La mayoría de los museos deberían explicar por qué tienen exposiciones separadas, diferenciando claramente las que son infantiles y para familias, haciendo un aparte de las zonas dedicadas al resto de visitantes del museo. En gran medida, los museos de arte e historia crean estos espacios en un intento de neutralizar las percepciones del público de que son instituciones alejadas de las «personas normales», indescifrables, pasivas y aburridas para muchos de sus visitantes. Los museos de arte, por ejemplo, compiten contra los centros de ciencia, zoológicos, museos infantiles y centros comerciales (estos últimos con la reputación de ser activos y participativos) por el público familiar en su comunidad. Y no menos importante, existe el reconocimiento general de que los más pequeños (principalmente) y los novatos de cualquier edad aprenden ciertas tareas más fácilmente con experiencias prácticas. Encontramos conceptos formales aplicables a cada una de estas razones. Algunos especialistas señalan que todo lo que hacemos en los museos nos posiciona como usuarios, generando un conjunto de expectativas sobre cómo actuar o interactuar en sus exposiciones. Al tener un espacio de exposición específico físicamente separado, se puede entender que lo que sucede dentro del mismo difiere de lo que ocurre en otras partes del museo. Ofreciendo una galería infantil, creemos que los niños aprenden de una manera distinta, lo cual es realmente cierto; pero muchos adultos que acompañan a los más pequeños también necesitan aprender esos mismos conceptos básicos sobre arte y museos.
Si hacemos una diferenciación entre objetos e «interactivos», o entre exposiciones interactivas y convencionales, estamos sugiriendo inadvertidamente que la experiencia visual no es atractiva (más bien, aburrida) y que, por el contrario, existen otras opciones que pueden generar expectativas para los visitantes jóvenes. No hay respuestas certeras e indiscutibles a estos cuestionamientos. Se presentan meramente como consideraciones importantes que pueden determinar el modo de mostrar los objetos originales en las galerías de «niños», y el posicionamiento de las mismas dentro del museo en general (suponiendo que tengamos otras opciones).
Una de las razones más importantes para contar con una galería de niños/familias, desde el punto de vista del educador, es la de permitir que los visitantes realicen actividades en esas zonas delimitadas, algo que no podrían hacer en ningún otro lugar dentro del museo. Podemos jugar con paletas de colores, probar nuevos enfoques interpretativos, crear contextos, informar a los visitantes con avisos sonoros…, todo aquello que generalmente se queda fuera de las galerías «principales», las del «respeto por el objeto». A menudo, ese respeto o preocupación es la razón por la cual a los educadores no se les permite manipular objetos originales en sus exposiciones. Pero, ¿cuál es nuestro verdadero objetivo? Nuestra auténtica misión consiste en aumentar el aprecio y el disfrute de las obras a nuestro cuidado en todo el museo. Como historiadores del arte y/o educadores de museos, debemos pensar que los objetos originales proporcionan experiencias únicas inaccesibles a través de réplicas. La gente acude a los museos para ver lo real, a pesar de que, a veces, puede resultar difícil para ellos distinguirlo. Debemos recompensar su confianza en nosotros a la hora de presentar objetos reales, y no generar confusión cuando hablamos de la comprensión pública sobre la autenticidad. Los objetos son nuestro recurso único en cuanto al papel de educadores que desempeñamos. Como Graeme Talboys enunciaba en su libro «Handbook for Museum Educators», queremos «inculcar una reverencia apropiada por el recurso, las habilidades necesarias para usar éste en toda su extensión, y la confianza para hacerlo».
Confianza.
El papel de una galería de la familia es inculcar confianza cuando el museo da su bienvenida a familias, transmitiéndoles la seguridad de que encontrarán algo interesante. Para ello la mayoría de las exposiciones les dan la bienvenida mostrando muebles para niños, objetos colocados a alturas más bajas….muchas veces con el apoyo de una gran variedad de libros y actividades. Las exposiciones pueden ser concebidas como una especie de zona de transición en entornos familiares, donde las cosas son físicamente cómodas, brillantes y palpables. Las familias también valoran la seguridad de saber que sus niños no van a romper un objeto invaluable. Esa seguridad que debemos tener con los objetos podría ser una razón fundamental para usar réplicas. Un objeto replicado es susceptible de ser manipulado, dibujado, tirado al suelo, todo ello con una intención educativa excelente. Pero, ¿cuál es la reacción del visitante con ese avatar, con relación al objeto real cuando se encuentra ante él? ¿Queremos infundir confianza para dibujar sobre un objeto? ¿Confianza a través del contacto? ¿Qué pasa si la réplica se «percibe»mejor que el original, o es más fácil de ver? ¿Pretendemos conseguir que el público vaya más allá de la realidad de las cosas?
Otra opción es utilizar objetos protegidos por vitrinas o barreras de plexiglás. Las barreras pueden resultar emocional e intelectualmente desagradables. Pero también ofrecen una oportunidad para dirigir la atención hacia el objeto real. Permiten ser utilizadas para transportar mensajes de una manera muy directa, usando etiquetas o vinilos. Aplicados en la parte superior de la barrera, los mensajes atraen nuestra atención, identifican motivos, orientan los puntos de vista. El Museo de Arte de Phoenix lo ha llevado a cabo con cierto éxito utilizando objetos asiáticos, tanto en la Galería de Arte para Niños y Familias, como en la Galería de Arte de Asia. Otro enfoque consiste en presentar el objeto protegido más o menos tal como se encontraría en una galería principal, reforzando las habilidades que uno podría, razonablemente, desarrollar en la misma. Esto nos lleva a la elección de aquellas habilidades que queremos generar o reforzar en las galerías de niños/familias con relación a la posible apreciación de los objetos.
Habilidades.
Por lo general, es más fácil entregar contenido sobre objetos – sin una interacción social – que enseñar habilidades para descubrirlos. Es por eso que en las galerías principales encontramos la voz curatorial expresada a través de los materiales escritos. Cuando queremos impartir habilidades, se programan visitas guiadas (grupos escolares, jubilados, familias, etcétera) o se emplean audio-guías (también teléfonos inteligentes de cada visitante, si los tienen, en combinación con beacons). Como profesionales de los museos, reconocemos la importancia de la discusión y la observación guiada. El uso de interactivos en las galerías de niños/familias es quizás un intento de dar y recibir el conocimiento en vivo, pero sin profesores. Queremos revelar la singularidad de cada objeto en las colecciones. Para este fin, consideramos que a la mayoría de los educadores les gustaría desarrollar habilidades en la discusión, la observación, la imaginación y la evaluación de la información para una posterior interpretación. Hablamos de habilidades que se pueden aplicar a cada obra de arte con resultados únicos y que, además, se transfieren fuera del entorno mediador de la galería de niños/familia. La mayor dificultad radica en hacer «conexiones sistémicas» entre una actividad y un objeto. Las actividades no relacionadas con objetos y las no transferibles impedirán, en última instancia, que consigamos nuestro objetivo de mejorar la apreciación de los objetos en las exposiciones «principales». Se debería enseñar a familias enteras apropiados comportamientos físicos, así como a fomentar conductas intelectuales hacia los objetos. Se necesitan, pues, profesionales en los museos con estas capacidades. El Phoenix Art Museum ha experimentado con este concepto de modelado a través del uso del «peer teacher», con personajes de dibujos animados que observan, comentan y cuestionan la realidad tal y como se espera que hagan sus visitantes.
Respeto.
El «respeto» no es una palabra popular en los museos, en los de arte en particular; parece como que denotara elitismo y esnobismo. Pero «respeto» también significa tener algo en alta estima, y es así como debemos considerar las obras que se nos confían como profesionales de museos. El hecho de que algo no pueda ser tocado no niega el compromiso; podemos observar, percibir e imaginar. Los educadores de museos, utilizan, ocasionalmente, mecanismos considerados irreverentes por los curadores para construir o impulsar esas habilidades. A veces, estos mecanismos fomentan la interpretación abierta, algo que contradice el concepto de una autoridad curatorial (si no contradice una interpretación específica). En otras ocasiones, se consideran visualmente intrusivos al aura que rodea la obra de arte. La pauta en estas discusiones debe ser si el mecanismo llama la atención hacia el objeto, o si lo aleja.
En la búsqueda de la construcción de habilidades transferibles, el papel de la información de contenido sigue siendo vital. Una galería para niños/familias debe satisfacer a adultos que desean sentirse informados frente a sus hijos. Si bien, por lo general, los niños no atienden a las cartelas, los adultos pueden leer las instrucciones o la información con solo dedicarle unos minutos. En las exposiciones principales, las cartelas suelen ser la única forma de dirigir la atención sobre la importancia individual de cada objeto. En la galería de la familia, un educador podría idear el escenario perfecto para «leer» las exposiciones principales: el niño encuentra una actividad atractiva – para observar, imaginar, discutir con su familia – cuando un adulto con autoridad didáctica le proporciona información de apoyo que va más allá del uso de una simple cartela.
El papel de las exposiciones para niños/familias es hacer que los grupos de transición que no estén familiarizados con el museo tengan confianza en su capacidad para visitar cualquier exposición. Nos gusta la idea de que todos tengan la posibilidad de descubrir las obras, asombrándose de los logros de los artistas. Es nuestra responsabilidad y satisfacción transmitir a los visitantes el poder intrínseco de los objetos del museo, así como propiciar la apertura de «canales mentales» para que todos puedan percibir ese poder por ellos mismos.
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Recurso:
E. Blake, K. y Museo de Arte de Phoenix (Arizona, EEUU) (2005): Teaching Museum Behaviors in an Interactive Gallery. Extracto de la presentación realizada en el J. Paul Getty Museum Symposium: «From Content to Play: Family-Oriented Interactive Spaces in Art and History Museums».
Fotografía principal: Dutch Maritime Museum | Museum exhibition design, Interactive exhibition, Interactive museum.
Consultas: info@evemuseos.com