Muchos museos llevan funcionando desde hace tiempo como centros dedicados al aprendizaje informal, para que sus visitantes accedan a las colecciones con fines educativos o estéticos, promoviendo así un diálogo social. En todo país, las demandas y prioridades sociales, unidas a las nuevas formas de participación, han creado la necesidad de conectar y servir al público de maneras que van más allá de los formatos y entornos institucionales tradicionales. Por esta y otras razones, algunos museos ya han comenzado a responder a esa demanda comunitaria. Al hacerlo, logran conectar con el público de una manera más profunda, fortaleciendo unas relaciones sociales que refuerzan, sin duda, el bienestar de la comunidad actuando, incluso, como catalizadores para generar cambios positivos.
Existe una gran variedad de acciones en el campo de los museos que afectan al cómo y al por qué una institución individual sirve a su comunidad, y a los recursos que genera para ella. Algunas diferencias sectoriales, como la distinción entre entidad pública y privada, tienen consecuencias para la puesta en marcha de los diferentes compromisos que persiguen estas instituciones. Los museos públicos son recursos gratuitos, abiertos y financiados, en gran parte, con fondos públicos y forman parte, por lo general, de los gobiernos municipales o del estado. Los privados, en cambio, cobran entrada y suelen tener políticas muy alejadas del compromiso social.
Pero existen elementos comunes importantes en ambos tipos de museos. Muchos profesionales del sector manifiestan que esas divisiones resultan poco relevantes frente a aspectos relacionados con el personal, la ubicación (urbana, rural o suburbana), o las relaciones con otras instituciones locales y con otros elementos de la estructura. Las instituciones también definen las comunidades a las que sirven de diferentes maneras: bien desde una comprensión estrictamente geográfica (código postal, vecindario y ciudad), o bien por perfiles sociales y grupos de interés (entusiastas de los vehículos históricos). A pesar de esta diversidad, los museos públicos, de todas las formas y tamaños, comparten una serie de elementos que los posiciona como promotores de un posible cambio positivo en la sociedad: están integrados en las comunidades locales; tienen una orientación de servicio público; y son valorados como activos de la comunidad.
El resultado del esfuerzo de otras instituciones para mejorar colaborativamente las comunidades locales puede proporcionar una visión instructiva a los museos a medida que se involucran más en actividades similares. Las «instituciones ancla» (convencionalmente las universidades y hospitales) a menudo desempeñan esta función. Con el tiempo, su compromiso con las comunidades ha ido creciendo y se ha diversificado, lo que ha estimulado a los profesionales de estas instituciones a desarrollar nuevas formas de comprender el impacto de sus actividades en la sociedad.
El concepto de instituciones ancla surgió hace relativamente poco tiempo. Hasta finales del siglo XX, los anclajes económicos tradicionales en las grandes ciudades y pueblos pequeños tendían a ser empresas con sede local. Los salarios e impuestos de sus empleados impulsaron las economías locales, y sus directivos influyeron en el desarrollo social y económico de esas comunidades a través de la filantropía, formando parte de las comisiones locales de planificación y de las juntas de las organizaciones culturales locales. La influencia y el impacto actual de las empresas locales han disminuido drásticamente, ya que éstas de hallan mucho más preocupadas por sobrevivir.
Las instituciones ancla han evolucionado para cubrir ese vacío resultante, convirtiéndose en organizaciones alrededor de las cuales las localidades podrían reconstruir sus economías. Han sido definidas en función de las siguientes características:
- Inmovilidad espacial.
- Una base de trabajo grande y diversa (por educación y conjunto de habilidades).
- Estado no operativo ni colaborativo.
- Una misión de servicio público: por lo general, se trata de instituciones de educación superior y médicas.Algunas empresas pueden prosperar si se activan en torno a estos anclajes.
Como las instituciones de referencia han asumido roles más importantes desde el punto de vista económico, se han involucrado progresivamente en sus comunidades locales de maneras que trascienden los servicios educativos y médicos tradicionales que brindan. Gracias a su influencia, los servicios satelitales y las asociaciones locales, las universidades y centros hospitalarios han ampliado el alcance de sus servicios principales a lugares situados más allá de sus ubicaciones principales por localización, creando nuevas oportunidades para que las personas accedan a sus recursos y participen en actividades no relacionadas formalmente con su misión principal.
Algunos hospitales, por ejemplo, ahora brindan servicios en vecindarios, tales como la aplicación de vacunas y exámenes de detección del cáncer, a través de satélites o clínicas de salud móviles. Apoyan la salud y la seguridad de los jóvenes en asociación con los distritos escolares locales, y trabajan con organizaciones comunitarias para llevar a cabo actividades de divulgación y conectarse con poblaciones marginadas (por ejemplo, poblaciones remotas e inmigrantes). En algunos casos, colaboran con investigaciones participativas basadas en la comunidad, y trabajan hombro con hombro con organizaciones locales para comprender mejor cómo abordar las necesidades graves frente a problemas como la obesidad, la adicción, la violencia de género o el bullying.
Si bien los museos no son instituciones imprescindibles, en el más sentido estricto (generalmente no emplean a tantas personas como en las universidades y hospitales), sí tienen algunos rasgos en común con lo muy necesario. Tienden, por ejemplo, a estar valorados por su localización, ser percibidos como activos públicos y tener la misión de constituir un servicio público. El rango de formas en que los museos promueven el bienestar social se puede considerar bajo tres dimensiones principales, generalmente independientes entre sí:
- La relación entre una iniciativa individual, las actividades y espacios de acción establecidos por el museo.
- La contribución al museo de una asociación, cuando ésta existe.
- El nivel de involucración del museo con su comunidad.
Para los fines de este documento, «asociación» se refiere a las relaciones en las que un museo se une voluntariamente a, al menos, otra entidad, y donde cada socio comparte la responsabilidad y los recursos para lograr objetivos identificados. Las asociaciones difieren de otras colaboraciones menos estructuradas, en las que los museos contribuyen a desarrollar un trabajo más amplio impulsado por la comunidad. Pero su participación es obligatoria, o puede no haber responsabilidades, objetivos o recursos compartidos (por ejemplo, alquiler de espacios o participación obligatoria en una iniciativa municipal). En muchos casos, los museos pueden involucrar a miembros del público sin el apoyo de otra organización.
Una revisión de las experiencias ajenas y el testimonio de profesionales relacionados con los museos apunta a la organización de todo tipo de iniciativas, desde aquellas vinculadas más estrechamente a actividades centrales históricas y espacios tradicionales, hasta las que reflejan una comprensión más amplia de los imperativos institucionales que pueden tener lugar fuera del museo o en espacios virtuales/en línea. Algunos museos, sobre todo los grandes, suelen respaldar simultáneamente múltiples programas, participando en una gran variedad de actividades de acción social, con el fin de satisfacer diversas necesidades de sus comunidades. Pongamos algunos ejemplos.
Servicios básicos dentro del museo: estas iniciativas suelen basarse en programar las actividades más comunes y tradicionales de los museos, pero con un enfoque especial hacia los sectores más desatendidos de la comunidad o en torno a las preocupaciones locales emergentes. Sus esfuerzos, generalmente, son informativos y se basan en exposiciones, e incluyen programas específicos de alfabetización, fomento a la lectura, dietas saludables y exhibiciones de museos sobre asuntos urgentes de la comunidad.
Servicios principales en espacios comunitarios o virtuales: se acoplan directamente a los servicios tradicionales, pero pueden llevarse a cabo fuera del museo. Incluyen la ubicación conjunta de servicios de lectura en viviendas públicas o la programación de festivales de culturales locales.
Servicios del museo ampliados: desarrollan nuevas actividades destinadas a atraer a las personas a las instalaciones de los museos generando una reconfiguración o reutilización de los espacios existentes. Pueden tener lugar en espacios de creación en bibliotecas o generar programas fuera del horario escolar en los museos.
Actividades ampliadas en espacios comunitarios o virtuales: son iniciativas que satisfacen las necesidades de la comunidad más allá de los tipos de servicios tradicionales y tienen lugar fuera del museo o en línea. Estas actividades pueden involucrar a museos y bibliotecas – para desarrollar conjuntamente acciones – o a asociaciones de capacitación laboral. Así por ejemplo, se podría trabajar en la integración de la población inmigrante de la ciudad a través de una serie de proyectos encaminados a construir redes de relaciones y capital social en esas comunidades de inmigrantes.
Todos estos esfuerzos desafían a los museos a que fomenten nuevas formas de hacer su trabajo principal, como puede ser generar la información en red o seleccionar colecciones para su difusión virtual. Al mismo tiempo, el personal del museo ha de desarrollar nuevas habilidades para involucrarse activamente con los residentes locales, tanto dentro de sus museos como en espacios comunitarios.
A medida que los museos sigan consolidando las misiones que pueden lograr con un esfuerzo dirigido a las diferentes dimensiones del bienestar social, podrán ayudar a que otras instituciones renueven sus actividades convencionales programando iniciativas diferentes (las bibliotecas, por ejemplo). Además, comprender sus esfuerzos dentro de un marco de impacto colectivo puede contribuir a que los profesionales de los museos piensen de manera práctica sobre cómo sus actividades afectan a sus comunidades: pueden darse muchas circunstancias en las que tenga sentido contribuir ampliando esfuerzos, pero también puede haber ocasiones en las que los museos se conviertan en agentes que provoquen los cambios. Estos marcos proporcionan un lenguaje útil para que los museos expliquen el valor de su trabajo a múltiples audiencias (miembros del público, patrocinadores y a su propio personal) y justifiquen sus decisiones de buscar o rechazar nuevas oportunidades.
Aplicar el bienestar social y los marcos de impacto colectivo a las asociaciones con organizaciones comunitarias, agencias gubernamentales y otras instituciones culturales o educativas, puede hacer avanzar el trabajo de los museos de varias maneras. Unos marcos bien definidos permiten a las instituciones a agregar estratégicamente «fuerza conjunta» para respaldar nuevos tipos de actividades y llegar a las personas en una forma que no podrían hacer por sí mismas. Esos marcos también pueden ayudar a los museos a justificar su presencia en el terreno de los debates locales sobre políticas, presupuesto y prioridades cívicas. Los funcionarios de ambos sectores reconocen que la participación en dichas discusiones contribuiría a que los museos sirvieran mejor al público y aumentaran así su propia relevancia. Quizás juntos, administración pública y museos, generen enfoques y actividades que permitan a estos últimos posicionarse como co-creadores de cambios muy positivos en sus comunidades.
Recurso:
Michael H. Norton (Chief Policy Analyst Reinvestment Fund) y Emily Dowdall (Chief of Development of Policy Implementation Reinvestment Fund) (2016): Strengthening Networks, Sparking Change: Museums and Libraries as Community Catalysts.
Foto principal: Mystic Seaport – Oliver’s Travels.
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