, 2002), pero según Sandell y Nightingale (2012), los visitantes buscan valores sociales y creen que los museos son el lugar ideal para facilitar el diálogo sobre temas sociales controvertidos. En la presentación de Fleming (2014) acerca de «Museos y Justicia Social» en la Conferencia de la Alianza Americana de Museos de 2014, se explica cómo los museos son socialmente responsables, y que aunque sigan insistiendo en la importancia de sus colecciones ahora deben utilizarlas para enseñar conceptos sociales. En última instancia, como expresan Howard Straughn y Celka Gardner (2011), «el valor de los museos está en proporción directa con el servicio que prestan a la vida emocional de su comunidad».

Aunque ya hay una bibliografía variada sobre conceptos como emociones, aprendizaje, museos, inmersión y asuntos sociales, aún existe poca literatura que combine estos temas dispares. A medida que los museos buscan maneras nuevas y creativas de llegar al público y tener un impacto en la sociedad y sus comunidades, algunos empiezan a utilizar sistemas inmersivos para abordar temas sociales en sus instituciones, como el programa «Diálogo en la oscuridad». Estos programas inmersivos resultan atractivos porque aprovechan las emociones de los visitantes, creando conexiones y empatía hacia los demás y sus inquietudes.

Sin embargo, el uso de la inmersión para interpretar temas sociales es un desafío, ya que existe el riesgo de trivializar las luchas de los marginados y, por lo tanto, estigmatizarlos aún más. Los museos deben ser extremadamente cuidadosos y delicados al interpretar cualquier tema social y tener en cuenta que el medio nunca debe convertirse en el mensaje. Esa práctica de «ser cuidadosos y delicados» es importante, ya que introduce la inmersión en el diseño de exposiciones y programas de los museos.

El primer paso para hacer las cosas bien es comprender las prácticas de diseño actuales que pueden utilizarse para atraer a los visitantes, si se opta por diseñar experiencias altamente inmersivas y emocionales. No todo es válido, y la aplicación de estos sistemas debe estar siempre justificada; no puede ser simplemente un «sí» porque sí. Además, se deben considerar los problemas y desafíos que surgen al usar la emoción como herramienta interpretativa en los programas y exposiciones. También es importante definir los resultados que el diseño de estas experiencias puede lograr, y cuáles no, antes de aplicar la inmersión, y específicamente, qué papel juega la empatía en estas experiencias.

Las experiencias inmersivas en los museos buscan, en gran medida, generar respuestas emocionales en el público, por lo que contar historias emocionantes se convierte en un elemento clave. Sin embargo, es fundamental establecer límites claros en cuanto al uso de las emociones, pues el equilibrio es clave. Este uso de las emociones en las experiencias inmersivas debe justificarse, asegurando que se persigan los siguientes objetivos:

  • Hacer relevante un contenido.
  • Interpretar a personajes históricos.
  • Experimentar el pasado (viaje en el tiempo).
  • Utilizar emociones oscuras para crear un malestar justificado.

Es cierto que la emoción es un elemento importante en las exposiciones y programas de los museos, pero recurrir a él debe ser algo cuidadosamente evaluado. El grado y la forma en que se demanda la participación o el compromiso emocional del público debe analizarse con prudencia para no ser considerado gratuito o injustificado. Si la emoción se saca completamente de contexto, podría limitar la capacidad del público para conectarse con las colecciones y, por lo tanto, disminuir las oportunidades de aprendizaje.

En resumen, es necesario encontrar el equilibrio adecuado en la utilización de las emociones en las experiencias inmersivas de los museos, y justificar su uso con claridad para lograr objetivos específicos. Además, se debe ser cuidadoso al solicitar la participación emocional del público, para no trivializar la historia o las personas involucradas. Finalmente, la emoción es un instrumento poderoso capaz de mejorar significativamente la experiencia del visitante y, por lo tanto, se debe recurrir a ella con cuidado y estratégicamente en los programas y exposiciones de los museos.

La emoción permite una mejor conexión con algunos tipos de materiales y conceptos. Cuando éstos son algo más abstractos, la emoción puede resultar útil al intentar vincular elementos y construir un conjunto completo; también lo es cuando tenemos que explicar algo aburrido y pasivo. Por otro lado, el hecho de generar participación en este tipo de experiencia tiende a crear recuerdos más duraderos, «agitando» al público emocionalmente y creando, por lo tanto, un impacto prolongado. Cuando estamos aprendiendo algo, ya sea una experiencia de sabor en un restaurante o una lección de vida sobre economía o salud, son las emociones las que juegan un papel fundamental en ese aprendizaje. Queremos que se asocie algún tipo de emoción para que dicha lección se convierta en algo inolvidable.

Evidentemente, utilizar programas inmersivos emocionales resulta más constructivo que leer etiquetas de texto o escuchar charlas en la participación de las audiencias con el material que están tratando de transmitir. El uso de la inmersión emocional aborda diferentes estilos de aprendizaje que posibilitan que todos los participantes formen parte del programa. Los programas inmersivos emocionales permiten aprender a un nivel completamente diferente: generan un compromiso más profundo con las colecciones, abren la mentalidad del visitante, provocan una experiencia y un nivel de educación e internalización para el público.

Realmente se involucra mediante el uso de la participación sensorial de las emociones y con el compromiso emocional. La gente que está en la exposición se ha olvidado de otras cosas y está enfocada en ella, lo que les llevará al aprendizaje. Hay enormes posibilidades pedagógicas con las exposiciones si se hacen correctamente y se emplea una habilidad interactiva como ésta y el mundo de los interactivos (NCCHR).

Al hablar sobre el uso de la inmersión emocional, es importante enfatizar no sólo la importancia de las emociones en general, sino también de las del lado oscuro del espectro emocional. Se trata de despertar la conciencia, lo cual puede llevar al público a lugares muy oscuros como parte de esa conciencia. Sin embargo, en ocasiones es necesario «enviarlos» allí para que sean conscientes de lo que otros tuvieron que pasar a lo largo de la historia. En cuanto a las emociones particulares, se produce un choque, un shock e, incluso, un poco de miedo, lo cual debemos tener en cuenta. La forma en que el guión está escrito genera un drama y una intensidad que ha de ser controlada para no causar daño.

Hay experiencias inmersivas que buscan que los visitantes se sientan frustrados por una situación concreta, por ejemplo, cuando se hace referencia a que algunas personas son tratadas mejor que otras. También, pueden generarse sensaciones de estrés controlado para que el público salga de su zona de confort. Por supuesto, dependiendo del nivel de edad en el que se genere, habrá que llevarlo a cabo de diferentes maneras y con varias intensidades.

Los problemas y desafíos con respecto al uso de la inmersión emocional, como herramienta de interpretación en los programas y exposiciones de los museos, deben focalizarse en seis temas fundamentales:

  • Gestionar las reacciones intensas de los visitantes.
  • Facilitar diferentes niveles de emoción.
  • Asegurar que el material sea históricamente preciso.
  • Utilizar datos del público para informar sobre la experiencia / exposición.
  • Informar o proporcionar una salida emocional.
  • Formar al personal.

Nunca debemos perder de vista que al crear experiencias emotivas inmersivas podemos estar generando un momento difícil para el visitante.

Resumiendo, el papel de los museos ha evolucionado de la recolección y conservación de objetos a centrarse en las audiencias y la educación popular. Actualmente, se está produciendo un nuevo cambio para abordar cuestiones sociales. Los museos deben ser extremadamente cuidadosos y delicados al interpretar cualquier tema social y tener en cuenta que el medio nunca debe convertirse en el mensaje. Las experiencias inmersivas en los museos buscan generar respuestas emocionales en el público, pero su uso debe ser cuidadosamente evaluado.

 


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Recurso:

Hayes, J.G. (2016): Creating Discomfort: Exploring the Use of Emotional Immersive Experiences to Address Social Issues in Museums. Universidad del Estado de Washington (EEUU).

Foto principal: I-Pinimg.

 

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